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Como sucede con la mayoría de nuestras villas
y aldeas, es necesario que algún nativo nos acompañe para poder
sorprendernos con el entorno de unos caseríos que, con frecuencia, se
parecen unos a otros sin mostrar más originalidad que la propia iglesia,
unas casonas blasonadas o no, algún parque bien arreglado, o la existencia
de un museo temático. Si por el pueblo que vamos a visitar discurre un río,
por pequeño que sea, la sorpresa está asegurada.
Fuentes
de Magaña
El nombre de esta villa, Fuentes de Magaña,
es lo suficientemente significativo. En cambio, si buscamos en los mapas
geográficos y catastrales 1:50.000 y 1:25.000, no se encuentra ninguna señal
de manantial. Tal vez se deba a que no son significativos en cuanto a la
cantidad de agua expelida, uno a uno, pero sí en su conjunto. No hay grandes
almacenes de agua ni importantes acuíferos, aunque sea su suelo, como en la
mayor parte de la provincia, de roca caliza. Pero, en algunas zonas de
Tierras Altas, según el mapa geológico, el suelo está compuesto por calizas
sí, pero en bancos, calizas limosas, areniscas y limonitas. O sea, que si
bien no hay potentes acuíferos que propician importantes manantiales, sí se
da en el término de Fuentes de Magaña, por la propia composición de la roca,
un conjunto de hontanares que explican el topónimo y forman numerosos
parajes rodeados de vegetación.
Sí marca el mapa de referencia el arroyo de
Fuente Fría y un río, que nombra Alhama (como también lo hace Pascual Madoz
en su Diccionario), pero que debe tratarse de un afluente de éste, con el
nombre de río Monte, según Dionisio Martínez y con él, los habitantes de
Fuentes. Aparece una sola referencia con tal nombre de Monte, en el
Diccionario Geográfico Histórico de España, de Tomás López (1730-1802):
“La
villa de Magaña está en dos partes a tiro y medio de bala, las divide
una cumbre de modo que de la una parte se ve la otra y por las dos
partes pasa un arroyo, uno por cada una parte, que estos arroyos con lo
que baja y es de Valtajeros, constituyen al río que se llama Alama, el
que también tiene origen de Suellacabras, villa en el obispado de Osma
su último lugar confinante con este obispado de Calahorra, de modo que
este nacimiento con el de la sierra de Valtajeros, ya referido, se unen
sus aguas bajo la villa de Magaña, tiro y medio de bala y todas unidas
hacen llamarse el río Alama, que en Magaña le dicen río Monte y pasan
estas aguas por un puente que llaman de Barruso”.
Con los nombres de los ríos sucede como con
los topónimos de sierras y montes, en cada pueblo les dan su particular
nombre. Según los mapas a los que nos vamos refiriendo, el río Monte (con
otro u otros nombres), subafluente del Ebro a través del Alhama, nace en el
término de Torretarrancho, en la sierra del Rodadero, que ampara toda la
zona en la que estamos, y se une al arroyo de Fuente Fría en la cota 1040.
Al margen de tecnicismos que no dominamos,
volvamos al principio para decir que la zona Sur del término de Fuentes de
Magaña, esa por la que discurre el río Monte y el arroyo de Fuente Fría, esa
por la que pequeños manantiales, incluso conjuntos de ellos, dan vida a
hermosa vegetación y animales de diversas especies, es la que es necesario
recorrer para empaparse de agua y árboles. Cuenta con tres rutas de fuentes,
dos de ellas homologadas con los nombres de “Ruta Circular de las Fuentes”,
y “Ruta a Fuente de Hoyamanera”. En total se recorren catorce kilómetros,
pero se pueden hacer las rutas en varias etapas.
Con José Ángel González Sainz, guiadas
por Dionisio Martínez Valer, Dioni, el alcalde de Fuentes de Magaña, y
propietario de una magnífica casa rural, recorrimos algunas de ellas una
mañana de principio de agosto. También nos guió Senderín, desde los paneles
informativos sobre el agua y sus beneficios.
Pasamos por la Fuente de la Teja, en el
paraje de La Laguna, donde pequeños manantiales manan del suelo en forma de
hoyas pequeñas.
La Fuente del Canto, en tiempos alberca de
regadío, forma un arroyo con el mismo nombre, y está rodeada por árboles de
distintas especies, de repoblación, acompañados por espinos, ortigas,
cardos, entre la abundante vegetación, por donde se ven águilas ratoneras y
cogujadas. Algunas piedras caídas indican la existencia de majadas, ya
innecesarias, y crece, saludable, un nogal que plantó Dioni de jovenzuelo.
La Fuente Fría es un conjunto de varias
fuentes, una parte de ellas canalizadas para abastecimiento, rodeadas por
una magnífica chopera. En este hermoso paraje se encuentra un conjunto
formado por agua que discurre y mana y vegetación. El arroyo de los
Horcajos, la va cogiendo desde el término de Torretarrancho y se junta con
el que forma la Fuente Fría. Se pasa por los parajes de Veguilla y
Valcentenares hasta llegar al molino, alimentado por el río Monte antes de
dejar sus aguas en el Alhama.
El paraje del molino es de aquellos que
invitan a quedarse. Un puente muy antiguo, tal vez medieval, salva el río y
por él discurre el camino viejo hacia Soria. El conjunto formado por el
puente, el viejo molino, las venerables encinas, y los arces, dan cobijo a
un rico sotobosque, húmedo y acogedor.
El molino, según recoge el Catastro del
marqués de la Ensenada (mediados del siglo XVIII), “muele a temporadas por
la cortedad del agua”. Era propiedad del cabildo de Magaña y lo tenía
arrendado el vecino de Fuentes, Pedro González. Lo llamaban molino del
Horcaxo y “dista de la población cuarto y medio de legua”, algo más de dos
kilómetros (la legua medía 5572,7 metros).
Hemos tratado de conocer en mapas antiguos el
trazado del camino viejo y el origen del puente, sin resultado hasta ahora.
El conocimiento de las viejas rutas resulta muy interesante para situar y
datar ruinas de antiguos asentamientos. Es razonable decir que casi todos
los caminos se han ido superponiendo a lo largo de los siglos, especialmente
en comarcas naturales montañosas, como la que nos ocupa, donde desde los
primeros asentamientos humanos ya se buscaron los trazados naturales para
discurrir por ellos. Es natural que se lancen teorías sobre el discurrir por
el término de Fuentes de Magaña y alrededores, de una posible vía romana y
más tarde camino secundario de Santiago.
Blas Taracena Aguirre (1) apunta un
hipotético camino que iría de Graccurris (Alfaro) a Numancia siguiendo el
curso del río Alhama y que uniría las importantes ciudades de Contrebia
Leucada (Cervera del Río Alhama) y
Suellacabras, “ciudades que forzosamente
necesitaban una comunicación que las fragosidades de la sierra sólo
consienten a lo largo del río”.
Dejamos de ver muchas fuentes y fuentecillas,
entre ellas la del Chorrillo. Será para otro día. La excursión, sin prisa,
explicada en todo momento por Dioni, que conoce la zona como su propia casa,
“aquél árbol lo planté yo”, “esta zona da los mejores frutos”, “esta fuente
la canalizamos hace tantos años”, nos ensanchó el aire y reconfortó durante
varios días. El silencio, sólo roto por el suave sonido de los arroyuelos y
gorjeo de algunas aves, el sol tratando de colarse por entre las hojas de
todo tipo de árboles sin alcanzar el sotobosque, húmedo y mullido, hizo
reflexionar al escritor “cómo es posible que alguien que vive en este
entorno pueda tener malos pensamientos”.
Para visitar en Fuentes de Magaña, además de
los manantiales
La maqueta de dinosaurio –brontosaurio-más
grande del mundo, 32 metros de largo y 8 de alto, en el barranco de
Miraflores, junto a las icnitas, a poco más de doscientos metros del
caserío.
Ermita de San Sebastián, en restauración por
hacendera o reo vecino.
El Moncayo, siempre a la vista.
El rollo jurisdiccional, en este caso dos,
conocido como “los pingotes”.
A pocos kilómetros se puede visitar
Cerbón
y
Valtajeros, con sus iglesias románicas.
Se puede pernoctar en la Casa rural “Ruta de
las Fuentes”. Tienen también albergue municipal y restaurante.
Algunos datos históricos
El marqués de San Miguel de Grox, título
concedido el 13-10-1700, a Juan Zapata de Deza y Osorio, vecino de Toro,
ostentaba el señorío de la villa. Cuando se recabaron datos para redactar el
Catastro del Marqués de la Ensenada, el marqués se llamaba Joaquín Zapata,
vecino de Toro, quien recibía el impuesto de martiniega, que suponía 75
reales de vellón al año, el resto lo percibía el rey y la Iglesia. Esta
misma fuente informa de que habitaban la villa ochenta vecinos que vivían,
principalmente, del ganado lanar, más de mil cien merinas y casi ochocientas
churras, además de quinientas cabras.
En el término de Fuentes de Magaña pueden
verse todavía las ruinas de un despoblado que se conoce con el nombre de La
Mora. De él dice Gonzalo Martínez: “La Mora. Despoblado en el término de
Fuentes de Magaña, 2000 metros al SO, 100 al NE de los corrales de
Valcentenares; en la margen derecha del arroyo de Fuente Fría pueden verse
hoy todavía las ruinas de una iglesia; en el mapa de Coello de 1860 es
llamado despoblado de Val de Centenares. Mapa 1/50.000, hoja 318”. (Gonzalo
Martínez Díez. “Las Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura
Castellana”. 1983”.
De los habitantes de Fuentes de Magaña,
escribe Blasco: “El carácter de los habitantes revela desde luego los
efectos de la emigración periódica dentro de la Península, y sus costumbres
corresponden a las generales de los pueblos enclavados en la sierra o tierra
de San Pedro Manrique: prudentes, observadores, atentos, un tanto recelosos,
frugales y modestos, pero celosos de los conocimientos escolares primarios”
(2).
(1)
Vías romanas del Alto Duero. Separata del Anuario del Cuerpo
Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. 1934-1935.
(2)
Manuel Blasco (Lubia, 1833-Soria, 1918). Nomenclátor
histórico-geográfico y estadístico de la provincia de Soria, 1880.
©
soria-goig.com
Fuentes
de Magaña
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Los Pingotes
Ermitas
de Fuentes de Magaña,
en el blog Idoubeda Etno
Fuentes
de Magaña - caminosoria.com
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