FERIA
DEL ACEBO ONCALA 2023 – Mancomunidad de tierras
altas de Soria
Inscripciones Visita Acebal de Oncala y Talleres Varios 2022 –
Mancomunidad de tierras altas de Soria
Oncala,
Otoño en Tierras Altas. Diciembre 2018
VIII Feria del Acebo en Oncala, Diciembre 2015
Oncala, mucho más
que acebo
“Reunidos a
campana tañida, como lo tenemos de costumbre”, que dicen los documentos
antiguos, los oncaleses, un año más, otro esfuerzo más, dan la campanada
de salida para las celebraciones navideñas. Nada sería igual en Soria y
sus tierras, sin este evento convertido ya en costumbre, que este año,
con el sol y la buena temperatura a su favor, ha reunido en torno a él a
centenares de personas.
El pueblo mismo,
sin el evento festivo-religioso, luce limpio y cuidado, verde el entorno
todavía pese al invierno, tan temido otros años. Nada más real que los
pastores de Oncala haciendo al Niño sus regalos. Bellísima estampa hasta
para los más reacios a la celebración de las fiestas navideñas. Nada
tiene que ver esta sencilla y hermosa representación con las chillonas
luces de neón y las no más recatadas voces saliendo de los altavoces,
mezclando zéjeles con anuncios de nécoras o coches teledirigidos.
Alegría, sencillez y autenticidad es lo que puede vivirse, año tras año,
el puente de primero de diciembre en Oncala.
Y junto a ello,
las muestras de acebo, tan propio de nuestras Tierras Altas. Unos
árboles que tanto sirven para cobijar en sus entrañas a animales que
huyen de la mosca, como a gnomos de la inventiva infantil. O liga para
cazar pájaros. Con sus drupas rojas, adornos navideños. Y muy
importante, nadie se puede llevar los árboles, ni los frutos estos
últimos años, atentos los serranos a ello.
Felicidades a los
oncaleses, a quienes volveremos a felicitar al inicio del verano, cuando
entren las merinas.
VI Feria del Acebo en Oncala, Diciembre 2013
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El pueblo de Oncala
que ya, desde la primera visión del mismo desde el Puerto, tiene aspecto
de Belén, volvió a congregar, un año más, a cientos de personas en la VI
Feria del Acebo y Productos Navideños. Es el resultado de las cosas bien
hechas y de la implicación de todo el pueblo.
Hemos escrito mucho
sobre este pueblo, la novela
“La vida entre veredas” transcurre en él, conocemos a sus
habitantes, pero añadiremos algo más por si alguien no lo recuerda.
Oncala, con
Ayuntamiento propio que agrupa a los pueblos de El Collado, Navabellida
y San Andrés de San Pedro, ronda los cien habitantes, cifra que, para un
municipio de Tierras Altas no es demasiado baja. Fidel Las Heras es el
joven alcalde de Oncala. A más de mil trescientos metros de altitud, la
actividad más importante de este lugar fue la trashumancia de merinas a
tierras del Sur. En su término nace el río Linares, con el nombre de
Mayor, que discurre por una zona donde casi todos los pueblos están
abandonados, entra en tierras de La Rioja que antaño fueron de Soria, y
desemboca en el río Ebro. Tiene Oncala dos barrios. En el de arriba, La
Revilla, se asienta la iglesia del patrón San Millán, y en el de abajo
la ermita de la Virgen del Pilar, patrona. Tenía una ermita (que estamos
investigando dado la abundancia de documentos que van apareciendo en el
AHPSO a lo largo del siglo XVII y XVIII), llamada de Nuestra Señora de
Honcala, con santero y abundantes bienes, de la que solamente resta un
viejo edificio en ruinas llamado “el caserón de la Virgen”. Y tiene
acebo en su término, pequeños árboles, también arbustos, de los que
podan ramas y dan lugar a la Feria del Acebo celebrada el fin de semana
del puente de la Constitución.
Durante dos días en
los que el tiempo acompañó, Oncala ofreció a todos los que se acercaron
hasta allí suficientes actividades para acaparar la atención de niños,
medianos y maduros. Este año con el añadido de una pista de patinaje
sobre hielo para los chavales.
Junto a los ritos
navideños, los oncaleses recrearon las costumbres y los oficios de
aquellos años en los que el pueblo se hallaba nutrido de habitantes, en
especial en verano, cuando los trashumantes llegaban de extremo.
Religiosidad y costumbre siempre unidas, imbricadas.
Por unos días, y
hasta que las merinas, allá por junio, hagan su entrada en el pueblo
–este año toca Oncala- el sol, el colorido, los niños corriendo por
calles y praderas, las mesas del bar ocupadas, los nobles y jubilados
trashumantes, algunos apoyados en las cayatas, sonrientes, nos hacía
pensar en tiempos no tan lejanos.
Todos trabajan esos
días en el pueblo. Unas lavan la ropa, otros atienden la vieja taberna,
aquí el barbero, allá el merinero guisando caldereta, cerca amasan el
pan que será signado, el herrero endereza las herraduras, y las mujeres
a la luz del candil hacen filandones o hilorios, que en Oncala llaman,
con toda propiedad, trasnochos. Todo ello enmarcado por casonas de
piedra perfectamente restauradas, calles empinadas y adoquinadas, el muy
digno Museo Pastoril, y arriba, como observatorio, la iglesia de San
Millán, que guarda en sus paredes unos tapices de la escuela flamenca
regalados por un mecenas local.
En la nave del
Ayuntamiento, cerca del bar, se pueden comprar los productos de la zona
de Tierras Altas: embutidos, queso, miel, acebo, cardo rojo de Ágreda, y
tomar un caldo o un perolo que han hecho las mujeres de Oncala, además
de otros productos navideños que llegan de lugares más remotos.
Excursiones al
acebal, patinaje para niños, en fin, un fin de semana especial, gracias
a todos los oncaleses y a la Mancomunidad de Tierras Altas.
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