Escorada
hacia el sur-oeste, abrigada por calizas del Secundario, discurrida por tres ríos: Duero,
Escalote y Talegones, la villa de Berlanga de Duero resulta, sin lugar a dudas, uno de los
lugares más bellos e interesantes de toda la provincia de Soria.
La singular belleza de su entorno se halla recortada
por los
Altos de Barahona
al sur, el portillo de Andaluz a tres kilómetros,
y el abrazo del Duero. Al abrigo del relieve calcáreo surgen microclimas
como el que se da, en el discurrir del Escalote, en lo que se conoce como
"La huerta de Morales". Su altura más significativa, "El Coborrón", protege
el cerro sobre el que se asienta el
castillo,
pensado también como protección.
La importancia histórica de la villa se comprende por hallarse en la línea del Duero,
divisoria, durante toda la Edad Media, de los reinos moros y cristianos primero, y de los
castellanos y aragoneses más tarde. Formaba, junto con las fortalezas de Gormaz, Osma,
San Esteban y Atienza, esa línea real que era conquistada una y otra vez, tanto por la
media luna como por la cruz.
El Castillo de Berlanga de
Duero
El esplendor llegaría en el Renacimiento, cuando los condestables de
Castilla, los Fernández de Velasco, duques de Frías, Haro y unos catorce títulos más,
fueron "premiados" con Berlanga y los pueblos de alrededor, por los servicios
prestados a la corona. Allí sentaron sus reales, engrandecieron la villa, mandaron
construir la colegiata, edificaron su propia residencia, rehicieron los restos del
emblemático castillo, fundaron un monasterio, un hospital, alzaron el rollo o picota a la
entrada para decir a todo el que pasara, de quién era la villa, a quién se debía
respeto y obediencia, quién imponía y ejecutaba la ley, y, en definitiva, a quienes
debían pagar sus impuestos los súbditos de la majestad de turno.
Y de aquella época son todos los restos que el visitante puede contemplar.
A la entrada, en las eras, junto al silo, se alza majestuoso el rollo gótico, dicen que
el ejemplar más bello y mejor conservado de toda la provincia. Objetivamente es cierto.
Sólo desdice su ubicación, sin duda la primitiva. En su día el emblema sería visto
desde todos los lugares, pero, con el discurrir del tiempo se ha edificado a todo
alrededor, escondiéndolo a la vista del visitante.
Muy próximo a él, el único resto visible de lo que fue el recinto murado que cerraba la villa:
la Puerta de Aguilera, en la que puede verse, coronando la entrada, una gran
concha del peregrino. Frente a ella, la ermita de las Torres alberga la
imagen del mismo nombre, por la que los berlangueses sienten veneración,
ofreciéndole una fiesta el 24 de septiembre, con subasta de banzos y
cánticos en el convento. Esta ermita formaba parte del hospital de
peregrinos, del que sólo se conserva la enorme chimenea, alrededor de la
cual se reunían los peregrinos para comer una sopa, calentarse y curarse, en
su caso, de heridas y enfermedades.
Ermitas de Berlanga de Duero
Se pasa al interior de Berlanga por la puerta de Aguilera. La calle que desciende hasta la
plaza Mayor es porticada, algo tan usual en Castilla. Y la plaza, castellana y recoleta,
muy bien restaurada y amueblada, nos transporta a otra época. Esa plaza, como todas las
de estas tierras, ha sido y sigue siendo el centro de reunión, de juegos infantiles, de
fiestas y bailes; antaño de corridas de toros, letanías, rogativas y procesiones.
De la plaza irradian varias calles. La Real, donde todavía puede verse
algún escudo, algún palacete, las ruínas de otro, y la primera casa de
los Frías, hoy convertida en hotel, del que hablaremos después. Otra
calle se dirige al río Escalote, a la arboleda, a la "huerta de
Morales"; antes estos eran los parajes de verano de los berlangueses,
desde hace años se trasladaron hacia las piscinas, el polideportivo y el
albergue.
Una calle más asciende hacia la colegiata.
La
mandaron edificar los condestables y, para ello, utilizaron las piedras
de unas siete iglesitas románicas. Sólo queda, de aquella época, un
tímpano colocado sobre la entrada a la iglesia del convento. La
colegiata, renaciente en su exterior, es gótica por dentro. Majestuosa
"como para una capital de reino", que se llegó a decir. Las riquezas de
su interior lo son en forma de retablos góticos, altar mayor barroco con
la imagen de la virgen del Mercado, enterramientos de nobles en
alabastro, y la capilla del obispo de Panamá, Fray Tomás de Berlanga,
figura universal del Renacimiento, consejero de reyes, descubridor de
las Galápagos, dominico nacido en Berlanga, suya casa todavía se
conserva.
Al pie de la mole
del castillo pueden verse los restos del palacio de los condestables. En
él recibieron a reyes, príncipes y nobles. "Sabiduría para edificar la
casa y prudencia para mantenerla", dice el lema de los Frías. Y la
mantuvieron durante siglos, hasta después de la abolición de los
señoríos.
Una
visita a las Juberías nos trasladará a la época en que las tres
religiones, es de suponer, convivieron pacíficamente en la villa. En lo
que fue sinagoga se enclava el convento de Concepcionistas, fundado
también por los Frías, para que fuera dirigido por una hija de ellos,
muda de nacimiento.
En la calle Real,
ubicado en la que fuera primera casa de los Tovar, duques de Frías y
condestables de Castilla, se ubica el restaurante Casa Vallecas. Está
dirigido por sus propietarios, los hermanos De Pablo. Carlos, uno de
ellos, ha sido nombrado, recientemente, Maestre de Cocina de Castilla.
Podéis pernoctar en el Hotel Fray Tomás, también de ellos. Han
conservado lo mejor de la antigua y noble casa, y, el resto, lo han
restaurado combinando solera y comodidad. Desde algunas habitaciones se
contempla el castillo.
© Isabel Goig
|
Curiosidades berlanguesas en la
noche de San Juan
Ermitas de Berlanga de Duero
Isabel Goig y Leonor Lahoz
El Castillo de Berlanga de
Duero
Isabel Goig
De
Bandidos y Bandoleros Sorianos
en la Berlanga del XVIII
Isabel
Goig
De
lo que El Cid y los suyos yantaron
a su paso por Berlanga
Isabel
Goig
Restauración
de la ermita de Carrascosa
Tomás de
Berlanga
Este
fraile soriano llegó a obispo de Panamá y se le tiene por
descubridor de las Islas Galápagos. En su localidad natal,
Berlanga de Duero, es sobre todo famoso por haber traído a
su colegiata al ardacho (lagarto), que en realidad es un
caimán del que sólo quedan unos descoloridos restos. Hasta
unos lagartos de Fray Tomás, como especialidad repostera,
pueden consumirse en esta pequeña localidad soriana.
En el
año de 1541 Tomás de Berlanga, en el ocaso de su vida,
regresó a la península con la voluntad de abandonar su
obispado ultramarino y recogerse a morir en algún convento
dominicano, órden a la que pertenecía. Este último viaje
estuvo rodeado de circunstancias adversas y a punto de
terminar en naufragio. En medio de una terrible tormenta los
barcos de la armada española, en uno de los cuales viajaba
Tomás, se vieron en trance de perecer, agitados por vientos
contrarios, entrechocando las naves entre sí con terrible
fragor, juguetes todos de olas inmensas que parecían
superarse de hora en hora. Hasta los marineros más avezados
abandonaron toda maniobra y daban ya por segura la muerte,
quedando extáticos sobre las cubiertas. Sólo se escuchaban
voces y lamentos impetrando a la divinidad y, sobre todo, a
la intercesión de María, la Estrella de los Mares, en la
cual todos cifraban las únicas esperanzas postreras. En esta
tesitura, el obispo Tomás se invistió de todos sus
aditamentos y apareció en la cubierta de la nave que le
transportaba. Con gran dominio de sí mismo instó a todos a
recogerse y rezar con él, hacendo acto de contricción de los
pecados, suplicando todos a María que abogara por ellos. Por
el momento el mar, lejos de aplacarse, pareció bramar con
mayor furia y mientras los clamores del fervor mariano se
elevaban en las trémulas gargantas todos pudieron ver con
ojos empavorecidos cómo una ola, mayor de todas cuantas
habían conocido, venía desde el horizonte, encampanándose
sobre el nivel del mar a una altura descomunal. En su cresta
se distinguía un objeto de contornos imprecisos que a todos
congeló de terror. ¿Monstruoso pez abisal sacado de sus
dominios por la furia del océano? ¿Delericto marino de
alguna nao hundida a quien la tormenta había despertado de
un sueño venerable?
Y ya la
ola, inmensa, amenazaba con romper sobre ellos cuando, en
medio de un horrísono lamento de todos los presentes que
invocaban el nombre de María, el bucle pelágico se disolvió
en inofensiva espuma y el objeto que levantó tantos temores
quedó plácidamente flotando junto a la embarcación. Se
trataba de la imagen de María.
©
Antonio Ruiz Vega
Museo judío
La
oferta cultural y turística se verá ampliada en la villa
berlanguesa con la creación de un Museo Judío. Si todo
discurre como está previsto, será para el próximo mes de
agosto cuando berlangueses y visitantes podrán acercarse a
este museo, que se instalará en una casa de las Juderías o
Yuberías, como se conoce a este barrio en Berlanga.
Junto
con las de Ágreda y Soria, las juderías de Berlanga fueron
las más importantes de la provincia de Soria. Cuando Alfonso
I el Batallador (rey de Aragón y Navarra, casado con una
infanta castellana, Urraca), repobló la zona, hasta donde a
veces llegaba la frontera entre los reinos castellano y
aragonés, se asentaron también judíos, quienes convivieron
pacíficamente, con los recortes propios de la época, en
relación con los cristianos. Allí vivieron pacíficamente,
hasta que las cosas comenzaron a ir mal con la llegada al
poder del primer Trastámara, Enrique II, quien no siguió la
política de su hermano Pedro I el Justiciero, considerado
protector de judíos y musulmanes.
Al
parecer, una parte de lo que desde el siglo XVI es
monasterio de Concepcionistas, fue en su día la sinagoga del
Barrio.
Casa de
Cultura Gervasio Manrique
La
Casa de Cultura de Berlanga de Duero será bautizada con el
nombre de Gervasio Manrique. Ya el grupo escolar de la
localidad llevó su nombre durante la II República, pero, en
la época franquista, fue sustituido por el de una virgen.
Manrique nació en Osona, localidad próxima a la villa
berlanguesa y ejerció de inspector de Enseñanza Media en la
década de los años treinta, del pasado siglo. En el Archivo
Local de Berlanga se guarda correspondencia sobre los
acuerdos tomados para nominar al centro pedagógico con su
nombre y agradecimientos varios, todos respondidos por
Manrique.
Hay
que recordar que Gervasio Manrique fue el padre de la esposa
del director de cine García Berlanga y, por consiguiente,
abuelo del fallecido Carlos Berlanga, cantante, compositor y
componente activo de la movida madrileña de los años
ochenta.
Gervasio Manrique
|
Toponimia y Vocabulario
Del
latín "Valeranica", derivado de "Valerius", gentilicio romano muy
antiguo usado también como nombre individual. Con el sobrenombre de "de
Duero",
Algunas
voces propias de Berlanga de Duero,
enviadas por nuestros
Colaboradores:
Juan José Blanco Ortega, Yolanda Isla, Jesús Crespo Serrano y Aurea Moreno
que podéis consultar en vuestro
Vocabulario
Soriano
(pulsar sobre la palabra para ir a la
definición)
A desoniche |
Ababol |
Ardacho |
Aulaga |
Barda |
Cazao |
Coción |
Dita |
Esbarar |
Escriño |
Figón |
Gallina ciega |
Gamello |
Grajilla |
Jarcia |
Lagotera |
Levantadera |
Llantal |
Llantas |
Marro |
Quebranto |
Tasugo |
|
|
Isabel y Luisa Goig, Diccionario de habla soriana |
Mapa
de la zona (27 KB)
Despoblados
¬
Cabreriza
y
Alconeza
La
senda del río Talegones (2)
La ruta de la resina
Caminar
por Berlanga y su tierra de Sur
Recetas de Berlanga
Fuentes
de Berlanga de Duero, José Ignacio Esteban
Leyendas
y
Tradiciones por Ángel Almazán
Berlanga
de Duero,
en el blog de Juan Carlos Menéndez
de
la parte Berlanga
Berlanga
de Duero - caminoSoria.com
Castillos de Soria -->
Berlanga de Duero
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