Ermita de
las Magdalenas. El Burgo de Osma
José Vicente Frías Balsa
Centro de Estudios Sorianos (C.S.I.C.)
Reinaugurada el 21
de julio de 2011 con la asistencia de cerca de medio millar de vecinos
de Osma y El Burgo. Tras la misa se degustaron magdalenas –hasta un
total de 450- con vino y moscatel. La obra ha sido promovida por
Aprodebur.
Los orígenes del santuario o ermita de
Las Magdalenas, cueva del Padre Ibarra, ermita del Santo Sepulcro o
ermita del Humilladero, que de todas estas formas se documenta, acaso
haya que buscarlos en los movimientos eremíticos que agitaron la Europa
del siglo XIV. Más en concreto, en la profecía del sienés fray Tomás
Succio, de la Tercera Regla de San Francisco de Asís, al asegurar:
Veo que el Espíritu Santo desciende sobre España en la fundación de una
religión, mas no me ha declarado el Señor cuánto tiempo morará en ella.
Como consecuencia de esto fueron varios
los ermitaños, unos italianos y los más españoles, que poblaron la
Península Ibérica esperando que la profecía se hiciera realidad. El
ejemplo más cercano se documenta en la fundación, el año 1402, del
monasterio de San Jerónimo, de Guijosa aldea de Espeja de San Marcelino.
La profecía se cumplió con la creación,
en 1373, de la españolísima Orden de San Jerónimo, religión natural
de España y de españoles, nacida, criada y sustentada dentro de sus
términos, sin haber querido jamás traspasar sus lindes. Así se hizo
realidad la petición de cierto cardenal al Papa Gregorio XI, al decir
del padre Sigüenza, cuando le suplicó: Padre Santo, despertad a San
Jerónimo que ha mucho tiempo duerme.
LA ERMITA
Arquitectónicamente la ermita, sita
en El Lomero, como aún se aprecia en sus ruinas, era de planta
rectangular, con paramentos de mampostería y ladrillo macizo en las
esquinas y vanos de la puerta. El tejado vertía a dos aguas. Su interior
estaba integrado por dos secciones: la cueva propiamente dicha –excavada
en la roca- y un añadido de fábrica pavimentado con ladrillo cocido.
En la primera sección se encontraba
el altar con la imagen de un Cristo yacente de madera, bajo arco
escarzano con dovelas marmóreas de las canteras de Espejón. A los lados,
en pequeñas hornacinas, las tres Marías, tallas de vestir.
REFERENCIAS DOCUMENTALES Y BIBLIOGRÁFICAS
La primera noticia documentada
relativa a la ermita la encontramos, aunque puede que exista alguna
anterior con la que no hemos tenido la suerte de topar, en los Libros
de cuentas del Ayuntamiento de El Burgo de Osma, conservado alguno
de ellos en el Archivo Histórico Provincial de Soria. En ellos se deja
constancia de que la Corporación paga, el año 1699, 1.745 maravedís por
el aderezo de la cueva y composición del Corral de Concejo.
Años después, espigando en los Libros
de acuerdos del Ayuntamiento de El Burgo de Osma, aunque la ermita
se halla en término de la ciudad de Osma, se encuentran varias
referencias, que habrá que completar algún día, de las obras que en ella
se realizaron, cuando menos, entre los años 1740 y 1916.
Surge, pues, ante este hecho, una
pregunta: ¿por qué el Concejo burgense era el que abonaba los gastos
causados para su mantenimiento y reparaciones? Acaso, como también se
documenta, porque los límites entre la Ciudad y la Villa no estaban muy
claros en ese paraje. Pero dejemos que sean los documentos los que nos
hablen de la ermita.
17 de marzo de 1740. Se presenta memorial
de los hermanos de la ermita del Santo Sepulcro haciendo ver lo
indecente que estaba y que a devoción de los hermanos se quería
componer y echar un arco de jaspe que los señores del Cabildo les habían
mandado dar y que para dicha obra y compostura de la ermita se
les socorriese con lo que les pareciese. Tratado por el Ayuntamiento
se acuerda colaborar con 30 reales.
Vicente Núñez Marqués, por su parte,
asegura, sin señalar su fuente de información, que los licenciados
gramáticos que se cuidaban del aseo y arreglo de la cueva del P. Ibarra,
hoy llamada de las “Magdalenas”… pidieron al Cabildo unos pedazos de
jaspe que estaban desechados en la catedral para ornamentar la cueva.
Hemos de creer, de ser cierto lo escrito por el historiador de la Villa,
se tratara de los licenciados en Artes por la Universidad de Santa
Catalina, ya que en Gramática no se confería tal título.
20 de febrero de 1753. Se trata, en
Ayuntamiento, de la mojonera hecha entre la Ciudad y la Villa y de
cómo quedó un mojón sin señalar que está junto a la Cueva del Padre
Ibarra por dudarse si era el de la cumbre y otro más abajo. Deciden
que el procurador general de la Villa dé recado al Gobernador de Osma
para que se pase a reconocer el dicho mojón y hecho se señale donde
corresponda.
24 de octubre de 1758. José Casajús y
Azpilcueta propone que con motivo de haberse ido paseando a la Cueva
del Padre Ibarra halló que el puente de su puerta está muy deteriorado y
en constitución de que no reparándole padecería mayor daño y al presente
expresó al Sr. [Andrés] Gallardo se podía reparar por quince
reales. Acuerda el Ayuntamiento que se haga por dicha cantidad.
22 de julio de 1773. Pedro Pérez,
procurador síndico, da parte de hallarse destrozada la puerta de la
cueva que llaman del Padre Ibarra, que es la en que está el Cristo
del sepulcro a la conclusión del Calvario y que contiene tenerla cerrada
para que no perezcan las Santas Imágenes que existen en ella. Decide
la Corporación Municipal que el procurador disponga se repare la puerta
de lo necesario, dando cuenta al Ayuntamiento para despachar su
libramiento.
8 de febrero de 1774. Proponen los
procuradores síndicos generales, Juan de Ortego y Tomás de Pablo, que
en el Calvario faltan algunas cruces y que la cueva y la puerta de la
cueva que llaman del Padre Ibarra tiene la puerta muy desbaratada la
puerta de manera que no se puede cerrarse por lo que de continuar así se
perdería la gran devoción que se tiene al Santo Sepulcro que se halla en
dicha cueva. Tratado sobre el particular se comisiona al segundo de
los citados para que disponga se hagan las cruces que faltan en el
Calvario, la puerta de la cueva y se compre una cadena para la campana
que hay en esta casa de Ayuntamiento, dando a su tiempo razón de su
coste.
16 de marzo de 1775. Francisco Redondo,
procurador síndico general, da parte que José Sanz, de esta vecindad,
a cuyo cargo ha corrido hasta ahora el cuidado de la cueva del Sepulcro
de Cristo, Señor nuestro, le había entregado la llave con el motivo de
no poder cuidar de ella y que Francisco Ergueta, de esta misma vecindad,
estaba pronto a cumplir con este cargo. Se nombra a éste por tal
ermitaño y Francisco Redondo le entregará la llave y prevendrá la
tenga [la ermita] con el aseo y decencia correspondiente.
En las inmediaciones de Las Magdalenas,
el año 1811, el Sr. Mínguez plantó unos olmos, de los que no ha llegado
ninguno a nuestros días.
El 27 de mayo de 1838, escribe Núñez
Marqués, se bendijo [la ermita] por el canónigo Sr. Barquina,
Secretario de Gobierno de la diócesis, y después se celebró misa cantada
por la capilla de la Catedral con asistencia del alcalde y regidores del
Burgo y gran concurso de fieles. Dato, éste, que no se puede
contrastar con las actas de las sesiones municipales por haber
desaparecido el libro de las correspondientes a este año.
Pascual Madoz, que publicó su famoso
Diccionario entre los años 1845-1850, la ubica en el término de El
Burgo de Osma y escribe que hacia el sur de la Villa se halla una
ermita subterránea, dedicada a Santa María Magdalena.
10 de noviembre de 1889. El alcalde hace saber que en la tarde de
este día y a virtud de disposición de los Padres misioneros, tendrá
lugar a las tres de la misma, la procesión del Vía Crucis, desde la
Ermita de San Antón a las Magdalenas. Allí se rezará el Santo Rosario y
se bajará procesionalmente cantando la letanía hasta el Camposanto, en
cuyo punto habrá un responso por todos los difuntos, continuando después
hasta el Seminario Conciliar.
24 de marzo de 1892. Propone el
alcalde-presidente, Benito Bueso, que se le había indicado por
algunas personas respetables de la población la necesidad de que se
arreglara por cuenta del Municipio el tejado de la Ermita de Las
Magdalenas, dado el mal estado en que se encuentra cuyo gasto entendía
que podría ascender, a lo más, a unas veinte o treinta pesetas, para
cuyo asunto dejaba abierta la oportuna discusión. Eusebio Lucas
Delgado emite su parecer en el sentido de que tratándose de una obra
religiosa y siendo puramente religioso este vecindario, proponía se
abriese una suscripción entre el mismo; y en el caso de que diera buen
resultado, como era de esperar, entonces podría arreglarse con más
decencia aquella Ermita aunque para ello tuviera que hacer el Municipio
mayor sacrificio que el que se propone. La sugerencia es apoyada por
varios concejales y otros optan por la primera solución. Suficientemente
discutido el tema se procede a votar ambas opciones resultando aprobada
por seis votos contra cuatro la propuesta de Eusebio Lucas Delgado. Se
acuerda nombrar dos comisiones a fin de llevarlo a cabo para la que se
presentaron voluntarios éste y Antonio Manrique. Las comisiones se
constituyen así: Felipe del Amo y Antonio Manrique; Eusebio Lucas y Juan
Martínez. Se acuerda, igualmente, invitar a dos eclesiásticos para que
les acompañen, que muy bien pudieran ser el párroco o coadjutor, Tomás
Malmonge, y el capellán de la Villa, Pedro Canuto Ibáñez. Las comisiones
quedan encargadas de hacer, por la Villa, la indicada postulación y, a
vista de sus resultados, resolver lo más conveniente.
De este acuerdo municipal se hace eco el
periódico El Oxomense, Semanario Católico, publicado en la
Imprenta de Giménez, de El Burgo de Osma, el día 26 de marzo de
1892. Literalmente informa que
el Ayuntamiento aprobó hacer una cuestación pública los individuos de
la Corporación, y excitar el celo del vecindario, para allegar recursos,
al objeto de embellecer y adornar el Santuario de las Magdalenas,
tomando por su cuenta el Municipio, los repartos de necesidad.
7 de abril de 1892. En la sesión de este
día se dispone que, sin perjuicio de las postulación acordada en la
sesión ordinaria del día treinta y uno de Marzo último con destino al
arreglo de la ermita de Las Magdalenas, se recomponga provisionalmente
el tejado de la misma por cuenta del Municipio, puesto que su reparación
ha [de] hacerse con una pequeña cantidad como se indicó en la
referida sesión. Si el tema, como parece, se discutió entonces, no
ha quedado plasmado en el acta.
El Oxomense
informa de nuevo, el 16 de abril, que el Ayuntamiento de esta Villa
ha hecho algún arreglo en la ermita de las Magdalenas. Para eso ha hecho
uso de fondos municipales, puesto que no se ha verificado todavía la
cuestación pública acordara en una de las sesiones.
25 de enero de 1900. El alcalde
presidente, Eustaquio Marqués García, informa se le ha dado
conocimiento se encuentran en mal estado las puertas de entrada de la
Ermita de Las Magdalenas, hasta el punto de haber penetrado alguna o
algunas personas dentro de ella y sustraído las limosnas que existían
depositadas en el cepillo. Propone a la Corporación se sirva
disponer que el arreglo de dichas puertas con los demás que tiene
conocimiento se lleve a efecto. Enterados con munícipes acuerdan,
previa discusión, que sea la Comisión de obras –integrada por Valentín
Arroyo, Ambrosio Cayuelas, Mariano Lucas y Pedro Ibáñez- la que, con el
regidor síndico, examinen dicha puerta y determinen el arreglo de las
mismas en la forma conveniente.
20 de febrero de 1902. Manifiesta el
presidente, Victoriano Campos, que se le ha informado del mal estado
en que se encuentra el tejado y puerta principal de la ermita de las
Magdalenas y la falta de varias cruces el Calvario, cuyo arreglo
corresponde al Municipio. Después de tratado se resuelve que los
componentes de la Comisión de Obras practiquen un reconocimiento con
la brevedad que les sea posible sobre dicha ermita y cruces del
calvario, formando un presupuesto del coste de las obras que sean
precisas realizar presentándole al Ayuntamiento.
27 de febrero de 1902. Los componentes de
la Comisión de Obras, Manuel Madrazo, Pedro Ibáñez y Francisco Sainz,
exponen a la Corporación el informe por ellos redactado el 25 del mismo
en el que proponen:
1.º
Que procede a hacer un retejo general en todo el tejado… para lo que
se precisa la compra de trescientas tejas cogidos sus caballetes y
bocas-canales con motero de cal perfectamente arreglado.
2.º Que la puerta de entrada necesita un
arreglo para dejarla en buen estado.
3.º Que hay que hacer nuevas ocho cruces
para el Calvario, facilitándose para ello la manera necesaria por el
Ayuntamiento para hacer menos costoso su coste siendo todas de las
dimensiones ordinarias en igual forma que las que faltan.
4.º Que las citadas obras deben
subastarse fijándose como tipo de los jornales, coste de las trescientas
tejas, arreglo de la puerta y demás materiales, cuarenta y cinco
pesetas, siendo también de cuenta del contratista la conducción y compra
de dicha teja y demás materiales al pie de obra.
5.º Que mencionadas obras se ejecutarán
en el término de quince días, comenzando por hacer y colocar las cruces
y todo a satisfacción de la Comisión o persona perita puesta por el
Ayuntamiento y
6.º Que la cantidad en que queden
subastadas se satisfará al contratista del Presupuesto municipal una vez
ejecutadas las obras…
Los concejales prestan su conformidad y
disponen la subasta de las obras de la que se publica anuncio el 28 de
febrero, convocando a los licitadores a presentar sus ofertas el 4 de
marzo.
15 de marzo de 1902. Se da cuenta del
dictamen propuesto a virtud del reconocimiento practicado [por la
Comisión de Obras] sobre el arreglo de las puertas y tejado de la
Ermita de Las Magdalenas, así como de las cruces del Calvario que se han
repuesto conforme a la contrata subasta por Restituto Casado, el
único que se presentó. Los ediles, conformes, deciden que se abone a
dicho interesado las cuarenta y cinco pesetas, tipo de contrata con
cargo al artículo 1º. Capítulo 11 como gasto improvisto.
16 de febrero de 1905. Pablo Morales
manifiesta que según los informes que ha podido adquirir se halla en
mal estado el tejado de la Ermita de Las Magdalenas y convendría
practicar un reconocimiento sobre él para, en su caso, proceder a su
recomposición y arreglo como se ha hecho en otras ocasiones por cuenta
del Municipio. Enterados los concejales deciden encargar a la
Comisión de Obras, formada por Francisco Sainz, Ignacio Arroyo y Santos
Martínez, gire una visita de inspección a la ermita y su cubierta
proponiendo al Ayuntamiento lo que ha de hacerse.
10 de enero de 1912. Daniel de Amo
defiende que se arregle la ermita por el inminente estado de ruina de
dicho Santuario, el peligro que pueden correr sus devotos y la
obligación en que se encuentra este Ayuntamiento de repararlo como
siempre ha hecho. Contesta Eloy Marqués que ningún deber tiene de
realizarlo máxime radicando en término municipal de Osma, cuyo
Ayuntamiento sería, en último término, el culpable de tal ruina y
desgracias que ocurrieran. Sometida a votación la propuesta,
Raimundo Rodrigo, Emilio del Amo, Nicasio Ransanz, Manuel Madrazo,
Felipe Barrios y Eloy Marqués se pronuncian por no hacerlo. Partidarios
de proceder a la reparación: Francisco del Amo, Daniel del Amo y
Gervasio Elvira. Como consecuencia se decide, por mayoría, desestimar la
proposición.
25 de agosto de 1916. Se da cuenta y
lectura de la instancia suscrita por Elías Nuño Solaesa, presbítero y
sacristán mayor de la Catedral, manifestando que para restaurar la
ermita de Las Magdalenas, cuyo deplorable y ruinoso estado de todos es
conocido, había abierto una suscripción con el fin de allegar los
recursos necesarios para la mencionada restauración, que ya se está
llevando a efecto, por lo que suplicaba de la Corporación le auxilie con
la cantidad que juzgue oportuna al objeto de levar a feliz término las
obras comenzadas.
Enterados los concejales, expresa
Valentín Arroyo que aun cuando ignoraba el motivo de que dicho
Santuario haya llegado al estado de ruina que se expresa y todos
conocen, máxime habiendo sido el Ayuntamiento el encargado casi siempre
de su arreglo, entendía que, en vista de haberse de ello desentendido,
se debía contribuir a su recuperación por cuenta de los fondos
municipales, con la cantidad de cien pesetas. Le responde Anastasio
Izquierdo que en su opinión era suficiente la de cincuenta pesetas.
Conformes los concejales en contribuir con alguna cantidad, el
alcalde-presidente, Miguel del Amo, somete el asunto a votación. Son
favorables a colaborar con cincuenta pesetas: Anastasio Izquierdo, Eloy
Marqués y Nicasio Ransanz. Con setenta y cinco pesetas: Raimundo
Rodrigo. Y con cien pesetas: Valentín Arroyo, Pablo Morales, Gervasio
Elvira, Ricardo Corres y el alcalde. Se decide, por mayoría, contribuir
con cien pesetas, cantidad que le será entregada al sacristán mayor con
cargo a la asignación del capítulo 11, artículo único del presupuesto de
gastos, en concepto de improvisto.
CUATRO DENOMINACIONES PARA UNA ERMITA
1.- Ermita de Las Magdalenas: Esta
advocación es debida, sin ningún género de duda, a las pequeñas imágenes
de las tres Marías que se hallaban en unas hornacinas en la ermita. Se
trataba de unas tallas de vestir, de escaso o ningún interés artístico,
pero de gran devoción popular que, al derruirse la ermita, se
trasladaron a la sacristía de la ermita de la Vera Cruz, hoy
popularmente conocida por San Antón.
2.- Ermita del Santo Sepulcro. Desde la
antigua ermita de la Vera Cruz, que se hallaba junto a la Puerta Nueva
del cerco murado, partía un Vía Crucis, rememorando el camino que Cristo
siguió hasta llegar al Calvario, que terminaba en la ermita, en la que
se halla la imagen de un Cristo yacente.
3.- Cueva del Padre Ibarra: ¿Quién pudo
ser este personaje? Como ya se ha insinuado, acaso uno de aquellos
eremitas que se retiraron el mundanal ruido durante el reinado de
Enrique I, plagado de desmanes y revueltas políticas por él mismo
provocadas. Es verdad que acaso sea un tanto arriesgada la hipótesis y
no se pueda elevar a categoría de tesis, debido a la antigüedad de aquel
fenómeno y a que el nombre de este eremita aparece muy tardíamente en la
documentación por nosotros consultada. Por otra parte, de haber
habitado, como parece, la cueva debería haberlo hecho antes de las
primera mitad del siglo XVI, ya que en los Libros de difuntos de la
parroquia de El Burgo de Osma, hoy bajo la titularidad de la
Asunción de María y antes de la Santa Cruz, no aparece su nombre en las
relaciones de fallecidos en la Villa.
En carta de Sinforiano de la Cantolla y
de las Pozas, ilustre y erudito canónigo de la Catedral de Osma, a
Silvestre Lozano, párroco de la Villa, le encargaba, el 22 de noviembre
de 1919, si tiene V. tiempo y humor desearía viera V. si en los
libros de defunciones de esta parroquia se halla la de un Pe.
Ibarra, anterior a 1740 y qué dice; pues se le nombra en documentos que
he visto como una persona que se distinguió de tal manera que se le dio
sepultura distinguida: Presumo que en la ermita de las Magdalenas, como
se dice vulgarmente.
4.- Ermita del Humilladero: En el cerro
de Las Magdalenas, sede de la cofradía de los Hermanos del Santo
Sepulcro cofradía establecida en El Burgo de Osma.
LA ERMITA EN LA LITERATURA
La ermita-santuario de Las
Magdalenas fue cantada en versos por Bienvenido García Herrero, entonces
joven sacerdote y después maestro de capilla de la Catedral. En su
poema, titulado Subiré a las Magdalenas, se lee:
I
Él me dijo; ¡como sea
Subiré a las Magdalenas!
-Mira que el sol se pelea
con los sauces.
Una hoguera
tiene prendida en la tierra;
lanza de ella
morteros de brumas densas.
Y él me dijo: ¡como sea,
subiré a las Magdalenas!
-Mira que por las aceras
se van cerrando las puertas.
Las praderas
son un museo de ausencias
en las montañas.
Chirrean
los ejes de las carretas…
Y él me dijo: ¡como sea
subiré a las Magdalenas!
-Mira que este sol acecha
a las nevadas cabezas
de los viejos.
¿Y tú qué piensas?
Aquel bastón de las ferias
se quemó ayer en la hoguera…
Y él me dijo: ¡como sea
Subiré a las Magdalenas!
-Mira que en la ermita aquella
las estatuas no recrean
la mirada; fueron hechas
por un pastor…
Y la cueva
vierte el frío por sus grietas…
Y él me
dijo: ¡como sea
subiré a las Magdalenas!
II
Una bíblica silueta
entre los olmos navega…
Es una guerra
Entre otoño y primavera.
Ya por el llano jadea;
y el subir por la ladera,
va diciendo: COMO SEA
SUBIRÉ A LAS MAGDALENAS.
El poeta burgense, Joaquín Soriano
Romero, Josoro, aconseja al visitante, en su libro Soria,
en el poema ¡No hay un lugar…!:
¡Siéntate un momento
sobre aquellas peñas
de las Magdalenas,
y un poco más alto
sube hasta la Cruz
-llamada del Siglo-
donde el alma en vilo,
llega hasta el azul!
También el sacerdote Benito García
Martínez, actualmente organista jubilado de la Catedral de Toledo y
autor de varios libros, en el que titula Tierra Coronada escribe,
en 1946, en el poema A las Magdalenas:
En lo alto ¿cómo no?
¡Es una ermita
bonita
que nunca olvido yo!
Parece que la veo
desde aquí, tan lejano
y la toca mi mano
y en el joyel la poseo.
En su puerta prendido
mi corazón dejé
al partir… ¡ved por qué
nunca jamás la olvido!
Si la madre en su pecho
tiene siempre dulzura,
dime, tú ¿qué me has hecho
que tu dulzor me dura?
Chica que eres, se asoma
la luz de la mañana
que es como una paloma
posada en tu ventana.
Y Luis de Viguera y Alonso Dávila,
en un poema inédito hasta ahora, rememora sus recuerdos de infancia en
el titulado Las Magdalenas:
Frente al castillo guerrero,
postradas bajo la Cruz,
reflejándose en el Pozo
de la Peña del Abión,
entre tomillos y espliegos
y algún que otro almendro en flor
te esperan Las Magdalenas
con un abrazo de amor.
¡Cuántas veces siendo niño
hasta allí subía yo!,
de la mano de mi madre
con mi hermanilla menor;
allá por el mes de julio
cuando aprieta la calor;
cuando las beatas de Osma
llegaban en procesión,
pues siempre a Las Magdalenas
las tuvo Osma devoción;
y en El Burgo se las tiene
gran cariño y gran fervor.
Subiré a Las Magdalenas
aunque me achicharre el sol
decía don Bienvenido
remangándose el sayón;
y yo subiré aunque llueva,
tenga paraguas o no.
A Las Magdalenas, con lluvia y con
sol, con fríos y con calores, en madrugadas y en atardeceres, han
subido, durante siglos, hasta la década de los sesenta del pasado, los
vecinos de la Ciudad de Osma y de la Villa de El Burgo de Osma a
celebrar el día de su titular, el 22 de julio. Y es que la devoción a
Santa María Magdalena viene, por estos pagos, de muy atrás. Nada más y
nada menos que se remonta, como poco, al siglo XII cuando se la invocaba
en la letanía del ritual capitular de la toma de hábito de los canónigos
de la Catedral de Santa María de Osma: Sancta Maria Magdalena. Ora
pro nobis.
BIBLIOGRAFÍA
FRÍAS BALSA, José Vicente de:
“Restauración de la ermita de Las Magdalenas”, en
ARÉVACOS, 2
(2000) pp. 20-21.
FRÍAS BALSA, José Vicente de: “Ermitas”,
en
Historia de El Burgo de Osma, Soria, 2001, p. 244.
FRÍAS BALSA, José Vicente de: “El
Calvario y la vieja ermita de la Vera Cruz”, en Semana Santa 2007,
El Burgo de Osma, 2007, s. p.
GARCÍA HERRERO, Bienvenido: Estas
cumbres, Burgo de Osma, 1962, pp. 39-40.
GARCIA MARTÍNEZ, Benito: Tierra
coronada. Versos de elogio y exaltación a la Catedral “La bella
desconocida” de Burgo de Osma (Soria), Toledo, 1992, p. 220.
JIMÉNEZ GARCÍA, Carmen: Santa Cristina
Patrona de Osma, El Burgo de Osma, 2004, p. 83.
NÚÑEZ MARQUÉS, Vicente:
Guía de la S.
I. Catedral del Burgo de Osma y breve historia del Obispado de Osma,
Madrid, 1959 [Soria, 1999], p. 207.
MADOZ, Pascual: Diccionario
geográfico-estadístico e histórico de España y sus posesiones de
ultramar, Valladolid, 1984, p. 91.
SIGÜENZA, José: Historia de la Orden
de San Jerónimo, I, Salamanca, 2000, pp. 58-62.
SORIANO ROMERO, Joaquín: Soria y yo,
Barcelona, 1991, p. 108.
SORONDO, Juan Luis de:
Censo
de Ermitas de Soria,
Soria, 1997, p. 42.
©
José Vicente Frías Balsa
Centro de Estudios Sorianos (C.S.I.C.)
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