Según nuestro admirado don Gonzalo Martínez Díez, se
contabilizan en las distintas Comunidades de Villa y Tierra que conforman
la actual provincia de Soria, unos trescientos setenta despoblados. Muchos
de ellos, la mayoría, vieron salir a sus habitantes en la Baja Edad Media.
De ellos sólo queda el recuerdo en la toponimia y la tradición oral,
fuentes de las que don Gonzalo ha partido para sus investigaciones. Otros
se fueron desgastando con el paso de los siglos y los menos, los de
Tierras Altas, fueron los que abrieron las filas de la despoblación a
partir de mediados del siglo XX.
Así como conocemos bien las causas de la despoblación
reciente, para estos casi cuatrocientos despoblados se barajan varias, que
en su mayoría no pueden ser comprobadas. Se argumenta el papel de los
grandes ganaderos, en épocas de esplendor de la Mesta, quienes deseaban su
despoblación para aprovechar los pastos con esa voracidad de miles de
bocas de los nutridos rebaños de los que eran propietarios. Otra
voracidad, la de los señores rurales, verdaderos oligarcas de la tierra,
aprovecharía las épocas de debilidad de la monarquía, empleada en guerras
con otros países, para ir haciéndose con tierras, edificando fortalezas y
erigiéndose, finalmente, en señores de la zona, presionando más o menos al
monarca de turno. Otros investigadores parten de las epidemias de peste.
En definitiva, como en la última gran despoblación, estamos seguras que
serían una serie de causas que a veces coincidirían y otras se darían
aisladas, las que motivaron que fueran desapareciendo esos pueblos, unos
poco importantes, pero otros de tanta relevancia histórica como
Peñalcázar.
Muchas de las ermitas que podemos ver en nuestros viajes,
solitarias en los altozanos, o a escasos kilómetros de a población a la
que pertenecen, fueron las iglesias de esos despoblados. A su alrededor,
casi siempre, aparecen restos de edificaciones, alguna fuente que servía
para abastecer al, en ocasiones, escaso vecindario. Otros despoblados, con
su ermita, se han convertido en granjas, o en cotos.
Siguiendo a don Gonzalo Martínez y otros investigadores y,
sobre todo, los datos del Catastro del marqués de la Ensenada, a
principios del año 2002 comenzamos a publicar (en la entonces revista
INTER/SORIA y durante los números que vio la luz) los datos que
conseguimos de algunos de estos despoblados. Los trabajos no iban
firmados, pero son nuestros. Hemos esperado un tiempo que nos ha parecido
prudencial, por si la revista asomaba de nuevo a los kioscos, y ahora
hemos decidido continuar con la publicación en nuestra página, toda vez
que nos parece un trabajo con suficiente interés como para tenerlo en el
cajón del olvido.
De unos despoblados podremos contar incluso alguna anécdota,
de otros datos fríos referidos a la ubicación, la extensión y los frutos
que daban y poco más, y aún de otros apenas dos líneas o la sola
enumeración. Queremos decir que esas líneas que pueden parecer frías y no
contentar a ninguna expectativa, han podido suponer horas de
investigación. Otro problema es la carencia de fotografías, pues en la
mayoría de los casos, como decíamos líneas arriba, del despoblado sólo
queda alguna referencia en la toponimia o sencillamente la tradición
oral.
Como siempre que iniciamos una sección en la página, esperamos
la colaboración de todo aquel que se sienta interesado por el tema, así
como sugerencias, siempre tan bien recibidas, por cuanto nos ayudan en
nuestro trabajo.
© Isabel y Luisa Goig Soler
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El trabajo sobre los Despoblados Sorianos para nuestras páginas es
propiedad intelectual de Isabel Goig Soler