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Al Oeste de la
provincia de Soria y recorrido su término por tres pequeños ríos, se
asientan unos interesantes enclaves de población que limitan con Burgos
y comparten con esa provincia castellana historia y costumbres. Los ríos
son “Güezo” o Espejón, Pilde y Perales. Los dos primeros son
subsidiarios del tercero, al cual se unen en tierras de Burgos para,
juntos, ir a desembocar al Duero. Estas aguas movieron, sólo en Espejón,
4 molinos harineros y una fábrica de luz.
En el interior de esta
comarca natural, limitada al Este por la
sierra de Nafría, sobresalen, entre
otros núcleos más pequeños, Fuentearmegil, Fuencaliente del Burgo, Alcubilla
de Avellaneda, Alcoba de Torre, Espeja de San Marcelino y Espejón, el más
septentrional. El entorno natural está compuesto por el enebro, la sabina,
la carrasca, el roble y el pino, este último, sobre todo, en Espejón,
acompañado por un rico sotobosque donde abundan las plantas medicinales
utilizadas desde antiguo por los habitantes de estas tierras, y entre las
que sobresalen la manzanilla real, malva, hinojo y árnica. El terreno,
calizo, propició la formación de una sima conocida como “la torca de
Fuencaliente”, en el límite del término de este lugar con el de Santa María
de las Hoyas, sobre la que circulan leyendas, propias también del mundo
rural que pertenecen al acervo cultural y están relacionadas con las
fuentes, los ríos, las profundidades y la naturaleza.
Muchos son los
manantiales que nutren a estos pequeños ríos arriba mencionados. Alcubilla
de Avellaneda es conocida como “el pueblo de las cien fuentes”: Carrascada,
el
Hompreduelo, el Cubo, el Cirujano, la Calleja... Grupos de dos y tres
manaderos, tipo ojo, algunos en fincas particulares, que dejan sus aguas en
el Pilde.
Desde la sierra de
Nafría llega el agua del mantial de la Ermita, que debe su nombre a la
ubicación junto a la de la Virgen de los Remedios, en Fuencaliente del
Burgo. Riegan estas aguas unas pequeñas zonas de cultivo que producen
exquisitos, finos y pequeños garbanzos y alubias, que sirven para el gasto
de casa ahora, y en su día para aliviar la economía familiar.
Perteneció esta zona a
la Merindad de Santo Domingo de Silos. Las viejas tierras cristianas en el
siglo VIII se agruparon en merindades y todas juntas formaron la Merindad
Mayor de Castilla o Castilla a secas, uniéndose después a las Comunidades de
Villa y Tierra que formaron las tierras de extremos o Extremadura
Castellana. En lo eclesial se repartieron entre los arciprestazgos de San
Esteban y Osma. Fueron estas tierras, en alguna época de la Historia, del
señorío de los Avellaneda, después titulados con condados y marquesados y
relacionados con otros títulos en una maraña de enlaces matrimoniales
difícil de desentrañar.
Mantienen estos pueblos,
o practicaron años atras y ya se han perdido con la emigración, tradiciones
sorianas, rurales, que los unen. Destacan el canto de las albadas en las
bodas. Las enramadas a las mozas por parte de los mozos enamorados. La
pingada del mayo, ya fuera en las fiestas o con motivo de la visita del
obispo. El reinado. Las hogueras. Las hacenderas o azofras que propiciaban
la reunión de todo el vecindario alrededor del vino que pagaba el
ayuntamiento bebido en tazas de plata, una vez transcurrida la jornada de
trabajo comunitario. El baile de la rueda. Las cencerradas. El pago del
piso, entrada a mozo o a vecino... Otras costumbres sólo se practican en la
zona del Oeste, y se trata de prestaciones de la vecina y hermana tierra de
Burgos, como el canto de las marzas la noche de 28 ó 29 de febrero al 1 de
marzo. Unidas a estas más generales, cada lugar tiene las suyas propias,
como veremos.
Fuentearmegil
Fuentearmegil
En Fuentearmegil nació
el caballero Pero Núñez de Fuentearmegil, señor de la villa y alcaide del
castillo de San Esteban, a quien le cupo el honor de liberar al rey-niño
Alfonso VIII, protegido en Soria, y moneda de cambio para las ambiciones de
su tío el rey leonés. Siglos más tarde, las tierras de las localidades que
ahora forman el término (Fuencaliente, Santervás y Zayuelas), mas el
despoblado de Rivalva con Fuentearmegil a la cabeza, pasaron a manos del
conde de Adanero y marqués de Castro Serna, al parecer de forma fraudulenta,
ya que su administrador registró tierras, casas y hasta edificios religiosos
a nombre del conde, a finales del siglo XIX. Hay que decir que cuando esta
anotación se llevó a cabo en la notaría del Burgo en 1886, los colonos
tomaron cartas en el asunto denuciando el hecho. En 1924, después de haber
formado un sindicato, los vecinos compraron a los nobles todas las tierras y
sus casas por seiscientas mil pesetas.
La iglesia parroquial
está dedicada a San Andrés y tanto en su interior como exterior se pueden
ver restos de arquitectura árabe y románica, entre los que destaca el
magnífico artesonado mudéjar de la nave del templo. En la plaza de la
iglesia han colocado la picota o rollo, símbolo de la villa y de poder
jurisdiccional, y alrededor, enrolladas, unas largas cadenas que, casi con
seguridad, servirían para sujetar a los reos a la picota. Tienen una ermita,
dedicada a San Roque, y otra en el despoblado de San Juan de Cañicera,
dedicada a San Juan Bautista; este despoblado reparte su tierra entre
Fuentearmegil, Guijosa y Alcubilla de Avellaneda.
Son los habitantes de
este alegre lugar muy aficionados a la música popular, tal vez por que un
grupo de gaiteros con el nombre del pueblo, es el encargado de animar las
fiestas, no sólo de Fuentearmegil, sino de muchos lugares y eventos de la
provincia. Forman parte de esa música popular las albadas, cántico del común
muy extendido, que sería definida en Muriel de la Fuente como: “monumento
histórico-rural”. La de Fuentearmegil, comienza así: “A esta puerta hemos
llegado, guiadas por un lucero, sólo por venir a ver los recién casados
nuevos”.
Fuencaliente del Burgo
Fuencaliente del Burgo
Muy cerca de
Fuentearmegil, de cuyo ayuntamiento depende, se ubica Fuencaliente del
Burgo. Está documentado que Urraca de Avellaneda –familiar de los más tarde
condes de Castrillo- fundó un monasterio en este lugar. Parte de las ruinas
pueden verse en el cementerio, mezcladas con las sepulturas.
Este monasterio de
monjas bernardas, llamado de Nuestra Señora del Valle, fue construido a
finales del siglo XIII. Se sabe que en 1550 ardió el edificio y que sería
levantado de nuevo gracias a la munificencia de los Avellaneda y del obispo
don Pedro de Acosta. Pero en 1587, siguiendo las órdenes del Concilio de
Trento, las monjas bernardas se trasladaron a Aranda de Duero. Llevaban con
ellas la imagen de la Virgen del Valle y los restos de los Avellaneda que
habían sido enterrados en el monasterio.
Espeja
de San Marcelino
Espeja de San Marcelino
Además
del entorno natural que comprende canteras de jaspe en el paraje “Las
Hoces”, ahora sin explotar, pero muy importantes en su día (de ellas salió
mineral para la catedral de Osma y otros templos en Madrid), puede verse en
el centro de la villa la Iglesia parroquial de La Asunción, del gótico final
y principio del renacimiento, y el rollo jurisdiccional, en la plaza, junto
a la iglesia, verdadero museo donde han ido a parar restos del convento de
Jerónimos y donde destaca la imagen de la virgen que perteneció a un retablo
anterior del que en la actualidad se muestra.
En su término se
encuentran las ermitas de Santa Ana y San Roque y el despoblado de San
Asensio o San Asenjo, habitado hasta entrado el siglo XX, del que Madoz
decía que “tiene escasa ventilación y su clima es húmedo en demasía y
propenso a tercianas y fluxiones”.
Se asientan los restos
del monasterio de Jerónimos, dedicado a Santa María. Aunque pertenecen
administrativamente al ayuntamiento de Espeja, el solar pertenecía a
Guijosa. Sobresale el hastial de los pies que reta a la gravedad y marca el
paisaje. Fue fundado en 1402, por Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma,
aunque los monjes residían antes de la fundación en una ermita habilitada
para tal fin, de nombre Santa Agueda. Desde el principio de la fundación
fueron los frailes los encargados de atender las iglesias de la jurisdicción
de Espeja, hasta mediados el siglo XIX, cuando desapareció el convento a
causa de la Desamortización. Al convento de Jerónimos llegarían los huesos
de San Marcelino, reliquias que pasarían, una vez desaparecido el convento,
a la parroquial de Espeja, donde se veneran y a las que se dedican las
fiestas de la villa.
La iglesia del
monasterio fue construida gracias a la familia Avellaneda, algunos de cuyos
miembros fueron enterrados en ella, en sepulcros de alabastro y jaspe de la
zona, expuestos en la actualidad, según Martínez Frías, en Alcalá de Henares
y en el Museo Nacional de Escultura, de Valladolid. Loperráez dice que junto
al monasterio los condes de Castrillo tenían un pequeño palacio adosado a la
capilla mayor y al lugar de su enterramiento, que se comunicaba, por
balcones, con el presbiterio, desde donde seguían las ceremonias religiosas.
Espeja de San Marcelino
es un pueblo que, tal vez gracias a su proximidad con la provincia de Burgos
y otros lugares más poblados que los de Soria, conserva muchas de sus
tradiciones. Diremos algo primero de las que se perdieron, por orden de la
iglesia, en el siglo XVIII: las rondas, los bailes de Semana Santa y los
ilorios. Esta costumbre, derivada de hilar, a la que han dejado sin hache,
en principio, fueron reuniones durante el invierno de mozas casaderas en
casa de una de ellas (por turnos) con el fin de hilar y conversar (algo así
como los trasnochos de la zona de trashumancia). Con el tiempo se juntaron
con ellas los mozos (con certeza vigilados tanto unos como las otras por
toda la familia), pero costumbre pecaminosa a los ojos de la Iglesia. En la
actualidad siguen celebrando las patronales los primeros días de junio (se
han resistido a trasladarlas a agosto) en honor de San Marcelino, a cuya
imagen le bailan la jota de cara. Para Todos los Santos corren una machorra
y después la guisan para merendar en comunidad.
Espejón
Hace
algunos años ya, unos siete, que se vuelve a trabajar en las canteras a
cielo abierto de mármol de Espejón, que ya estuvieron en explotación en la
época de los romanos y, más tarde se usó para la catedral del Burgo de Osma
y otros lugares. El más preciado es el rojo espejón almendrado, pero también
se obtienen dos variedades de amarillo y uno grís.
Alrededor de doscientos
habitantes viven en esta villa. Entre ellos hay carpinteros y artesanos del
mármol, pero es la recolección de hongos lo que anima la economía. Alrededor
de la virgen de los Brezales o Berezales, cobijada en la ermita del mismo
nombre, se reúnen los mozos, y al de la Maristela los casados, juntos, el
domingo de Pentecostés, para bailar la jota maristela o levadura de cara a
la virgen, en una fiesta organizada por los mozos, quienes son los
encargados de concinar la olla de mayo, caldereta que se degusta en
comunidad.
Las marzas de Espejón
Alcubilla
de Avellaneda
Alcubilla de Avellaneda
Según
Loperráez Corvalán, la corta distancia que media entre Alcubilla y Clunia,
su buen terreno y la abundancia de agua, incitaría a los habitantes de la
ciudad de Clunia a edificar “quintas, jardines y huertas para recreo y
comodidad de las interperies”. Avala esta teoría la aparición de
inscripciones romanas, medallas y otros restos, asi como espadas de cobre
“extrañas y muy bien executadas, de un temple tan fuerte, que cortaban
madera como las de acero del día. Una de ellas se conserva (o al menos se
conservaba en 1788) en la Armería Real de Madrid. Piedras con inscripciones,
algunas sustentando una pequeña y arruinada ermita, transcritas por
Loperráez, dejan constancia de las familias patricias romanas que tuvieron
relación con Alcubilla de Avellaneda.
Fuentes
y Manantiales de Alcubilla de Avellaneda, José Ignacio Esteban:
>
Fuente de
Abajo >
Fuente de
las Perdices >
Fuente de
Santa Bárbara >
Fuentes
de la Tejera >
Fuente de
Hompreduelo >
Ojos del Regachal >
Fuente de
Los Ojos >
Manantial del Lavadero
>>>
Hay muchas más Fuentes
con ficha y foto
Se mantiene desde 1575,
incluso está siendo restaurado, el palacio de los Avellaneda, que dan
apellido a la villa. La iglesia parroquial de tres naves, edificada en 1756,
conserva una torre del 1658. Está dedicada a Santa María Magdalena. Su
interior alberga la imagen de la titular y un interesante relicario. Como
dato histórico apuntaremos que de las dos piezas, hechas en madera de pino,
fue artífice Pedro de Macarredo, y fueron talladas entre 1613 y 1615,
costando 900 reales cada una.
Del bullicio propio de
las zonas rurales, abundantes de niños en los años sesenta, apenas queda el
recuerdo de la festividad de Todos los Santos con carneros adornados
corriendo por las calles perseguidos por la chiquillería. Todavía recuerdan
al Perico Pajas y a la tarasca de los Carnavales recogiendo la gallofa con
las fauces la calavera de un burro.
Alcoba de la
Torre
Alcoba de la Torre
Muy
cerca de Alcubilla y dependiente de su ayuntamiento, Alcoba de la Torre
arrastra triste historia por haber sido castigada en dos ocasiones a manos
del caudillo Almanzor. La primera en 985 por haberse sublevado y la segunda,
cuatro años después, cuando fue sitiada y definitivamente arrasada. De
aquella Alcoba medieval pueden verse restos de lo que fuera castillo. La
iglesia está dedicada a san Román y a él le celebran fiesta, en agosto,
danzando de cara al santo un baile similar a la jota castellana. Del retablo
hecho en 1632 sólo queda la talla de la Virgen del Rosario y el armazón del
relicario con las pinturas, según recoge don José Arranz.
Fuentes
y Manantiales
de Alcoba de la Torre, José Ignacio Esteban:
>
Pilón de Alcoba de la Torre >
Manantial el Canalizo >>>
Hay más Fuentes
Todavía cultivan algo de
viña y de esa actividad conservan lagares y bodegas excavadas en la roca,
esos hipogeos pétreos y frescos, en cuyo interior o alrededor de él se
reúnen las familias, los amigos, los invitados y los conocidos (que acabarán
siendo amigos) a comer buen jamón, chorizo de la olla, tal vez unas chuletas
a la brasa y todo regado con el vino acidillo y fresco que no altera la
crítica de la razón pura, como diría Gaya Nuño.
También al presente
pertenece, pues ha sido rescatada, una celebración en la que colaboran todos
los habitantes, se trata de la escenificación de la Pasión, seguida paso a
paso por las distintas estaciones del Via Crucis.
Mencionaremos siquiera
la ermita que llaman de La Cava, en un pequeño otero, cerca de Guijosa, y
que tal vez fue la iglesia del despoblado de Las Cabañuelas, próximo al
edificio. Podría datarse en el siglo XII y es uno de los dos restos
románicos de la zona. El otro está en la iglesia parroquial de Quintanilla
de Nuño Pedro, sobre el altar mayor se conserva una bóveda de medio cañón,
resto de la primitiva iglesia, que podría ser prerrománica. Y el Coto
Redondo de Zayas de Báscones, noblemente demarcado por mojones con la corona
de vizcondado propia del vizconde de Eza, propietario que fue del coto, y en
la actualidad de Isidora Postigo, presidenta de AMFAR, y su familia. Madoz
indica la existencia, dentro del término de Zayas, de la ermita de san
Bartolomé.
Bibliografía
Arranz Arranz, José.
“La escultura romanista en la Diócesis de Osma-Soria”. Edición propia.
Soria, 1986.
Goig Soler, Isabel.
“Fuentes, fuentecillas y manantiales de Soria”. Edición propia. Soria, 1997.
Goig Soler, Isabel y
Luisa. “Soria pueblo a pueblo”. Edición propia. Soria, 1996.
Loperráez Corvalán,
Juan. “Descripción Histórica del Obispado del Burgo de Osma”. Tomo II.
Edición facsímil de 1788. Ediciones Turner. Madrid, 1978.
Martínez Frías, José
María. “El gótico en Soria”. Publicaciones de la Diputación provincial
de Soria. Temas sorianos número 1. Soria, 1980.
Madoz, Pascual.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico. Soria”. (1845-1850). Edición
facsímil. Ámbito Ediciones, 1984.
Palacios, F. y Frías
Balsa, J.V. “Monasterio cisterciense de Nuestra Señora del Valle”.
Edición propia. El Burgo de Osma, 1978.
©
Isabel Goig Soler
Entre los ríos Pilde,
Cañicera y Perales
Fuentearmegil
Espeja de San Marcelino
Alcubilla de Avellaneda
Alcoba de la Torre
Fuencaliente del Burgo
Las marzas de Espejón
Espejón, el mármol de la corona
Fuentes
de Espejón, José Ignacio Esteban
Fuentes
de Espeja de San Marcelino, José Ignacio Esteban
Fuentearmegil
- Eutiquio Cabrerizo
Fuentearmegil,
en el blog de Juan Carlos Menéndez
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Alcubilla de Avellaneda
Web
de Espeja de San Marcelino - Tito García
Espejón
- caminosoria.com
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