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Barahona
Al Sur de la provincia de Soria, en el centro de lo que podría llamarse
un muestrario geológico del relieve kárstico, se asienta la villa de
Barahona. De este lugar acaba de publicar un libro Gumersindo García
Berlanga, en el que ha recogido historia y costumbres, monumentos y
ritos, y dimes y diretes de aquellos que han hecho más universal a esta
villa, sobre todo en la Literatura, la creencia de la existencia de
aquelarres en sus tierras.
Autores de renombre han tomado partido por esta Barahona u otra de
Navarra, pero no es el caso de discutir ese tema aquí, pues se trata de
presentar al lector unas fotos y unos comentarios, ayudadas por
Gumersindo García y su reciente publicación. En todo caso, si hubiera
que revisar la Historia y las historias, rodarían teorías de todo tipo,
sobre todo aquellas basadas en la tradición oral, de las que opinamos
que casi siempre tienen un fundamento de verosimilitud, por frágil que
sea.
En uno u otro sentido, se han manifestado personajes de la cultura como
Florentino Zamora Lucas, Menéndez y Pelayo, Pablo de Fuenmayor (marqués
del Surco), Nicolás Rabal, Víctor Higes Cuevas, José Antonio Pérez
Rioja, Ramón Carnicer, Diego Torres de Villarroel, y un largo etcétera,
al que hay que añadir, o mejor privilegiar, la obra de teatro escrita
por Domingo Miras, “Las brujas de Barahona”, estrenada en 1992, con
motivo de la Exposición de Sevilla.
Como el hecho de la existencia de brujas, o más específicamente, de
aquelarres, entra más en el ámbito del folklore, a ello vamos. El día
que se presentó el libro “De Barahona y de sus brujas”, Ana Sienes nos
acompañó, junto con José Vicente Frías, por los lugares que
tradicionalmente se conocen como parajes donde las brujas hacían de las
suyas.
El Ayuntamiento de Barahona ha señalizado los lugares con indicadores de
madera y junto al “confesionario” y los “pozos airones”, ha colocado
unos atriles que explican la leyenda. Nosotros, por motivos de tiempo, y
porque queríamos ver más sitios, fuimos en coche, pero la ruta, sobre
todo en primavera, cuando los campos están verdes y el cielo limpio,
debe hacerse caminando.
El primer lugar hay que visitar el confesionario o piedra de las brujas,
que se halla enclavada en el conocido paraje “campo de las brujas”.
Siguiendo a García Berlanga, leemos: “el mojón o confesionario de las
brujas es de piedra “viveña” y, en su centro tiene un agujero natural de
unos quince centímetros de diámetro, por el que el “Macho Cabrío”, “Rey
del Mal” y “Espíritu de Satanás”, penitenciaba a sus creyentes y
seguidores. Teniendo en cuenta la calidad y clase de este risco o
piedra, puede presumirse que la misma era traída de un paraje no lejano,
que se llamaba y sigue con el mismo nombre de La Rinconada, lugar
cercano en el que abunda esta calidad de piedra. Esta piedra penitencial
está hincada en la tierra y su altura puede ser de un metro, debido a
que, durante la Guerra Civil, las fuerzas llamadas nacionales que
dominaron estos poblados, en la creencia y curiosidad de hallar algún
misterio envuelto en sus cimientos, la movieron. Este movimiento debió
provocar su deterioro por la mitad, ya que el hueco o el agujero por el
que se comunicaba el horrendo pecado del mal, apenas si tiene la altura
de unos veinte centímetros de la tierra, postura incómoda, tanto para el
demonio confesor como para los diablillos penitentes. En la cara sur de
esta piedra-confesionario se encuentra esculpida la letra mayúscula “B”,
que puede ser inicial de “Brujas”, así como encima de ella aparece la
Santa Cruz”.
Una vez vista esta piedra, y leídas las explicaciones que el
Ayuntamiento de Barahona ha colocado en un atril, seguiremos, por la
senda o Camino de las Brujas, que comunica el campo donde está la piedra
y los Pozos Airones. Cualquier enciclopedia nos informará de que estos
pozos se llaman así por no tener fondo, o ser éste muy profundo. Forman
parte del relieve kárstico, y son la boca de una dolina que absorbe el
agua de la lluvia y, repentinamente, se desploma formando un embudo.
Este tipo de pozos la leyenda los atribuye, nada menos, que al hecho de
“machacar las brujas, no con pico o azada, sino con el culo que, sin
mucha duda, se entiende debía tener la consistencia del pedernal”, dice
Gumersindo, y añade la explicación del atril “para mejor apetencia del
macho cabrío”. Debieron ser estas dolinas las que dieron nombre a un
antiguo pueblo, hoy despoblado, conocido con el nombre de “Los Oyos”.
Tengan o no relación con las brujas, aconsejamos ver los dos lavaderos
que en su día utilizaron las mujeres de Barahona. Ambos están formados
por grandes recipientes de piedra, cada uno de una sola pieza, en forma
rectangular y uno de ellos, tal vez el que serviría de depósito para el
agua, circular. Los dos conjuntos, al aire libre, ofrecen un aspecto
evocador, gracias a la vegetación que ha surgido espontánea alrededor,
envolviéndolos.
Sea o no cierto lo de las brujas, se llene con el contenido que se llene
a estos personajes (quizá mujeres con conocimiento de hierbas, o
sencillamente distintas del resto), el caso es que Barahona merece una
visita. Por los pozos airones (algunos aparecidos en fechas recientes),
las piedras del lavadero, la conocida como “confesionario”, desde donde
se ve en lo más alto del pueblo la iglesia a través del agujero y, sobre
todo, por el llamado “silencio del Karst”, propio de zonas donde el agua
discurre subterránea.
Lugar de paso, frontera a veces entre Aragón y Castilla, aún podríamos
añadir algo de la leyenda de la Varona, que dio, supuestamente, el
nombre al pueblo. Pero en nuestro web está publicada, por lo que a ella
remitimos. Para el resto de la historia, documentada, de Barahona,
remitimos al libro de Gumersindo García Berlanga, “De Barahona y de sus
brujas”.
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Alpanseque
Al Sur de la provincia de Soria, escondido en un rincón de los Altos de
Barahona, el pueblecito de Alpanseque tendría pocos monumentos
reseñables sino fuera por que, hace unos veinte años, se descubrió la
entrada principal de la iglesia dedicada a Nuestra Señora de la
Asunción.
Con motivo de la presentación, en Barahona, del libro “De Barahona y de
sus brujas”, su autor, Gumersindo García Berlanga, nos invitó a comer en
su pueblo, por que Alpanseque es el pueblo de nuestro buen amigo Gumer.
José Vicente Frías nos acompañaba también.
Fuimos recibidos y agasajados en casa de los familiares de Gumer. La
comida fue propia de la de un día de fiesta mayor, y tras el café todos
nos acompañaron a visitar Alpanseque.
Y recorriendo ese pequeño lugar,
una vez más, pensamos que todo pueblo, por pequeño que sea, conserva en
su recinto algo destacable, reseñable. Y podríamos, entre ello, hacer
sobresalir las flores que, ya avanzada la primavera, aparecían, de todos
olores y colores, en jardines, corrales, prados y veredas, en las
macetas o fuera de ellas, entre las piedras, por todos lados, unas
cultivadas y mimadas y otras salvajes. Una auténtica explosión de vida a
la que no es ajena el incansable manantial ubicado a la entrada, que
forma una gran balsa y alimenta a estos seres de la naturaleza.
La iglesia, como decimos más arriba, y concretamente una de sus
portadas, es lo más reseñable. Vamos a seguir la Enciclopedia del
Románico en Castilla y León, una obra dirigida por Miguel Ángel García
Guinea y José María Pérez González, y coordinada por José Manuel
Rodríguez Montañés, que fue editada por la Fundación Santa María la Real
en el año 2002. Tres de sus volúmenes están dedicados al románico
soriano.
“El elemento más interesante del edificio es la portada que se
descubrió, en 1985, en el muro sur y que fue dada a conocer al año
siguiente por José Ángel Márquez. Presenta un tímpano esculpido, tres
arquivoltas de medio punto soportadas por otros tantos pares de columnas
y chambrana muy erosionada con decoración de roleos. Destaca por su
interés el tímpano en el que se representa un crismón sostenido por dos
clérigos ataviados con manípulo y estola. La inclusión de este tema
simbólico y ornamental en los tímpanos románicos es bien conocida en el
área aragonesa, desde donde irradió hacia Navarra y Álava (…) En la
propia provincia de Soria tenemos otros ejemplos, aunque no asociados a
tímpanos, en Romanillos de Medinaceli, Alaló, La Barbolla, San Bartolomé
de Ucero y en la pila bautismal de Velilla de la Sierra (…) El tímpano
está guarnecido alrededor por una decoración de tipo geométrico y
vegetal a base de cintas en zigzag, estrellas, volutas, cruces inscritas
en círculos y tallos ondulantes. La talla es muy tosca y de escaso
relieve”.
En cuanto a la datación del edificio, según la misma obra, fue levantada
a finales del XII o principios del XIII. En el siglo XVII “se construyó
una nueva cabecera, se reformó todo el interior y se levantó la torre”.
Sobre sus constructores ponen de manifiesto la intervención “de un
taller de segundo orden, influido por las corrientes aragonesas que
pudieron llegar, como bien apunta Ruiz Ezquerro, a través de la propia
diócesis de Sigüenza, a la que pertenecía Alpanseque. No hay que olvidar
que gran parte de su territorio era aragonés y que entre los años 1192 y
1221 rigió los destinos de la sede el obispo don Rodrigo, que tenía ese
mismo origen”.
Como visitamos también el interior, vimos algunos elementos de origen
románico, como capiteles sirviendo de basamento a la pila bautismal.
También debemos señalar, e incluso remarcar, la existencia de un órgano
que ya Madoz informa de él, y que en la actualidad se encuentra en
estado lamentable.
Y ya que nos referimos a Pascual Madoz, veamos que dice en su
“Diccionario…”, del lugar de Alpanseque. En esa fecha (1845-1850), había
96 casas, una plaza, 3 calles y algunos callejones. Tenía escuela y
pósito. La iglesia, además del órgano “un relox en la torre”. Dos
fuentes de buenas aguas, una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad
“de pobre construcción y sostenida de las limosnas del vecindario”.
Había ganado lanar ordinario, mular, asnal, vacuno y de cerda, y la
industria “está reducida a tres telares de paños bastos y cáñamo para el
consumo del vecindario”.
Volvimos a Soria cargados de flores, de amistad y de cariño.
©
Isabel Goig
Las
Brujas de Barahona, G. García Berlanga
De
Barahona y de sus brujas, G. García Berlanga
Barahona,
más acá de las brujas
De ruta con Gumer
La
Varona de Castilla
Fuentes
de Barahona, José Ignacio Esteban
Fuentes
de Alpanseque, José Ignacio Esteban
www.barahona.org,
Jaime Mas
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