Mapa
de la zona (27 KB)

Durante siglos, y hasta el XIX, Berlanga de Duero ha
sido la cabeza de la comunidad de Villa y Tierra del mismo nombre. La
Comunidad de Berlanga la compusieron, además de la villa, veinte aldeas:
Abanco, Aguilera, Alaló, Arenillas, Bayubas de Abajo, Bayubas de Arriba,
Bordecorex, Brías (compartida con Gormaz), Cabreriza, Caltojar, Casillas
de Berlanga, Ciruela, Fuentelpuerco (hoy Fuentetovar), Hortezuela, Lumías,
Morales, Paones, Rebollo de Duero, Rello y La Riba de Escalote. En el
siglo XVI se desvinculó Rello para pasar a otra jurisdicción señorial.
Antes de 1594 se despoblaron trece aldeas pertenecientes a esta Comunidad,
según recoge el padre Gonzalo Martínez Díez en “Las Comunidades de Villa y
Tierra de la Extremadura Castellana” (1983). Estas eran: Alconeza,
Ardachosa, Navacería, Quintanar, San Gil de Pedroso, Santa Cruz, Tajarejo,
Talegones, Torre de Rollán, Torremocha, Vadorrey, Valparaíso y Villaseca.
Despoblados de Soria

Tal importancia histórica, que debía reflejarse en la
Villa, dio como resultado que, a lo largo de los tiempos, fueran diez las
iglesias que se asentaron en Berlanga de Duero, y hemos de pensar que todas
ellas serían de factura románica. Todas fueron demolidas para erigir la
Colegiata.
José María Martínez Frías, en “El gótico en Soria”
(1980), recoge un documento en que sólo se mencionan las parroquias de Santo
Tomé, San Facundo, San Andrés, San Miguel, San Gil, Santa María del Mercado
y la ermita de San Esteban. Cuando se tomó la decisión de edificar la
Colegiata, el abad y cabildo estipularon que en cada lugar donde antes se
levantara la iglesia quedara “una pequeña capilla u oratorio en señal de la
dicha yglesia que primero alli fue fundada e declaro e mando que conforme a
la dicha clausula quede en cada una de las dichas iglesias que ansi se
derribasen una pequeña capilla u oratorio, qual los señores Abad y Cabildo
quisieran dexar...”.
Con posterioridad una bula autorizó la edificación de
casas en los solares de las iglesias, por lo que, la ermita de la Soledad
tal vez sea el único oratorio que queda en Berlanga de aquella época de
esplendor histórico. Otro resto de aquellos templos románicos es el tímpano
policromado de la fachada del convento de Concepcionistas.
Don Gonzalo Martínez, en el libro arriba mencionado,
escribe, refiriéndose al despoblado de San Gil de Pedroso: “despoblado sito
en el término de Berlanga, cuyo nombre se ha olvidado totalmente, pero que
con gran probabilidad corresponde a la ermita de la Virgen de Carascosa y a
las ruinas cuyos vestigios se hallan en torno a la ermita, ya que su
situación corresponde a la zona donde se hallaba el despoblado según el
elenco de 1229 (...) muy cerca de la fuente se encontró una tinajilla con
monedas”. (1)
Por otro lado, Juan Manuel Bedoya en “Memorias históricas
de Berlanga” (1845), y refiriéndose a las ermitas “que ya están arruinadas”
(2) nombra a las de Santa Librada, cerca de Paredes Albas. San Cucufate,
mártir de Barcelona, hacia las Torres, donde se le canta una conmemoración
en las letanías. San Bartolomé, a pocos pasos de la Soledad, bajo el altillo
de San Sebastián. La de San Sebastián, donde ahora se ha puesto el
cementerio. La de San Francisco, más adelante, rodeando el cerro del
Coborrón. Junto con las de San Esteban y la Soledad (que menciona Martínez
Frías), la de Carrascosa (posiblemente la iglesia del despoblado de San Gil
de Pedroso), la de las Torres (antes capilla del hospital) y la de Paredes
Albas, son diez las ermitas reconocidas, por unos u otros historiadores,
pertenecientes al término de Berlanga de Duero a lo largo de su historia.
De estos diez pequeños templos, en la actualidad perviven
para el culto y se encuentran en buen estado de conservación, dos: la
Soledad y las Torres. Todavía se mantiene en pie, aunque en mal estado de
conservación y sirviendo para guardar ganado, la de Carrascosa. Pueden verse
los restos de una cuarta, la de Paredes Albas, integrada en el convento del
mismo nombre. De las otras seis sólo conocemos el nombre: Santa Librada, San
Cucufate, San Bartolomé, San Sebastián, San Francisco y San Esteban.
Paredes Albas

A
unos dos kilómetros de Berlanga, en la carretera que se dirige a Sigüenza,
frente a una cruz de piedra de nombre Martín Sanz, se levanta el antiguo
monasterio de la Orden de San Francisco, popularmente conocido como el
convento de Paredes Albas. Por los alrededores del edificio principal
aparecen restos de lo que fuera huerta y factoría de los frailes y un gran
estanque.
La ermita fue construida en los primeros años del siglo
XVI. Dice Martínez Frías: “Una vez fundada la ermita se hizo eremitorio de
la iglesia de San Juan de Letrán, de Roma, quedando anexa a ella, tal como
se desprende de las bulas expedidas al respecto, otorgando asimismo a los
Marqueses de Berlanga el patronazgo, administración y regimiento de la
misma”. Firmado por la reina Juana I, en 1513, se conserva un documento de
juro perpetuo (pensión perpetua) de dos mil maravedíes de renta anual para
la capellanía de la ermita erigida por la duquesa.
En 1633 se obtuvo autorización real para la fundación de
un convento de frailes franciscanos, y estos utilizaron la ermita como
cabecera de la iglesia. Antes de la obtención de la autorización, hubo
pleitos entre el marqués y el Ayuntamiento por un lado y el Cabildo por
otro. La ermita de Paredes Albas tuvo sirvió de capilla mayor, conservándose
todavía algunos de sus elementos góticos.
El Dr. Juan Manuel Bedoya afirma que fue el VI duque, VII
condestable, V marqués, quien, secundando los deseos de su padre, don Juan,
fundo en 1636 el convento, donde se veneraba la virgen de Paredes Albas.
“Puso órgano, libros cantorales en el coro, adornó la iglesia, proveyó la
sacristía de ropas y todos los utensilios necesarios, de que se conserva una
lista muy circunstanciada. En este estado otorgó su testamento y escritura
de fundación en Segovia a 19 de agosto de 1636, consignando para ello quince
mil ducados en tres años”. Se sostuvo con limosnas y cierto número de
fanegas de trigo y maravedises que los patronos estipularon fueran
destinados a la manutención del convento.
Hasta la Guerra de la Independencia (1808) solía haber
doce o pocos más religiosos profesos (incluso algunos legos). “Los
sacerdotes servían a la villa y pueblos circunvecinos en el confesionario y
la predicación particularmente en Adviento y Cuaresma y en las enfermedades
ausencias y vacantes de los párrocos”.
Fue desamortizado en 1836, pero más tarde el convento
sirvió de colegio, y a él acudían niños y niñas de Berlanga.
En la puerta principal pudo verse, hasta el principio de
la década de los años noventa, el escudo de la Casa de Frías. Alguien,
amparándose en la noche y la soledad del paraje, se lo llevó, como tantos
otros expolios de la provincia.
Nuestra Señora de Carrascosa

A
unos cuatro kilómetros de la villa, en la carretera de Soria, aparece en
un altozano la ermita de Nuestra Señora de Carrascosa, conocida entre los
berlangueses como “Carrascosita”. A ese paraje, con pinos y una fuente
como es habitual en casi todas las ermitas, han acudido los berlangueses,
ya en romería, ya a merendar en grupo. Antaño, todas esas tierras estaban
plantadas con vides. A principio del siglo XX está documentado que se
celebraba “la tradicional función religiosa” en conmemoración de San
Lázaro, con rezo de rosario y sermón. Después se repartía entre los pobres
la limosna acostumbrada.
De fecha 11 de agosto de 1715 se conserva la escritura de
obra para la reparación y construcción de casa aneja en la ermita, tal vez
sobre la que según don Gonzalo Martínez, perteneció al antiguo poblado de
San Gil de Pedroso. Firmaron la escritura “Francisco Martínez Bulsemina
vecino de la villa de Almazan y estante al presente en esta de Berlanga
maestro de albañilería y carpinteria como principal, Miguel Calvo y Simon
Calvo maestros de dicho arte, Juan Rubio Morales, Tomas Alcalde y Bartolome
de Utrilla todos vecinos de esta dicha villa, como sufradores y cumplidores
juntos juntamente y de mancomunidad por uno y cada uno de nosotros por si y
por el todo (...)se remató la obra y reparos que se han de hacer en la
hermita de nuestra señora de Carrascosa estramuros de esta villa de quien es
patrono esta dicha villa como mejor postor en precio de 700 reales de
vellon...”. (3)
La
ermita de Nuestra señora de Carrascosa, popularmente conocida como Carrascosita, yace
casi en ruinas, convertida en taina, en un paraje rodeado de pinos con fuente y
merenderos. Pero antaño se iba en romería hasta ella. Hará unos cincuenta años, una
campana mató a Doroteo; se descolgó mientras repicaba y cayó encima de él en la puerta
de la ermita; a pesar de ello, los berlangueses eran y siguen siendo muy devotos de la
virgen de Carrascosita. Muchas han sido las veces, a lo largo de su historia, que la
imagen ha salido en procesión por las calles de Berlanga, a petición de los vecinos y
autoridades, para tratar de conseguir que llegara la deseada lluvia. En una ocasión la
llevó hasta el pueblo el tío Zangarriana, lo que dio lugar a una coplilla: "Virgen
de Carrascosita/ a qué tiempos hemos llegado/ que te ha traído "el
Zangarriana"/ entre patatas y nabos". (Isabel y Luisa Goig Soler, Soria pueblo a pueblo)
Restauración
de la ermita de Carrascosa
Soledad

La
ermita de la Virgen de la Soledad es el único edificio que, según Martínez
Frías, podría haberse mantenido de los que se construyeron en el solar de
una antigua parroquia. Está al cuidado de la cofradía de la Vera Cruz, y
por el Dr. Bedoya sabemos que los pasos o imágenes de la Pasión del
Redentor que estaban en ella y servían para las procesiones de Semana
Santa, fueron quemadas en noviembre de 1808 por el ejército de Napoleón
para calentar los ranchos.
Martínez Frías dice de esta ermita-humilladero (4) que es pequeña, bien
proporcionada, de planta cuadrangular y aparejo de tosca mampostería en el
exterior, a excepción de los estribos colocados en los ángulos en donde se
hace uso de sillares bien trabajados. La puerta de doble ingreso es de
sencillos arcos de medio punto, sostenidos por pilastras. Tuvo un porche
que protegía la entrada. Está datada en el segundo cuarto del XVI.
Se ubica a la salida de Berlanga, al pie del cerro del
cementerio, donde existió otra ermita, la de San Sebastián. Muy cerca de la
Soledad se ha instalado recientemente la picota gótica.
Virgen de las Torres

La
ermita de la Virgen de las Torres se sitúa frente a la Puerta de Aguilera,
una de las que cerraba la villa. Fue la capilla del hospital de San
Antonio, anejo a ella y mandado edificar por los condestables de Castilla,
duques de Frías y marqueses de Berlanga, señores que fueron de la villa
berlanguesa hasta la abolición de los señoríos. El retablo es barroco y
sirve de marco a la imagen policromada, sedente, con niño en brazos, por
la que los berlangueses sienten una gran devoción, celebrándole fiesta el
24 de septiembre, con procesión, salve cantada en el monasterio de
Concepcionistas y subasta de banzos y quitada de manto.
El hospital se mantuvo en pie hasta los años setenta,
cuando se derribó para construir en su solar viviendas de protección
oficial. Se conservó, no obstante, parte de su fachada y la enorme chimenea
de la cocina, alrededor de la cual se sentaban los pobres para tomar la sopa
del peregrino y descansar en el camino. Le cupo el honor de recibir a San
Francisco de Borja, 4º duque de Gandía antes de tomar los hábitos de la
Compañía de Jesús, quien prefirió la compañía de los pobres a la de su noble
familia en la fortaleza o palacio de la villa.
Según Don Juan Manuel Bedoya: “El señor obispo de Zamora
D. Francisco Zapata, concedió cuarenta días de indulgencia por cada paso que
se dé con ánimo de ir a visitarla a su capilla”.
(1) Puesto que la ermita de Carrascosa fue construida en
1745, sobre otra más antigua, hay que pensar que se refiera a la anterior
ermita.
(2) Esto nos hace pensar que, aunque arruinadas, quedara algún vestigio, por
lo que, o son otras distintas a los oratorios que mandaron hacer en lugar de
las parroquias, o no para todos estos oratorios se concedió bula a fin de
construir sobre los solares.
(3) El documento se conserva en el Archivo Histórico Local de Berlanga de
Duero.
(4) Diccionario de autoridades: “lugar devoto, en el cual hay colocada
alguna imagen de Cristo Señor nuestro, de Nuestra Señora, de algún santo, o
de la Santa Cruz, el cual suele estar en los caminos o en los extremos de
los lugares. Diósele este nombre por que allí se postran los pasajeros para
hacer oración”.
© Isabel Goig
y Leonor Lahoz
(artículo publicado en el nº 12 de la revista Arévacos)
Las fotografías son © de Juan-Luis de Sorondo
Censo
de ermitas de Soria, Juan-Luis de Sorondo
Ermitas
de Soria
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