FILOSOFÍA DE LAS PALABRAS
por Ángel Coronado

 "ALAR"

 

 

Esta es la única palabra de mi diccionario. Coincide tanto en sus cuatro letras como en el orden que deben guardar éstas en su dicción o escritura, con la palabra que cita Santiago Álvarez como de uso en Judes. Acerca de su sentido me remito al dado por el citado autor.

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Pero es tal su poder evocador, me refiero al efecto que produce sobre quien, como confieso me ocurre a mí, la oye venir, posarse como si nada, como cualquier otra palabra, como cualquier otro pájaro de la misma bandada, una más entre tantas y sin embargo por primera vez, cuando el sonido de una palabra te llega separado de su sentido (eso es llegarte por primera vez), cuando medio adivinas el sentido por un lado y la certeza evidente de la presencia y el sonido por otro, cuando esto sucede y esto me sucedió a mí, entonces me apoyo en ello para decir de "Alar" lo que sigue.

A través de tantos círculos viciosos como fuese necesario, después de haber cumplido con ella según cumplen los diccionarios a su prosaica manera, y habiendo dejado aparte de los mismos el ya citado de Santiago Alvarez, por definición el canónico y más autorizado, entiendo por la voz "Alar" lo siguiente :

En Judes y otros pueblos de sus alrededores, espacio cercado, descubierto y anejo a otro cubierto con el que se integra para formar la paridera o el corral, siendo ambos apriscos de ganado caprino y ovino propios del sistema Ibérico y, dentro del mismo, propios de Judes y otros pueblos de sus alrededores.

Después de un texto así o de otro más o menos parecido (todos estos textos parecen cortados por un solo patrón, salidos de un mismo tintero), podríamos terminar diciendo que un "alar" es un alar.

Hasta que la voz "alar" deje de revolotear ante mi entendimiento de forma independiente a su sentido, hasta que su sentido no se pose de forma definitiva sobre un sonido tan ligero y alado como "alar", hasta entonces, de forma independiente a su sentido canónico y ortodoxo, de forma exclusivamente personal, para mí, "alar" es un "alar".

Lo escribo sin "hache" inicial pero lo mismo, cualquier día, lo hago con ella. De origen que desconozco, yo diría que nació allí, en la Sierra del Solorio, pero si alguien me dice que no, que viene de donde viniere, lo aceptaría sin rechistar. Su país actual se ubica entre los ríos Jalón y Mesa. No toca Medinaceli por el oeste ni alcanza el Tajo por el sur. El mismo límite provincial soriano parece impedir su entrada en Aragón. Es prisionera de la Sierra del Solorio. Mejor dicho, nunca quiso salir de su tierra. Y bien que pudo hacerlo. Tan hermosa se hubiese podido casar con cualquier príncipe. Eligió la clausura del Solorio. Preguntaré a mi amigo Santiago sobre todo esto.

Ahora la voy a escribir con "ache" aún sin saber si esa letra es "ache" o "hache". "Halar" es "halar". Y no hay más que hablar. Y si seguimos hablando como si escribiendo siguiésemos escribiendo, es porque mi diccionario tiene solo una palabra pero en el texto que la explica cabe todo el resto. Y en ese resto lo primero sería decir que cubierto y descubierto, ese par de cosas entre las cuales se cuela como volando "alar" (parece que tiene alas), ese par de cosas juegan entre sí de tal manera que no hay forma de saber si lo hacen de broma o en serio. De "alar" respondo que lo hace con seriedad. Si te paseas en helicóptero sobre la Sierra del Solorio, sureste de Soria, lo puedes ver. Junto a la paridera lo hace conforme a ella. Tan formal, se remata como ella en las dos esquinas, los noventa grados por esquina que demanda paridera. Pero junto al corral (en la Sierra del Solorio los corrales son redondos o los apriscos redondos que por allí se crian aceptan sin protesta el nombre de "corral"), y seguramente por lo mismo, por ser tan formal, el alar del corral se dispone también en redondo. Y entonces, entre corral y alar se organiza como una especie de "ocho" tumbado en la que uno de los ojos, el alar, permanece al sol en descubierto mientras el otro se cubre como el parche del ojo del pirata patapalo.

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Describir cómo se cubre nos llevaría tan lejos que no es posible. Por ahora nos conformamos diciendo que no es un ocho, eso no es un ocho aunque lo parezca. Si ustedes han visto la luna llena, cerca del cráter de Copérnico, de Platón, de Kepler o de Aristarco (es mejor verlo con prismáticos) hay cráteres menores que se pisan uno al otro. Parecen ochos. El alar junto al corral parece luna más que Soria, más que Judes o Solorio. Ocho sideral. Y si tumbado, infinito cósmico.

© Ángel Coronado, 2013

De la mano de Ángel Coronado, estudioso de los apriscos ibéricos, nos adentramos en el interior de uno de los últimos chozones sabineros que todavía se conservan en el sureste de la provinica de Soria. Antiguamente este tipo de construcciones tradicionales de cubierta vegetal leñosa se extendían por localidades como Judes, Iruecha, Chaorna y Laina, sin embargo hoy desaparecen de su territorio histórico. Los tiempos modernos han convertido a estas edificaciones en meras reliquias del pasado.

Los chozones sabineros

 

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