Habitantes censados: 53. Altitud: 979.
Lugar.
Su ayuntamiento está agrupado al de la villa de
Fuentearmegil.
Acceso:
N-122 hasta Burgo de Osma. SO-920. Kilómetros: 83.
Gentilicio: fuencalientinos.
Industria: regadío: judías pintas y patatas para la economía
doméstica. Cereal: trigo, cebada, avena y centeno. Ganadería: lanar.
Vegetación: carrasca, enebro y sabina. Milenrama, para las
hemorroides y el reuma; llanten, depurativa; verbena, para la digestión;
diente de león, depurativa; cola de caballo, diurética; té, manzanilla y
poleo. Dos manantiales, tipo ojo, que se usan para el riego, y varios
arroyos: "de la Estacada", del "Cuerno", de "La Hoz" y de "La Veguilla".
Sima de la torca.
Fiestas
principales: 13 y 14 de octubre.
Tradiciones perdidas: bailaban la rueda. Tradición de gaiteros.
Guiso
típico: judías pintas guisadas.
Generalidades: Ermita de la virgen de los Remedios, junto al
manantial del mismo nombre. Iglesia de la Purísima Concepción. Ruinas de
un monasterio de Bernardas en el cementerio. Fue coto redondo del conde
de Adanero y marqués de Castro Serna.
El topónimo indica la
cualidad del agua de su manantial-caliente- que da nombre al pueblo. En
cuanto a "del Burgo" habla de dependencia de un lugar mayor o fundado
con anterioridad.
Canción
popular a las mozas
"Sabadico
por la tarde
por tu huerta me paseo
y domingo por la mañana
me paro en el cementerio
para ver cómo vas a misa
con tu talle y tu meneo
y hasta los casados dicen:
¡Quién
pudiera ser tu dueño!
Y a la
entrada de la iglesia
entras con gran silencio
y al tomar agua bendita
sólo tomas con los dedos.
Al
hincarte de rodillas
tres golpes diste en el pecho"
©
Isabel y Luisa Goig, Soria pueblo a pueblo
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para ampliar las
fotos
Fuencaliente del Burgo
y las cosas de otra época
Durante el fin de semana del 11 y 12 de agosto, los pueblos que componen
el municipio de Fuentearmegil:
Fuencaliente
del Burgo, Santervás,
Zayuelas y el propio Fuentearmegil, revivieron oficios antiguos y
tradiciones perdidas, para todo aquel que quisiera acercarse. Este
interesante rincón de la provincia de Soria, que formó parte de la
Merindad de Santo Domingo de Silos, tiene una historia más reciente, la
adquisición del llamado “Coto de Fuentearmegil”,
resumida por José Vicente Frías e Isabel Goig en su “Aproximación al
estamento nobiliario soriano”, inédito:
Aunque la información posesoria del coto redondo de Fuentearmegil
fue llevada a cabo en 1885, la venta a los vecinos no se efectuó
hasta el 2 de abril de 1924, siendo señor de los dos títulos,
Álvaro María de Ulloa y Fernández Durán, casado con María
Cristina Ramírez de Haro y Chacón, con domicilio en Madrid y
diputado por el distrito de Santa María de Nieva en 1919. Era este
conde de Adanero y marqués de Castro Serna, además de propietario
del coto referido, beneficiario de un censo de 3.000 pts. de capital
y 90 de réditos anuales en Aranda de Duero, sobre la mitad de una
casa en la calle Empechada nº 11. En Arandilla poseía un censo
perpetuo de 4.830 pts. de capital y réditos anuales de 35 fanegas de
pan por mitad de trigo y cebada, constituido por el concejo y
vecinos de Arandilla que gravitaba sobre tierras de 48 fanegas de
sembradura.
Según el librito al que nos hemos referido más arriba, los
habitantes de la zona de la que el noble era propietario,
Fuentearmegil y agregados, no guardaban de él buen recuerdo. Ya en
1885, cuando el noble se declaró propietario, Juan José de Pablo
Romero protestaba de que también hubiera inscrito a su favor
iglesias, casas y huertos parroquiales. Años antes, el 21 de febrero
de 1852, Florencio Romero, alcalde constitucional del distrito de
Fuentearmegil; Lorenzo Ortiz, teniente de alcalde; Antonio Romero,
regidor y Pedro Rejas, pedáneo de Fuencaliente, informaban que
Gumersindo Vicente Ramo, en nombre del conde de Adanero, había
presentado, en el Juzgado de El Burgo de Osma, expediente de
desahucio de cierto terreno que dice pertenecerle en los términos de
Fuentearmegil y sus aldeas.
Por otro lado los contratos, que se firmaban con los condes cada
seis años, merecieron también la reprobación de los vecinos. Nada
en absoluto era suyo -de los vecinos- de cuantas fincas
rústicas y urbanas había en el coto, ni la casa en que vivían, ni
los propios estercoleros de sus ganados, y si se mejoraban las casas
sería a cuenta de los vecinos y si se construían nuevas, aun con la
autorización del conde pero del peculio particular de los colonos,
todas las mejoras y todos los nuevos edificios quedaban de la
propiedad del conde. Es más, no le bastaba al conde o a su
administrador el que la renta se depositase en el lugar que
disponían aquéllos dentro del Coto de Fuentearmegil, sino que además
se les obligaba a trasladar dichas rentas nuevamente a donde
disponían. Ni un sólo vecino o colono podía cazar, el contrato
cerraba la puerta para que, aun queriendo ponerse al amparo de la
ley, no pudieran utilizarlo; en cambio gentes extrañas a los
colonos, a presencia, ciencia y paciencia de éstos, cazaban cuanto
les daba la gana.
Durante la 2ª mitad del siglo XIX el conde endureció las condiciones
de cesión a los vecinos en los contratos de arrendamiento. Así, la
renta pasó de 800 fanegas de trigo y centeno, en los años centrales
del siglo, a 2.050 fanegas en su tramo final, más el pago de la
contribución, que nunca pagaba el conde, y ascendía a más de 1.000
duros anuales.
Fue el sacerdote burgense, Juan José de Pablo Romero, quien,
siguiendo la doctrina social de la encíclica Rerum novarum,
del Papa León XIII, promulgada el 15 de mayo de 1891, asoció a los
vecinos de Fuentearmegil, Santervás y Zayuelas en un Sindicado
Católico Agrícola para la adquisición del coto redondo. Un total de
21.107 fincas rústicas y 553 urbanas fueron parceladas y
distribuidas entre no menos de 167 socios, convertidos, por este
procedimiento, en propietarios. La mayor parte de ellos desembolsó
entre 1.000 y 1.300 rs., aunque hubo un pequeño grupo que pagaron
cantidades por encima y debajo de las señaladas. El precio de las
propiedades se estipuló en 575.000 pesetas, libres de gastos para el
titular. El 2 de abril de 1924 se otorgó e hizo pública la escritura
en presencia del notario de El Burgo, Juan de Prada y Garrote.
Para gestionar la adquisición se había formado una junta directiva,
de la que era presidente Jacinto Romero; fundador y presidente
honorario, Juan José de Pablo; vicepresidente, Antonio Hernando;
tesorero, Fermín Lagunas; secretario Santiago Cabrerizo y vocales,
Luis Lucas, Filemón Lacal y Lucio Romero.
Está
próxima esta comarca natural a la provincia de Burgos, gira su vida
alrededor de los ríos Pilde y Perales y de los ricos manantiales –cada
año con menos agua- que riegan la vega, también cada temporada más
depauperada por la escasa población. Como todas las tierras de Soria, el
pasado fue más esplendoroso gracias al monasterio de Jerónimos de
Guijosa, al que se unió el de monjas cistercienses de Santa María del
Valle, asentado en Fuencaliente del Burgo.
Monasterios y sus restos repartidos por los pueblos de alrededor, en las
iglesias las obras de arte y en las paredes de las casas las piedras;
manantiales como el de la ermita; la torca de Fuencaliente que divide
físicamente pueblos y los une en las leyendas; tradiciones como el
enramado; guisos comunes procedentes de productos de la huerta; y la
misma rutina diaria en todos los pueblos, las faenas del campo, la
huerta, el cuidado de los animales.
Algunas
de esas costumbres y actividades, se hicieron el fin de semana del 11 y
12 de agosto. Veníamos de Orillares, donde José Vicente Frías había dado
una conferencia sobre el Monasterio de Jerónimos, que reproduciremos en
la actualización de invierno. Recorrimos las carreteras que unen los
pueblos del Oeste provincial, y paramos a saludar a Encarna García, de
La Hinojosa, amiga de siempre, comprobando que los años no pasan para
ella y sigue hospitalaria y casi joven. Llegamos a Fuencaliente bien
pasado el medio día, y preguntamos dónde podíamos comer algo. Nos
recomendaron restaurantes de otros pueblos que, aunque cercanos, nos
parecían alejados por el cansancio y el calor –el día más tórrido de
todo el verano-. Dimos con la casa de Alicia Cabrerizo, antaño tendera,
panadera, posadera en su tienda olorosa de especias, y ahora, como
tantos otros establecimientos de Soria, perdidos para siempre por la
desidia de administraciones que no les apoyan y vecinos que no les
compran, se ha convertido en la casa familiar, nada más y nada menos.
Alicia nos dio de comer, y cuando decimos “dio” estamos escribiendo
correctamente. Nos acogió como amparaban antiguamente a los pobres
transeúntes, nos sentó en una mesa, nos puso delante las viandas y no
nos cobró.
Luego
tuvimos ocasión de visitar las ruinas del monasterio de Santa María del
Valle que forman parte del cementerio y el granero de las monjas
milagrosamente conservado en pie, la exposición de fotos antiguas, la de
trajes tradicionales –donde, como es habitual, nos encontramos con el
más entendido en indumentaria soriana,
Enrique Borobio-, nos admiramos
con las sólidas y humildes construcciones de Fuencaliente, observamos a
un cantero, a una señora haciendo los vencejos, acompañamos a los
vecinos a la siega de un pedazo de finca, y escuchamos a las mujeres,
ataviadas para la ocasión, cantar canciones de siega. Un gozo que sólo
es posible vivir en el mundo rural.
Hubo
actividades en los otros pueblos que componen esta sugestiva comarca
natural, donde, a buen seguro, fueron tan interesantes como las de
Fuencaliente. Seguro que esas las comentará Eutiquio Cabrerizo en su web.
©
soria-goig.com
Entre los ríos Perales, Pilde y Espejón
Fuentearmegil
Fuentearmegil
- Eutiquio Cabrerizo
Fuentearmegil,
en el blog de Juan Carlos Menéndez
Fuentearmegil
- caminosoria.com
Fuentes
y Manantiales de Soria, José Ignacio Esteban
Jauregui
Donde comer y dormir
No te olvides de
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