Soria Ciudad, 2000 (1)

Soria Ciudad (1) - Reseña Histórica - Numancia - Valonsadero

Soria Ciudad (2) - Por el Duero y sus leyendas

Soria Ciudad (3) - Callejeando por la Soria de los nobles y artesanos - La Plaza Mayor - La Alameda de Cervantes, el Museo Numantino y la ermita de la Soledad

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"El último día de Numancia", 1882, Cuadro de Alejo Vera

Reseña Histórica

La historia de Soria ha quedado algo desvaída por la de la cercana Numancia. En el mundo cultural Numancia es conocida ya desde los clásicos, a lo que no contribuyó poco la polémica sobre su ubicación, disputada durante siglos por Zamora. Después, una vez consolidado el “Cerro de la Muela” como asiento de la histórica ciudad que llevó de cabeza durante muchos años a los romanos, Numancia se convirtió en un símbolo.

Se sabe de antigua habitación en Soria por las pinturas rupestres de Valonsadero, a seis kilómetros de la capital. También existió un castro en lo que luego sería castillo y ahora mirador de la ciudad y ubicación del Parador Nacional de Turismo. Y está documentado que la población comienza a ser relevante en el siglo XII, con Alfonso I de Aragón. Tanto la capital como otras plazas de la provincia pertenecieron a Aragón durante unos años, hasta que Alfonso VII la  tomó para Castilla, la repobló y sus nuevos habitantes, conforme iban llegando, ocupaban barrios alrededor cada uno de su iglesia. Fue arrasada por el navarro Sancho de sobrenombre El Fuerte, y tendría que ser Alfonso VIII quien le diera fuero en agradecimiento a los sorianos, uno de los cuales le salvó de caer en las garras del poder de su tío, rey de León, el cual ambicionaba Soria.

La Edad Media de esta ciudad transcurre, como en casi todas las tierras conquistadas, entre levantamientos contra unos y otros y motines, como el que se llevó a cabo contra Enrique de Trastámara, cuando éste pagó los servicios a Duguesclin con la entrega de Soria, lo que valió a los sorianos que el mercenario prendiera fuego a parte de la ciudad.

Y entre motín y levantamiento, cuando ya los ánimos se van serenando, se produce el desastre de la expulsión de judíos y moriscos, se va consolidando un floreciente comercio con lana de la Mesta, organización en la cual, tanto los merineros de la provincia como de la capital, tienen un importante peso. Gracias a ellos Soria se vio engrandecida con casonas de nobles y segundones, con lavaderos de lana y con un comercio floreciente. La caída del mercado de lana produce el primer derrumbe de la ciudad, del cual no ha logrado recuperarse hasta los últimos treinta años, de forma relativa y a costa de la exigua población de la provincia.

A pesar del maltrato urbanístico a que se ha visto sometida la ciudad de Soria, han logrado sobrevivir algunos rincones y edificios de interés, como la Alameda de Cervantes, antes dehesa boyal, el parque del Castillo y las riberas del Duero. Salpican las calles algunos templos románicos, entre los que sobresale la iglesia de Santo Domingo. La ciudad ofrece suficientes atractivos y establecimientos hosteleros de cierta prestancia, además de una cocina propia de Castilla con algunas inclusiones de la severa gastronomía soriana. 

Numancia

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Numancia. Garray (Soria)Las ruinas de la mítica ciudad numantina se encuentran a seis kilómetros de la capital y pertenece al municipio de Garray, pero el recorrido por Soria resultaría incompleto si el visitante se marchara sin conocerla, es más, fácil es pensar que en muchos casos la llegada a nuestras tierras está marcada por la llamada de Numancia, ese solar que dejó para siempre el apelativo de numantino para definir un tipo de persona, una forma de ser y comportarse y una manera de enfrentarse a la vida derivada de aquel cruel asedio.

Como todo lugar estratégico, y este lo es, las habitaciones se pierden en la prehistoria. La del “Cerro de la Muela”, nombre del altozano numantino, se remonta al Calcolítico e inicio de la Edad del Bronce (2500-1600 a.C.). Hasta un milenio después no existen indicios de nueva habitación (s.VII-VI a.C.) cuando, probablemente, hubo un asentamiento fortificado en la “Cultura Castreña” en la primera Edad del Hierro, inmediatamente anterior a la cultura celtibérica.

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El arqueólogo alemán Adolf Schulten en NumanciaParte de la literatura basada en la investigación derivada de Numancia –entre ella la de Mariano Íñiguez- quiere otorgar a la ciudad la calidad de sagrada, de nemeton, al haber observado a lo largo de los siglos cómo las tormentas se disolvían o no llegaban a rozar siquiera el “Cerro de la Muela”, donde se asienta Numancia. Tal vez fuera ese cerro, en un principio, sólo la acrópolis y el pueblo numantino extendiera sus viviendas en el llano, alrededor de los ríos que rodean el cerro.

Es necesario subirse al trozo de muralla recién construido, para, más allá de los fríos y a veces contradictorios datos arqueológicos, saber por qué, como tantos pueblos a lo largo de la historia, los numantinos se instalaron allí. La perfecta visión de todo el entorno propiciaría una buena defensa –que de nada les serviría contra los imperialistas romanos- y los ríos, el Duero y el Tera por un lado y el Merdancho por el norte, además de servir también de barrera protectora, les darían agua y pesca en abundancia.

Esa hermosa y próspera ciudad –mucho tiempo ubicada erróneamente en Zamora- fue inmolada definitivamente por Publio Cornelio Escipión, dentro de las Guerras Celtibéricas, asediada durante quince meses por siete campamentos y un muro de nueve kilómetros de perímetro, quemada y condenada a partir de la fecha histórica del 133 a.C.

El visitante puede recorrer las once hectáreas excavadas –la mitad de lo que se supone ocuparía la ciudad- a través de unos itinerarios previamente marcados. El halo histórico y legendario que habita por esas alturas hace que la fría piedra casi arrasada no lo parezca tanto y se pueda hacer una idea de lo que pudo ser esa ciudad. Lo que se ve es romano, pero lo que sustenta, a ras de suelo, así como el trazado, es numantino.

No estuvo mucho tiempo deshabitada, ya que abundantes restos hallados indican una profusa ocupación desde comienzos del s. I. a. C. Más tarde los visigodos ocuparían el lugar, para continuar habitado, tal y como indica la iglesia de los Mártires.

El itinerario está constituido por doce puntos. El visitante irá viendo el trazado numantino y sobre él las construcciones romanas; las aceras; las calles con grandes piedras para ser cruzadas con facilidad; silos y almacenes. Por esos lugares aparecieron bolitas de cerámica para que los niños jugaran, agujas para que las mujeres cosieran, piezas de telar.

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Numancia. Garray (Soria)Con muy buen criterio se han construido dos casas, una numantina y otra romana, para que el visitante se haga idea cabal de cómo vivían nuestros antepasados. Pescaban y ahumaban truchas en el Duero, cazaban liebres, vivían alrededor del fuego bajo, molían en pequeñas muelas manuales, encendían lamparillas de aceite, el suelo era de tierra pisada, guardaban el trigo en tinajas de cerámica… Todo eso protegido por unas paredes con base piedra y continuadas en barro, cubiertas por bálagos.

Para ampliar datos sobre Numancia recomendamos acudir a los trabajos del profesor Alfredo Jimeno, director del yacimiento. Y, por supuesto, visitar el Museo Numantino, en Soria. En el centro de Garray, una aula arqueológica explica de manera didáctica la historia del yacimiento. Cada año, en agosto, se reviven gestas numantinas, en el propio yacimiento, protagonizadas por los vecinos de Garray.

José Tudela con Ortega y Gasset en Numancia

Valonsadero

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"Medusas". Pinturas rupestres en ValonsaderoAntes de entrar de lleno a enseñarles la ciudad, daremos un largo y distendido paseo por el Monte de Valonsadero, a unos seis kilómetros de Soria, dirección Burgos. Son alrededor de tres mil hectáreas de las que los sorianos disfrutan como propias, pues en realidad este monte es propiedad de ellos y lo administra el Ayuntamiento. Surcado por dos ríos, el Duero y el Pedrajas, Valonsadero estuvo habitado desde siglos atrás como atestiguan sus pinturas rupestres. Los romanos atravesaron el monte y una calzada de la época discurre por un hermoso paraje de grandes robles, forma el puente de los Siete Cantos sobre el río Pedrajas y busca la ya cercana Numancia.

Parte de las fiestas de San Juan tienen lugar en Valonsadero. Allí pastan los toros que luego formarán parte del rito del Lavalenguas, la Compra y La Saca. En las letras de las únicas canciones totalmente sorianas, las sanjuaneras, Valonsadero, con su jara y su romero, está presente en ellas.

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Valonsadero (Soria)Si se viaja con niños este lugar servirá para que ellos disfruten del viaje, lejos de piedras nobles y monumentos, en un buen parque infantil y una pradera alrededor de la casa del guarda. Podrán ver pastar las vacas mientras protegen a sus ternerillos huidizos y juguetones.

En el futuro no sabemos qué destino le espera a parte de esta zona mágica. La tanqueta implacable del urbanismo y los intereses económicos derivados han hecho posible un nuevo ordenamiento que servirá para machacar lo único que quedaba intocado en Soria.

Para ampliar sobre las pinturas rupestres de Valonsadero, recomendamos acudir a Juan Antonio Gómez Barrera.

© soria-goig.com

 

Soria Ciudad 2

Garray

Del cerro de "El Mirón" a San Saturio

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