La fiesta de las Móndidas, rememoración
de otras paganas en honor de la diosa Ceres, o de la naturaleza en
general, cristianizadas después, y envueltas en la leyenda de la ofrenda
de cien doncellas al rey astur Mauregato, se siguen celebrando en
algunas localidades de Tierras Altas, pese a la sangrante despoblación.
Otras se perdieron irremediablemente, como las que, según las Ordenanzas
de Vinuesa de principio del siglo XVI, debían celebrarse en ese lugar
pinariego, según se desprende de una ordenanza que regula el papel de la
monda y, más concretamente, la entrega del arbujuelo al preboste.
Si
bien las más renombradas son las de San Pedro Manrique, no son menos
interesantes las que tienen lugar en Matasejún, Sarnago y Ventosa de
San Pedro. En esta última localidad estuvimos el viernes, 15 de agosto,
para comprobar con alegría cómo el pueblo, en estos días, se muestra
repleto de ventosinos que marcharon a otras comunidades, o a Soria
capital, y vuelven para acompañar a sus móndidas y vivir las fiestas. Y,
entre ellos, mucha juventud.
El rito es el mismo en los cuatro
pueblos. En La Ventosa se ocupaban de organizarlo las parejas que se
habían casado ese año. Intervienen en la ceremonia tres muchachas
tocadas con cestos o cestaños y el mozo del ramo, en La Ventosa como en
Sarnago, de arce silvestre, adornado con rosquillos azafranados, cintas,
pañuelos, flores y cerezas. El mozo del ramo, a quien va a buscar la
charanga, y que este año fue el joven Luis Jiménez Vizcaíno, va a buscar
a las móndidas a sus casas, señaladas con un farolillo. Les correspondió
el honor a Belén Jiménez, Ruth Jiménez, y Adriana Martínez, tres
preciosas muchachas, como puede verse en las fotos. Al igual que en
Sarnago y Matasejún, tampoco aquí portan arbujuelos, ni rosco azafranado
en la base del cestaño, como en Sarnago, pero la ofrenda del pan está
presente en el ramo del mozo.
Una vez los cuatro juntos, van hasta el
Ayuntamiento, donde recogen los cestaños y desde allí se dirigen a la
Iglesia, donde va a tener lugar la ceremonia religiosa, con una corta
procesión, a la que se incorpora el paso de la Trinidad, que era la
fecha en la que antaño tenía lugar la fiesta de las Móndidas.
Después, el Ayuntamiento ofrece un
refresco a todos los asistentes, en la plaza del pueblo.
Algunos apuntes sobre La Ventosa
Actualmente el pueblo de La Ventosa de San Pedro se muestra limpio y sus
casas perfectamente restauradas. Discurre el río Ventosa, afluente del
Mayor o Linares. El censo mantiene a once personas, en realidad, durante
el invierno, aún viven menos, pero nos dijeron que los fines de semana y
fiestas importantes, el pueblo se llena de gente que no olvida su lugar
de nacimiento, o el de sus padres y abuelos.
Hay varias casas rurales. Pertenece a la ruta de las icnitas, con el
yacimiento de san Roque, señalado por la maqueta de un Terópodo.
A su término pertenece el hoy despoblado de Rabanera, cuya espadaña de
la antigua iglesia románica acompaña, desde un otero, durante el trecho
que va desde el desvío de la carretera hacia San Pedro, hasta La
Ventosa. Según la Enciclopedia del Románico, la pila aguabenditera de la
iglesia de La Ventosa perteneció a la de Rabanera.
Existió una cuadrilla de la Mesta con el nombre de Rabanera y, según
documento conservado en el Archivo Histórico Provincial de Soria, de
fecha 25 de mayo de 1660, se reunían en el cementerio de ese lugar:
Sepan cuantos esta pública escritura de poder vieren como nosotros
el alcalde procuradores y hermanos de la cuadrilla de la Mesta que
llaman de Ravanera de la jurisdicción de la villa de San Pedro,
estando juntos y congregados en el lugar de Ravanera y cementerio de
la iglesia de él donde tenemos costumbre de nos juntar para tratar
las cosas convenientes a el servicio de Dios nuestro señor y
utilidad y provecho de dicha cuadrilla (…)
Cuando se despobló, pasó a pertenecer a La Ventosa. La Ventosa, cuando
se recogieron los datos para hacer el Catastro del Marqués de la
Ensenada, a mediados del siglo XVIII, contaba con 58 vecinos y 11
viudas, por lo que se podría aventurar que tendría unos doscientos
cincuenta habitantes, ocupados en el trabajo de alrededor de tres mil
cabezas de ovejas merinas, además de abundante número de cabras y ovejas
churras.
Click! sobre las fotos para ampliarlas