José Ignacio Esteban Jauregui
soria-goig.com
Enero 2022
La Historia que conocemos no es inalterable. Inalterable es lo que pasó, pero nuestro conocimiento sobre aquello que pasó, y cómo pasó, está condicionado a la información documental, o material, analizada para sustentar el relato histórico, y por tanto la aparición de nueva documentación posibilita el respaldo o la corrección de aquello a lo que atañe.
La noticia localizada por don Juan Antonio Gómez Barrera en una de sus minuciosas revisiones de los legajos del Archivo Municipal de Soria, y que me remitió para mi conocimiento, es el detonante para este artículo ya que la apertura de una simple ventana altera la hipótesis que yo sostenía en Marzo de 2018 sobre la fachada original del palacio de los López de Río (hoy llamado palacio de los condes de Gómara); así pues debemos agradecer a tan acreditado investigador y divulgador cultural que no pasara de largo sobre ese pequeño gran eslabón con el que poder ir concatenando la historia de aquel suntuoso edificio de finales del siglo XVI sobre el que queda tanto por conocer.
En estas Nuevas Adiciones, razonamos una nueva hipótesis sobre la fisonomía que pudo presentar la parte baja de aquel fastuoso edificio cuando se construyó; haciendo hincapié que tan sólo es una nueva hipótesis, a la espera de que futuros hallazgos documentales permitan pasar de las teorías a la certeza.
Para imprimir el artículo, que nosotros comprobamos para formato PDF, recomendamos aplicar una escala 100% y márgenes de 15 milímetros (0,6 pulgadas)
Como decíamos en el apartado "La fachada del siglo XX" de nuestro artículo original, el 18 de Abril de 1901, el joven farmacéutico Santiago Ruiz Lería compró la parte del edificio que hoy día llamamos palacio del entonces vigente conde de Gómara.
En dicho artículo hacíamos referencia a cómo Ruiz Lería inició la evolución de la fachada en 1902 con una serie de obras, Y se le da licencia para hacer reformas en el edificio, en la terraza del Terrado, y abrir unas ventanas según unos determinados planos (sin localizar)
; si embargo la noticia facilitada por Gómez Barrera es anterior a estas obras, y se remonta a Agosto de 1901, cuatro meses después de haber comprado el inmueble.
Y como se puede apreciar, Ruiz Lería pide permiso para abrir la ventana de la derecha (la remarcada en rojo en el plano); y si la misma se abrió en 1901, se va al traste la hipótesis de que cuando se levantó la fachada ésta tuviera tres ventanas: una a cada lado de la puerta, y otra bajo la terraza o terrado que proponíamos (y proponemos).
Si miramos bien la imagen de Isidro Gil que publicó Nicolás Rabal en 1889, observamos que efectivamente sólo representa una ventana junto a la puerta, por lo que mi apreciación de que la otra del otro lado de dicha puerta pudiera estar oculta por los árboles, es errónea. Si Isidro Gil no la representó era porque no existía.
Entonces se plantean dos cuestiones ¿cuándo se abrió esa ventana huérfana? y ¿para dónde eran las tres rejas que en 1595 había que poner en los aposentos bajos cerrados?
Nuevamente debemos fijarnos en la fachada y observar las simetrías, no ya sólo como referente al gusto de la arquitectura herreriana sino a lo que es la estética normal.
Cuando en 1901 Santiago Ruiz abrió la ventana de la que tratamos, la fachada cobró la simetría que no tenía antes de su obra (fig.1), y lo cierto es que hasta entonces su aspecto no se puede decir que fuera conforme al arte (fig.2); siendo por tanto poco creíble que Francisco López de Río, ni el maestro que hiciera la traza, consintiera un despropósito estético tan fácil de solucionar con la apertura de otra en el lado opuesto de la portada, y por tanto deberíamos decantarnos por la opinión de que originalmente no existiera ningún vano debajo de los balcones (fig.3).
Dando como buena la hipótesis de que no existieran ventanas en la parte inferior de la fachada principal, retomamos el planteamiento que ya hicimos en nuestro primer artículo, en el que exponíamos cómo el edificio que mandó construir Francisco López de Río llegaba sólo hasta la calle a cielo abierto que había en el lugar en el que hoy se ubica el arco que lo atraviesa, y partiendo de esa premisa hacíamos nuestro planteamiento gráfico.
1- Si levantamos la esquina de la pared en el extremo del arco, resulta que el balcón que hay a la derecha del mismo quedaría en la misma esquina, cosa que no parece ni estética ni lógica (además recordemos que en 1589 sólo se conciertan rejas para cuatro balcones).
2- El dejar la pared sin ventana ni balcón, desde la esquina hasta el segundo izquierdo de la portada tampoco parece ni estético ni lógico.
3- Sí se podría haber puesto un tercer balcón entre la esquina y los otros, pero volvemos al tema de la simetría; y si bien la estética podría salvarse por la alineación de los balcones, la posición de la ventana inferior, que sería la original según manifestara el arquitecto que se encargó de rasgarla en 1920, volvería a romper los esquemas ornamentales; y por otro lado, reiteramos que si en 1589 sólo se hicieron cuatro rejas para balcones no parece sostenible la idea de que hubiera cinco.
4- Si el edificio hubiera tenido un terrado en la esquina de la calle que subiera tan solamente hasta el suelo del piso principal, hubiera podido servir, por ejemplo, para guardar carros o carretas; y aunque pudiera parecer que el citado terrado rompería la simetría, al afectar sólo a la planta baja, la parte noble, la portada, sí la mantendría, y tendría los cuatro balcones para los que se hacen las rejas en 1589.
4bis- La continuación del edificio una vez retranqueado el terrado, no afectaría ni a la estética ni a la simetría de la fachada puesto que su estilo ya no forma parte de la misma.
Ahora bien, con el planteamiento actual, las tres rejas que se concertaron aquel año para colocar en los aposentos bajos cerrados
, y que pensábamos que estarían destinadas para las dos ventanas que acabamos de quitar y la de nuestro terrado, ahora se han quedado sin ubicación conocida.
Si aceptamos que la traza primigenia del edificio no contemplaba la existencia de vanos bajo los balcones, y si ya a finales del siglo XIX existía una ventana ¿cuándo se realizó?
Por supuesto que, careciendo de información, cualquier suposición podría tomarse como válida; pero si partimos de la base de que la luz al patio de caballerías provenía del propio patio porticado del interior del palacio, habría que buscar un motivo razonable para abrir un nuevo punto de luz que cuando se diseñó la edificación no era necesario.
Insistimos en la actual falta de información sobre lo que pasó entre los siglos XVII y XIX en este emblemático edificio, pero sí sabemos que a mediados de dicho siglo XIX se instalaron en él el Gobierno Político, la Diputación Provincial con su Secretaría, el Consejo Provincial, y la Guardia Civil simultáneamente.
Lo cual se comprueba en diferentes documentos, como, por ejemplo, cuando el 13 de Marzo de 1849 en el Ayuntamiento se trata sobre la construcción de una acera hasta la entrada al muro del palacio del señor conde de Gómara, donde hoy existen las oficinas del Gobierno Político, Diputación y Consejo Provincial
; el 21 de Noviembre de 1855 cuando en la junta de la Diputación se trata sobre el alquiler que se había acordado pagar al administrador del conde de Gómara por las instalaciones que ocupaban en su palacio; y el 1 de Marzo de 1856 cuando la referida institución provincial acordó el pago de 700 reales a D.Francisco María de Lacalle, administrador del marqués de Grañina, conde de Gómara, por alquileres de las habitaciones y demás que ocupa la Diputación con su Secretaría, correspondiente al año vencido en fin de Diciembre en vez de que antes eran sólo 300 reales, por cuanto la Guardia Civil, cuyo cuartel existió en el mismo local, abonaba en aquel entonces los 400 reales de diferencia
.
Y si a mediados de la citada centuria estaban las citadas instituciones compartiendo el mismo edificio, si bien la Diputación y el Gobierno Político acostumbraban a tener portero, sería la Guardia Civil el organismo que necesitara instalar su puesto en la entrada, adecuando al menos un local junto a la puerta principal, no siendo, por tanto, extraño que pudiera ser entonces cuando se abriera aquella primera ventana que rompiera la estética en aras de la utilidad, seguridad y servicio.
No hemos conseguido averiguar ni cuándo se instaló la institución armada en el palacio que edificaran los López de Río, ni cuando lo abandonaron, pero puesto que la llegada de la Guardia Civil a Soria se produjo en 1844-45, y el abandono del referido palacio ya se había producido a finales de 1855, bien pudo ser en esa década cuando se produjera la apertura de aquella ventana que esperaría casi medio siglo a tener su refleja al otro lado del portón de entrada.
Pero tampoco hemos de olvidar que el 26 de Enero de 1859 el gobernador civil daba cuenta de que en este edificio se halla establecido el Gobierno de Provincia con su secretaría, y donde también lo están el Consejo, Diputación, las oficinas y estación telegráfica, las de la Junta Provincial de Beneficencia, y las de la comisión permanente de Estadística
(PN-1433-2160-31); y esas citadas oficinas y estación telegráfica también pudieron estar ubicadas en la planta baja, haciendo necesaria la apertura de una ventana al exterior si no existía antes de su instalación.
Así pues, si bien actualmente tan sólo podemos plantear hipótesis, creemos que son lo bastante razonables como para no abandonarlas hasta que la documentación las confirme o rebata.
Si desde la calle de la Doctrina, o desde la del Arco de los condes de Gómara, miramos la parte trasera del palacio de los López de Río, podremos observar que la fachada posterior actual se incrusta en las paredes perpendiculares a ella, demostrando que no es la original, aquella que sin duda se proyectara en tiempo de Francisco López de Río; y si bien los empotrados que se observan próximos al arco pudieron tener su origen cuando su sobrino y yerno Antonio López de Río unió este palacio de su suegro con el suyo (el que Rabal llamaba palacio viejo de los condes de Gómara); la edificación trasera que separándose de la torre se empotra en el cuerpo principal originado por el patio porticado y los aposentos que lo circundan, obra que no sabíamos a qué podía deberse, es posible que se deba a la instalación en este edificio de los organismos oficiales antes citados.
De hecho el 11 de Julio de 1849, don Manuel Ybieta, apoderado del conde de Gómara vecino de Sevilla, presenta una petición en el Ayuntamiento soriano, en la que expone:
Anotándose el 17 de Julio de 1849: Pase a la Comisión de Obras para que avistándose con el interesado permita en el uso de piedra de las ruinas del monasterio de San Benito, por la suma que convengan. Acordado por el M.I. Ayuntamiento en sesión ordinaria de hoy, de que certifico. González
(Archivo Municipal (AHM) - Obras Públicas - Exp.Diversos caja1,66 // AHM acuerdo 17-7-1849)
Y aunque no podamos afirmar que la obra ejecutada en estas fechas corresponda a la referida fachada posterior, pues hubo otras reformas posteriores, especialmente en el siglo XX, habría que considerar y verificar las hipótesis, tanto ésta como las anteriores, que hemos comentado.