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  Romanillos de Medinaceli

 

Nuestra Identidad

 

Cuatro estaciones para una aldeíta

© Mª Angeles Valladares Ramirez

 

Romanillos de Medinaceli

Allí la naturaleza se manifiesta tan pura y tan salvaje que solo el placer de respirar el aire me envuelve en su encanto para olvidarme de viejos preceptos y asumir mi propia personalidad.

Es como una filosofía intima de vida.

Observarla representa el más bello de los privilegios.

Me extasía la contemplación de parajes tan próximos a lo inalcanzable, de la escasa pero diversa vegetación y de un clima tan auténtico.

Siempre disfruto de los extraordinarios fenómenos que se suceden en las distintas estaciones del año.

Todo parece mágico y celestial.

Durante el verano el sol aparece como un gigante, alto y señorial, quieto y callado.

Las mañanas son de limpio y azul cielo, con brisas suaves y ábregas que recorren las lejanas colinas y extensas llanuras, unas de triste color parduzco y otras que se confunden con los dorados destellos del sol.

No siempre reina el mismo clima durante una misma estación; es tal su personalidad que algunos días nos obsequia con inesperadas tormentas y frescos vientos que rompen con la monotonía.

Se hace notar su poderoso carácter.

A medida que se disipa el día el viento se torna frió y seco, y durante la noche ya nada lo hace cambiar hasta el amanecer.

En el tan temido invierno las inmensas y obscuras nubes se apiñan y movidas por un viento que brama con furia omiten infinidad de veces la luz del sol.

Las nieblas ocultan las callejas y dan un ambiente siniestro.

Si cae agua-nieve las diminutas y mojadas gotitas golpean graciosamente los rostros y cuando nieva todo simula la blancura de un cuento de hadas.

Las heladas marcan la crudeza del invierno y todo parece solitario, pues los caminos son barridos por helados vientos y nadie se deja ver.

El calor del hogar es lo más gratificante en compañía de los seres más queridos.

En el anochecer de estos días la luna se presenta fría y fantasmal y el cielo infinito prendado de luminosas estrellitas.

Entrada ya la primavera se derriten las nieves. Los fríos y huracanados vientos se templan.

Comienza a renacer la vida que ha ocultado el invierno.

 

Coplas a Romanillos de Medinaceli

© Sr. Nicenas del Municipio de Cidones (Soria)

 

Licencia pido a la "Peña"
y también a los vecinos
para cantar estas coplas
al pueblo de "Romanillos".

Es Romanillos pueblo ejemplar
como una piña unidos van
amante siempre de tradiciones
sus hijos vienen de vacaciones.

En un mar de espigas de oro
aldea naufraga es
según dijo en su día
el gran "Ortega y Gasset".

Es Romanillos pueblo ejemplar
como una piña unidos van
amante siempre de tradiciones
sus hijos vienen de vacaciones

Por la Calle de Las Cruces
se llega a la "Soledad"
pero antes un traguito
en la fuente echarás.

Es Romanillos pueblo ejemplar
como una piña unidos van
amante siempre de tradiciones
sus hijos vienen de vacaciones.

San Miguel es el Patrón,
Pilar es la Presidenta,
Eugenio está en el bar
¡Un trio sin competencia!

(Estribillo)

Orgullosos estareis
con la Peña Cultural
pues en toda la Provincia
en cabeza siempre estais.

(Estribillo)

Las fiestas ya se pasaron
en ambiente singular,
hubo rifa de cordero,
bingo, rifa y demás.

(Estribillo)

Hoy el día de la "Virgen"
hasta la casilla iremos
a merendar con el "Cristo"
y dar marcha a nuestro cuerpo.

(Estribillo)

Sois sencillos como nadie,
generosos y hombres buenos
y por eso "La Coral"
es feliz en este pueblo.

(Estribillo)

Romanillos de Medinaceli

 

Poesías

© Francisco Dolado Valladares

 

LAS ERAS

Ya terminada la siega
y las mieses, en parva o grandes cinas,
el sol de agosto, las tuesta
y el trillo, deshace las espigas.

Dejan de tocar el alba,
ya las gabillas recogidas,
preparados, más tranquilos
para comenzar la trilla.

Buscamos los aperos,
horcas, trillos, cribas un sinfín,
trilladeras, rastros y palas,
vielas, medias y algún celemín.

La parva hueca se tuesta,
las mulas en parejas o trios
mueven las campanillas al trote
tirando de los trillos.

El mozo se aferra a las riendas
grita, blandiendo la tralla,
corren, mulas, pardas y tordas
corren, que hay mucha parva.

Con equilibrio arriesgado
al comienzo sobre todo
el trillo se mueve mucho
sin freno para pararlo.

El trillero pide agua
y por qué no, el relevo
a la sombra de la cina
quiere quitarse el sombrero.

¡Que vista tan impresionante!
si la hubiera podido plasmar,
cuando el abrego soplaba
todos corriendo, aventar.

No hay película ni estampa
que todo pudiera abarcar,
mujeres, chicos y abuelos
a la era todos, ayudar.

Antes que vengan las lluvias
al vecino se le ayudaba,
sin premio ni sueldo alguno
con la amistad bastaba.

Los labradores se afanan
en llenar la alcoba y atroje,
los inviernos, son muy largos,
el pajar, de paja a tope.

Todo esto pasaba y más
en este pueblo, (aldea pequeña)
muchos recuerdos aún tengo
debajo de la chistera.

RECUERDOS

Son azares, riesgos y pesares
guardados en el recuerdo,
que esta tierra parda y gris
nos dejó en su pasado.

Sobre todo a los mayores
que aún recuerdan esos días,
y a pesar de los pesares
también había alegrias.

Las estaciones del año
marcaban los deberes y trabajos
unos con entretenidas faenas
y aceleradas, las del verano.

Quizás la más esperada
pondremos la primavera
respetando las otras
ésta, la primera.

Para llenar campos y prados
con hierbas y muchas flores
dando vida a flora y fauna
incluyendo a los gorriones.

Con alguna escarcha que otra
rocios y algún nublado
los labradores siempre pendientes
que nacieran los sembrados.

Una lluvia en primavera
conformaba, hasta el rentero
estos campos de secano,
rogando y mirando al cielo.

Las labores de labranza,
roturar, barbechar y binar
para luego, año adelante
poder empezar a soñar.

Unos caminos llenos
de mielgas y bálagos largos
esperando la hoz o la dalla,
para restar algún pienso.

Los domingos y festivos
con las mulas a pastar
también tenían derecho
a buen comer y retozar.

Misa, frontón, (pelota a mano)
en el casino se juntan cuatro
al mus, arrastrado o guiñote,
¿haber?, quien tiene más amarracos.

Y los jóvenes por la tarde
rodando las calles van,
que se preparen las mozas
que el baile, montado está.

LOS PASTORES

Los madrugadores pastores
a preparar el almuerzo,
con buenas migas y tocino,
pan de hogaza, al zurrón y camino.

Largos trechos para llegar
a las parideras o tainas,
agrupadas en grandes majadas,
cito algunas, había más.

La Cabeza, la Matilla,
Picasares, Gustariega, el Aliagar,
El Torojón, las Dehesillas,
sin olvidar, el Gustar.

Aquellas grandes nevadas,
duros días para el pastor,
las ovejas, balan, tienen hambre,
y no quiere salir el sol.

Cuando caía la tarde,
todos a la majada,
repostando con hierba seca
y en la canal, paja y cebada.

Ya con escarcha, frio o carama,
había que salir a pastar,
la oveja churra necesita
muchas horas, para florear.

Unas piaras, salían a la solana,
otras a la cerlita de la umbria,
la que se quedaba en el cerrado,
era porque no podía.

Si el careo era tranquilo,
pastores y pastoras se juntaban,
al abrigo de un rancho o pared,
del cierzo se resguardaban.

Bueno, que se hace tarde,
apuraba el pastor a la zagala,
preparando el retorno,
cada rebaño a su majada.

El regreso a los hogares,
no se hacía tan pesado,
aún con algún tropiezo que otro,
en un canto, un cardo o un ribazo.

Si en el grupo de pastores
había, tertulia, chistes y cuentos,
del tio Ignacio, Ezequiel o Gonzalo,
todos con el mismo fín, (a los huertos).

Esperándole el mejor rincón,
una vez, ya descalzado,
al fogón, la mesa puesta,
al PASTOR SACRIFICADO.

 

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