Soria Siglo XX

Soria de Ayer y Hoy (13)

© Joaquín Alcalde

El Vía Crucis del camino de San Saturio

 

El Vía Crucis del camino de San Saturio

La aparición de las cofradías penitenciales al final de los años cuarenta y comienzo de los cincuenta y la implantación del nuevo orden litúrgico en 1956 provocaron una profunda reestructuración de la Semana Santa soriana. En este contexto, y por resumir, quizá no falte quien pueda interpretar que la construcción del Vía Crucis a la Ermita de San Saturio fue uno de los primeros movimientos innovadores de la época y lo asocie a una de las cofradías penitenciales, pues ciertamente la del Ecce-Homo lleva a cabo este piadoso ejercicio que hace ya tiempo cruzó la frontera de lo habitual para formar parte de la tradición y de la historia de las celebraciones de la tarde-noche del Miércoles Santo, aunque en sus inicios no fuera precisamente este día cuando se celebraba, sino el lunes.

En cualquier caso, la realidad del Vía Crucis a la Ermita de San Saturio es bien distinta. Lo dijo el Abad Santiago Gómez Santa Cruz en una especie de llamamiento a los sorianos fechado el 9 de noviembre de 1947 cuando en una nota oficial anunció que “un soriano piadosamente devoto de San Saturio y que desea ser ignorado, ha enviado al M. I. (Muy Ilustre) Sr. Abad de la Colegiata una limosna de 5.000 pesetas para que este último señor las emplee a su voluntad, en lo que juzgue más conveniente para dar mayor culto a nuestro Santo Patrono”. Y abundando en ello argumentaba que el Abad oídos los pareceres del Cabildo y del Ayuntamiento, de acuerdo con ambas Corporaciones, había determinado en principio “erigir un serio, devoto y, en lo posible artístico Vía Crucis”, cuya primera Estación se colocaría en el camino de la ciudad a la ermita, en el punto donde empieza el murallón, pasada la presa de la fábrica de harinas, y la última al terminar la escalera de subida a la ermita, frente a la puerta alta de la misma.

Pero no se quedaba ahí porque “el deseo de que la obra sea digna de la devoción de Soria a su Santo, y considerando que acaso con las 5.000 pesetas solas no pueda serlo, motiva el que el Sr. Abad haga público el presente proyecto por si algún devoto del Santo quiere contribuir a su ejecución, bien ofrendando alguna cantidad en metálico, bien costeando alguna Estación, pero sujetándose en último caso al proyecto que se elige”, de tal manera que una vez conocido y aceptado el proyecto y el coste de su ejecución, no se recibirá cantidad alguna que exceda de la existente, para lo cual se haría pública la liquidación de todo lo recibido, pagado o a pagar.

No obstante, añadía, “si no hubiese ofrecimientos que hiciesen posible la instalación del Vía Crucis, en la forma dicha de austeridad y dignidad debidas a la piadosísima devoción a nuestro Santo y a Soria, se devolverán las cantidades recibidas, excepto las 5.000 pesetas que serán destinadas y empleadas en conformidad con las instrucciones del generoso donante”, para terminar indicando que “los ofrecimientos y donativos los recibirá el Sr. Abad, el Cabildo o el Ayuntamiento a discreción del devoto, quien recibirá justificante de su donación”.

El llamamiento del Abad encontró eco de inmediato en el periódico Campo, que en el número siguiente, el del jueves 13 de noviembre de 1947, publicaba un breve comentario de la redacción, a modo de arenga, tomando postura clara en favor del proyecto, en el que textualmente decía: “Si digna de imitación y merecedora de aplauso es la donación que se ha hecho para contribuir al mayor culto de nuestro Santo Patrono, no lo es menos la idea de levantar un Vía Crucis en el bellísimo camino de San Saturio.

Parece que al correr de los tiempos se agiganta hacia el Santo Anacoreta la devoción de todos los sorianos. Y este acrecentamiento se manifiesta en lo que a pesar de ser idea confiamos que pronto será magnífica realidad.

Porque no ha de caer en el vacío la llamada que hace a todos los sorianos nuestro venerable y queridísimo señor Abad.

¡Hay que levantar el Vía Crucis en el camino de San Saturio!.

Para eso somos sorianos, por eso nos llamamos católicos. Para demostrarlo con obras.

Cuanto más honremos a nuestro Santo, más él nos podrá favorecer.

Cuanto más honremos a la Cruz, mayor fortaleza tendremos para derrotar a nuestros enemigos.

¡Sorianos!. Que nuestra generosidad forme pareja con nuestra devoción. Todo en honor del bendito Anacoreta”.

La iniciativa no tenía vuelta atrás y enseguida comenzaron a llegar las aportaciones, de tal manera que a los pocos días de iniciado el mes de enero de 1948 el Abad Gómez Santa Cruz hacía pública una nueva nota para dar cuenta de los primeros donativos recibidos, de las gestiones realizadas y de las características del proyecto. Empezaba señalando los ofrecimientos habidos para erigirlo hasta la fecha (10 de enero) y que “el presupuesto y el proyecto encargados al arquitecto Luis Jiménez [Fernández], quien dirigirá las obras hasta su terminación, importa 7.019 pesetas, no incluyendo cantidad alguna por honorarios a dicho señor quien, como soriano y devoto del Santo, se da por bien pagado y honrado al poder contribuir de este modo a la obra. Y siendo la cantidad ofrecida 6.625, y por haberse comprometido un señor sacerdote a cooperar con la cantidad necesaria para suplir la diferencia, 394, en el momento que el tiempo lo permita se empezarán las obras necesarias, una vez que don José María Fresneda ha ofrecido generosamente el terreno sin remuneración, pero sin que ello implique otra servidumbre para su finca que el que puedan erigirse las cruces en ella. Esta generosidad del señor Fresneda, la gentileza del señor Arquitecto, la piedad y desprendimiento de las personas que han aportado las cantidades antes dichas, permiten la pronta realización de proyecto tan anhelado por todos cuantos sorianos son fervorosos devotos del Crucificado y del Santo”.

En cualquier caso, el prelado no ocultaba su lamentación porque “no responde, en todo, el proyecto a las esperanzas que en él habían cifrado, pero el sitio donde han de colocarse las cruces de las catorce Estaciones, en la ladera, de la izquierda del camino, la sierra de fondo y los riscos que le dan áspero y grandioso aspecto, harán que no resulte pobre hasta el extremo de resultar menos digno. Por otra parte –añadía- el proyecto es susceptible de mejoras aun empezado, porque fácilmente y con poco gasto, las peanas de las cruces, en vez de uno podrán tener dos escalones, lo cual daría mayor esbeltez y grandeza; esto y cuanto pueda mejorarse queda a la consideración de los sorianos”. Y concluía mostrando “a todos mi gratitud, a los que hasta ahora con sus aportaciones han hecho factible el proyecto, extensiva a cuantos desean aunque sus posibilidades económicas no les permita contribuir, y de modo especial al Excmo. Ayuntamiento, al periódico Campo, al Cabildo colegial y a la Cofradía de San Saturio, donde siempre ha encontrado la cooperación solicitada”.

Como complemento o anejo de lo anteriormente transcrito, el Abad Santiago Gómez Santa Cruz hizo pública una nota informando de las particularidades de la construcción en la que señalaba que ”el proyecto ha sido planeado por el arquitecto soriano don Luis Jiménez [Fernández], habiéndose adoptado el emplazamiento a la izquierda del camino, ofreciendo como fondo el austero paisaje de la montaña tan en consonancia con la devoción a la Cruz. Las estaciones, según el proyecto, llevarán cimentación de hormigón en masa, coronada, en su enrase con el terreno, con una base de piedra labrada de formas completamente geométricas, y sobre ella la sencilla Cruz de madera, en la cual no se proyecta más decoración que la derivada del rebaje interior para los números. La Cruz será pintada al óleo, de un color oscuro, resaltando el número de la estación que irá en blanco. La primera Cruz quedará enclavada más allá de la entrada del llamado barranco grande, y la XIV, en el segundo quiebro de la escalera de acceso a la ermita, dando frente al tramo de la misma escalera”.

Conocido y madurado el proyecto continuaron recibiéndose nuevas aportaciones. Buena prueba de ello es que en el número correspondiente al sábado 27 de marzo de 1948 el trisemanario Campo se hacía eco de una nueva información según la cual el Abad había entregado al Ayuntamiento la cantidad de 8.025 pesetas que, devotos del Santo, le habían entregado para construir el Vía Crucis, que se había decidido levantar en el camino de la Ermita, empezando en el muro de contención para terminar en la puerta alta del Santuario. El importe “para tan piadoso fin [lo había recibido de] los siguientes devotos del Santo: Un devoto anónimo, 5.000 pesetas; don Joaquín Iglesias, 500; don Anastasio Sánchez, 25; doña Milagros Cabrerizo, 100; don Pablo Carretero y su esposa doña Emerenciana Sainz, 1.000; una soriana, 50; don Jesús Borque Guillén, 50; don Joaquín Iglesias Jiménez, 500; doña María Ramos de Ramón, 500; y un Sr. Sacerdote de la capital, 500”.

JUNTA REALIZADORA DEL PROYECTO

Al mismo tiempo se daba a conocer la composición de la Junta realizadora del proyecto de la que formaban parte por el Cabildo Colegial, el Abad y el Capitular Capellán de San Saturio; por el Ayuntamiento, los concejales Jesús Martínez Borque y Julio Royo; y por la Cofradía de San Saturio, Bonifacio Díez. Y argumentaba que con las 8.025 pesetas recaudadas podría ejecutarse el proyecto del. Arquitecto y enriquecer las peanas de piedra sobre las que habían de alzar las cruces de madera “del tamaño de la que llevó el Señor al Calvario” consciente de que no serán tan elegantes las peanas como sería de desear, si no hay nuevos donativos, pero no desdecirán de la grandeza y devoción de los pasos de la Pasión y el proyecto podrá mejorarse lo que se desee, si algún otro soriano se siente dispuesto a contribuir y sus posibilidades se lo permiten, por lo que pueden entregar sus donativos en el Ayuntamiento o a cualquiera de los Vocales que integran la Junta, quienes las ingresarán en el Ayuntamiento para enriquecer el proyecto que en todo caso empezaría muy pronto a ejecutarse. Al tiempo que hacía público el concurso de ejecución de la obra de manera que los posibles interesados en la construcción de las cruces o de los basamentos pudieran indicar a la Junta, al Abad o a otro cualquiera de los vocales, las condiciones en que se obligarían a hacerlos, abundando en que las cruces deberán serán de madera de enebro o de pino, sin posibilidad de hacerlas de piedra porque “dada la grandeza del paraje, para que resultaran sólidas y artísticas” no habrían de costar las 16 menos de 80.000 pesetas y “no es lógico pensar, dada la cuantía, que pueda alcanzarse en donativos”. En todo caso –concluía- los Cabildos Colegial y Municipal y la Cofradía de San Saturio dejaban patente su agradecimiento a los que hasta ese momento y en lo sucesivo contribuyan con sus donativos, como “también a todos los sorianos y devotos del Santo que ven con simpatía el proyecto”.

Qué duda cabe que la nota anterior del Abad reactivó la conciencia de los sorianos. Así se explica que unas semanas después se publicara una segunda relación –muy breve, por cierto- dando cuenta de los donativos entregados en la Depositaría del Ayuntamiento de la ciudad por “D. Mariano Sotillos, 25 pesetas; don Juan del Álamo, 30; D. Benito del Riego, 50, [y] D. Tomás Brieva, 250. Total, 355”, y que “Un soriano” anónimo enviase una nota al periódico Campo –muy comprometido en la campaña, como hemos visto- a la que el trisemanario otorgó un especial relieve informativo en su número del sábado 8 de mayo de 1948. Porque, en efecto, recuadrada, y con el título “SORIANOS: Una limosna generosa para el Vía Crucis del Camino de San Saturio”, insertó el texto siguiente: “El Vía Crucis puede ser de construcción muy modesta: unas sencillas cruces sobre humilde pedestal de piedra. Pero si los sorianos de verdad, los que queremos con hondo y sincero cariño a ese hermoso y entrañable camino, los que aprendimos a andarlo de la mano de nuestra madre y por él llevamos a nuestros hijos para que lo aprendan a andar; si los que caminamos por él porque nuestro corazón nos lleva hacia el Santo con alma colmada de inquietudes, tristezas o alegrías; si todos los sorianos lo queremos y debemos quererlo. El “Vía Crucis” será como lo pide nuestro deseo y la grandeza silente del paisaje, será la roca viva de la mejor cantera, como la inquebrantable fe de los sorianos hacia su glorioso Patrono San Saturio”.

La respuesta a la reflexión de este soriano anónimo no se hizo esperar pues de inmediato el Abad Gómez Santa Cruz, especialmente activo en este asunto, comparecía en el mismo periódico para señalar que el escrito “revela un buen deseo y un entusiasmo plausible por cuanto sea honrar al Santo Patrono y hermosear su ermita, pero no expresa el sentir de la comisión encargada de erigir el Vía Crucis, el cual puede ser menos rico por el material de madera en vez de piedra pero que nunca resultaría tan impresionante como siendo las cruces idénticas a la que llevó el Señor y no fue de piedra. Por otra parte –añadía- el presupuesto para hacerlo como está proyectado, costará 12.000 pesetas; los fieles han aportado, entre donativos reales y ofrecimientos, unas 10.000, y la obra está en marcha, contratados los materiales y la colocación; pero la comisión ni puede ni quiere ser obstáculo para que los entusiastas de la obra intenten llevar a feliz término un grandioso proyecto para el que nunca será dificultad la realización del proyectado, que, entiendo, que en la actualidad no puede ser mejorado. Y si las aportaciones de los fieles exceden del coste del Vía Crucis, es propósito de la comisión emplear las necesarias en arreglar y dejar la escalera exterior de la ermita de modo que no desdiga, como ahora desdice, del interés de los sorianos por la iglesia de su Santo. La comisión hará pública la relación de los donativos recibidos y de la justificación de su empleo”, concluía.

Entre tanto, continuaba el goteo de nuevas aportaciones con la consiguiente publicidad en el único medio que aparecía en la capital, y así al finalizar el mes de julio de 1948 se difundía un segundo listado de los donativos recibidos en el Casa Consistorial, al tiempo que recordaba que la suscripción para la construcción del Vía Crucis continuaba abierta. Los nuevos donantes eran los siguientes: ”Una familia devota del Santo, 60 pesetas; D. Félix del Río Benito, 50; una devota de San Saturio, 50; D. Pedro Beltrán, 50; D. Santiago Gallego, 15; cofradía la Sacramental y del Santo Entierro, 25; D. Aurelio Labanda, 50; D. Laurentino Barrios, 25; una familia devota del Santo, 50; D. Eduardo Peña, 50; D. Ángel Martínez Borque, 100; D. Jesús Urrutia Castillo, 50; una soriana devota, 25; otra soriana devota, 10; D. Gregorio Jiménez, 100; D. Alberto Perlado, 25 [y] don Félix García, 50”.

Apenas un par de semanas después –el 14 de agosto- otra relación más de donativos recibidos salía a la luz pública: “Cofradía de San Saturio, 2.000 pesetas; Srtas. Escudero, 25; Elvira Hernández Herrero, 25; doña Julia Esteban, viuda de Tovar, 25; doña Rosalía Hernando Jiménez, 10, [y] unas devotas del Santo, 50”. Y volvía a recordarse, una vez más, que continuaba abierta la suscripción.

Por fin, el 5 de septiembre de 1948, el Abad Santiago Gómez Santa Cruz, en nombre de la Comisión Ejecutiva, anunciaba que terminadas las obras y colocadas ya las cruces sólo se espera la autorización del señor Obispo para poder bendecirlo y quedar erigido canónicamente, si bien aprovechaba el momento para hacer otro tipo de consideraciones y señalar que “la espontaneidad y generosidad con que los sorianos han contribuido a la realización de obra tan devota como deseada, nunca la ponderaremos como se merece. A todos estamos obligados y muy agradecidos y de modo especial a Campo por su desinteresada y eficaz cooperación”.

En otro apartado señalaba que “la cantidad total ofrecida, sin que a persona o entidad alguna se le haya pedido ha sido aproximadamente 12.000 pesetas, con las que se han costeado todas las obras necesarias y es posible que quede algún sobrante que interpretando la voluntad de los donantes, el Cabildo, el Ayuntamiento y la Cofradía destinarán a alguna cosa que redunde en honor y devoción a nuestro Santo, bien reparando algún desperfecto en sus capillas de la Ermita y de la Colegiata adquiriendo algún objeto para enriquecerlas, como podrían ser la colección de vidrieras artísticas en sustitución de las demasiado pobres que actualmente cierran los preciosos ventanales románicos de la capilla del Santo de la Colegiata; enriquecer el devotísimo oratorio erigido por nuestro glorioso Patrón en honor de San Miguel en la Ermita, con lámparas, imágenes, bancos y reclinatorios, o con alguna otra cosa que los devotos sugieran como más preferible, habiendo de advertir que ni éstas ni otras adquisiciones, han de instalarse sin que antes los absolutamente voluntarios ofrecimientos de los devotos, permitan tenerlas como posibles”.

La nota informativa continuaba subrayando que obtenida la autorización de. Prelado para bendecirlo, el acto tendría lugar antes del día en que comienza la novena y en él se rezará, por vez primera, “el devotísimo ejercicio” asistiendo el Ayuntamiento, el Cabildo, la Junta Directiva de la Cofradía y cuantos devotos “de la Pasión del Señor y de su fidelísimo siervo San Saturio deseen asistir”, para finalmente dejar constancia de que oportunamente se anunciaría el día, la hora y el ceremonial, como también se especificarían las facturas de cuantos pagos se habían hecho, justificando el empleo del total de las cantidades entregadas por los fieles.

BENDICIÓN DEL VÍA CRUCIS

El viernes 17 de septiembre de 1948 tenía lugar finalmente la bendición del Vía Crucis. Fue un acontecimiento en la Soria de la época, cuyo desarrollo se preparó con el boato que se llevaba. Y como no podía ser de otro modo, tuvo un amplio eco en el periódico Campo, que como hemos visto con reiteración había apoyado decididamente la iniciativa, facilitando la víspera una pormenorizada información, si es que no un llamamiento en toda regla, del siguiente tenor: “Prescribe la legislación eclesiástica para la erección canónica, de modo que al practicar el Ejercicio se ganen las extraordinarias y muy numerosas indulgencias a él anejas (a), la licencia por escrito del Excmo. y Rvdmo. Ordinario de la Diócesis; (b) el consentimiento del párroco; (c) el del Superior del Convento de los Hermanos Menores, licencias o consentimientos que no tienen validez si no se hacen constar en documento escrito; (d) catorce cruces que han de ser hechas precisamente de madera y bien visibles y que entre una y otra de las Estaciones medie alguna distancia; cumplidos todos estos requisitos puede procederse a la bendición y el Cabildo Colegial, la Cofradía y el Ayuntamiento de la ciudad han dispuesto que tenga lugar mañana [17 de septiembre de 1948], viernes, fiesta de la Impresión de las Llagas del Seráfico Padre San Francisco, y fecha casi si olvidada, si como son los deseos de todos, el Vía Crucis ha de estar erigido antes del día 24, en el que empieza la solemne Novena a Nuestro Santo San Saturio.

El ceremonial de la bendición será el que sigue: A las cinco y cuarto de la tarde, y en punto, se encontrarán revestidos como dispone el Ritual, el sacerdote que haga la bendición y el que le ayude en el lugar del camino donde se ha levantado la Cruz de la primera estación, y, arrodillados, el oficiante entonará el “Veni Creator” y lo continuarán los fieles hasta terminarlo con las oraciones prescritas. Inmediatamente se bendecirán con la primera todas las demás cruces y recitados los himnos “Vexila, Regis y Stabat Mater” empezará la “representación ordenada, devota y amorosa de aquel viaje penosísimo que, por nosotros, hizo nuestro Redentor hasta la cima del Calvario”, que terminará rezada la catorce Estación situada inmediatamente y frente a la entrada de la Ermita, en la cual ante la imagen y las reliquias del benditísimo San Saturio, constante y eficaz protector de todos los sorianos, se entonará un Te Deum en acción de gracias, pues a San Saturio principalmente se debe el Vía Crucis, ante el cual muchos, muchísimos fieles, cuantos mediten la dolorosísima Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, han de alcanzar gracias para evitar los pecados, santificar su vida y con santa muerte alcanzar la gloria.

Los Cabildos y las Cofradías han dispuesto no invitar individualmente ni a entidades ni a personas. Entienden que la religión y la práctica de sus deberes se hacen por propia, espontánea y libre voluntad, y tienen muy poco o ningún valor ante Dios y los hombres, cuando de esta forma no se realizan. Tienen por lo tanto la palabra todos los fieles de Soria, pero a Cabildos y Cofradía les consta que tienen arraigadísima en su alma la virtud de la fe y la devoción a San Saturio y están seguros de que el acto de la bendición del Vía Crucis ha de resultar por la concurrencia muy numerosa, de los fieles, más solemne.

Y no teman que dure mucho; todo puede, debe y ha de procurarse, que quede terminado antes de las seis y media.

Los organizadores saben que de terminarse más tarde se dificultaría a los devotos de San Francisco asistir a la novena que en su honor celebran los Padres Franciscanos, que todas las tardes llenan su hermosa y capaz iglesia y que en modo alguno dejarían de asistir la tarde del día en que se celebra la fiesta de la Impresión de las Llagas a su Patrón Seráfico.

Ambos actos, la bendición del Vía Crucis y el ejercicio de la Novena serán muy compatibles para cuantos devotos a ellos deseen asistir”.

Pues bien, la bendición del Vía Crucis en el camino de la ermita de San Saturio se desarrolló según las previsiones, aunque curiosamente la repercusión en el periódico de referencia de la época fue sensiblemente menor que la dispensada a la gestación del proyecto y a la previa de la celebración. De todos modos pudo leerse en la primera de Campo –“Periódico Agrario-De Información General-Defensor de los Intereses de la Provincia”, editado por la Hermandad Sindical Provincial de Labradores y Ganaderos- que “ayer (por el referido 17 de septiembre de 1948), a las seis y media de la tarde, tuvo lugar la bendición del Vía Crucis colocado a lo largo del camino de la ermita de nuestro glorioso San Saturio.

Tan solemne acto dio comienzo con el “Veni Creator”, procediendo seguidamente, el R. P. (Reverendo Padre) José Bernardo Biaín a la bendición de las Cruces.

A continuación, fue hecho el ejercicio del Vía Crucis, terminando cantándose en la ermita un Te Deum, en acción de gracias por la terminación de estas obras, dándose la bendición a los fieles.

Presidieron tan emocionante como fervoroso acto, el Excmo. Sr. Gobernador Civil, primer teniente de Alcalde en funciones de Alcalde, concejales del Excmo. Ayuntamiento, Ilmo. Sr. Abad de la Colegiata, Cabildo, Comunidad de PP (Padres) Franciscanos y numerosísimos fieles (sic).

Al finalizar, en la escalinata que da acceso a la cueva, el señor Abad pronunció unas breves palabras llenas de amor hacia San Saturio, exaltando el acto que se acababa de celebrar y que tanto enaltece, no sólo a las autoridades y personas que han contribuido a la erección del Vía Crucis, sino que a todo la ciudad”.

Y desde entonces hasta hoy, si bien es verdad que, con posterioridad, las primitivas cruces de madera se sustituyeron por las actuales de cemento, excepto la de la última estación, que está tallada en piedra.

© Joaquín Alcalde, primavera 2023

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