Los Doce Linajes de Soria

Lorenzo Aguirre

Pérez Rioja nos cuenta de este ilustre soriano:

Lorenzo Aguirre y Luis. Soria. 1833-1903. Hijo de don Simeón Aguirre -representante de Soria en las Cortes de 1833-, licenciado en Derecho, abrió bufete en Soria a los 22 años. Fue, también, catedrático de Geografía e Historia, de Institutos, en Vitoria y Madrid. En el pleito final de los Linajes con el Ayuntamiento de Soria intervino con acierto como abogado en defensa del respeto a las instituciones sorianas. Desempeñó no pocos cargos públicos: fiscal de Hacienda; secretario de la Diputación, del Gobierno Civil y de la Económica Numantina; alcalde de la Ciudad en diferentes mandatos; //...// Caballero de la Orden de Carlos III //...// Colaboró con Eduardo Saavedra en las excavaciones por éste realizadas en Numancia, el año 1861. Fundó con sus amigos Capdet, Arnáu y Núñez "El Correo de Soria" y fue uno de los más asiduos y prestigiosos colaboradores del "Recuerdo de Soria", con muy documentados trabajos ("La Casa Troncal de los Doce Linajes", "Hechos y cosas notables de Soria", "Soria y Numancia", etc.). Publicó en el 'Boletín' de la Real Academia de la Historia (1862) -de la cual era correspondiente- un estudio sobre "El sepulcro de San Pedro de Osma en la Catedral del Burgo". Formó parte de la Academia Heráldica de Pisa (Italia)...

De este arraigado personaje seguimos el artículo, dedicado a los Doce Linajes, que publicó en la revista "Recuerdo de Soria nº4" en 1884. Aguirre pertenecía al linaje de los Morales Negros (u Hondoneros) y podemos considerarlo como el último representante institucional de los citados Doce Linajes en la época de su extinción.

En el citado artículo Aguirre numera los Linajes: primer linaje, de Barnuevo; segundo linaje, de Caltañazor (sic); tercer linaje, de Don Vela; cuarto y noveno linaje, de Morales; etc. Y su orden es el mismo que tienen en las ruedas de la Ejecutoria y de la Diputación de Linajes; así pues las descripciones y rueda que nos presenta no dejan de ser sorprendentes, si consideramos además la posición institucional de su autor y que, en su correspondencia con Baltasar Luengo en 1865, decía que si la Casa hubiera que venderla sería sin el Escudo exterior, sin el Archivo y los papeles que son nuestra razón de ser; y aún no siendo él el último depositario de la rueda de madera policromada con los Escudos de los Linajes, ya que al parecer quedó en custodia de Baltasar Luengo (Martín de Marco, "La Institución..."); como decimos, no deja de ser sorprendente que sus descripciones no se ajusten a lo que realmente figura en esa rueda que presidió sus reuniones, ni en la que adornaba la fachada de su Casa Troncal.

El autor docelinajista se limita a hacer un repaso a los antiguos textos publicados sobre la Institución sin aportar datos nuevos; se limita a hablar de un pasado muy lejano; porque si bien es cierto que cuando publicó el artículo (1884) hacía una veintena de años que se había extinguido la Institución, varias de las iglesias que relata como lugares de reunión de los distintos Linajes, ya habían desaparecido antes de que lo hiciera la Casa Troncal; y a pesar de ello no actualiza la información; dice que el Linaje de Don Vela se reunía en San Juan de los Naharros, cuando ya en el último cuarto del XVI lo hacía en Nuestra Señora del Poyo (PN-26-67-23); o que los de Calatañazor se reunían en la iglesia de este nombre que se arruinó cuando se construía la ermita de San Saturio en los últimos años del XVII, pasando a reunirse, al menos durante algunos años, en la capilla de Nuestra Señora del Azogue de la Colegial de San Pedro (PN-974-1511-210); o que los de San Llorente lo hacían en la iglesia de esa advocación, pero que ya en el XVIII se reunían en la capilla de San Lorenzo de la iglesia de San Nicolás (PN-971-1503-6), iglesia que también utilizaban los Salvadores; o hablado del Linaje de Barnuevo, decir que era en la iglesia de Nuestra Señora de Barnuevo donde sus caballeros tenían su enterramiento, porque el que algunos caballeros de ese Linaje se enterrasen en dicha iglesia no significa que lo hicieran todos, baste recordar la variedad de familias incorporadas en él.
También sorprende que entre las familias que cita como entroncadas en los Linajes se refiera a las clásicas, echándose en falta las que se entroncaron a partir del siglo XVII, y sobretodo las que fueron coetáneas a su tiempo: Aparicio, Golmayo, Luengo, Esquivel, etc.
Cabría preguntarse ¿por qué esta falta de noticias de cuanto sucedió, o en lo que participó aquella agrupación, desde el inicio del siglo XVIII?

Casi al final de su artículo Lorenzo Aguirre dejó una clara exposición de su pensamiento sobre la Institución de los Doce Linajes, lo que fue, y cómo pasó, que tal vez pueda servir para los nostálgicos:

Todo pasó. Los Linajes tuvieron su razón de ser; pero su intervención fué siendo menos activa y oportuna a medida que las necesidades de la guerra se modificaron y la administración municipal fué regularizándose; llegando a desaparecer en nuestros días por efecto de la profunda y natural transformación social que desde principios del siglo viene realizándose; sin que para ello hayan influido ni fuerza alguna de destrucción ni las vicisitudes humanas, sino pura y sencillamente el curso natural y regular de la vida.
Permitan ustedes, señores directores, que desde las columnas de nuestro periódico dedique recuerdo cariñoso á la ilustre Comunidad á que desde los primeros albores de la vida tuve la honra de pertenecer.

La rueda que Aguirre adjuntaba a su artículo es muy similar a la de Loperráez pero no igual. La baja calidad de la imagen que presentamos se debe a tener como origen una 'fotocopia' de otra 'fotocopia' de la mencionada revista (procedente del Archivo Histórico Provincial de Soria).