Ermita de San Pedro del
Haya, Oncala
José Vicente Frías Balsa
Oncala
perteneció a la jurisdicción de San Pedro Manrique, comunidad que estaba
integrada por veinticinco aldeas y dividida en cuatro sexmos: Huérteles,
Oncala, Carrascales y Bea. El de Oncala lo componían, además de la
titular, los lugares de El Collado San Andrés y Navavellida.
Miguel Antonio Martínez, natural de San Pedro Manrique, en la
Relación de la Villa de San Pedro Manrique y sus aldeas… a D. Tomás
López, geógrafo de los dominios de Su Majestad, que le remitió el 26
de junio de 1796, sólo se hace eco de la existencia, en Oncala, de las
ermitas de la Virgen del Espino y de San Fructuoso, de las que eran
patronos los beneficiados de la iglesia de San Miguel, de la villa de
San Pedro. Ermitas que fueron cedidas a Juan Rodríguez, residente en
Roma, por Alonso Beltrán, maestrescuela de la Catedral de Osma. A la
donación se opuso el cabildo de la iglesia de San Miguel y Hernán Diáñez,
juez apostólico, puso en entredicho y excomulgó a sus capitulares. Mas
el emperador Carlos V y Juana de Castilla ordenaron al juez que
levantara el entredicho, absolviera a los capitulares y dejase a Juan
Rodríguez en quieta y pacífica posesión de ambas ermitas.
El
hecho de que este ilustrado sampedrano, que remite uno de los
mejor hechos y más documentados informe a Tomás López, no haga
referencia a la ermita de San Pedro del Haya nos hace suponer que cuando
él se dirigió al geógrafo real ya no se hallaba en pie y hasta es
posible que no quedaran restos, o muy escasos, de la misma. Lo que, por
otra parte, nos confirmaría, pocos años antes, el hecho de no aparecer
citada, en 1752, en el Catastro del marqués de la Ensenada. En la
bibliografía soriana únicamente se habla de ella en el estudio citado de
Pedro Iglesia, quien deja constancia de la existencia de un paraje
llamado San Pedro.
No
obstante su existencia se documenta en el Archivo del Obispado de
Osma-Soria, en el que se halla depositada la escasísima documentación
que ha llegado a nuestros días generada por la parroquia de Oncala,
puesta bajo la advocación de San Millán de la Cogolla.
Espigando en su Libro de Cuentas –en muy deficiente estado
de conservación y con algunos de sus folios en desorden- se pueden
conocer algunas de las obras que en ella se hicieron, así como otros
extremos de la misma que, sin intención de que sean exhaustivos, pasamos
a exponer de una forma cronológica:
* Las cuentas aprobadas el 11 de septiembre de 1580,
correspondientes a los dos años anteriores, contemplan el gasto de
2.238 maravedís en enderezar [aderezar] la ermita y en aceite
para el Santísimo. Cuentas que fueron ratificadas por el visitador
del Obispado, rigiendo la Diócesis Juan Ochoa de Salazar
(1577-1587).
* Dos años después, el 10 de julio de 1582, se aprobaron las
correspondientes a los dos años anteriores y en esta ocasión se deja
constancia de 1.222 maravedís invertidos en los mismos conceptos.
* Las aprobadas el 5 de septiembre de 1584, señalan 9 ducados
abonados a Francisco del Riego, cantero, en parte de la paga de la
obra de la ermita. A los que habría que sumar los 1.397 que
importaron las tablas, maderos, clavos y otras cosas necesarias para
la misma. Como las cuentas corresponden a dos años se vuelven a
anotar otros 3 ducados entregados al cantero, para fin de la paga de
la obra que hizo. Y a éstos, 1.212 maravedís de aceite para la
lámpara del titular y reparos del edificio.
* El año 1608 se invirtieron 9.713 maravedís
en reparos y gastos comunes. Y en el siguiente, en las aprobadas el
18 de julio, se constata haber dado a Gil Martínez, vizcaíno,
50 reales a cuenta de la obra y reparos que había hecho.
* En 1620 se retejó y reparó de lo necesario, gastándose 434
maravedís, en la obra, en un oficial y en tres hombres que le dieron
maniobra, en los gastos de darles de comer y en las tejas que
se compraron. Un año después se pagaron 9 reales de retajar, de
tejas y jornales a los trabajadores. En estas últimas cuentas se
deja constancia de que Juan Hernando de Almajano, mayordomo que fue
de la ermita, la debía 16.090 maravedís y que no tuvo dinero con
que lo poder pagar y para cobrar el dicho alcance se tomaron
heredades del suso dicho las quales fueron tasadas por personas que
para ello fueron nombradas y se aplicaron para la dicha hermita.
* El 11 de julio de 1622, el visitador de la Diócesis, por el obispo
Pedro González del Castillo (1614-1627), se refiere a la ermita de
San Pedro de la Haya que está en el término del lugar de Oncala y
halló que las quentas estaban hechas las quales aprobó.
* En 1629 se retejó, gastándose 3 reales.
* El 7 de julio de 1646, Francisco Piñeiro y Osorio, canónigo de
Calahorra y visitador de su Diócesis por el obispo Juan Piñeiro y
Osorio (1643-1647), su hermano, visitó el libro de la ermita de
San Pedro de la Aya asegurando que parece que las cuentas
están tomadas asta fin del año de quarenta y cinco y del alcance de
él consta es alcanzado el mayordomo en tres mil seiscientos y
quarenta y un maravedís y manda su merced los pague dentro de quince
días al mayordomo presente pena de excomunión.
* En las cuentas aprobadas en 1646 se deja constancia de haberse
pagado, entre otras cantidades, 6.035 maravedís del retablo que se
hizo para San Pedro. A los que habría que añadir los 952 maravedís
que se invirtieron en retejar y en la peana que se trabajó para
asentar el retablo.
* En 1648, como reflejan las cuentas aprobadas en el año siguiente,
se hizo un antealtar, por 100 reales; se doró la imagen del titular,
por 80 reales; se empedró la ermita, por 30 reales; de aderezó el
tejado, por 20 reales y se compraron tejas por valor de otros 4
reales.
* Los años 1670 y 1672 se gastaron en reparos 238 maravedís y 78
maravedís, respectivamente. Y en 1674, 4 reales, que hacen 136
maravedís, en aderezar la llave de la ermita.
* El 18 de julio de 1690 refiere el Libro que quedaban de
provecho para la dicha ermita los quinçe mil y noueçientos y veinte
y çinco maravedís del alcance final de las cuentas de esta visita.
Dato que nos permite asegurar que se trataba de una ermita rica,
como nos lo confirma el hecho de que el mismo visitador, por el
obispo Pedro de Lepe y Dorantes (1686-1700), ordenara, poco más
adelante, que atento que le consta que la iglesia de Oncala al
presente tiene necesidad de algunos maravedís y que la hermita de
San Pedro del Aya tiene algunos sobrados que mandaba y mandó que el
mayordomo de la dicha ermita repare la dicha ermita en lo que
tuviere necesidad como es reparar el tejado y paredes de la dicha
ermita y en el ornato del altar y que los maravedís que sobren
después de haverse hecho los reparos de la dicha ermita los aya de
dar y dé prestados a la dicha iglesia de Oncala.
Por
lo general en las cuentas, que en un principio se aprobaban de dos en
dos años para luego pasar a hacerlo anualmente, se contemplan descargos
de caudales destinados al gasto de aceite para iluminar al Santo
titular y a reparos, que suponemos se tratarían de obras menores
de mantenimiento del inmueble, conducentes a evitar su progresivo
deterioro.
La
ermita era dueña de ciertas heredades, prados, huertas..., procedente de
mandas testamentarias o adquiridas en tiempos de bonanza económica, que
solía arrendar a los vecinos del lugar. Con los beneficios obtenidos del
arrendamiento se concurría a la conservación del edificio así como a
levantar las cargas espirituales a que estaba obligado el clérigo
encargado de la ermita.
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
ARCHIVO DEL OBISPADO DE OSMA-SORIA: Cuentas de la ermita de San Pedro
de Oncala. R. 338/12-14
BIBLIOTECA NACIONAL: Relaciones geográficas de la Provincia de Soria,
manuscrito 7.307, f. 210v-211r.
ANDRÉS GARCÍA, Lidia y PORTIGO ESCRIBANO, Vidal: “Sobre ermitas, templos
y religiosidad popular en Tierras Altas”, Revista de Soria, 15
(1996) 19-26.
IGLESIA HERNÁNDEZ, Pedro: Oncala ayer y hoy, Soria, 1999, 191.
SORONDO, Juan Luis: Censo
de Ermitas de Soria, Soria 1997, 97
©
José Vicente Frías Balsa
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