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Con el invierno no se juega

Fernando Maestro Díez

Huerga y Fierro editores,  2021

 

 

La magnífica novela de Fernando Maestro, Con el invierno no se juega, ha visto la luz este año y ha sido presentada en las jornadas de Expoesía 2021. Recordemos que Fernando es soriano, nació en 1959 y es autor de varias obras de teatro, dos libros de relatos: "El campo dorado" (sin editar) y "Dean Moriarty cruzó por aquí". Además de los poemarios "Reflexiones de un profeta en el exilio" y "La metalurgia del tirano", la mayoría de ellas recogidas en nuestro web.

 

Prólogo

Para que se escriba un prólogo se elije a una persona de autoridad en la materia de que se trate. He de comenzar diciendo, sin atisbo de falsa modestia, que en el caso de esta novela de Fernando Maestro que prologo, no ha estado acertado en la elección. Toda aquella persona que se haya acercado a la literatura de Maestro, en todas sus vertientes, sabrá bien lo que quiero decir. Él es, como su apellido, un maestro con la pluma -literalmente porque escribe primero a mano-, ya se trate de teatro, poesía, letras de canciones y, ahora, novela. Dicho esto, trataré de estar a la altura.

"Con el invierno no se juega", es la primera novela de Fernando Maestro. Para ello ha elegido el género negro o policiaco. Trata de una partida de póker entre cuatro personajes que no se conocen entre ellos hasta el momento de enfrentarse y que tendrá lugar en distintas ciudades, tanto de España como de Francia. Son hombres, los cuatro, ricos, muy ricos, y corruptos, muy corruptos. De fondo, una Comisión del Juego vigila, más corrupta que los cuatro juntos. Hay mucho dinero en juego, millones de euros, depositados en esa comisión.

Entre esos personajes, unos más perfilados que otros, los hay asesinos de guante blanco y en serie, cocainómanos, un expolicía y un promotor inmobiliario. Están rodeados de guadaespaldas y merodea una mujer, Lucía, que les emula en maldad. Otra mujer, Olga, exesposa de uno de ellos, corrupta también, y una chica, Petra, ajena a los sucios negocios de su protector (uno de los jugadores). Con estos elementos, es comprensible que se produzcan todo tipo de situaciones, a cual más peligrosa, en especial por el dinero que ronda la situación. El autor no esconde la catadura moral de los personajes, antes bien, y para que se comprenda la acción, los muestra desde el principio. Desde las primeras páginas se sabe quien es el asesino en serie, cocainómano, además. Se conoce que el expolicía era corrupto desde los tiempos en que ejercía su trabajo, en el cual se enriqueció. Muestra todos los vicios y degeneración de los personajes. Lo que el autor se guarda para el final es eso precisamente, el final de una partida de póker donde se mueven millones.

La narración se presenta, a veces con frases cortas y contundentes y otras con una explosión narrativa de la que es imposible escapar. El magnífico poeta que es Fernando Maestro, se ve reflejado en algunas de estas explosiones, como la visión del mar grís "coronado de alas rotas que bailaban sobre las olas". O "Ese silencio virgen que no apagaba los gritos del tormento".

Magnífica es la visión del invierno, concretamente de febrero, visto también con la misma poesía que caracteriza al autor: "Febrero se asomó entre nubes de tormenta. Vino vestido de invierno, con sus brazos extendidos, con el hielo entre los dedos...". Podría pensarse que dentro de una novela dura, durísima, una narración por donde pululan todo tipo de mafiosos, no cabe la poesía. Sí cabe, y no son solamente desahogos, sino un contrapunto que se agradece ante la sordidez de los personajes. Por que ese frío que el autor refleja de manera tan poética y a la vez magistral, no sólo se refiere al frío físico, sino también al de las emociones, por ejemplo: "La amortajó febrero con sábanas de lluvia". Fernando Maestro lanza un aviso que sólo llega a quién es susceptible de saber empatizar: "El pueblo es muy manejable. Las redes sociales y la televisión son instrumentos muy eficaces para derivar los movimientos de las masas en beneficio de los que las utilizan".

Esta novela, que al principio he adjetivado de "policiaca o negra", es mucho más que eso. No voy a decir que sea moralizante, por que no me gusta moralizar y me consta que a Fernando tampoco, pero sí podría ser un a modo de advertencia, de mostrar unos comportamientos corruptos que a veces salen bien, para desgracia de la gente honesta, pero que también pueden acabar de manera desastrosa. ¿Cómo acaban en esta novela?, para eso es necesario leerla y disfrutarla, por que se disfruta.

Digamos algo del autor. Fernando es un hombre sencillo y trabajador, y también complejo, ya que de no serlo, no podría escribir lo que escribe y cómo lo hace. De sus años en Madrid, los mejores del ser humano, la juventud, le quedó, o se impregnó, de aquella capital de los ochenta, de la llamada "movida", unos conocimientos de la bondad de algunas personas, la vida algo despistada de otras, y del peligro de ciertas experiencias. Se impregnó también de los variados nombres de licores, vinos, whiskis y cavas, que le sirven para que cada personaje tenga preferencias por unos u otros. Cuando la juventud daba paso a la madurez, volvió a Soria, a seguir trabajando y escribiendo siempre que sus obligaciones -que eran muchas- se lo permitían. A él no le importa nada decir que es ácrata, que los políticos sirven para muy poco y que del obrero, sino nos preocupamos los mismos obreros, no se ocupa nadie.

Con ese bagaje, el autor de "Con el invierno no se juega", escribe y da a conocer sus poemas a reventar de sensibilidad social, sus obras de teatro en el mismo sentido, y ahora esta novela que, como he dicho en otras ocasiones que he comentado su obra, merecerá mucha más difusión y reconocimiento de la que, posiblemente y ojalá me equivoque, va a recibir.

Isabel Goig

Ficha del autor

 Dos relatos de Fernando Maestro

 

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