La Fiesta de la Matanza (1)

 

Todos los años por estas fechas que trascurren entre mediados de diciembre y mediados de enero, tiene lugar en casa de la abuela Engracia, al igual que en la mayoría de las casas de la localidad de Brias, una de las fiestas familiares mas arraigada y popular de cada año, es la fiesta de la matanza, la que reunirá en casa de la abuela a toda la familia, algo que en raras ocasiones se volverá a repetir a lo largo de todo el año.

Las vísperas.- Los preparativos para la matanza empiezan unos días antes del día en que se mata el cerdo, aunque en realidad deberíamos decir que empezaron aquel día de hace unas cuantas semanas, cuando el abuelo salió con la azada por los alrededores del colmenar y en los aliagares que hay en el cerro, taló varias docenas de aliagas, unas aliagas que luego reagrupo en  gavillas y las almacenó junto a la pared del colmenar, para que el sol y el aire las fueran secando poco a poco. Conforme se iba acercando el día de la matanza, el abuelo iba bajando cargadas sobre su hombro, las gavillas de aliagas que ya estaban completamente secas y dispuestas para ser quemadas. Dos días antes de la fecha elegida para la matanza del cerdo, la abuela empieza los preparativos para llenar la despensa, pues hay que preparar comida abundante para dar de comer a tantos invitados como se van a sentar a la mesa el día de la matanza. Para llenar la despensa, la abuela como cada año matara un cordero y los dos mejores gallos del corral. La víspera de la matanza por la tarde, en casa de la abuela se han reunido las mujeres para preparar los utensilios y cacharros que se han de utilizar al día siguiente, se friegan los barreños, los baldes y las calderas de cobre, también se limpiaran las espumaderas y el gran cucharón de madera que tiene la abuela para darles vueltas a las morcillas, hay que raspar las trébedes grandes y preparar la leña para calentar el agua que se utilizara para pelar el cochino primero y después para cocer las morcillas, también habrá que afilar los cuchillos y desentumecer el gancho. Una vez preparada toda la cacharrería, hay que cortar la cebolla para hacer las morcillas, por eso en la cocina se llora la muerte del cochino con un día de antelación. La cebolla se corta con ese artilugio tan raro, que tiene unidas la cruz y la medía luna; un artilugio al que la abuela llama la picadera. Se trocean las cebollas en cuatro partes, y se depositan en la gamella pequeña y a base de golpes se van seccionando hasta reducirla a trozos menores de 5 milímetros, una operación para llorar de pena. En otro de los barreños, se van  depositando las sopas de pan que se cortan cuidadosamente de la hogaza, y se guardan para también añadirlas mañana a las morcillas.

Por la calle de la plaza del palacio viene el tío cargando con el gamellón sobre su espalda, le acompaña el abuelo que camina a su lado, y que fue a echarle una mano para cargar el pesado gamellón sobre sus costillas. Es un gamellón  muy voluminoso y pesado, para construirlo se debió de talar el olmo mas grande de todo el termino, pero de eso hace ya muchos años y nadie en el pueblo recuerda ya el día que se construyó este gran gamellón comunitario; un gamellón que será utilizado por todos los vecinos de la localidad en las tareas de la matanza.

Alguno de los nietos, con la excusa de pedirle la merienda a su madre, se han acercado por la casa de la abuela para que ella les de otra vez de merendar, la abuela les prepara la merienda, pero antes les hace bajar unos cuantos calderos de agua de la fuente, que mañana se va a hacer corto con toda el agua que se pueda almacenar en  los recipientes de la casa, cántaros, barreños, calderos, tinajas etc.

El día de la matanza

La mañana ha amanecido fría y desapacible, una espesa niebla, que hasta hace unos momentos cubría todas las calles del pueblo, se va alejando ahora por el camino de Recuerda hacia la zona de la solana, tras de sí la niebla esta dejando un ligero manto blanco; un manto que ha cubierto incluso las ramas de los olmos de la plaza. En los ciratos(1) de la lastra, todavía se ven blanquear algunos ventisqueros de la última nevada y alrededor de la fuente de la plaza, los charcos hace ya días que permanecen cubiertos por una sólida capa de hielo, una recia capa que ni los mas poderosos rayos del sol del medio día son capaces de traspasar, incluso el arroyo de la dehesa ha quedado cubierto por una sólida capa de hielo. Pero el sol aparece con fuerza por la zona de los oteros y la fría mañana va dando paso a un día alegre y soleado, como suelen ser por estas tierras los días que amanecen ocultos tras la niebla. En la vertiente norte de los tejados, la mas hombría, empiezan a caer las canaleras, todavía quedan algunos puñados de nieve entre las tejas y los churrulitos(2) de hielo que se formaron por la noche, empiezan a fundirse a eso del medio día.

(1) Cirato = Ribazo
(2) Churrulitos = Carámbanos de hielo que se forman en las tejas que sobresalen del alero del tejado.

La cita a las ocho.- Al entrar en la casa de la abuela y antes de llegar a la mitad del portal, ya se siente el calor que sale de la cocina, la abuela es la que mas ha madrugado para encender el fuego, hace ya un buen rato que los troncos de carrasca esparcen sus llamas entorno a la caldera de cobre; una caldera, que colgando de las yares descansa sobre las ennegrecidas trébedes que introducen sus patas entre las brasas. La abuela se encarga de reavivar el fuego con algunas ramas de las támaras(1) secas que almacena en la cuadra sobre el cobertizo de las gallinas. Al traspasar la puerta de la cocina, la cara recibe un fuerte golpe de calor, un calor que se agradece profundamente al entrar del gélido ambiente que reina en las calles a estas horas de la mañana, por eso, según van llegando los miembros de la familia a la casa de la abuela, lo primero que hacen es pasarse por la cocina, para darle los buenos días a la abuela y para sentarse un momento en el banco de madera que hay junto al fuego, y así  recuperarse un poco de ese intenso frío que se les ha metido hasta los huesos. Las primeras que llegan a la casa son las mujeres, que tienen que ayudarle a la abuela a picar la cebolla que se quedo sin terminar de picar ayer por la tarde. Cuando llegan los hombre y tras calentarse un momento en la cocina, pasan a la sala, que también esta ya calentita, porque la abuela se ha encargado de preparar un buen rescoldo(2) en el brasero. Poco a poco van llegando los tíos y los primos que viven en los pueblos de al lado, antes de nada una copita de anís y unas pastas para entrar en calor.

En el centro de la mesa redonda que hoy esta cubierta con el mantel verde de bordados, el de los días de fiesta, están las bandejas con las copas y las pastas, la  bandeja de cristal para las copas de licor y la de loza para las galletas, entre las dos bandejas las botellas de los licores, la de cristal transparente con resaltes cuadrados, es la del anís de las cadenas, la de la etiqueta con el toro, es la de Veterano, y la tercera, la que no tiene etiqueta, es la del vino rancio o mistela, que de las dos formas le suelen llamar las gentes del lugar. La botella mas solicitada por la mañana es la del anís, un par de copitas para entrar en calor, caen muy bien por la mañana, y mas aún si es una mañana tan fría como esta, las mujeres prefieren la mistela y los mas jóvenes se tendrán que conformar con beber un poquito de vino rancio, eso sí, las galletas no están restringidas para los mas pequeños, aunque todo tiene su limite, incluso en el día de la matanza, las primeras en desaparecer del plato han sido las galletas de vainilla, que la abuela va a tener que reponer en cuanto aparezcan por la sala algunos de sus traviesos nietos.

 En la sala, los hombres continúan con su tertulia de las ocho, las mujeres en la cocina están atareadas con la cebolla y con las sopas para las morcillas, mientras la abuela se sigue preocupando por que no decaiga el animo de la lumbre. La caldera grande de cobre que esta llena de agua casi a punto de rebosar, tendrá que hervir antes de que llegue el momento de pelar el cochino, además de todo este trajín, la comida de hoy va a ser muy laboriosa, pues con tantas bocas juntas a la mesa, son varios los pucheros a calentar.

Junto a la caldera la abuela ha sacado un poco de rescoldo para cocer el arroz de las morcillas. En el otro rincón, sentado junto al fuego, el abuelo le da los últimos retoques a los cuchillos, especialmente al de matar. Todo esta listo para  que empiece la fiesta, la fiesta de la matanza para algunos, que para la victima no va a ser ninguna fiesta el día de hoy.

(1) Támara = Rama de encina que se utiliza para reavivar el fuego del hogar.
(2) Rescoldo = Brasas que quedan de los troncos de leña recién quemados.

El último paseo.- Los hombres se dirigen calle arriba hacia la plaza, acompañados por los muchachos que no querían perderse el primer acto del día antes de acudir a su cita con la escuela, y que también se han sumado a la comitiva, y al llegar la expedición al corral donde están los cortes en los que la abuela cría a los cochinos, el grupo se detiene ante la puerta para que el animal no se sienta acosado y receloso y salga del corte por su propio pie, en caso contrario habrá que hacerle salir por las bravas. Uno de los padres advierte a los mas jóvenes: -¡sobre todo no le peguéis al cochino con el palo!, si no es estrictamente necesario, pues el animal se altera y se pone nervioso y eso es malo para la carne, porque se congestiona la sangre y luego se cura mucho peor. A los mas pequeños todo esto les suena a chino, pero  tendrán que hacer caso a los consejos de sus padres si no quieren ver como una galleta se estrella en uno de los lados de su cara. Acaba de salir el cerdo de su pocilga y lo primero que llama la atención de todos los presentes, es lo limpio que esta hoy el cochino. Unos días antes del día de la matanza, la abuela se ha preocupado de ponerle paja limpia en uno de los rincones del corte, y a pesar de su mala fama y de que se les acuse de cerdos, guarros, marranos y no se cuantas cosas mas a estos socorridos animales, lo cierto es que se muestran muy curiosos cuando tienen la ocasión de serlo. La comitiva marcha calle abajo tras el corpulento animal que camina tranquilo ignorante de la tragedia que le espera esta mañana. Al frente de las operaciones va uno de los tíos, que lleva una espuerta(1) en la mano, por si la cochina se pone cabezota y no quiere seguir el camino que le tienen señalado, en este caso se le introduce la espuerta en la cabeza y se le vuelve a reorientar hacia la dirección indicada. Dos días sin probar bocado, hacen que la tocina, por que es una hembra el cochino de este año, intente rebuscar algo que destrozar entre sus dientes. Hay que tapar las calles, la que sube a las eras y la que baja hacia la poza, para que ella sola se dirija hacia el portal de la casa de la abuela, allí, en el centro del portal esta el gamellón, y en la puerta, las mujeres que esperan con el barreño de barro el momento de acercarse a echar una mano, es el entreacto mas dramático del día de hoy. El primer problema se presenta a la hora de convencer al tocino para que entre voluntario al portal, en la mayorías de las ocasiones hay que introducirlo por la fuerza.

Por la calle que conduce a la plaza del palacio, uno de los chavales mas jóvenes trata de escabullirse del lugar, a el le desagrada y le inquieta profundamente todo lo que va a acontecer en los momentos siguientes, no puede resistir ver la sangre del animal cuando cae sobre el barreño, mientras el cerdo grita ya moribundo, ni tampoco puede soportar esos gritos de desesperación que lanza el cerdo en su ultimo intento de supervivencia, pero no será él el ultimo en desaparecer del escenario del crimen, otros de sus primos que presumen de valientes y dicen estar menos aterrorizados que el muchacho, van a seguir sus mismos pasos, excusándose en que hay que ir a la escuela para pedir le al Sr. Maestro que les de un día de fiesta, que tienen que estar en la matanza de la casa de su abuela, algo a lo que el maestro accede en contadas ocasiones.

(1) Espuerta = Espacie de cesto pequeño y de poco fondo, provisto de dos asas y construido a base de mimbres o de paja, que se utiliza para transportar paja, escombros, tierra etc. o para almacenar productos alimenticios en la cámara, la despensa o el desván, tales como verduras, hortalizas, huevos etc. 

El sacrificio.-  El escenario esta preparado, en el centro del portal de la casa de la abuela esta el gamellón(1) boca abajo, junto al gamellón el cerdo empieza a ponerse nervioso al sentirse atrapado y rodeado por un numeroso grupo de hombres y mujeres que no le dan la mínima opción para escapar del lugar. Por la puerta de la cocina, entre el grupo de mujeres aparece el matador con el cuchillo en la una mano y el gancho en la otra, deja el cuchillo oculto en una esquina bajo el gamellón y se dirige decidido hacia el cerdo, -¡vamos! ¡todos a una!-,  grita en voz alta, y todos los hombres se lanzan hacia el cerdo, pero antes de nada hay que orientar la cabeza del animal hacia el lado mas bajo de la gamella, una vez  el cerdo esta en la posición adecuada, el matador lanza un golpe seco y certero sobre la cara del animal y con un movimiento de habilidad y destreza, ha logrado clavar el gancho en la papada del cerdo. Otro de los mayores ha conseguido hacerse con el rabo del animal cuando un tercero logra hacerse con una de las orejas y entre los tres lo arrastran contra la madera del gamellón, son los momentos mas tensos y dramáticos de la mañana. El cochino apenas si ofrece resistencia, extasiado por el profundo dolor que le produce el gancho clavado en la cara y se deja arrastrar sin apenas presentar batalla alguna. A la voz de- ¡ahora!-, todos los presentes empujan al animal para dejarlo tumbado sobre la base de ese gran tronco de madera hueca, -¡hay que sujetar bien esas patas!, que no las pueda doblar el cochino-, grita uno de los hombres. Si en animal no puede plegar sus patas traseras, no tendrá ninguna defensa, pero si por el contrario consigue proyectar una  de sus temidas patadas, es mas que probable que alguien acabará rodando por los suelos, por eso la clave esta en inmovilizar sus patas traseras. Uno de los hombres, al que quiero llamarle el trabador, entra rápidamente en acción, lleva en la mano una pretadera(2), y con gran habilidad consigue atrapar con el lazo de la cuerda la mano del animal, luego pasa la soga por una de las dos patas traseras, y tensando rápidamente la soga, ha logra inmovilizar dos de las patas del cochino, esta operación es indispensable para poder hacerse con el cochino. El matador mantiene el gancho sujeto a la parte superior de su rodilla derecha, y trata de alcanza el cuchillo que había dejado bajo la madera, cuando escucha del trabador la voz de listo,  es entonces cuando se dispone a sacrificar al animal.

Con la mano derecha sujeta el cuchillo mientras palpa con su mano izquierda bajo el cuello del cerdo, tratando de orientar la trayectoria a seguir por el arma homicida, y cuando la mujer que sujeta el barreño con las sopas de pan ya esta posicionada junto a el, introduce lentamente el afilado acero sobre la carne blanda del animal. Un fuerte grito se deja sentir algunas calles  mas allá del barrio y la sangre empieza a brotar a borbotones sobre el barreño, son instantes de gran nerviosismo, donde nadie ha de perder la concentración en su trabajo, los gritos de la cochina van seguidos de fuertes impulsos y retorcijones; unos impulsos con los que el desesperado animal intentara zafarse del abrazo mortal al que esta siendo sometido por todos los aquí presentes. Casi todos los miembros mayores de la familia están sobre el animal, imposible escapar entre tantas manos que lo sujetan, pero no seria un caso excepcional si saliera corriendo calle abajo hasta terminar desangrado junto a una pared. A unos momentos de calma, les preceden otros de fuerte resistencia y forcejeos por parte del tocino, pero la suerte ya esta echada y su final habría de ser el mismo si consiguiera escapar corriendo del gamellón, la única diferencia si esto sucediera, esta en que la abuela se quedaría sin morcillas por este año. Las sopas ya están cubiertas de sangre, mientras una de las nietas, la mas atrevida, sigue dando vueltas con un cucharón de madera, a la sangre que se almacena en el interior del barreño, -¡no dejes de darle vueltas hasta que no este bien fría!, para que no se cuaje la sangre-, le vuelve a repetir una vez mas otra de sus tías. El animal lanza sus últimos espavientos, apenas sin fuerza ya para poderse menear, cuando el ultimo gorgotón de sangre cae sobre el barreño de barro.

Todos se han retirado de su posición sobre la panza del animal, la sangre ya deja de salir por la brecha transversal que hay en la parte posterior del garganchón y las carnes del cochino ahora ya mas flácidas que antes, certifican que sus días han dejado de existir. El grupo de muchachos que se había reducido considerablemente cuando el matador aparecía cuchillo en mano por el portal, se vuelve a reagrupar, ahora ya con los mas pequeños tocando las patas del animal. La primera parte de la ceremonia ha terminado con éxito, era la mas desagradable y también la mas temida de la jornada, especialmente para los mas pequeños.

(1) Gamellón = Recipiente de madera de mayor tamaño que la gamella. Recipiente para dar de comer a los cerdos y otros animales.
(2) Pretadera = Soga de sisal de unos 150 cm. Que se empleaba para trabar a los animales o para transportar sobre la espalda, pequeñas cargas de leña, hierbas, ramas, etc.

El pelado y escaldado.-  En la cocina, la abuela ha dejado de atizar el fuego, ahora entra el abuelo a por los rascadores y cuchillos de pelar, y los mas pequeños tienen aquí su oportunidad de poder participar en el trabajo que ha de llevar hoy a cabo toda la familia. Uno de los hombres, ayudándose con el gancho, esta arrancando las pezuñas de las patas del animal, introduce la punta del gancho entre la uña y la carne, y de un tirón seco se desprende la capa cornea que cubre el dedo, es una operación que hay que realizarla inmediatamente después de que ha muerto el tocino, o de lo contrario resultara muy difícil el poder desprender las uñas de la carne, seria necesario ayudarse con un puchero de agua bien caliente, en el que se introducirá la pata del cerdo, y así poder arrancar las uñas.

El tocino muerto ha quedado en el suelo, es el momento de darle la vuelta a la gamella, después se pasan dos sogas alrededor del cuerpo del cerdo y se introduce este en el interior del recipiente, las sogas se dejaran bajo el tocino, para después poder volver el cuerpo dentro del gamellón.

Los primeros pucheros se desparraman sobre la piel del cerdo, y el agua hirviendo produce una gran cortina de vapor; una cortina en la que los mas pequeños se intentan ocultar. Hay que probar si la piel esta a punto para empezar a raspar, un tirón del pelo y si este se desprende con facilidad, es el momento de empezar con el pelado. Mientras los mayores rascan con sus afilados cuchillos y sus rascadores sobre la corteza del cerdo para dejarla totalmente limpia de pelos y de pieles, los chavales son los encargados de sacar los pucheros con  agua caliente de la cocina, uno tras otro esperan en la puerta de la calle, a que uno de los mayores le coja el puchero y lo desparrame sobre el lomo del animal. Al acercarse los muchachos a la puerta de la calle con el puchero de agua hirviendo, se produce un fenómeno que los traviesos primos utilizan para dar rienda suelta a sus juegos. El contraste del agua caliente, con el aire tan fresco de una mañana que a penas supera los 0° de temperatura, hace que los pucheros se transformen en verdaderas chimeneas humeantes, unas chimeneas que van dejando tras de sí una larga estela de vapor; estelas que los jóvenes entrelazan cruzándose unos con otros y provocando la ira de alguno de los mayores: -¡Mecaguen los críos del cop... como os queméis con el agua, encima vais a llevar dos ost...  y se os van a quitar las ganas de estar tocando los coj... con los pucheros.

Todo vuelve a la normalidad por unos momentos, y los jóvenes vuelven a  esperar ahora mas tranquilos, a que uno de los mayores le recoja el puchero de agua. Adentro en la cocina, una de las madres les va rellenando el puchero de porcelana con el agua que saca de la caldera de cobre, cuando el agua va bajando su nivel, lo hará ayudándose con el cazo de bronce, el que tiene la abuela siempre tan reluciente como si fuera de oro colgado en la pared de la cocina. Es el momento mas divertido del día para los mas pequeños de la casa, que se han tomado muy enserio ahora su trabajo, hasta el punto de que nadie se deja pasar la vez, sin traer su puchero de agua desde la cocina. Después de un buen rato de escaldados y raspados por uno de los lados del cerdo,  llega el momento de darle la vuelta, pero con la ayuda de las sogas que rodean el cuerpo del cerdo, resulta bastante fácil esta operación. El olor que va quedando el portal, donde se almacenan las pieles y los pelos del animal, es bastante desagradable, pero de vez en cuando, llega desde la panadería que esta en la fachada de enfrente, una ligera ráfaga de aire; un aire que llega aromatizado con el olor a pan recién hecho y que aliviara el padecimiento de  la sufrida y torturada nariz de los aquí presentes.

El colgado.- El cuerpo del animal ya esta completamente limpio, la abuela ha mandado a algunos de los nietos a la fuente a por unos calderos de agua, hay que limpiar un poco todos los pelos que han quedado en el suelo del portal, y con unos cuantos calderos de agua se quedara el cemento como estaba antes de empezar la matanza. Ahora vuelven a ser necesarias todas las fuerzas del grupo es el momento de elevar el pesado cuerpo hacia el techo. Mientras el  abuelo prepara la soga para colgar el cuerpo del cerdo, uno de los hombres empieza a preparar la zona por la que se pasara la soga, a través de un hueso que hay entre los dos jamones del animal, lo primero que hace es recortar alrededor del culo del cerdo, luego lo atara fuertemente con un hilo bastante resistente, y una vez despejada la zona de la canaleta, por la que ha de pasar la cuerda, se procede al colgado de la cochina, una operación que va a resultar muy divertida para los mas pequeños; unos jóvenes que se van a sentir hombrecillos y que también intentaran tirar de la soga.

Hay dos formas de colgar el cerdo, una es  la que se utiliza en la casa del abuelo,  el otro sistema es en el que se utiliza el camal(1). En las patas traseras del cerdo, se hace un corte con el cuchillo separando los tendones, por esta grieta es por la que se introduce el un extremo del camal, el otro extremo estará incrustado en la otra pata. Uno de los extremos de la soga se ata en el gancho que hay en el  machón grande del portal, luego se pasa por el centro del camal y después por la polea que esta sujeta al machón, junto al gancho anterior, esta operación se repite por dos veces, y después todo quedara listo para empezar a elevar el cuerpo del cochino. Aquí son necesarias todas las manos que puedan aportar alguna fuerza ¡y no las que solo hacen que estorbar!, le dice el padre a uno de los pequeños. Mientras unos tiran de la soga, los otros ayudan impulsando el cuerpo del animal hacia arriba, y cuando el morro del cerdo queda suspendido a escasos centímetros del suelo, se da por buena la posición alcanzada, se asegura la soga en el gancho y todo dispuesto para la siguiente operación. Antes de nada hay que terminar de limpiar las cerdas que quedan en los rincones a los que no se pudo llegar con el cochino en el gamellón. Uno de los primos mas mayores, aparece por la cocina con una pequeña aliaga que el mismo ha chafado con sus pies, se acerca al fuego, y hace prender un extremo de la aliaga, luego sale a la calle y toma una aliaga mayor, la enciende y se la pasa a su tío, que se dispone a chamuscar los rincones a los que no ha podido llegar el cuchillo; las orejas, el morro, el rabo etc. La presencia del fuego siempre atrae a los mas pequeños y son ellos los que se quieren hacer cargo del trabajo de encender las aliagas, pero el abuelo les advierte: -¡con el fuego no se juega!, que sois unos mocosos y luego os vais a mear en la cama.  Hasta aquí ha llegado la ilusión de los pequeños, en un fallido intento por jugar con el fuego, un fuego que dejara negra la corteza del cerdo, pero el paso del cuchillo acompañado de un poco de agua caliente que se vierte con un puchero, vuelve a restablecer ese color tan blanco que ahora tiene toda la corteza del tocino.

(1) Camal = Palo grueso que se utiliza para suspender el cerdo por las patas traseras cuando esta muerto antes de ser destripado.

El destripado.- Siempre se ha responsabilizado uno de los tíos, de llevar a cabo esta molesta y desagradable operación. El cerdo esta colgado sobre el machón mas grande del portal, cuando el tío se sube sobre el taburete de madera, en la mano derecha lleva el cuchillo, y colgando del cinto una rodilla, dos de las mujeres se acercan con el balde grande de niquel y un barreño de barro. El tío empieza contando la tripera(1), dos cortes longitudinales van separando esta parte de la tripa del animal, se saca toda la panceta en una sola pieza y se coloca sobre el barreño, a esta parte de la tripa se le conoce como el alma, luego el destripador empieza a rasgar por el centro de la tripa poniendo sumo cuidado en el corte que va  de arriba hacia abajo, hay que poner la máxima atención  para no alcanzar con el cuchillo alguna de las tripas que empiezan a salir por la grieta que se esta abriendo en la panza del tocino. Las dos mujeres levantan el balde y lo pegan a la panza del cerdo,  poco a poco se van depositando en el interior del balde las tripas del cochina. Pero ¿donde están los críos? que no se ve a ninguno por el portal, pregunta una de las madres. Los chavales parecen haber desaparecido por arte de magia del entorno del portal, a ninguno le parece agradable este momento, ese pestilente olor que desprenden las tripas del cochino, les hace salir corriendo del lugar, los primeros los que menos soportan el asqueroso olor, a algunos les provoca incluso nauseas, por eso saben muy bien que este momento de la matanza hay que perdérselo obligatoriamente. Ya están las tripas en el balde y ahora es el momento de empezar con el espizcado(2)  de las mismas, para quitarles el relaño(3). Luego esta manteca  que se saca del exterior de las tripas, se freira para hacer las morcillas. Pero todavía se requiere la presencia de otro nueva barreño junto al cerdo; un barreño en el que se van a depositar ahora las asaduras(4).

De pronto aparece por el portan uno de los jóvenes: -¿esta ya la vejiga?-, le pregunta el muchacho a su padre. -Espera un momento y te la daré-, le responde el padre, que parece estuviera esperando la pregunta del muchacho. La vejiga es la pieza mas cotizada para los mas pequeños, con ella se fabricaran el balón mas antiguo que ha rodado por las calles de la localidad, pero antes hay que preparar el material del que saldrá el insólito balón. A pesar de los muchos escrúpulos que parecen tener los chavales con las tripas del cerdo, ellos solos se las ingenian para limpiar esta parte de la tripa; tripa que luego van a hinchar entre todos los jóvenes del lugar. Todos han de acercarse a la boca este trozo de tripa, aunque a mas de uno las nauseas que le produce, casi le hace vomitar, pero es el mal rato que hay que sufrir si se quiere disfrutar en los próximos días jugando unos reñidos partidos de fútbol en las eras. Cada soplo es seguido por unos golpes contra la pared de cemento del juego pelota, y cuando ya no da mas de si la elasticidad de la tripa, se atara por una de los extremos y ¡todos a jugar!. Cuando se rompa el insólito balón, después de haber jugado con él unos cuantos partidos de fútbol, los restos de la vejiga se utilizaran para fabricar las tradicionales zambombas de navidad. Pero no todas las familias les dan la vejiga del cerdo a los jóvenes para que se hagan sus balones, en algunas casas, después de bien limpia, la emplean para conservar la manteca del cerdo, o para guardar el cuajo del cabrito; un cuajo que se empleara para elaborar después los exquisitos quesos de oveja.

Una vez vaciado el cuerpo del cochino, se coloca un palo trasversal a la altura de la mitad de la tripa, sobre el se colocan las mantecas para que se oree mejor el interior, entonces se sube el cuerpo del tocino todo lo que se pueda, hasta que llega a tocar con el techo, para que no lleguen a morder los gatos en la cabeza y a esperar hasta el día siguiente, cuando se proceda a descuartizar el cochino.

(1) Tripera = Panceta de los cerdos.

(2) Espizcar = Tomar una pequeña porción de una cosa. Limpiar todas las grasas que hay pegadas a las tripas, especialmente al intestino delgado.

(3) Relaño = Membrana de manteca que une las tripas del cerdo.

(4) Asaduras = Conjunto de las entrañas de un animal.  Parte del cerdo que comprende el corazón, el liviano, (4/1), el hígado, los riñones, el bazo y el estomago.

(4/1) Liviano  =  Pulmones del cerdo u otros animales, que es destinado para el consumo.

El almuerzo.- La mañana ha transcurrido tan deprisa, que apenas se han  dado cuenta  llega la hora del almuerzo. El suelo del portal ha quedado limpio y despejado,  solo el cerdo colgado sobre el machón indica que se ha celebrado la matanza. Ya pasan de las 10,30 de la mañana, cuando todo en la mesa esta preparado para  la que será la primera de las comidas del día. Una de las madres ha sacado a la calle el palanganero y el aguamanil con agua caliente, y todo el mundo se lava antes de sentarse a la mesa, los primeros en acercarse a la sala han sido los mas pequeños, que están enredando en el brasero que la habuela ha puesto bajo las faldas de la mesa; una  mesa que poco a poco se va llenando de comensales, hay años en los que se juntan mas de 20 bocas para tapar, que dice la abuela, casi haría falta otro cerdo para satisfacer el apetito de tantos estómagos. En el centro de la mesa el porrón y la hogaza de pan, los platos de loza blanca decorados con una raya azul, los que tiene la abuela para estas celebraciones, rodean toda la mesa, pero los chavales se habrán de conforman con comer en la otra sala, la que esta junto a la puerta de la cámara, o en ocasiones en el propio portal, todos no caben en la mesa de la sala con los mayores. En la mesa de los mas pequeños, los platos son de porcelana blanca y en medio de la mesa no hay ningún porrón, el botijo esta en una de las esquinas de la habitación. Una de las madres esta intentando poner algo de orden entre tanta algarabía, aquí el ambiente es mas divertido que en la otra sala, pocas veces al año se reúnen todos los primos en torno a una mesa y hoy es un buen día para divertirse todos juntos. Las mujeres también comen en la sala con los hombres, cuando hay sitio en la mesa para todos, por que si no tendrán que comer después en la cocina con la abuela, ella nunca se ha sentado en la mesa a la hora de comer cuando tiene invitados. En medio de un ambiente distendido y familiar ,llega a la mesa el primer plato en la cazuela grande de porcelana. Como todos los años en casa de la “aguela”, son las patatas bataqueadas(1), las que se comen en el almuerzo de la matanza, no hay que romper con la tradición familiar. De segundo asadura, también un plato de tradición en la familia; de postre, unas naranjas cortadas a rodajas y cubiertas con unas cucharadas de miel, el postre favorito que hace la abuela, un postre al  gusto de alguno de los nietos, especialmente el fondo de la fuente, cuando han desaparecido las rodajas de naranjas y queda ese riquísimo zumo que se ha mezclado con la miel. En la mesa de los mas pequeños, ya no queda nadie sentado cuando los mayores todavía no han empezado con el postre, luego viene el café de puchero, una copa de coñac y el cuarterón o los ideales, para acompañar una ligera sobremesa, aunque apenas si hay fumadores en la familia.

(1) Patatas bataqueadas =  Patatas negras, chafadas y con un poco de arroz, alineadas con la sangre del cerdo el día de la matanza.

El lavado de las tripas.- -Tres voluntarios para acompañarnos al río-, grita una de las madres desde el portal, pero a los jóvenes parece habérselos tragado la tierra, -cuando no son necesarios solo hacen que estorbar, pero cuando los necesitas para hacer algo, nunca aparecen donde tienen que estar-, se queja una de las madres de los pequeños.

Dos de las mujeres marchan por el camino de la dehesa con el balde de las tripas y un caldero con agua caliente, les acompañan y no de muy buena gana, dos de las nietas de la abuela. -¡Siempre nos tiene que tocar a nosotras!-, refunfuña en voz alta una de las muchachas, -¿porque no vienen nunca los chicos?-, continua protestando la otra prima. Al llegar a la poza se desvían por la senda que baja hacia el pradejil, abajo en la pocilla, en el arroyo que baja de los cañamares el agua es abundante, y esta mas despejado de zarzas y malezas, un buen sitio para lavar las tripas. Pero al llegar al cauce, se encuentran con un pequeño problema, y es que el frío de los últimos días ha dejado helado el arroyo, una capa de hielo que hay que romper con una piedra antes de empezar con la desagradable tarea. -¡Ojalá no se pueda romper el hielo!- continúan protestando las malhumoradas muchachas. Al fin se consiguen hacer dos grandes agujeros sobre el hielo, y en el que queda aguas abajo, una de las madres ha empezado a vaciar las tripas, con ella esta una de las muchachas para echarle unos cazos de agua en la tripa ya escurrida, la muchacha siente tanto frío en sus manos, que apenas si puede sujetar el puchero entre sus dedos, no comprende como sus madres pueden meter las manos en el agua tan helada y permanecer como si nada les pasara en los dedos. La pequeña se calentaría los ateridos dedos con el aliento de su boca, peor no es cuestión de acercarse las manos a la boca en estas circunstancias. La pareja de limpieza que se han situado unos metros aguas arriba, están aclarando las tripas que ya se han vaciado, el trabajo de la muchacha, lo mismo que el de su prima, consiste en coger agua con el puchero de porcelana roja, y vaciarlo en el interior de las tripas, pero esta tiene la ventaja de tener el caldero con el agua ya caliente, lo que le ayuda a contener el intenso frío de esta tarde invernal. El olor resulta pestilente para las dos jovencitas, al principio no creían que fueran a soportar durante mucho tiempo tan asqueroso olor, pero poco a poco se han ido adaptando al mismo, y ahora ya no les resulta tan asqueroso como al principio, aunque a pesar de todo están deseando que se acabe esta ingrata tarea y no solo por el olor tan desagradable que hay que soportar, sino que también por ese insufrible frío que les a despertado el picor en los sonrosados sabañones que pasaran el invierno acomodados en sus orejas, un frío que esta a punto de congelarles las puntas de los dedos y de la nariz, esa nariz que se empieza a parecer a la del mismísimo Pinocho.

La comida.-  Son casi las tres de la tarde, todo el mundo esta sentado entorno a la mesa, la disposición de las mesas es la misma que en el almuerzo, los mayores en la sala grande, los jóvenes en el portal y las mujeres en la cocina. Si las patatas que preparo la abuela para el almuerzo estaban riquísimas, el arroz de pollo que sacan las mujeres en la sartén grande, huele que alimenta de rico. -A la abuela le sale el arroz de pollo delicado de bueno, para chuparse los dedos-, dicen algunos de los mayores. Las madres les han ordenado a los pequeños que se laven las manos antes de comer, -porque sino tenéis las manos bien limpias, no os podréis chupar los dedos con el pollo de la abuela-, les decía sonriente una de sus tías. El segundo plato es el pollo guisado, aquí si que hay que chuparse los dedos, o de lo contrario es mejor no probar el pollo, -pues no se entiende que se pueda comer el pollo guisado por la abuela y no pueda uno chuparse los dedos-, comenta en la mesa uno de los tíos; -no saben lo que se pierden los señoritingos de Madrid que no han probado el pollo de la abuela-, dice otro de los hermanos, el que llego ayer de la capital para estar en la matanza. De postre, el mismo que por la mañana, las naranjas a la miel y luego el café del puchero. La sobremesa es mas larga para los hombres que ya han finalizado por hoy su faena, solo uno de los tíos se levanto rápidamente de la mesa, tiene que bajar a Recuerda a pasar  la inspección del cochino y ha de estar de vuelta antes de la hora de la cena.

La inspección.- Uno de los mayores marcha hacia Recuerda con las muestras del cerdo para que el veterinario inspeccione el animal. Se han tomado tres muestras de distintas partes del cuerpo, de la papada, de las costillas y de la zona de los jamones, hasta que no se ha pasado la inspección del cochino, nadie ha de probar la carne del cerdo. No se suelen dar casos de triquinosis por estas tierras, pero siempre se ha oído algún caso de haber tenido que enterrar todo el cochino, un verdadero drama para la familia que le toca. El tío baja hasta Recuerda con la mula, y ha bajado con la mula, porque aprovechando el viaje quiere comprar algo de pescado en la tienda de ultramarinos de del pueblo, en la que se venden todas las variedades de géneros. Sabe que tiene casi dos horas de camino entre pueblo y pueblo y no debe entretenerse nada en el viaje para volver a tiempo antes de la cena, la cena es la comida mas festiva del día.

Las morcillas.-  Mientras en el arroyo de la dehesa las dos mujeres siguen lavando las tripas, en la cocina se empieza a preparar el bodrio(1) para las morcillas. Se refríe la manteca que se ha sacado de la unión de las tripas (El relaño) que dice la abuela, en la misma sartén se refríe la cebolla junto con los ajos, luego, después de haber frito todo se deja enfriar y se mezcla en el barreño con la sangre, se añade el arroz, las sopas de pan, los chicharrones, un poco de pimentón, cominos, anises, pimienta, la sal y los piñones, se revuelve con el cucharón para que quede uniforme todo el bodrio y se espera a que lleguen las tripas recién lavadas.

Mientras una de las madres se dedica a coser con hilo recio de algodón uno de los extremos de las tripas mas anchas, las otras mujeres las van rellenando con el bodrio y les atan el otro extremo de la tripa para precintarlas. Las tripas mas estrechas se rellenan con la ayuda del embudo de boca ancha, mientras que las mas anchas se rellenan sumergiéndolas directamente en el mismo barreño del bodrio. El morcón, que es la morcilla mas grande, se rellena con un bodrio especial que se ha elaborado en un recipiente aparte, a diferencia del resto de las morcillas, que se hacen saladas, esta se hace dulce y va acompañada de higos y de pasas, es la morcilla que se consumirá en el mismo día de la matanza a la hora de la cena. Hay que dejar bastante hilo en la morcilla para luego hacerles un nudo y colgarlas sobre las varas que se enganchan al techo de la cocina.

La abuela introduce un plato de porcelana en la caldera antes de echar las morcillas, ayudada con la rasera grande, logra que el plato quede boca abajo en el culo de la caldera, todo esto es observado con gran interés por uno de los nietos mas pequeños, que sale corriendo de la cocina y se acerca a su madre diciéndole con un tono de incredulidad; -¡mama!, ¡mama!, la abuela esta cociendo los platos en la caldera. La madre no puede por menos que soltar una carcajada al escuchar al muchacho: -no hijo no, la abuela no esta cociendo ningún plato, lo que hace, es poner un plato boca abajo en el fondo de la caldera, para que no se peguen las morcillas y se puedan llegar a reventar.  Una vez llenadas todas las tripas con el bodrio, se pinchan con una aguja de hacer punto y se van introduciendo con sumo cuidado en el agua caliente de la caldera que esta sobre el fuego. No interesa que el agua este demasiado caliente, para evitar que se pueda reventar las morcillas con el cambio brusco de temperatura, comenta la abuela, que sigue atareada en sus preparativos para la cena. Una vez depositadas todas las morcillas dentro de la caldera de cobre, ya se le puede meter candela al fuego. Tiene que pasar un buen rato hasta que la caldera empieza a hervir, entonces es cuando empieza a sentirse ese característico olor a morcilla que se extiende por todos los rincones de la casa. Hay que darles vueltas de vez en cuando para que se hagan todas al mismo tiempo, y se siguen pinchando las morcillas con la aguja larga, para evitar que se puedan reventar, pero hay que tener sumo cuidado de no romper ninguna en el proceso de la cocción, por eso se utiliza el cucharón grande de madera para darles las vueltas. Casi hora y media después de haber introducido las morcillas en la caldera, la abuela hace la prueba para ver si ya están cocidas, si al pinchar sobre una de ellas ya no aparece ese color rojo o rosado, si no que sale un fino hilillo de caldo, se entiende que las morcillas ya están listas para retirarlas del fuego. Con la ayuda de la rasera grande, se van sacando una a una de la caldera y se depositan en el barreño grande de barro, se dejan enfriar un buen rato y listas para atarlas en las varas que se colgaran luego al techo de la cocina. Dentro de la caldera ha quedado una gran cantidad de caldo, un caldo que resulta exquisito y delicado para elaborar la famosa sopa de morcilla, una de las mejores sopas de la cocina tradicional Soriana. Pero todo el caldo para una sola familia seria excesivo, seria un motivo para aborrecer la exquisita sopa de morcilla, por eso es costumbre que se reparta este caldo entre los familiares mas allegados.

(1) Bodrio = Preparado que se hace a base de sangre de cerdo, cebolla, pan,  arroz, etc.  para la elaboración de las morcillas.

La fiesta de los jóvenes.- El día de la matanza, es por muchos motivos para los mas jóvenes un día grande y muy especial: en primer lugar, tienen la oportunidad de reunirse con sus primos que han venido de los pueblos de al lado, con los que no se ven demasiado a menudo; luego, es un día en el que se come como en un gran día de fiesta, y además todos juntos en una mesa, con el atractivo que eso proporciona a los traviesos muchachos, y aparte de todo esto están los juegos, quitadas las horas de la escuela a la que a veces también se suele faltar con el previo permiso del maestro, el resto de la jornada se la pasan todos los primos jugando. Por la tarde al balón, con la nueva pelota que se han fabricado con la vejiga,  luego al hacerse de noche, en casa de la abuela juegan al escondite, hasta que consiguen enfadar a la abuela. Los mejores lugares para jugar al “esconderite” están en la cámara, entre los haces de hierba que hay en el granero, detrás de las tinajas de la miel o metidos en uno de los arcones de ropa vieja que tiene la abuela en el deban, incluso en el hueco de la chimenea, aunque aquí hoy no se puede aguantar de tanto calor. Otro lugar de la casa para esconderse, es en la cuadra, ocultándose entre las ramas de leña seca que hay sobre los nidales de las gallinas. Pasan la tarde los nietos entre divertidos juegos, pero cuando la abuela escucha unos pasos que corren por la cámara, sale al portal, y la reprimenda que les hecha a los nietos les deja por unos momentos sosegados y con cara de angelitos. -¡Todo el mundo a la sala ahora mismo!, que ya os he preparado el brasero para que no tengáis frío, y  voy a sacaros la baraja para que juguéis a las cartas. Los nietos se divierten jugando al burro pingón, al un dos tres sota caballo y rey, a los montones, etc. Son juegos muy divertidos en los que alguien se carga con todo el montón de cartas, mientras que el resto de los muchachos se ríen de su mala suerte. Durante la tarde, todo el mundo se había marchado a hacer sus tareas domesticas, hay que echar de comer a los animales, recoger las gallinas y ordeñar a las cabras, pero al atardecer, de nuevo vuelve a animarse la casa de la abuela. Cuando vuelven los mayores después de haber terminado sus faenas, también se apuntan a los juegos de mesa, el ambiente es festivo en la sala, pequeños y mas mayores se divierten mientras llega la hora de la cena, pero en la cocina, las mujeres no encuentran tiempo para la diversión, aquí el trabajo parece multiplicarse por momentos, no has terminado con las morcillas y ya hay que empezar con la cena, después a fregar y a recoger los cacharros. Pero después de la cena, hay sitio para todos en la sala y un hueco para acercarse a jugar en la mesa, el ambiente festivo se prolongara hasta altas horas de la noche en la casa de la abuela.

La cena.- La tarde es muy fría, una fuerte helada vuelve a castigar los campos de la localidad, las nieblas de esta mañana  todavía no han llegado a cubrir las calles del pueblo, dice la abuela, que si no subieran esta noche sería mejor para que se oree el cochino. Lo típico de la cena de este día son las judías rojas, aunque a veces se sustituya por la sopa de morcilla, y se rompa un poco con la tradición familiar, el plato que nunca falla es el morcón(1), que se sirve abierto sobre una fuente, acompañado de frutos secos, pasas e higos y cubierto con unas cucharadas de azucar. De segundo plato, pescado fresco, recién llegado de Recuerda, puede ser sable, congrio, o chicharro, y si alguien se ha quedado con hambre especialmente para los mas mayores, pues unas chuletillas de cordero, del que mato la abuela las vísperas de la matanza. De postre natillas o mostillo, que la abuela Engracia también lo hace especial. La sobremesa, con partida de cartas incluida, se prolonga durante varias horas. La cena es la comida mas relajada del día, una vez terminadas todas las faenas con el cerdo, es el momento de disfrutar de la fiesta; de la fiesta de la matanza en la casa de la abuela.

(1) Morcón = Tripa correspondiente al ciego de algunos animales que se emplea para hacer embutidos y morcillas.

© Víctor García Pascual
10 de diciembre de 2003

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