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El término de Magaña es recorrido de noreste a oeste por el río
Alhama.
Discurre por entre vegetación de estepa, fundamentalmente, seguido de carrasca, roble,
pino y chopo. Debajo de esta vegetación, crecen cantidad de hierbas, como el sándalo, la
manzanilla, los tés de huerto y de roca, los distintos tomillos, el romero y la
hierbabuena. Sirven estas hierbas para alimentar al buen número de animales que por allí
sientan sus reales: ciervos, corzos, jabalíes, perdices, conejos y codornices.
El valle del río se extiende por el término de Cigudosa, y penetra buena parte del de
Magaña; por eso son frecuentes las huertas familiares y el cultivo de esparceta y alfalfa
para la ganadería, además de otros cultivos de cereal, no frecuentes en otros lugares de
La Sierra.
Por
el río Alhama con Mary Luz
Porque Magaña pertenece a la mítica comarca natural de la Sierra. Aunque le quedan algo
lejos, el término se ubica en el centro de un amplio círculo en el que también se hallan Valtajeros, Cerbón, Fuentes de Magaña, y otros pequeños lugares, circundado por las
sierras del Madero,
Almuerzo, San Miguel y de Las Cabezas.
En tan exhuberante lugar natural, con abundancia de agua discurre además del Alhama
el Montes- no es raro enterarse de que contaron con cinco molinos y un batán.
Lo que más destaca, aquello que le da a la villa de Magaña su empaque, lo que más la
define, con no ser lo más interesante, es su
castillo escarpado
sobre una roca, protegiendo al caserío, y cuya silueta, una y mil veces fotografiada, va
ofreciéndose al viajante cada vez que se toma una curva de la carretera que, desde
Castilruiz, conduce a San Pedro Manrique, pasando por Magaña. El edificio, con doble
recinto amurallado y reforzado por torres cilíndricas, perteneció a la Casa Ducal de
Alba.
La ermita del pueblo es la de la Virgen de Barruso, además de restos de otras, que
aventuran una anterior población: Verducea, San Miguel, San Salvador
, y otros
tantos despoblados, además del Barrio de Monasterios. Acuden a Magaña personas de
Francia, de la vecina Navarra y otros lugares del norte, en busca de los orígenes de sus
apellidos iguales a los de las varias ermitas-.
En la actualidad apenas quedan 60 habitantes censados, pero tuvo la villa gran
importancia, y, a su alrededor se agruparon varios pueblos formando lo que llegó a
conocerse como la Villa de Magaña y su Tierra. Tuvieron posada y hasta dos hornos de pan
cocer.
Ahora, por San Martín, comen todos juntos una sardinada; y, por San Antón, el 17 de
enero, encienden hogueras.
Con la abundancia de flora es fácil comprender que la miel sea exquisita. Con ella
elaboran el
*mostillo, dulce
a base de aguamiel, harina y frutos secos. Otro guiso típico, tanto de Magaña como de
otros lugares de la Sierra, es el
*artaguitón, especie de tortillas de Cuaresma ensalsadas.
Un estupendo bar, donde venden miel, revistas, libros, y algo de comestibles, hace
agradable la visita a tan ilustre, evocadora e histórica villa.
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