Dos
de Serón en el robo de Beratón
©
Carles de Escalada, Manuscrito final 22.10.2020
La
Guardia Civil de Serón desfilando hacia su acuartelamiento. De fondo, el
Ayuntamiento en donde posiblemente el Chupina estuvo encarcelado en uno
de sus calabozos. Foto Manuel Cerrada Zoya, 1909.
Como recogía el periódico
mallorquín El Genio de la Libertad nada menos que en 1856 la
inseguridad, robos y todo tipo de crímenes, formaba parte de la vida
cotidiana de una buena parte de la zona Noreste de la provincia de
Soria. El artículo muestra esa realidad, acentuada por una serie de
robos provocados por oportunistas más que por bandas de malhechores
profesionales.
“Hacia la parte de
Agreda y Noviercas han aparecido dos cuadrillas de ladrones que
tiene en alarma a aquel país. Su persecución es poco activa, por
estar todavía haciendo el servicio en esta capital (Soria) los
guardias civiles que hacen falta en los cantones”. También en Ituero,
pueblo que dista de aquí cinco leguas, intentaron un robo en casa
del cura párroco estando este ausente. Los ladrones penetraron en el
piso inferior y consiguieron franquear la despensa. Mas cuando se
hallaban solazándose a la vista de los abundantes y suculentas
viandas que aquel lugar ofrecía , fueron sorprendidos como los
ratones de la fábula, por el ama de gobierno, pero de una manera
mucho más trágica, pues en vez de alborotarse esta y llamar a la
vecindad, cogió una escopeta cargada que su amo tenia, dirige la
puntería por una abertura que desde el piso superior daba a la
citada despensa, y descargó un tiro de bala sobre el grupo de los
confiados huéspedes. El saludo de la valerosa numantina produjo el
efecto que podía prometerse. Uno de los bandidos fue gravemente
herido, y los demas, no creyendo prudente permanecer allí por más
tiempo, cogieron al infortunado compañero y marcharon sin que de
ellos haya quedado más huella que el surco de sangre que dejaba el
herido”.
La violencia en Noviercas
no estaría siempre protagonizada por grupos de malhechores, en algunas
ocasiones la violencia aparecía trágicamente tras meras disputas
domésticas. El Diario de Córdoba recogía en 1859:
“Un vecino de
Noviercas, villa situada a cuatro leguas de Soria, asesinó hace
pocos días a su esposa, dándole siete puñaladas y suicidándose
después, dejando a su familia abandonada”.
Incluso rencillas y peleas
entre vecinos ocurrían y se recoge en 1863 que a instancia del juez de
Ágreda y su partido, Tomás Miguel Lloret, la búsqueda de Bonifacio
Espallargas por un atentado contra el entonces alcalde de Noviercas.
Unos años más tarde, en el verano 1868, se recogería nada menos que el
intento de asesinato del cura de Noviercas por Manuel Tardío. Manuel
sería capturado a finales de junio tras haber protagonizado un intento
de fuga al resistirse a su detención por la Guardia Civil, a cuyo mando
se encontraba el teniente José Gay González
Teniendo de fondo a la
tercera y última guerra carlista (había comenzado en abril de 1872) el
11 de febrero de 1873 el rey Amadeo I renunciaba al trono de España y
ese mismo día se proclamaba la Primera República Española. Casi un año
más tarde, el 3 de enero de 1874, el Capitán General de Castilla la
Nueva, Manuel Pavía producía un golpe de estado, para convocar acto
seguido a todos los partidos republicanos (excepto los carlistas y los
cantonalistas) un gobierno republicano dictatorial que no duraría.
Tras la estancia y los
viajes por tierras sorianas del escritor Gustavo A. Bécquer y de su
familia, hacía tan solo unos pocos años, Soria comenzaba a estar
presente en el resto del País, lugar protagonista en los relatos que la
magia del escritor había catapultada a la fama. El Rayo de Luna, El
Monte de las Ánimas, La Promesa, Los Ojos Verdes y La Corza Blanca.
Sin embargo, el relato más
conocido de la narrativa popular soriana en la actualidad es sin duda el
del robo que ha pasado a la historia a denominarse como el ‘Robo de
Beratón'. Ciento y cuarenta y seis años para ser exactos en el momento
de redactar este artículo en el año cero de la pandemia.
Y dentro de sus
pormenores, quizá el más conocido de todos los participantes en este
famoso robo fuera sin duda un personaje llamado Hilarión Borobia Jodra,
conocido con su apodo o alias de ‘el Rubio'.
Gracias principalmente al
esfuerzo de la sobrina de Bécquer, ‘el Rubio' acabaría siendo un
personaje ‘añadido' a la fuerza en la biografía de su tío el escritor
Gustavo A. Bécquer y también a la de su familia soriana. Julia Bécquer
se encargaría toda su vida de llevar una campaña de odio y de
desprestigiar la imagen de su tía Casta Esteban, argumentado por una
serie de incidentes acaecidos en Noviercas y que en parte fueron
protagonizadas por este individuo.
Más tarde, llamémosle
novelista, Heliodoro Carpintero realizaría un intento de bosquejo
biográfico sobre este personaje en un artículo titulado ‘Bécquer y el
bandolero el ‘Rubio' recogiendo como introducción pasajes de ‘La
Corza Blanca' y pasar a darnos en forma de una introducción
biográfica la de su autor y su “conexión histórica” con Hilarión Borobia.
El Rubio sería uno de los tres ladrones que fallecían in situ por los
altercados y peleas que seguirían a continuación del robo. Pero no vamos
a tratar en este artículo sobre este delincuente y sí sobre dos de los
otros personajes delincuentes relacionados con Serón.
En febrero de 1874 tiene
lugar la tragicomedia del Robo de Beratón. Así se registraba en la
circular número setenta publicada por el Gobierno de la Provincia de
Soria en el Boletín Oficial de la Provincia de Soria:
“ En el pueblo de
Beratón, el día 8 del que rige ha entrado una partida latro-facciosa
y sorprendido todos los vecinos de dicho pueblo dentro de la iglesia
cuando estaban oyendo misa. Robaron seis casas; pero, cuando se
disponían a marchar con el fruto de su rapiña, fueron atacados por
el somaten de los pueblos vecinos, que dió muerte a cuatro de los
ladrones, hiriendo y haciendo prisioneros a los seis restantes, que
aparecen ser vecinos de Noviercas, Serón, Ledesma, Buberos é
Hinojosa del Campo, hallándose entre ellos el Regidor Síndico del
primer pueblo.”
Soria, 10 de
febrero de 1874
El Gobernador
interino. Cándido Carretero.
Los diez sorianos
procedentes de las localidades de Buberos, Hinojosa del Campo, Ledesma,
Noviercas y Serón, se dirigieron a Beratón, localidad situada en las
laderas del Moncayo soriano, con la intención de cometer un robo
despojando de sus bienes metálicos a un número seleccionado de sus
habitantes. Se elegiría para cometer su fechoría un día de la semana y
una hora clave para esos habitantes de Beratón; en la que se suponía que
todos (sin casi excepción) estarían en el interior de la iglesia
parroquial de San Pedro Apóstol celebrando la misa dominical. Así pues,
el Domingo 8 de febrero de 1874, fue el día elegido y esos diez
individuos pondrían en acción el desarrollo del último capítulo de su
plan.
Con el recentísimo,
excelentemente investigado (y a mi juicio, por ahora sin duda) el mejor
trabajo realizado y publicado sobre el robo por Ma
Reyes Omeñaca se han desvelado una serie de nuevas noticias, detalles y
pormenores tanto sobre el robo en sí como sobre la identidad de sus
participantes en esa mañana dominical. Eugenio Maza Ibáñez (natural de
Noviercas), Saturnino Acebes Garcés (natural de Villaseca de Arciel)
ambos residentes en Buberos. Gregorio Barrena Gonzalo e Hilarión Borobia
Jodra, ambos originarios y residentes en Noviercas. Domingo Ledesma
Sanz, Antonio Zamora Maza (natural de Almenar), residente en Hinojosa
del Campo. Lorenzo Calleja González (natural de Ledesma), Fernando Isla
Vargas (natural de Almazul) y Francisco Gómara Martínez, ambos
residentes en Serón.
Este artículo va a intenta
exponer la identidad e historia de dos de esos participantes residentes
y originarios de la villa de Serón.
Francisco Gómara
Martínez es más conocido por su apodo de ‘el Chupina'.
Chupina. ¿Qué significa
chupina? ¿Cuándo se le comienza a denominar con este mote? La mayoría de
los diccionarios etimológicos de la lengua castellana/española no
definen la palabra. Se observan un número de especulaciones, que no
pretendo repetir en este artículo. Aunque la palabra ‘chupinazo' sí que
se define por la RAE como “Disparo hecho con un cohete que señala el
comienzo de un festejo”, es muy posible que el apodo se le diera al
haber este sido, como se le describe, ‘cazador' y haber utilizado
escopetas antiguas que provocarían muchísimo ruido al ser disparadas.
El día dos de diciembre de
1831 el cura párroco de Santa María del Mercado de la villa de Serón,
Lucas Encabo, bautizaba en la iglesia parroquial a un niño que había
nacido el día anterior y al que pondrían por nombre el de Francisco.
Hijo de Manuel Gómara Sanz y de María Martínez Yubero (hija de Andrés y
María), siendo su padrino Antonio Gómara . Sus abuelos paternos Ramón
Gómara Arribas y Antonia Sanz Escalada (hija de Martín y de Clara,
vecinos de Torlengua).
A la edad de veintidós
años, el 24 de noviembre de 1853 Francisco casaría en Serón con
Margarita Giralde Chamorro, hija de Juan Antonio Giralde Álvarez
(domiciliado en 1877 en Taroda) y de Vicenta Chamarro (fallecida en
1872) que residían en el número uno de la Plaza Mayor de Serón.
Curiosamente en la
genealogía de Margarita, su bisabuelo paterno, Manuel Giralde era
originario de San Cristóbal en Galicia (San Cristovo de Cea, Ourense) y
de su tía-bisabuela María, sabemos que esta había casado con Nicolás
Tran, un calderero de oficio, originario de Rivello, en la provincia de
Potenza, localidad entonces situada en el Reino de Nápoles y ahora en
Italia.
Los Gómara-Giralde
vivirían en una casa de la calle Santa Ana (a partir de 1936 del siglo
pasado hermanos Lope García) en donde la pareja tendría varios hijos,
María, Isidra y Baldomero.
María Gómara Giralde
casaría con Agapito Latorre Hernández en 1878, teniendo a Severa (1879).
y esta casaría en 1900 con Genaro Solaesa Yubero, natural de Torrubia y
vecino de Torrehermosa (Zaragoza). Baldomero Gómara Giralde casaría con
Antonina Rubio Ortega.
Manuel Gómara Sanz había
casado en primeras nupcias con Margarita Giralde, padres de Francisco y
en segundas nupcias con Valentina Gimeno. Vivían en la c/ Santa Ana n°
35 de Serón.
Francisco sabía leer y
escribir y por lo tanto firmar. Históricamente la educación primaria en
Serón había sido desde sus más antiguos tiempos de una gran calidad no
solo para los niños, pero también para las niñas, habiendo solo un
mínimo número de seronenses que no supieran leer o escribir.
No sabemos exactamente
cuándo comenzaría la carrera delictiva de Francisco. Su comportamiento
formaría parte innata de su personalidad y desde su niñez, como es el
caso de muchos otros individuos, tendría claras tendencias narcisistas y
quizá algún complejo de superioridad que lenta pero segura, le causarían
problemas sociales primero con otros individuos en su natal Serón.
Sabemos que entre octubre
y noviembre de 1860, a la edad de veintinueve años, Francisco había
marchado al monte de los alrededores de Serón con la idea de ir a cortar
leña. No cabe duda que el otoño y el invierno debieron de ser, como
siempre habían sido, muy fríos y que Francisco se dispuso a hacer leña
para tener el fuego de la lumbre de su cocina y el resto de su casa
calientes. Fue al monte y allí taló toda la leña y más de la que
necesitaba, pero al parecer no tenía el permiso para hacerlo. Siendo
sorprendido por el guarda local de montes, desempeñado por Juan Martínez
Laorden, se desarrollaría una discusión y seguida de una pelea de la que
Juan resultaría herido, por lo que no tuvo otro remedio que denunciar lo
ocurrido a las autoridades.
Juan Martínez la Orden
tenía en esos momentos treinta y cinco años. Había nacido en Serón el 18
de mayo de 1825. Hijo de Tomás Martinez y Benita la Orden. Estaba casado
con Teresa Arenas y vivían en el número 9 de la calle Oscura.
La correspondiente
denuncia sería formalizada y la Guardia Civil de Serón se encargaría de
buscar al culpable de dicho altercado. El 21 de octubre Francisco sería
detenido. La noticia aparecería publicada en el Boletín:
“ Por el guardia
primero Bartolomé Lapeña Dominguez, y segundo Apolinar Ruiz
Martínez, del puesto de Deza, en unión del Sr. Alcalde de la villa
de Serón, fue capturado Francisco Gómara, de la misma vecindad, por
heridas causadas al guarda del monte, ocupándole un puñal y un
navaja prohibida y 19 cargas de leña que había cortado en el monte
de dicha villa”.
Dos guardias civiles del
puesto de Deza junto al alcalde de Serón detenían a Francisco, pero no
dicen claramente si fue en Deza en donde dicho alcalde tuvo que ir a
buscar al detenido. El caso ocurrido unos meses antes en agosto de 1860
está redactado mucho mejor. Dos guardias civiles del puesto de Barahona
habían detenido en Ontalvilla de Almazán a Enrique Hernández, quien era
vecino y natural de Serón, por un robo cometido en el estanco de
Adradas. En este caso claramente se entiende en donde ocurrió el robo y
el resto de los detalles de la detención del sospechoso, situación que
no ocurre, creemos en este caso con la detención del Chupina. Sería
detenido en Deza, a casi 21 Kilómetros de Serón (o a cuatro horas de
camino) lo que significaba que, para evitar su detención y castigo,
quizá se disponía a huir fuera de la provincia de Soria.
Obviamente entendemos que
las diecinueve cargas de leña estarían en su casa o en alguna propiedad
(huerto, Arreñal, corral, cuadra, etc..) en la villa de Serón.
Posiblemente el Chupina sería detenido en la zona de Ágreda y escoltado
junto al alcalde de Serón que fue para identificarlo y llevárselo.
El alcalde de Serón en
esos momentos era Miguel Martínez Borque (1825-1887). Miguel, hijo de
Benito y Severa; estaba casado con Pascuala Medrano Vellosillo, natural
de Quintana Redonda, hija de Leandro (Quintana Redonda) y de Micaela
(Sauquillo de Boñices). Tuvieron varios hijos en Serón y tiempo más
adelante dimitiría de la alcaldía, para dejar Serón y mudar su domicilio
al pueblo de su esposa.
En cuanto a los dos
guardias civiles del puesto de Deza los vemos interviniendo en un número
de casos (como en el resto de Soria y España en general) deteniendo a
hombres que no disponían o tenían caducada las licencia de armas
(escopetas para la caza) en ocasiones por llevar revólveres, trabucos o
navajas no permitidas o por no llevar o tener el documento de seguridad
(identidad) caducado o perteneciente a otra persona. Los robos,
asesinatos, homicidios y otros asuntos violentos, aunque ocurrían,
lógicamente eran mucho menores y contados.
El entonces guardia 1°
Bartolomé Lapeña Dominguez, como hemos visto, se encontraba en esos
momentos en el puesto de Deza. A partir de 1863 lo encontraremos
residiendo en el puesto de Alentisque (cabo 2° en 1863), (cabo1° en
1864) hasta 1881. Y a partir de 1881 lo encontraremos viviendo, ya
retirado de la Benemérita como labrador en Ágreda. Nacido a finales de
agosto de 1824, había casado en un par de ocasiones, primero con Rufina
Mayor y en 1878 con Lorenza Delgado Cacho (Ágreda).
El entonces guardia 2°
Bartolomé Apolinar Ruíz Martínez tan solo sabemos que junto a Lapeña se
encontraba de servicio en Deza ya desde 1860.
Unos años más tarde,
durante el juicio por su participación en el robo de Beratón,
descubriremos que el 3 de mayo de 1871 (y tras la revista de su caso el
21 de Julio de 1871), el Juzgado de Almazán le sentenciaba por la “...
corta de leñas del Monte de Serón amenazas y lesiones al Guarda del
mismo... ” nada menos que nueve años de prisión mayor, cien duros
de multa, accesorias, costas y gastos ...”. No sabemos si el Chupina
cumplió esos nueve años de prisión, lo que le hubieran puesto en la
calle aproximadamente a los cuarenta y ocho años en 1880, pero
obviamente este no fue el caso.
A los treinta y dos años
el Chupina continuaría ilustrando con su nombre las páginas del Boletín.
En esta ocasión el veintinueve de octubre de 1869 cuando los guardias
civiles del puesto de Gómara lo detenían y lo entregaban a las
autoridades de Bliecos.
“ Por el cabo
segundo Luis Sevillano Ruiz comandante del puesto de Gómara, y
guardias segundos del mismo José Rodríguez Fernández y Pedro Giménez
del Saz, fue puesto a disposición de la autoridad del pueblo de
Bliecos el paisano Francisco Gómara (a) el Chupina, vecino de la
villa de Serón, por desobediencia a dicha autoridad y varios excesos
que cometió en la fiesta de dicho pueblo”.
Las fiestas de Bliecos se
celebraban el 4 de mayo y el 21 de agosto. Creemos que, debido a la
fecha de su detención, lo más probable es que se refieran a las últimas
celebradas a finales de agosto en donde lo más seguro es que el Chupina
hubiera bebido demasiado y cometido alguna gamberrada.
Luis Sevillano Ruiz,
natural de Ágreda, había sido guardia segundo en Aldealpozo (1860),
guardia primero en Ciria (1863) apareciendo durante un breve momento
como civil en 1867 en Ágreda y de nuevo en la Benemérita como cabo 2° y
comandante del puesto de Gómara hasta finales de 1871, que pasaba a ser
cabo 1° del puesto de Almazán. Basado en el puesto de la Comandancia de
Soria, Sevillano realizaba un donativo de una peseta en una colecta
organizada en febrero de 1873 para ayudar a los vecinos de Cabrejas del
Pinar que habían sufrido un incendio devastador. En 1889 lo
encontraremos residiendo en Quintana Redonda, falleciendo en Soria el 25
de junio de 1901, dejando viuda y tres hijos. En cuanto a los guardias
segundos José Rodríguez Fernández y Pedro Giménez del Saz, los dos
continuaban en 1871 en el puesto de Gómara junto a dos guardias más (Pio
Bonillo Calvo y Froilán Calabia Diego, natural de Ágreda. En 1874
Rodríguez Fernández sería herido en San Felices luchando contra una
partida de carlistas, por lo que el Ayuntamiento de Soria le abonaría
200 reales como donativo por sus heridas. Sabemos que José Rodríguez
Fernández había pasado entre enero de 1865 a marzo de 1866 sirviendo en
el Ejército de Cuba y en junio de 1878 aparecía en una lista en la que
se les realizaba un pago.
La detención y tiempo que
debió de estar el Chupina en Bliecos debió de ser mínimo, pues hasta
incluso dos días después le daría tiempo al Boletín de publicar una nota
fechada el 14 de Octubre nada menos que por el Gobernador Civil de Soria
José Gabriel Balcázar:
“ Habiéndose fugado
de la cárcel de Bliecos donde se hallaba el preso Francisco Gómara
(a) Chupina, vecino de Serón, encargo a los Alcaldes de los pueblos
de esta provincia, Guardia Civil y demás dependientes de mi
autoridad, procuren la busca y captura de dicho sujeto, poniéndolo,
caso de ser habido, a disposición del Alcalde de Bliecos.”
Bliecos se encuentra a 7
Km y medio de Serón o poco más de una hora y media de camino. No sabemos
si el Chupina volvería a Serón en donde corría la suerte de ser detenido
por los Guardias allí acuartelados o si decidió de ir a otro lugar.
El Chupina aparecerá de
nuevo en una circular sobre su búsqueda en el Boletín del 3 de noviembre
de 1869, lo que nos hace entender que desde su escape de Bliecos en
Octubre, a principios de Noviembre este seguía fugado, esquivando la
justicia y en paradero desconocido: “ Otra id. de Francisco Gómara,
id”
Unos años más tarde,
gracias al juicio del robo de Beratón, nos enteraremos que el Chupina
acabaría cumpliendo por sentencia judicial un total de casi dos años de
prisión y alguna multa por su comportamiento y fechorías.
“ ... el testimonio
obrante en autos que dicho procesado lo ha sido anteriormente dos
veces en dicho Juzgado por testimonio de Don Pedro Garcés y Don
Hermenegildo García por atentado y lesiones condenándole por la
premisa en diez y siete meses de prisión correccional, treinta duros
de multa y demás accesorias y por la segunda mes y medio de prisión
sobre la detención que llevaba sufriendo.” .
Los referidos Pedro Garcés
y Hermenegildo García fueron jueces del Juzgado de primera instancia de
Almazán. Su Señoría don Hermenegildo García era el juez en Almazán por
lo menos desde 1841. En Noviembre de 1863 en el Juzgado de primera
instancia de Almazán nos encontraremos con un equipo formado por el juez
Narciso Riaza, el promotor fiscal, Tomás Martínez González; los abogados
Blas Mateos y Simón Gonzalo; los escribanos Hermenegildo García, Timoteo
Mena y Leandro Garcés y los procuradores Ramón Romera y Gregorio Díaz.
Hermenegildo había pasado a ser el escribano más antiguo de este
juzgado.
Otras de las hijas del
Chupina serían, Teófila, nacida el 5 de marzo de 1872 y Mamerta, el 16
de octubre de 1873. El Chupina aparece descrito con la profesión de
ganadero y los Gómara Chamarro vivían entonces en la calle Oscura número
2. Teófila fallecía a los pocos meses el 21 de septiembre de 1872,
apareciendo descrita la profesión de Francisco ahora como la de
jornalero. (Aparece su firma)
Beratón
En la sentencia del Robo
de Beratón se menciona el historial delictivo del Chupina en los que se
esclarecen algunos de los delitos ya expuestos:
“ Francisco Gómara
Martínez (a) Chupina, natural y vecino de Serón de cuarenta y cuatro
años de edad casado, con familia, traficante y cazador, de malísima
conducta sabe leer y escribir y ha sido según sus propias
manifestaciones procesado dos veces en el Juzgado de Almazán y según
testimonio que obra en autos aunque no puede asegurarse de una
manera indudable que se refiera a él pues no conviene con su segundo
apellido, edad ni naturaleza, pero si en el apodo y demás
circunstancia cuatro veces en dicho Juzgado, una por atentado contra
la autoridad y otros excesos se le impusieron diez y siete meses de
prisión correccional y treinta duros de multa; otra no se expresa
porque se le impuso mes y medio de prisión en la cárcel; otra por
corta de leña, amenazas y lesiones al Guarda del monte se le
impusieron nueve años de prisión mayor y cien duros de multa, y otra
por amenazas a un particular y golpes inferidos al Juez Municipal
suplente de Serón la que se declaró falta.”.
Remarquemos lo que se dice
de él: “... traficante y cazador, de malísima conducta ...”
circunstancia de la que pasaremos a hablar más tarde. Curioso es que
también se recoja: “ ... no puede asegurarse de una manera indudable
que se refiera a él pues no conviene con su segundo apellido .Aclaremos
que esta segunda afirmación responde al hecho que en esos momentos se
encontraba viviendo en Serón otra persona con el mismo nombre y primer
apellido y de ahí la posible confusión en la descripción de su
identidad.
El otro Francisco Gómara
de Serón al que se referían era de profesión hojalatero; hijo de
Cornelio Gómara y de Manuela Rubio (natural de Constantina, Sevilla).
Había casado con Joaquina Puertas, hija de Joaquín Puertas (Belchite,
Zaragoza) y María Murillo (Malón, Zaragoza). Los encontramos viviendo en
la calle de la Muela n°7/8 hasta 1874 y después en la calle de Santiago
n°24. Tendrían varios hijos, entre ellos Aquilino (que seguiría con la
profesión paterna) y Juana.
Según lo observado en las
sentencias, el Chupina, estuvo en prisión por los delitos y faltas
cometidos casi un total de once años de su vida antes de ser condenado
por el crimen de Beratón. No sabemos si los cumpliría en su totalidad.
Tras comparecer en el juzgado de Ágreda sería llevado a Soria junto al
resto de los procesados.
Sin embargo, el Chupina
estaba herido de un balazo que le pegó en una pierna uno de los vecinos
de Beratón llamado Lucio Serrano Aranda solo ha podido averiguarse
que a Gómara lo hirió Lucio Serrano con una escopeta que para perseguir
a todos le había dado el Párroco... ”. Lucio había nacido en Beratón
el 3 de marzo 1837. Tenía pues casi los treinta y siete años.
La conclusión de la
acusación fue clara: “ ... se sobreseía libremente respecto a los
tres ladrones muertos, así como al procesado Marcelino Celorrio por no
resultar probada su participación ”. Sin embargo, en cuanto a los
restantes participantes concluía “. de robo en cuadrilla parcialmente
armada ejecutado en poblado con intimidación y violencia en las personas
y por cantidad mayor de quinientas pesetas, sus autores los procesados y
presos... por el delito de haber perturbado la función religiosa en la
misma Iglesia debe considerarse que fue un medio de ejecutar el robo a
los efectos del artículo noventa del Código Penal que tanto la violencia
como la intimidación tuvieron una gravedad manifiestamente innecesaria
para la ejecución del robo, que asistieron las circunstancias agravantes
de empleo de disfraz y de haberse verificado el robo en la morada de las
personas robadas y teniendo presente los que antes han sido procesados,
cuantas veces y porque delitos pide se imponga a Eugenio y Santiago
Maza, Saturnino Acebes y Fernando Isla la pena de catorce años de cadena
temporal.”. Sin embargo, la acusación intentaría ser mucho más dura
con Lorenzo Calleja (catorce años y dos meses), Domingo Ledesma (catorce
años y cinco meses) y como no con el Chupina, la máxima de catorce años
y ocho meses.
En el juicio se
establecería claramente que los delincuentes llevaban preparando el robo
desde hacía por lo menos un año “. por manifestación de los
malhechores que dicen algunos tenían proyectado el robo hacía ya un año
.” por lo que discutirían y decidirían el modus operandi a seguir,
al ser esta sin duda la opción más fácil y segura para ellos “. como
más seguro a su juicio para dar el golpe sin riesgo y con éxito .”
aunque no tuvieran claro a quienes deberían de seleccionar, por lo que
secuestrarían temporalmente primero a un número de cuatro vecinos con la
intención que fueran estos los que les apuntaran y delataran a esas
futuras víctimas “ . llevando ya atados a cuatro vecinos y
obligándoles a designar los más ricos del pueblo .”.
Así que el sábado 7 de
febrero se habían reunido todos en Noviercas en la casa de Domingo
Ledesma Sanz en donde pasarían la noche “ . y todos que se
concertaron el día y noche anterior en la casa de Domingo Ledesma .”
para dirigirse desde allí a Beratón, a no más de 12 Km (menos de tres
horas de camino, dependiendo de posibles paradas y el camino que
tomaran) lo que implicaría salir muy temprano durante una fría madrugada
de febrero. El clima es la situación por la que se entiende que pasaran
todos la noche juntos en Noviercas para así de madrugada, todos los
implicados y sin escusas dirigirse directos a Beratón.
En el capítulo sexto de la
sentencia recogía la razón por la cual el Chupina quedaría cojo el resto
de su vida siempre :
“ Resultando que
depurado con insistencia hasta adonde ha sido posible quienes y
porque mataron a los tres ladrones muertos e hirieron a Francisco
Gómara y los demás solo ha podido averiguarse que a Gómara lo hirió
Lucio Serrano con una escopeta que para perseguir a todos le había
dado el Párroco no sin que antes aquel disparara contra el grupo de
perseguidores, y que los tres muertos sucumbieron también en la
huida persecución y captura sobre cuyas lesiones y muertos se ha
sobreseído libremente por lo que se estima probado.”
Simplemente en su huida el
Chupina había disparado con una de las armas de fuego (no concreta si
una escopeta de caza, un trabuco o una pistola) a los perseguidores (que
al parecer ninguna bala les tocaría, si se hubiera producido un tiroteo
entre ellos) aunque uno de estos perseguidores, Lucio Serrano,
respondería con un disparo, hiriendo al Chupina en una de sus piernas.
Como ya hemos visto la profesión que declaraba tener el Chupina era la
de cazador. Muy posiblemente su embriaguez resultó en parte que no
hubieran ocurrido más fallecidos, pues en circunstancias normales
cualquiera de sus disparos podría haber sido letal para alguno de sus
perseguidores.
Mientras que el juez de la
sentencia utiliza la palabra de ‘ladrón', Carpintero utiliza el término
bandolero. La RAE dice sobre la palabra bandolero: ‘persona que roba
en los despoblados' y sobre la palabra despoblado: ‘Desierto,
yermo o sitio no poblado, y especialmente el que en otro tiempo ha
tenido población' y también, mucho más preciso para nuestra
historia: ‘En algunos ordenamientos, circunstancia agravante
consistente en que se busca o aprovecha la soledad de un lugar para
cometer un delito.” Beratón no se trataba de un despoblado como tal.
En 1826 Miñano estima un total de 58 vecinos (289 habitantes) y 20 años
más tarde, en 1848, Madoz cuenta unos 97 vecinos (280 habitantes).
A los siete meses de su
nacimiento, el cinco de mayo de 1874, Mamerta Gómara Chamarro, la hija
más joven del Chupina fallecía a consecuencia de ‘entero colitis'. Se
registraba a su padres como labradores y residiendo él en Soria y ella
en Serón, por lo que el abuelo materno, Juan Antonio Giralde sería el
que se encargaría de notificarlo oficialmente en el registro civil del
ayuntamiento de Serón.
Se entiende la ausencia
del Chupina en Serón, considerando que debería estar en la cárcel en esa
coyuntura (suponemos que recuperándose también de sus heridas) en la
cárcel de Soria.
Carpintero recogerá lo
siguiente sobre el Chupina:
“ El que
capitaneaba la partida de bandoleros, el Chupina, quedó cojo para
siempre. Pasó muchos años en presidio. Cuando ya viejo, salió de
nuevo al mundo, iba de pueblo en pueblo pidiendo limosna. Su cariño
lo dedicaba a un hurón que llevaba en un morralillo. También pedía
limosna de un cazuelo de leche para el animal. Y buscaba la amistad
de los chicos, fabricándoles pelotas, industria que aprendió en sus
años de presidio.”
No sabemos si lo que
recoge Carpintero es verídico, lo que sí sabemos es que el Chupina no
volvería a residir oficialmente nunca más en Serón.
Fernando Isla Vargas
“. Fernando Isla
Vargas, natural y vecino de Serón de treinta y ocho años, casado,
con familia, jornalero de buena conducta, lee y escribe y no ha sido
procesado anteriormente .”.
A diferencia de la
‘fama' del Chupina, la figura de Fernando Isla Vargas no es conocida en
la historiografía de la delincuencia soriana del siglo XIX hasta que
aparece nombrado por Ma
Reyes Omeñaca como uno de esos diez delincuentes participantes y
apresados por el fracasado ‘robo de Beratón'.
Siendo como dice el
documento original de su juicio, Fernando es “natural y vecino de
Serón” sabemos que efectivamente había nacido en Serón el 30 de mayo
de 1837 (tenía treinta y siete años cuando participaba en el robo). Hijo
de Diego Isla Morón, natural de Serón y de Teresa Ana Vargas Rubio,
natural del lugar de Almazul, en donde la pareja casaría. El bisabuelo
de Fernando, Manuel María Díez de Ysla había sido, como todas las
generaciones de sus antepasados, escribanos de número en Serón, Soria y
otros lugares de su provincia. (foto su firma)
Fernando casaría en Serón
en 1859 con Ramona Gómara Martínez, nacida en Serón el 24 de abril de
1836 (casi un año mayor que él) y la hermana pequeña del Chupina.
Residiendo la pareja y su familia en una casa en el número 8 de la calle
de la Botica, en donde nacieron al menos cuatro de sus hijos,
Visitación, Catalina, Francisco y Tomasa.
Ramona Gómara fallecía a
los cuarenta y nueve años en 1885. Siete años más tarde, en 1892, a los
cincuenta y cinco años, Fernando volvería a casar con Matías Martínez
Chamarro (viuda a su vez de Joaquín Martínez y Martínez (quien había
fallecido en El Frasno, Zaragoza apenas 2 años antes).
Fernando fallecía en el
número 8 de la calle de Santiago a los setenta y dos años el 7 de
noviembre de 1909.
Sin dos no hay un
tercero.
Hemos podido descubrir
también la existencia de una conexión indirecta de un tercero de estos
delincuentes con Serón. Se trata del veterinario de Buberos, Eugenio
Maza Ibáñez. Eugenio había nacido en Noviercas el 13 de noviembre de1838
y seguiría la tradicional profesión paterna como albéitar o veterinario.
Durante el juicio de Beratón se menciona que Eugenio ya tenía
antecedentes penales por un delito anterior, por lo que había sido
condenado a siete meses de prisión en 1859.
Eugenio fue hijo de Don
Ramón Maza, natural de Carabantes en donde desempeñaba su oficio de
albéitar (ya fallecido en 1871) y de Joaquina Ibáñez, natural de Oseja
(Zaragoza). Joaquina seguía ya como viuda viviendo en Almenar.
Hija de Ramón Maza y
de Joaquina Ibáñez fue también Felipa Maza Ibáñez. Felipa nace un año
después Eugenio y sabemos que esta casaría con Pedro Maria de Acebes
Aguado, natural de Villaseca de Arciel, hijo de Francisco de Acebes (Villaseca
de Arciel) y Ana Ma
Aguado (Peroniel). Fue secretario de ayuntamiento en Villaseca de Arciel
y Covaleda del Pinar.
La pareja pasaría a
residir en Serón, en donde Acebes sería el secretario del ayuntamiento
entre 1869 y 1874, desempeñando el mismo cargo en el ayuntamiento de
Berlanga de Duero, El Burgo de Osma y Soria. Pedro María de Acebes
fallecía en Autol (Logroño) en 1895 y Felipa Maza en Soria en 1913.
Aquí es donde viene la
conexión, pues Pedro Maria de Acebes como secretario del ayuntamiento de
Serón y durante su estancia la familia tuvo un par de hijas. La pareja
estuvo viviendo en una casa de la calle Santa Ana y por lo tanto vecinos
de calle con el Chupina. En septiembre de 1871 nacía Petra Rosalía
Eloísa Acebes Maza y es curioso que aparezca Acebes citado como el
secretario de Noviercas. Seguramente un error.
Eugenio Maza fallecía en
el Hospital de Santa Isabel de Soria el 8 de septiembre de 1876. Y sería
en este hospital en donde otro de sus hermanos, Leandro Maza Ibáñez,
trabajaba como ‘practicante' desde por lo menos mayo de 1876.
Conclusiones
No me cabe duda que si
hubiera preguntado cuando niño hace cuarenta años, aun habiendo pasado
más de un siglo desde los hechos que acontecieron en Beratón, más de un
anciano me pudiera haber explicado y contado entonces tanto sus
versiones sobre el Chupina, así como del resto de los personajes y
protagonistas relacionados con Serón y que en general forman parte de
ese folklore y de esa historia negra de Soria.
He llamado tragicomedia al
robo de Beratón. En el mejor ejemplo de una obra grecolatina ¿Acaso no
lo es? Suponen ser ladrones profesionales, a la hora de la verdad, no lo
fueron. En vez de huir y dejar Beratón al otro lado del Moncayo, lo que
hacen es quedarse para emborracharse y comer mientras discutían y se
repartían el botín. Ridículo. Eso les costó la vida a unos y la prisión
a otros.
El Chupina no volvería a
pisar Serón. Fernando Isla regresaría y continuaría allí con su vida
hasta su muerte.
Publicado originalmente en
la revista del Centro de Estudio dela Tierra de Ágreda y del Moncayo
Soriano. Revista nº15. Enero 2021.
©
Carles de Escalada, Manuscrito final 22.10.2020
ccdesk@yahoo.es
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