De oficio, cabrero

Santiago Álvarez Bartolomé

 

Durante el proceso de domesticación de los primeros animales salvajes, en periodo neolítico, fueron apareciendo diferentes clases de oficios relacionados con la ganadería que poco a poco irían progresando hacia formas cada vez más especializadas.

La cabra fue una de las primeras especies salvajes en ser domesticada, un poco antes de que lo fuera el ganado ovino. El oficio de cabrero es por tanto una de las profesiones más antiguas practicadas por la humanidad.

Cabras y ovejas se han criado desde entonces con un manejo muy parecido. Sin embargo, son dos tipos de ganado con requerimientos un tanto distintos. Las ovejas se encuentran normalmente en zonas de relieve poco accidentado y las cabras en territorios de serranía.

Los rebaños de cabras si son de grandes dimensiones se denominan “cabradas”, si son medianos “atajos”. Y cuando son muy pequeños se denominan “jabardos”.

La actividad económica está basada en la producción de carne de cabra y de cabrito fundamentalmente. También en la producción de leche y queso. La baja rentabilidad de esta actividad, y el descenso continuado durante las últimas décadas del consumo de carne de cabrito ha abocado a esta actividad económica a su práctica desaparición. Si bien es cierto que hasta finales del siglo XX existieron enormes cabradas recorriendo algunas comarcas ganaderas de España.

Entre las provincias de Soria y Guadalajara existió un movimiento de ganado trashumante muy curioso, a escala reducida, que cada año se desplazaba entre las aldeas del Señorío de Molina y del Ducado de Medinaceli.

El norte de la provincia de Guadalajara tiene excelentes bosques caducifolios de roble, rastrojeras de cereal y sabinares que producen muy buenos pastos para las cabras durante el verano, pero son muy fríos en invierno. En el sur de la provincia de Soria, coincidiendo con la cabecera del Alto Jalón, predominan los encinares que son un tipo de monte más caliente y de hoja perenne que produce pastos y bellotas durante la temporada de otoño e invierno.

Estas circunstancias motivaron que durante generaciones se produjesen movimientos trashumantes de familias enteras que se desplazaban con sus cabradas hasta algunas localidades sorianas de invernada.

Ganaderos de localidades molinesas como Establés, Rata, Ciruelos, Aragoncillo, Selas, Ablanque, Tobillos, Anquela, Mazarete, Concha, Anchuela, Canales o Luzón, se desplazaban hasta el sureste de la provincia de Soria, a localidades más cálidas como Judes, Chaorna, Montuenga, Sagides o Iruecha.

Estos movimientos ganaderos son muy antiguos, probablemente tengan su origen en periodos anteriores a la romanización. Ya en la edad media aparecen algunos documentos que hablan de ellos, debido a que suscitaron numerosos pleitos. En 1359, Gastón de la Cerda, duque de Medinaceli, designó dehesa a su lugar de Montuenga, hartos sus habitantes de que acudieran a sus montes, durante el invierno, gentes de la comarca procedentes de otras zonas más frías.

Se dio la circunstancia que fruto de estos desplazamientos de naturaleza trashumante se originaron hasta el siglo XX numerosos matrimonios mixtos entre gentes de Soria y Guadalajara.

La última familia de cabreros que realizó procedían de la localidad de Aragoncillo. Cada año arrendaban los pastos de invierno de Iruecha.

Con la pérdida de esta actividad ganadera no sólo ha desaparecido una manera muy peculiar de relacionarse con el territorio, también han desaparecido numerosos etnoconocimientos y algunas edificaciones antiguas tradicionales como parideras o chozones sabineros.

 

© Santiago Álvarez Bartolomé
(De oficios, Isabel Goig Soler)


De oficios
Isabel Goig Soler

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