Pero es tal su poder evocador, me refiero
al efecto que produce sobre quien, como confieso me ocurre a mí, la
oye venir, posarse como si nada, como cualquier otra palabra, como
cualquier otro pájaro de la misma bandada, una más entre tantas y
sin embargo por primera vez, cuando el sonido de una palabra te
llega separado de su sentido (eso es llegarte por primera vez),
cuando medio adivinas el sentido por un lado y la certeza evidente
de la presencia y el sonido por otro, cuando esto sucede y esto me
sucedió a mí, entonces me apoyo en ello para decir de "Alar" lo que
sigue.
A través de tantos círculos viciosos como
fuese necesario, después de haber cumplido con ella según cumplen
los diccionarios a su prosaica manera, y habiendo dejado aparte de
los mismos el ya citado de Santiago Alvarez, por definición el
canónico y más autorizado, entiendo por la voz "Alar" lo siguiente :
En Judes y otros pueblos de sus
alrededores, espacio cercado, descubierto y anejo a otro cubierto
con el que se integra para formar la paridera o el corral, siendo
ambos apriscos de ganado caprino y ovino propios del sistema Ibérico
y, dentro del mismo, propios de Judes y otros pueblos de sus
alrededores.
Después de un texto así o de otro más o
menos parecido (todos estos textos parecen cortados por un solo
patrón, salidos de un mismo tintero), podríamos terminar diciendo
que un "alar" es un alar.
Hasta que la voz "alar" deje de
revolotear ante mi entendimiento de forma independiente a su
sentido, hasta que su sentido no se pose de forma definitiva sobre
un sonido tan ligero y alado como "alar", hasta entonces, de forma
independiente a su sentido canónico y ortodoxo, de forma
exclusivamente personal, para mí, "alar" es un "alar".
Lo escribo sin "hache" inicial pero lo
mismo, cualquier día, lo hago con ella. De origen que desconozco, yo
diría que nació allí, en la Sierra del Solorio, pero si alguien me
dice que no, que viene de donde viniere, lo aceptaría sin rechistar.
Su país actual se ubica entre los ríos Jalón y Mesa. No toca
Medinaceli por el oeste ni alcanza el Tajo por el sur. El mismo
límite provincial soriano parece impedir su entrada en Aragón. Es
prisionera de la Sierra del Solorio. Mejor dicho, nunca quiso salir
de su tierra. Y bien que pudo hacerlo. Tan hermosa se hubiese podido
casar con cualquier príncipe. Eligió la clausura del Solorio.
Preguntaré a mi amigo Santiago sobre todo esto.
Ahora la voy a escribir con "ache" aún
sin saber si esa letra es "ache" o "hache". "Halar" es "halar". Y no
hay más que hablar. Y si seguimos hablando como si escribiendo
siguiésemos escribiendo, es porque mi diccionario tiene solo una
palabra pero en el texto que la explica cabe todo el resto. Y en ese
resto lo primero sería decir que cubierto y descubierto, ese par de
cosas entre las cuales se cuela como volando "alar" (parece que
tiene alas), ese par de cosas juegan entre sí de tal manera que no
hay forma de saber si lo hacen de broma o en serio. De "alar"
respondo que lo hace con seriedad. Si te paseas en helicóptero sobre
la Sierra del Solorio, sureste de Soria, lo puedes ver. Junto a la
paridera lo hace conforme a ella. Tan formal, se remata como ella en
las dos esquinas, los noventa grados por esquina que demanda
paridera. Pero junto al corral (en la Sierra del Solorio los
corrales son redondos o los apriscos redondos que por allí se crian
aceptan sin protesta el nombre de "corral"), y seguramente por lo
mismo, por ser tan formal, el alar del corral se dispone también en
redondo. Y entonces, entre corral y alar se organiza como una
especie de "ocho" tumbado en la que uno de los ojos, el alar,
permanece al sol en descubierto mientras el otro se cubre como el
parche del ojo del pirata patapalo.
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Describir cómo se cubre nos llevaría tan
lejos que no es posible. Por ahora nos conformamos diciendo que no
es un ocho, eso no es un ocho aunque lo parezca. Si ustedes han
visto la luna llena, cerca del cráter de Copérnico, de Platón, de
Kepler o de Aristarco (es mejor verlo con prismáticos) hay cráteres
menores que se pisan uno al otro. Parecen ochos. El alar junto al
corral parece luna más que Soria, más que Judes o Solorio. Ocho
sideral. Y si tumbado, infinito cósmico.
©
Ángel Coronado,
2013
De la mano de Ángel Coronado, estudioso
de los apriscos ibéricos, nos adentramos en el interior de uno de
los últimos chozones sabineros que todavía se conservan en el
sureste de la provinica de Soria. Antiguamente este tipo de
construcciones tradicionales de cubierta vegetal leñosa se extendían
por localidades como Judes, Iruecha, Chaorna y Laina, sin embargo
hoy desaparecen de su territorio histórico. Los tiempos modernos han
convertido a estas edificaciones en meras reliquias del pasado.