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Traemos en esta actualización una ruta, corta
de kilómetros y larga en belleza, que si bien transcurre toda por la
provincia hermana de Zaragoza, está unida a Soria por los ríos Manubles y
Carabán. Pero no sólo estos ríos las unen, pues la zona limítrofe entre las
dos ha estado, durante la Edad Media, ya en manos de aragoneses, ya en las
de castellanos y, concretamente esta franja, habitada durante siglos por
gentes pacíficas de religión musulmana, como ha quedado patente en la
apariencia de estos pueblos y de los sorianos
Cihuela
y
Deza. Y otro nexo
más de unión es la baja densidad de población, propia ya de todo el mundo
rural. Es Tierra Frontera toda ella, y por tanto riquísima en Historia y en
fortalezas para proteger tierras e historias.
Pertenece esta pequeña comarca a la Comunidad
de Calatayud, en pleno Sistema Ibérico. Y si magníficos son los parajes
sorianos por donde discurren los ríos Manubles y Carabán, otro tanto puede
decirse del recorrido zaragozano.
Recientemente, en el Centro de Estudios
Bilbilitanos, nos regalaron una publicación, de Miguel Monterde y López de
Ansón, donde se puede leer que este río de nacimiento soriano tiene su
origen “en los manantiales de un valle llamado Lenar, término de Torrelapaja,
se aumenta con los de Verdejo, pero más con las copiosas fuentes de Bijuesca;
desagua en Ateca por la orilla izquierda del Jalón”. Hay que tener en cuenta
que los datos fueron recogidos en 1788.
El río Manubles, perteneciente a la cuenca
del Ebro, nace en el término de Borobia, de las aguas de la sierra de
Tablada o de Tablado (de las dos formas se la nombra), de las escorrentías
del Moncayo, y otras fuentes que manan en ese gran espacio soriano. Más
abajo, en
Ciria, recibe el Manubles gran aportación de agua del manantial
del Ojo, sito en un hermoso paraje de riscos y paredes verticales, donde
abundan las buitreras. Sale de la provincia de Soria para adentrarse en la
de Zaragoza, y por allí, hasta desembocar en el Jalón, en Ateca, discurre
por Berdejo, Bijuesca, Torrijo de la Cañada, Villalengua y Moros.
A pocos kilómetros de abandonar la provincia
de Soria, a la derecha, se toma una carretera local de las que nos gustan
por varias razones, una de ellas la poca circulación que permite parar con
frecuencia, porque el paisaje lo demanda, y porque estas vías discurren por
parajes hermosos. En este caso, el río Manubles queda siempre a la derecha,
y a la izquierda se asientan los pueblos con el castillo roquedo
presidiendo, esas fortalezas comunicadas entre ellas, para avisar de los
peligros a la población.
Esas incursiones desde la Meseta Soriana a
las riberas del río, frecuentes en la Edad Media por las escaramuzas entre
castellanos y aragoneses, vigilaba el castillo de Berdejo, que según puede
leerse en el cartel situado sobre el puente del Molino, fue fortificado por
el rey aragonés Pedro IV.
Bijuesca, a pocos kilómetros, tiene también
fortaleza, magnífica iglesia que conserva de su pasado románico una
ventanita con sus pequeños capiteles, y una prohibición antigua, la de que
por sus calles estrechas y empinadas circulen carruajes. La fortaleza, a
medio derruir, muestra la lucha entre los dos reinos a través de los dos
Pedros, el IV de Aragón y el I de Castilla, que la tomaron alternativamente.
El siguiente pueblo es Torrijo de la Cañada,
que tiene una magnífica iglesia de estilo gótico, advocada a Nuestra Señora
del Hortal, dedicación que también encontramos en la provincia de Soria,
concretamente en La Alameda, hacia una virgen muy venerada. Junto a la
iglesia está la Cruz del Arenal, y formado parte del mismo conjunto, una
fuente, cruz y fuente dedicados a los santos Félix y Régula, de quienes dice
la tradición que fueron martirizados en Torrijo. Tiene este pueblo un casco
histórico notable y se recomienda subir a lo más alto de él porque el
panorama es impresionante. Otro edificio notable es el del ayuntamiento.
Por Torrijo y Villalengua discurre el otro
río soriano, el Carabán, Carabantes o Vigas. “… recorre el término de su
nombre. Se forma de la unión del río Quiñonería –corriente secundaria- y de
arroyo del Ruidero, según se puede ver en el mapa geográfico y catastral. A
su vez el Quiñonería mana de la vertiente Norte de la sierra de Corija, en
el término de Sahuquillo de Alcázar. El Ruidero aparece, en el mismo término
que el anterior, de las fuentes de “las Cuevas” y “del Valle”. El volumen
del Carabán aumenta mucho en Reznos, con el agua del arroyo “del Cajuelo”,
que surge del paraje del “Monte” (“Fuentes, fuentecillas y manantiales”. (I.
Goig)
Decía Manuel Blasco, en su Nomenclátor de
1906, que el río Carabantes era: “terror de la limítrofe zona aragonesa en
sus continuas e imponentes crecidas y sobre el cual se halla instalado a
2000 metros de la población [Carabantes] un molino harinero y a 100 metros
de distancia de la misma en el camino que conduce a los pueblos de
Torrelapaja, Berdejo, Bijuesca y Torrijo, existe un puente construido de
mampostería antiguo y tosco, pero de extrema solidez”.
A la vista Moros –nombre que ni pintado-
desde un amplio valle donde se asienta la ermita de la Virgen de la Vega.
Los viñedos abundan, y el vino, que a decir de Jesús Angel, se elabora con
todo tipo de uvas, “como siempre”, es, desde luego, el recio de Aragón,
cumplido de grados y de aromas. El Manubles ha de hacer aquí un fuerte
meandro para rodear el espolón donde se asienta el singular caserío que
cuenta con dos jalones, por un lado lo que resta de un castillo –a nosotras
nos parece torre de vigía- que dicen construyó en Moros un rey de Calatayud
para albergarse en sus jornadas de caza; y por otro la magnífica iglesia de
Santa Eulalia Emeritense, de la que Belén Boloqui Larraya publicó un estudio
en la Actas del III Encuentro de Estudios Bilbilitanos, en 1989.
Si hermoso, por su grandeza, es este templo
del siglo XVII, que nos fue abierto por el párroco de Moros y cuatro pueblos
más, don Hernán Suchite Orellana, quien se desplazó desde la vecina
Villalengua expresamente para ello, otro tanto puede decirse del caserío,
que encuentra parangón en la soriana
Cihuela.
Sus calles estrechas y
empinadas, algunos edificios construidos colgados casi al filo de lo
imposible, pequeñas salidas como balcones con vistas a la vega, recoletas
plazas, algunas casas encaladas, precioso pueblo que era el objeto exclusivo
de nuestro viaje, aunque una vez en ruta, nos maravillara todo el recorrido
del río Manubles por tierras de Calatayud.
Al margen de la Historia y el Arte, que aquí
apuntamos brevemente, el viaje a este cercano espacio se recomienda para
solaz de los sentidos. Si de paso nos interesamos por algún edificio
notable, mejor, en caso contrario, será suficiente parar cuando el paisaje
lo requiera y contemplar el conjunto formado por caseríos, vegas, cañones,
río y castillos roquedos. También sirve para comprender la Historia y saber
del sufrimiento de gentes de otros siglos, siempre pendientes de ver qué
ejército, o que avanzadilla, entraba en la población para hacerles pagar las
andanzas y las quimeras de reyes y nobles.
Se puede comprar el vino de esta zona en las
cooperativas. Y hemos de saber que todos los pueblos de esta ruta están
unidos en un empeño común: “No a la mina de Borobia”, algo que nos sale al
paso en las fachadas.
© soria-goig.com
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