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Arte en los Pueblos
En el año 1981 el pueblo de Caltojar mostró a todo aquel que quiso su particular homenaje a Pablo Ruiz Picasso en el centenario de su nacimiento. No sabían entonces que el pintor malagueño tenía orígenes sorianos, concretamente de La Póbeda, Barriomartín y Arguijo, ya que Rafael Inglada todavía no había publicado su investigación sobre el pintor universal, que publicaría en 1995 Picasso antes del azul. Era alcalde Ángel Molina, padre del actual, del mismo nombre, y ejercía de secretario un hombre entusiasta, Ángel Nuño, fallecido a edad temprana. Fueron ellos, acompañados en el entusiasmo por la maestra, los niños y algunos adultos del pueblo quienes, con alrededor de cien mil pesetas de entonces y muchísimo interés y trabajo, dotaron al pueblo de unas pinturas, realizadas siguiendo las líneas que marcaba un proyector. Eran tiempos, como nos diría Mariano Las Heras, de los buenos maestros y los buenos secretarios, que trataban de luchar contra la despoblación, sin conseguirlo lamentablemente, ya que Caltojar, por las fechas de las pinturas contaba con más de doscientos habitantes y en la actualidad sólo 65 están censados. A ningún viajero que discurriera por la carretera dejó indiferente este alarde de azul, de cubismo, de color en general. Ver allí, en los muros, a las señoritas de Avignon, al Arlequín, el retrato que hizo el malagueño de Antonio Machado, o en un panel el Guernika, era sorprendente.
El tiempo, implacable como acostumbra, ayudado por el viento y la lluvia, fue deteriorando, difuminando y hasta arrasando (como en el caso del Guernika, pintado sobre un panel), aquellos colores que para los habitantes de Caltojar eran mucho más que pinturas en los muros, con ser eso suficiente, pues pintaron en alrededor de seiscientos metros lineales, unos sesenta cuadros. Más de treinta años después, el anterior alcalde, José Luis Ortega, fallecido también a edad temprana, y apoyado por todos, quiso restaurar esas pinturas y confió el proyecto a Mariano Las Heras, nacido en Arenillas, investigador muralista, con diversos másters, y mucho trabajo hecho a lo largo y ancho del mundo (Austria, Polinesia, Nueva Zelanda, Japón...). Ángel Molina, el actual alcalde, sigue confiando en Mariano, y entre los años 2014 y 2015 han restaurado treinta y séis punturas murales de las sesenta iniciales.
Y aunque desde el curso 1990/91 ya no hay escuela (un pueblo sin escuela es un pueblo sin futuro porque significa que no hay niños, nos dijeron en una ocasión en un pueblo de Tierras Altas), aunque la población ha descendido en más de dos tercios, pese a todo, resta el entusiasmo que, como sucede en toda la provincia, se multiplica en verano, cuando acuden a pasarlo en el pueblo de los ancestros que nunca ha sido olvidado. Y es necesario contar también con el hecho de que los niños que en 1980 y 81 pintaron, hoy adultos quieren que los muros vuelvan a lucir como hace treinta y cinco años. La restauración comenzada en 2014 se realiza, necesariamente, de manera distinta. Mariano Las Heras ha formado lo que podría llamarse -sin serlo- una escuela-taller, donde se practican procedimientos parecidos, como por ejemplo, enseñar a los niños a restaurar desde el principio. Algo humanamente costoso ya que algunas paredes han de ser picadas y enlucidas antes de lo que realmente gusta a los niños, pintar. Hay que tener en cuenta que, como decíamos al principio, el tiempo se ha llevado por delante perfiles y colores. A lo largo de dos años, y esperemos que este de 2016 también, se ha creado en Caltojar un verdadero campo de trabajo en el que participan niños, jóvenes y adultos. Son muchos, especialmente niños, apuntados ya para el próximo verano. Y muchos hacen falta, ya que se añade a la propia dificultad de la restauración, el hecho de que la mayoría de las pinturas se encuentran en la carretera, y es necesario que niños y adultos ejerzan de guardias de tráfico.
Ahora no se pinta con el proyector, se hace a mano alzada, por lo que el muralista, Mariano Las Heras, es el que va marcando las líneas maestras con material adecuado al duro clima soriano. Como trabajo humanista que es, a decir de Mariano, contiene unos beneficios añadidos, como son la recuperación familiar por unos meses y el trabajo en equipo. Por eso no se plantean una fecha determinada para finalizar la restauración, “no es un proyecto cerrado, lo va a cerrar el tiempo poco a poco”, apunta Las Heras.
Particularmente, las pinturas al aire libre de Caltojar, en homenaje a Pablo Ruiz Picasso, me han recordado siempre las imágenes de los reportajes sobre las Misiones Pedagógicas que recorrían la España rural durante los años de la II República. En Soria, en el año 2007, se pudo ver una exposición conmemorativa de los 75 años, y en ella se expusieron grandes cuadros que Ramón Gaya copió, muchos de ellos del Prado, para el Museo del Pueblo. Eso es, desde nuestro punto de vista, Caltojar, un museo del y para el pueblo, al aire libre, realizado por el pueblo. Un museo además gratuito, donde llevar a niños y estudiantes. Se trata de uno más de los numerosos atractivos de este pueblo de la campiña soriana, donde se asientan tres atalayas medievales de origen musulmán, muy bien fotografiadas por Miguel Hidalgo Isla, por donde discurre el río Escalote, y donde puede visitarse una interesantísima iglesia de principio del siglo XIII, dedicada a San Miguel. Y a cuatro pasos, como quien dice, la ermita mozárabe de San Baudelio y la hermosa villa renacentista de Berlanga de Duero, feudo en su día de los condestables de Castilla.
Para finalizar queremos recordar otros pueblos que han sido embellecidos y que pueden consultarse en nuestra web. Pedrajas fue el primero de ellos, gracias a Miguel Ángel Rodríguez y su equipo, con esculturas; también intervino este médico-ceramista-escultor, en Almarail y ahora lo hace en Nomparedes. Y en Esteras de Lubia se ha seguido el ejemplo de Caltojar, con reproduciones de pinturas famosas en sus muros.
Fotos: Miguel Hidalgo Isla soria-goig.com
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Caltojar
y Picasso
