Arte en los Pueblos
Nomparedes se embellece
Nomparedes forma parte del Campo de Gómara y su ayuntamiento está agregado al de Tejado. Como todos los pueblos que forman esa comarca, su actividad está relacionada exclusivamente con el cereal. Antes, cuando la Trashumancia otorgaba a toda la provincia especiales características, los pastos de que disponían y las rastrojeras eran alquiladas a los merineros. En la actualidad, este ingreso adicional ha sido sustituido por el de los aerogeneradores.
Si retrocedemos más en el tiempo, hasta mediados del siglo XVIII (Catastro de la Ensenada), Nomparedes, que pertenecía a la Tierra de Soria, Sexmo de Lubia, estaba compuesto por 24 vecinos y por el caserío se hallaba todo aquello que era necesario para la población: horno, fragua, y un edificio que servía de casa-concejo y guardagranos. Al no contar con mesón, los pasajeros se alojaban, por adra, en las casas de los vecinos.
Poco más habría que decir de este pueblo, salvo resaltar la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, restaurada con aportaciones vecinales cuando don Florentino García era párroco de Nomparedes. Añadir la existencia de una gran casona de piedra y el lavadero. Aunque cuando, hace veinte años, estuvimos recogiendo datos para “Soria, pueblo a pueblo”, en el bar que todavía funciona en verano recordaron para nosotras aquellas viejas costumbres, similares a las de los pueblos vecinos. Pago del piso, entrada a mozo y vecindad y las cencerradas si no se cumplían las costumbres. Cantos de albada, petición de gallofa y, en fin, todo aquello que era posible llevar a cabo cuando el pueblo se encontraba habitado por un número de personas suficiente. A día de hoy, salvo en el mes de agosto, ya no es posible que se celebran esos actos, aunque se recuerdan siempre. Podría pensarse que alrededor de 35 personas censadas hacen todavía grupo, comunidad, pero eso sólo significa que las casas se conservan arregladas y se acude de vez en cuando “a dar una vuelta”. En realidad son dos o tres los vecinos que viven durante todo el año, el resto, como sucede en casi todos los pueblos, residen en la capital.
Decíamos líneas arriba que poco habría que añadir, pero nos interesa resaltar, especialmente, el empeño de la alcaldesa pedánea, Rosa Rodríguez Marcos, para que las ruinas de las casas se conviertan en terrenos limpios a fin de evitar, no tanto la fealdad que de ellos resulta, como la posibilidad de accidentes. Empeño que no albergan las autoridades municipales de otros pueblos.
Si Nomparedes se ha quedado sin almas que lo habiten de continuo, tiene en cambio alma propia, tal vez la suma de todos quienes se marcharon y algo dejaron de ellos allí. Ese alma medio escabullida entre casas, calles, tierras y monte, está siendo sacada a flote por un especialista en estas lides, Miguel Ángel Rodríguez, el médico alfarero, escritor, artista y artesano, acompañado por su hermana Rosa, por Adolfo Gutiérrez, por Nedim Dzananovich, y por todos quienes deseen unirse a ellos, formando la Asociación La Orquesta del Titánic. Y lo hacen en forma de color, imitando a la naturaleza, con material reciclable y en desuso, por amor al Arte, nunca mejor dicho, como ya hicieran en Pedrajas y en Almarail, y como tienen previsto seguir haciendo.
Difícil es reconocer al Nomparedes de hace veinte años en el pueblo que visitamos un sábado de este otoño-verano del 2015. Nos recibe el Agrerrero, con su escudo, casco y lanza, y vamos paseando y encontrándonos Florrejas, pájaros en Desbandada, ciempiés en Cachobicho, espigas y murales, uno de primavera, otro de verano y, en la pared del frontón, un avión va a aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Nomparedes.
Es esta una hermosa forma de dar a los pueblos un aspecto atractivo, de sacarles el alma y, todo ello, con ingenio, arte y, especialmente, con mucha generosidad, tan necesaria para tratar de paliar la despoblación. soria-goig.com |