pulsar
para ampliar las
fotos bajo este icono
EL RUISEÑOR EN INVIERNO
Aquí os dejamos
la música que ha compuesto el
maestro Manuel Castelló para esta ruta. Es una composición en tres tiempos
para flauta sola. Pinchad sobre los números para escucharla y un extra
UN
REMANSO EN EL DUERO
Río Duero,
río Duero, nadie a acompañarte baja; nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata, moliendo con tus romances las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras.
Gerardo Diego
La definición técnica y escueta de 'río', que
se encuentra en cualquier diccionario es: 'Corriente de agua continua y más
o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar'. En
cuanto a la definición de agua: 'Líquido transparente, incoloro, inodoro e
insípido en estado puro, cuyas moléculas están formadas por dos átomos de
hidrógeno y uno de oxígeno, y que constituye el componente más abundante de
la superficie terrestre y el mayoritario de todos los organismos vivos. (Fórm.
H2O)'.
Lo cierto es que el agua, se encuentre en el
estado que se encuentre, se deslice de cualquier forma o manera, ejerce en
el ser humano una atracción que va más allá de la necesidad de ella para
sobrevivir. Para muchos, entre los que me incluyo, son los ríos los que
fascinan, ya sean arroyuelos cantarines que brincan las piedras, ya los
anchos cauces que dejan ver fauna, o profundidades oscuras y misteriosas.
Heráclito, para quien la contemplación, el ocio tan caro para los filósofos
presocráticos, le llevó a reflexionar sobre el río con un pensamiento que a
día de hoy nos parece una tontería, pero esa tontería se le ocurrió a él y
de no haberlo hecho, hoy la expresaríamos de otra manera: «Ningún hombre
puede cruzar el mismo río dos
veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos». Reflexiona García
Lorca, en su Casa de Bernarda Alba, cuando hace exclamar a ésta: “Maldito
pueblo sin río, pueblo de pozos, donde se bebe el agua con el miedo de que
esté envenenada”. Agua que fluye, agua estancada.
El río Duero, nuestro río, el padre Duero, el
de mayor caudal de la península ibérica, nace saltarín, en la falda del Pico
de Urbión, de curso rápido, despeñándose. Llega a Soria capital ancho y
tranquilo, gracias a la regularización en cabecera. Generoso, además de
embalsarse, ha ido acogiendo arroyos, ríos menores, fertilizando dehesas, y
sigue, curva de ballesta, por Castilla y León, donde se halla el noventa y
seis por ciento de la cuenca, hasta Portugal.
La industria se ha ubicado siempre a la
orilla de los ríos: molinos, batanes, lavaderos de lanas, procesos textiles
en general, explotaciones mineras, papeleras, azucareras, etc. Los molinos y
batanes eran los menos contaminantes, las químicas contaminan el 25%, la
producción y transformación de metales el 13%, y la industria agraria y
ganadera el 17%. Como todo tiene su haz y su envés, la despoblación de la
provincia de Soria ha beneficiado la pureza de las aguas que sólo padecen la
industria agraria y ganadera, la insuficiencia de depuradoras y algunas
industrias que resisten como las papeleras. Esta circunstancia, unida al
buen hacer del ayuntamiento capitalino, han convertido el paso del río Duero
por la ciudad de Soria en un vergel, en un recreo para los sorianos que,
tras muchos años de darle la espalda (“Indiferente o cobarde/la ciudad
vuelve la espalda”, escribía Gerardo Diego), han vuelto los ojos hacia esta
corriente fluvial inmensa y majestuosa a la vez que alza la vista hacia el
entorno: castillo y alrededores, y muralla y espacio de los cuatro vientos,
todo rehabilitado y cuidado, formando un conjunto hermoso y disfrutable. Un
espacio que desde se comienza a recorrer y dure lo que dure el camino,
ejerce en el cuerpo y el espíritu del caminante el mejor de los efectos, sin
necesidad de más música que las hojas movidas por brisa o viento, por el
chapoteo de algún animalillo que se esconde en la vegetación de las orillas
asustado por la presencia humana o, en algunas zonas donde el agua se
divide, un sonido de suave cascada. Alguna tarde de verano, en el soto, un
grupo de niños aprenden los ritmos de la batucada en instrumentos
confeccionados por ellos mismos. Otros corren, pintan o toman el sol.
El día que
cumplí un año de santería no quise subir a Soria. Me dí una buena caminata
hasta Maltoso, siguiendo el curso del Duero, enfrascado en mis reflexiones,
pensando en el don y regalo que para los sorianos significa el río Duero;
tienen un río amadísimo por los poetas, dios fluvial de los que representaba
e arte helenístico como hombre barbudo, recostado sobre un ánfora que deja
verter agua. Sí, pero mi Duero es mucho más sereno y divino que cualquier
otro río mitológico. Es tan limpio y claro que, por quedar alejado de la
ciudad, jamás arrastrará basuras o carroñas de animales, ninguna impureza
que no sea sacrifico u holocausto. Se merecía ofrendas de palomas,
suovetaurilias, hecatombes de verdad, de las de cien bueyes. Porque es un
dios fluvial impoluto. Además, cuando un soriano trata de suicidarse, por su
natural aversión a manchar las limpias aguas, no se arroja por el puente, y
prefiere cumplir su cometido final en el viaducto de la carretera de Madrid
o, simplemente, en el ferrocarril. Sería de pésimo gusto -bien lo
comprenden- contaminar el padre Duero. Es río saludable, castellano,
consciente de su valor y de su eternidad. Río fuerte, río viejo, río amigo”.
El santero de San Saturio,
Juan Antonio Gaya Nuño
El Monte de las Ánimas, que desciende hacia
el Duero, interrumpido por el antiguo monasterio de San Juan de Duero, del
que perviven los arcos y la iglesia, sirve como escenario de la Festividad
de las Ánimas que cada año se engrandece. Para ampliar el escenario, han
instalado unas copias de cruces, más o menos templarias, y junto a ellas una
escultura metálica que representa un gran esqueleto, obra del escultor
Miguel Ángel Sánchez. Porque, como ya sabemos, no sólo los poetas cantaron
al río Duero, también Gustavo Adolfo Bécquer, en su doble faceta situó en el
río Duero su leyenda 'El rayo de luna' y en el monte de las Ánimas la
leyenda del mismo nombre.
Muy cerca del espacio dedicado al romántico
sevillano, rehabilitado, se halla el edificio que unos llaman 'fielato',
aunque debe tratarse de un almacén municipal, que sirve para recepción de
visitantes y exposiciones varias, y en la explanada delantera funciona,
durante los meses de buen tiempo, un bar-restaurante. Seguimos por la orilla
derecha, traspasado ya San Polo y San Saturio, donde una explanada acoge a
los sanjuaneros el Lunes de Bailas, para tomar una vereda, muy bien
acondicionada, que se dirige a Garray, a la vista la muralla, en la otra
orilla del río, el plano en piedra de la vieja iglesia de San Ginés, más
arriba la silueta vaciada de Machado y Leonor en los Cuatro vientos y 'el
Peñón', donde los jóvenes acudían a bañarse. Hasta llegar a Garray
encontraremos la vieja fábrica de harinas, un nevero medieval y el azud del
Perejinal, que fue molino y apoyo para la fábrica de electricidad instalada
en el que fuera convento de San Agustín. Antes de llegar a Garray, podemos
imaginar los restos de uno de los campamentos romanos construidos para
conquistar Numancia.
La otra orilla ha sido la más dedicada al
recreo. Es, también, la más cómoda, tanto por el espacio que existe entre el
parque del Castillo y los relieves que la jalonan y la orilla del río. Las
barcas del Augusto, junto al puente medieval que daba acceso a la ciudad por
la llamada puerta de Navarra, fueron, durante muchos años, la zona de recreo
más significativa de la ciudad de Soria.
Hace ya
años, hablar de los veranos en Soria era hablar de las barcas del Augusto
-en el Duero- en el lenguaje coloquial de los sorianos, y del Mirador-Bar,
pegado a la térmica, o lo que es lo mismo, la primera central eléctrica con
que contó la capital, hace años demolida. Porque allí, junto al río, nacía
en los primeros años cuarenta, promovido por el entonces joven empresario
soriano Augusto Romero una instalación modesta si se quiere pero situados en
la época más que suficiente para que los sorianos pudieran pasar en un
ambiente agradable su tiempo de ocio en los meses estivales que salvo el
obligado paseo por la Dehesa pasaba por el baño diario en el Duero, cuando
todavía no se había construido la presa de Los Rábanos y del río con la
caudal más bajo lógicamente se podía disfrutar de lo lindo, ni mejor ni peor
que ahora pero sí de manera diferente. De tal manera que el Mirador-Bar iba
a ser desde el primer momento una de las obligadas referencias de la ciudad
hasta el punto de que con la perspectiva que otorga el paso del tiempo no
tardó en pasar a formar parte de la historia moderna de aquella pequeña
capital de provincia que no llegaba, ni con mucho, a los veinte mil
habitantes (…). (El
mirador-bar y las barcas de Augusto.
Joaquín Alcalde).
DUERO, MI
AMOR
Agujas de
verde pino,
esmeraldas
en su cuna...
yo quiero en
barca de espuma
soñar, del
Duero el camino.
Y soñando
navegar
y navegar,
sin destino,
como la rama
de un pino,
retorcido y
secular.
Y,
navegando, soñar,
por el
cristal de su espejo,
y soñar, con
el reflejo
del cielo
azul y el pinar.
Contemplar,
en la corriente,
hilos de
plata, que deja,
la luna, que
se refleja,
en el agua
transparente.
Y sentir
ansia infinita
en mi
navegar el Duero
sobre la
espuma viajero,
de llegar
pronto a la Ermita.
Soñar Arcos
de Ballesta,
y los álamos
del río
poético
desafío,
con poética
respuesta.
Soñar, en
fin, eso quiero,
y hallar la
paz y el descanso
de algún
tranquilo remanso
en mis
sueños... por el Duero.
Julio
Herrero
Al inicio del paseo de san Prudencio, una
pronunciada cuesta conduce al castillo y al comienzo se pueden ver los
restos de la iglesia de san Miguel de la Cuesta, excavada en fechas
recientes. Por el paseo de san Prudencio se pasa por el antiguo molino de
Enmedio, lavadero de lanas, Soto Playa y Ecocentro, hasta llegar a un puente
de hierro donde los enamorados, copiando de otros lugares, cierran candados
simbolizando amor eterno. Cruzando ese puente , que une, como todos los
puentes, se llega a los pies de la ermita de San Saturio, considerado patrón
de Soria. El edificio de piedra, a la derecha del paseo de San Prudencio, al
pie del parque del castillo, conocido como lavadero de lanas debió ser el
lugar donde se apartaban para llevarlas a lavar al río y, posteriormente,
conducirlas de nuevo a ese edificio para secarlas, empaquetarlas y
conducirlas a lugares donde fueran solicitadas. Una parte de ese edificio,
donde estuvo instalada una Escuela-taller, se dedica últimamente a sala de
exposiciones de grandes esculturas, una oferta cultural más de esta ciudad
tan cuidada culturalmente.
Durante parte del verano pasado, 2021, la
Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Soria posibilitó un nuevo simposio
de escultura que tuvo lugar en ese gran espacio conocido como lavadero de
lanas. El comisario del simposio internacional fue el escultor soriano
Ricardo González. Colaboraron en el encuentro la asociación
Orquesta del Titánic, dos de cuyos miembros son Miguel Ángel Rodríguez y
Nedin Dzananovic. Esas esculturas, una vez finalizadas, serán instaladas en
distintos puntos de la ciudad. Frente a ese edificio está el molino
de Enmedio, cuya maquinaria se conserva museizada, fue uno de los tres que
existían en el término de Soria: el Primero, el de Enmedio y el de Abajo. En
ese espacio, donde existe instalado un bar-restaurante y conocido como Soto
Playa, estuvo también el lavadero de ropa. Las lavanderas formaron una
asociación que dirigió un sacerdote.
En los años
cincuenta del pasado siglo XX el paraje del Soto Playa sufrió una profunda
remodelación. Fue cuando se construyó la que se dio en llamar Playa
Municipal, dotada de los correspondientes servicios, un bar, una pista de
baile y una terraza. Un proyecto no tan amplio y ambicioso como el de las
márgenes, acometido hace unos años, pero no por ello menos importante
situados en el momento. (…). Pues bien, el nuevo Soto Playa o Playa
Municipal, se inauguró con el mayor de los boatos. El 18 de Julio –entonces
día de la Fiesta Nacional- fue la fecha señalada, pero ya la víspera
comenzaron a celebrarse los festejos conmemorativos. Pues, efectivamente, a
las once de la noche “se celebró una animadísima verbena amenizada por la
Banda Municipal” y se quemó “una vistosa colección de fuegos acuáticos. El
numerosísimo público que acudió al festival elogió unánimemente la obra
realizada por el Ayuntamiento”, pudo leerse en la crónica que se publicó.
(…). Durante algunos años el Soto Playa registró una actividad importante,
sobre todo las tardes de verano, en las que de manera regular se solía
programar baile público, lo mismo que la terraza del otro lado del puente,
es decir el Mirador-Bar, suficientemente arraigado y verdadera referencia de
la época, al que en cierto modo las nuevas instalaciones venían a hacerle la
competencia. De todos modos las instalaciones del Soto Playa eran más
versátiles que se diría hoy y ofrecían alternativas diferentes incluso para
desarrollar actividades que poco o nada tenían que ver con los deportes
acuáticos. Porque, en efecto, en la terraza delante del bar, o lo que es lo
mismo el entorno rehabilitado por el ayuntamiento, se celebraban concursos
de coros y danzas y acogía asimismo otras actividades de índole semejante
aprovechando el pequeño auditorio, con marquesina y todo, después de que
durante el día fueran los bañistas los que predominaran en una zona que
contaba con un trampolín y vestuarios. Un lujo, vamos, que fue perdiéndose
cuando, como se ha dicho, la presa de Los Rábanos comenzó a embalsar. Por
cierto, las pasarelas (unas losas de piedra) que posibilitaban el acceso a
la ermita de San Saturio desde el lado de acá del río y la mayoría de las
huertas de La Rumba fueron presa de la modernidad y también quedaron bajo
las aguas. (Del
Soto de la Elevadora al Soto Playa.
Joaquín Alcalde).
Un gran espacio, entre el paseo de san
Prudencio hasta la ermita de san Saturio, está diseñado para uso y disfrute
de familias que se reúnen para comer o pasar las horas. Cerca del Ecocentro
puede verse la noria de sangre del carbonero, que debe su nombre, el de
sangre, por ser movida por animales.
LA
NORIA
La tarde caía
triste y polvorienta.
El agua cantaba
su copla plebeya
en los cangilones
de la noria lenta.
Soñaba la mula
¡pobre mula vieja!
al compás de sombra
que en el agua suena.
La tarde caía
triste y polvorienta
Yo no sé qué noble,
divino poeta,
unió a la amargura
de la eterna rueda
la dulce armonía
del agua que suena,
y vendó tus ojos,
¡pobre mula vieja!..
Mas sé que fue un noble
divino poeta
corazón maduro
de sombra y de ciencia.
Antonio Machado
Todo lo anterior es algo relacionado con el
río, pero lo más importante, aunque menos conocido, es la flora y la fauna
del propio río. Paneles informativos a lo largo del recorrido por la senda
que parte del monumento de los arcos de san Juan de Duero, van informando de
los animales que podremos ver, aunque sólo sea un instante, mientras saltan:
barbos, bogas, escachos, truchas y bermejuelas. Anfibios, más fáciles de
ver: los distintos tipos de sapos, la rana común y la ranita de san Antonio.
Las aves: mito, chochín, mosquitero común, reyezuelo listado, pico picapinos,
urraca, pito real, rabilargo y arrendajos. Las aves acuáticas: garza real,
polla de agua, ánade real, martín pescador y cormorán grande. La vegetación
es más fácil de reconocer y abunda, desde la magnífica chopada del paraje
Soto Playa a las mimbreras de las orillas que se cultivaban para elaborar
cestos o palmas para escobas, pasando por encinas, fresnos, sauces, enebros
y abedules.
Cuando vemos grupos de turistas visitando los
monumentos sorianos sonrío, nadie se percata, pero sé que sonrío (como
diría, más o menos, Samuel Beckett), porque lo verdaderamente maravilloso de
esta ciudad no está en las piedras, que también, si no unos metros más
abajo.
©
Fotografías: Leonor Lahoz
©
Música: Manuel Castelló
© Texto:
Joaquín Alcalde
© Texto:
Isabel Goig
Aquí os
dejamos el texto y la partitura de
El
ruiseñor en invierno
Del
cerro de El Mirón a San Saturio
Con
Hermógenes bordeando Numancia
Por
la Primavera soriana
Ruta
Literaria El Monte de las Ánimas
Soria
Ciudad, 2000
La
Muralla de Soria,
José
Ignacio Esteban Jauregui
El
maestro Manuel Castelló en
nuestra web
Soria
de ayer y hoy, Joaquín Alcalde
Castillos
de Soria-->
Soria
Mendikat
:: Soria
::
Sierra
de Santa Ana
Mendikat
:: Soria
::
Pico Frentes
Donde comer y dormir
Volver a Rutas por los Ríos
Volver a A pie por
Soria
Y aún hay más en otras Webs sorianas, inténtalo con el
|