Las Brujas de Barahona
Sobre
las brujas, los diablos, los infiernos y toda esa serie de espíritus,
siempre abstractos y desconocidos, conviene hacer constar que son actos
de fe o de creencias.
Por mi
parte, antes de entrar en relato, he de decir que yo tengo dudas sobre
la creencia de espíritus que puedan ejercer ni realizar poder alguno y
que todo ello es el resultado del parecer de ciertas dirigentes personas
y de otras, que de acuerdo con su composición humana, su mente, su
formación... encuentra un hueco para ver males de diablos o brujas como
milagros de dioses o de santos.
Así
que aclarado mi parecer y creencia por mi parte, no hay duda que hubo
unos hechos en relación con las Brujas de Barahona y de ahí el debido
testimonio escrito, sin que ello pueda ser causa de creer que tenían
facilidad de vuelo, así como de actuar con daños y males a su capricho o
antojo.
Los
procesos que siguió la Santa Inquisición en su tribunal de Cuenca, al
que pertenecía el Obispado de Sigüenza y por lo tanto la villa soriana
de Barahona que era parroquia de tal diócesis, se hallan en el archivo
de la Ciudad de las Casas Colgadas, y son los legajos 96. núm. 1.425 y
99. núm. 1.441 en el que se juzga a unas brujas de tierras de pueblos
cercanos a los pantanos de Entrepeñas y Buendía, por venir a celebrar
fiestas diabólicas a los Campos de Barahona, donde está documentada ka
existencia de juntas y aquelarres de las brujas, no solo castellanas,
sino levantinas y aragonesas, según se declara, y algunos se creían y
aún se creen, venían volando por los aires, así como de los actos que
realizaban, otro día haremos el comentario histórico que se cuenta por
escrito en esos largos procesos que están archivados en Cuenca.
La
segunda serie de procesos de brujería seguidos por el Santo Tribunal de
la Inquisición de Cuenca comienza en el año de 1527 y finaliza sobre
1530. Las presuntas brujas confiesan, a base de tormentos, las más
burdas y extrañas leyendas que las gentes comentaban. Así, Quiteria de
Morillas, una de las implicadas más destacada y desgraciada, declaró
ante el Santo Tribunal que ella junto con otras compañeras de oficio,
andaba por las noches en busca de niños que sacrificaban, así como que
caminaban “algo altillas por el aire”, ella desgreñada su madre algo
tocada con un rodeo, hechas, por supuesto, brujas, con unas malas
faldetas, invocando a Belcebú, después que untaban las corvas, ingles,
sobacos y coyunturas de los codos por dentro con ungüento hecho con
cera, pez, ajenjo, culebra y niño muerto. En un prado del Campo de
Barahona bailaban con los diablos, bajo la dirección del mayoral, y allí
mismo tenían lugar los reniegos, apostasías y entrega de almas.
Yo
entiendo que con unos mínimos de lógica, razón y sentido común, no pueda
haber, hoy en día, persona alguna que pueda creerse esas declaraciones
como hechos ciertos, sino entender se deben a personas depresivas,
fanáticas, absurdas y anormales, presionadas por la fuerza, la tortura y
el momento cultural de aquella época, a lo que se unía el poderío,
criterio e influencia de una buena parte de miembros de nuestra Santa
Madre la Iglesia.
Comentamos anteriormente la declaración de la bruja Quiteria de
Morillas, y ahora lo haremos en lo relativo a la compañera de la
anterior llamada La Ansarona que ante el Santo Tribunal de la
Inquisición confesó otro delirio, al igual que la anterior, teniendo
como base el tormento a que fue sometida. Declaró ser bruja durante
treinta años y llegó a este oficio porque hallándose una mañana sus
carnes pellizcadas y negras como un lirio, fue amenazada por la tal
Morillas con ahogarla si se resistía ser bruja. Por tal causa, una noche
de invierno, sobre la hora de las siete a las ocho, untola en los
hombros, en medio de los brazos y sus coyunturas con ungüento hecho de
culebra, unto de caballo, tela de niño muerto, corteza de noguera y cera
para cuajarlo. Después dando palmadas con la mano, llamaron tres veces
al demonio, diciendo:
“ven,
ven Muncifer (sic)
ven,
ven, Bercebú”
Entonces se les aparecía en forma de hombre, mozo de mediana estatura,
de ojos bermejos y encendidos como el fuego, con voz ronca y les mandaba
ir a matar críos que no estuvieran santiguados ni tuvieran cruces o
imágenes, debido a que solo a éstos podían llegar. Le ofrecían sus
almas. No santiguándose ni mentando a Jesucristo ni a la Virgen, el
diablo las quería mucho, les daría muchas riquezas, andaría en su
compañía y las haría Señoras de todo. Pero cuando le ofrecían sus almas
con la boca, en el corazón se las daban a Dios y Jesús. Para ir a matar
niños y a bailar al Campo de Barahona decían tres veces el conjuro:
“De
viga en vigas,
con la
ira de Dios
y de
Santa María.”
Salían
por la ventana y yendo por el aire, dos palmos sobre el suelo, meneaban
el cuerpo “de compás de un ave volando”, pero andaban “algo tontas y
algo turbado el sentido”. Solo caminaban hasta media noche y antes de
cantar el gallo se volvían a casa. (Legajo 99. núm 1.441)
No
cabe más comentario: Oyendo tal declaración, ¿aún pueda haber alguien
que crea en que de verdad existieron brujas?.
He
entendido que nadie mejor que el gran dramaturgo Domingo Miras que
escenificó con detalle, esencia, precisión, estilo y profundidad sobre
este fenómeno humano, su época y los procesos que se siguieron contra
estas pobres y enfermas mujeres, es el que en esa narrativa nos va a
poner, mejor que nadie, en las fiestas que se celebran en el campo o
aquelarre de Barahona, la que describe así:
“Noche
desapacible en un descampado hirsuto y montañoso. Encrucijada de caminos
presidida por un tormentoso árbol de retorcido tronco, entre cuyas ramas
despejadas se deja ver una luna grande y redonda derramadora de sombras
y claridades... sobre el árbol cuelga cabeza abajo una gallina negra,
atada por una pata a una vasija...”
De la
charla que tiene el grupo de brujas alrededor de la lumbre y la bota de
vino para la comida, dice Miras, como Juana se queja de que alguna
envidiosa le haya dicho a otra compañera tal maldad de que nadie quiere
cuentas con ellas, a la vez que comentan como en Sacedón, pueblo de
Guadalajara, le apedrearon muy malamente y ha pasado un mes entre
bizmas la hija de sus entrañas. Otra cuenta como en Alcocer tuvo que
saltar como una liebre, con las piedras que los muchachos le atinaron en
el culo. Comentan que alguna otra bruja no se ha atrevido a venir a
Barahona por miedo y la bruja Juana habla sobre un invierno de mal año
de brujas y han de esconderse o ser prendidas, torturadas y quemadas en
gavilla.
Otra
de ellas comenta que ha estado ya dos veces en el Campo de Barahona y
critica que jamás vio por allá a Quiteria de Morillas, a lo que la bruja
Juana, madre de Quiteria, le replica que antes de nombrar a esta debería
limpiarse la boca tres veces. Media otra diciendo que haya paz entre
hermanas y que debe de cuidar su lengua ya que nadie puede hablar de lo
que ha visto o no ha visto en Barahona y que no olvide esta advertencia.
Continuando con los actos brujiles en el Campo de Barahona, deberemos
seguir con la autoridad con que Miras los trata, cuando terminada de
cocer la comida, en la caldereta que la aderezan, una de ellas hace la
bendición, mejor dicho, maldiciendo de esta forma:
“¡Padre negro, padre negro,
que
estas en el infierno.
Abre
los candados de los condenados,
Los
agonizados llenos de pecados,
Los
descomulgados, los endemoniados
Y los
enterrados fuera de sagrado.”
Y,
así, siguen con su disparate de rezos y oraciones todas guiadas al fin
que pretenden que no es otro que las juntas de brujos y brujas y las más
íntimas orgías sexuales, pues hay que considerar que, generalmente, en
este grupo de la brujería entraban personas con defectos físicos, poco
agraciadas en su fisonomía, unido ello al desprecio y burla que sufrían
de la sociedad que las rodeaba y, ellas, en estos aquelarres,
encontraban una ayuda humana y una satisfacción a sus deseos sexuales,
por ello una de las brujas de la reunión cantaba:
“Danos
un invierno con noches de luna,
que
libres vaguemos al oscurecer,
que
las largas noches den larga fortuna
a las
buenas damas del buen Lucifer.”
El tal
Lucifer era un “pájaro de pluma”, ya que dentro del poco interés sexual
que despertaban sus damas, no tonto, siempre se decantaba por las más
atractivas para el disfrute del sexo. Por último, se celebraba la
llamada Misa Negra, que no era otro rito que una total oposición y
blasfemia a la que se celebraba en el rito católico, de ahí que la
Iglesia tenía más que motivos para la persecución y busca de su
extinción.
Juana
Morillas, acosada por la masa, perseguida por la justicia y torturada
por los tribunales, decide suicidarse y dar por terminada su relación
con una vida que tanto la acosó por el motivo de ser una pobre
desgraciada a la que se le achacaban los más diversos males que en
ámbito territorial existían, siendo la verdad y la realidad todo lo
contrario. Pues era una mujer que había nacido desgraciada por pobre y
desafortunada de los dones de la tierra. No sucede así con su hija
Quiteria que cae en los brazos de la Santa Inquisición y es juzgada como
bruja para lo cual haremos relato de sus sufrimientos escenificados por
Miras, a su llegada, con otras compañeras de la redada, a la iglesia de
Pareja, pueblo de Guadalajara. Comenta como sucede en un día de
mercadillo y vendedores y, entre ellos, una verdulera se asoma, sin
desamparar su puesto, gritando: “¡Salga el que quiera ver cosa buena!”
“¡Procesión con obispa!” (Esta denominación se establecía por la posible
semejanza entre la coraza que llevaba la rea y la mitra episcopal) “¡A
la Morillas traen a la vergüenza!”. “¡Quiteria de Morillas, emplumada!”
“¡Salgan a verla!”. La turba y la chiquillería gritan: “¡Fuera brujas,
fuera brujas!”. Por la puerta de la iglesia sale corriendo toda la
feligresía que acudía al culto, al tiempo que llega el cuerpo del
cortejo que trae a Quiteria tendida sobre una escalera que sostiene en
alto muchas manos. La escalera se coloca en la puerta del templo,
apoyada en el muro, quedando la penitenciada en alto, atada al último
escalón, bien visible sobre todas las cabezas. Desnuda hasta debajo de
la cintura, manchada de miel y de plumas de diversos colores, con malla
y coraza sobre la cabeza. La gente se arremola alrededor y el pregonero
hace redoblar el tambor y dice:
“¡Por
su pésima conducta de mujer escandalosa y disoluta! ¡En vergüenza por
dos horas con coraza y emplumada!”. “¡Bien parece que la empitonen por
puta, pero también por bruja!”.
Se oye
el comentario de una mujer que dice: “Mi difunta hermana, saliendo a
comprar vino a la taberna de la vieja, las vio, una noche entre dos
luces, a esta y a su madre, que volaban algo altillas en el aire. La
Quiteria descabellada, y la Juan tocada con un rodeo. Brujas probadas,
la madre y la hija”. El alguacil pide silencio y pregona: “El gobernador
y la justicia de Pareja no pueden castigar la brujería”. Lo que da lugar
a gruesas protestas del acalorado público, aclarando, después del
silencio del gentío, “que no pueden hacerlo porque la brujería es delito
contra la Fe, y su castigo solo cumple a la Santa Inquisición”. La gente
entonces interrumpe y vocea: “¡Viva la Santa Inquisición!”. Después de
que las voces del gentío se calman y dejan hablar al Alguacil, este,
continúa diciendo que el gobernador no puede castigar la brujería, pero
si las malas costumbres, y como todo está en escarmiento a la Quiteria,
igual es que se dé por una que por otra causa, pues se trata de mujer de
mala vida, puta y disoluta, y que eso nadie lo puede negar, así que esos
cargos son los que van en los papeles, aunque ella y, todos sabemos, que
está emplumada por otra causa bien conocida, en manera que la justicia
se cumpla por derecho y nadie pueda tener queja.
Ahora,
vamos a comentar el viaje y la estancia de la brujas en el Campo de
Barahona en la escenografía del gran dramaturgo que viene llenando estas
páginas. La bruja Colindres pregunta a la bruja Camacha al lugar que va
tan temprano, a lo que le contesta que adonde ella sabe y al lugar que
ella también va, no siendo a otro sitio que a Barahona lugar donde le
dará un tiento, a la vez que le pregunta si ha hecho cornudas a todas
las casadas de Alcocer, donde dicen van a ofrecer la corona al diablo de
Barahona. Allí piensan celebrar la misa negra y Quiteria explica que se
trata de un diablo muy principal que se llama Astaroth (éste fue una
divinidad de los sidonios a quien Salomón adoró al ser arrastrado por
las mujeres a la idolatría. Reyes 11). El Gran Cabrón (el diablo) con
voz triste, ronca y desentonada comenta si la bruja Ansarona de verdad
es nueva en el aquelarre, pues aún no ha llegado a la edad de
discreción. El tal Cabrón le dice: “Ansarona, hija mía, mucho tiempo te
he esperado. Mucho te has endurecido contra mi amor y mis llameas. Al
fin has venido a mi seno, y hoy es día de alegría para todos”. Más tarde
el Gran Cabrón le pone la mano izquierda en la cabeza, la baja despacio
y le clava una uña en el cuerpo, lo que da lugar a que la Ansarona lance
un corto pero fuerte grito de dolor. Después el Cabrón abre una
confesión pública en la que la bruja Tuerta comenta que la Tirana de
Castejón le había maleficiado los conejos, y levantó una figura de cera
y a una pierna le metió alfileres, y de ello le han llegado noticias que
anda perdida de reuma y no puede acudir al Campo de Barahona. El Gran
Cabrón le responde que eso no se debe de hacer a una hermana, (la Tirana
también era bruja), pues es un mal ejemplo de caridad y así mientras
entre ellas la envidia y los celos enemisten a unas con otras, no es
posible esperar la conversión del mundo.
Sobre
los actos celebrados en este aquelarre, al igual que sucedía en otros
análogos, prefiero no hacer más mención en evitación de molestar a
alguna sensibilidad, por ello, con esta pequeña muestra dejamos esta
escena, para pasar a a tratar el final de estas brujas en las tierras
alcarreñas.
La
escenificación final de la tragedia de las brujas de Barahona, la sitúa
su autor en el monasterio de Monsalud, hoy hundido como resultado de la
desamortización que terminó con muchos de estos lugares. Allí esperan la
llegada de las brujas que han sido sentenciadas por el Santo Tribunal de
la Inquisición para recibir los últimos ritos, antes de su quema o
muerte, para, en el arrepentimiento, poder conseguir el descanso eterno.
Se oyen murmullos de fieles ante el evento, así como se hallan las
autoridades del Santo Oficio, el Gobernador diocesano de Pareja y el
Corregidor de Córcoles, por cierto, todos seglares que como cuentan
muchos historiados, se ha podido probas que los seglares eran más duros
que los clérigos, ya que éstos, por una mayor cultura y preparación no
tenían la certeza, creencia y fe que los primeros. Después de haber
pasado sobre cinco siglos, aún podemos observar, en infinidad de casos,
que son más fanáticos, sobre todo en cosas de milagrería, los seglares
que los sacerdotes y siempre he pensado igual que me ha sucedido con los
jueces, que si justicia o decisión he de recibir un día, prefiero que en
un caso lo hagan jueces profesionales que no el pueblo y, en el otro
sean sacerdotes, que no devotos seglares.
Volviendo al comentario de aquel final momento, cuando llega la carreta
cargada de brujas camino del cadalso. Cuando se acerca la carreta
comentan que a la puerta llegan las mulas del buen Pedro alonso, que las
presta sin interés alguno por servicio de la Iglesia y la Santa
Inquisición, y así ha pedido que se diga. También hablan de que han de
pasar la noche en el carro hasta llegar a Cuenca, para lo cual piden la
licencia para acudir al claustro y aparejan las mulas para que se
marchen a su destino, mientras tanto comentan lo obsequiosas que están
las gentes del rey y que en estos meses se le echen a la Santa
Inquisición brujas a carretas, después de luengos años de no hacer de
ellas caso alguno. Por todo lo ancho de España las están cogiendo y
dándolas al Santo Oficio como quién echa hueso a un perro en la calle.
(pulsar para ampliar)
Cartel de la
obra "Las brujas de Barahona"
de Domingo Miras
interpretada por el I.E.S. Tirso de Molina
Situada por Miras la escena en el monasterio de Monsalud al que ya se
hizo referencia, han acudido, aparte de las autoridades oportunas,
infinidad de fieles que piden con voces y gritos la quema de las brujas.
Estas permanecen en situación obediente a lo que se les ordena, pero
ello, como es lógico, de una manera temblorosa y así la Ansarona llora
con un hilo de voz y se arrodilla junto a las demás, contagiándoles su
leve llanto y formándose un coro llorón que se oye tenuemente. Quiteria
permanece de pie, agarrada a un barrandal, intentando superar el terror
a la angustia. La voz del predicador se ha seguido oyendo contrapunto a
toda disputa, ella en medio del altercado entre ambas brujas, la
Quiteria y la Ansarona, que tratan de exculparse la una a costa de la
otra, cosa muy lógica de los seres humanos en esos momentos que se juega
la vida, la que tiene un valor máximo superior a la amistad y la verdad.
Y, así, el predicador dice con la voz, el pensamiento del dramaturgo:
“¡Mirad que ya han muerto las que van en el carro! ¡Arrancadlas de
vosotros y arrojadlas fuera, que no os corrompan con su podredumbre! ¡Si
tu ojo derecho te sirve de escándalo, sácale y échale de ti! ¡Porque te
conviene perder uno de tus miembros, antes que todo tu cuerpo sea
arrojado al fuego del infierno! ¡Y si tu mano derecha te sirve de
escándalo, córtala y échala de ti! ¡Porque te conviene perder uno de tus
miembros antes que todo tu cuerpo vaya al infierno! ¡Apartad de vosotros
a esas mujeres de abominación, como Dios apartará a los réprobos en el
día del Gran Juicio! ¡Su bieldo en su mano está, y limpiará bien su era!
Y recogerá su trigo en el granero. ¡Más echará las pajas al fuego
inextinguible! ¡Muertas están para vosotros estas maléficas, estas
devotas de Satán, que van al Santo Tribunal para ser juzgadas! ¡Allí
recibirán su galardón! ¡Ya esta puesta la segur a la raíz de los
árboles! ¡Todo árbol que no hace buen fruto, cortado será y arrojado al
fuego! ¡Despidámoslas como se despide a los muertos! ¡Acompañe su salida
el canto de difuntos, que nos hable del inexorable juicio de Dios!
¡Igual que a estas miserables las espera un juicio implacable al final
de su viaje, así a nosotros al final de este viaje terreno, nos espera
un juicio que debe hacernos palidecer de terror! ¡Pensad en ese día de
espanto implorando la divina misericordia! Que este ejemplo os haga
temer más a Dios, y hoy habrá sido para vosotros un día de contrición y
de gracia. Amén. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti.”
Después del sermón del predicador, un coro canta el “Dies irae”,
mientras las autoridades se ponen rodilla en tierra y se santiguan al
oírse las palabras de la bendición, rodeando el carro en el que se
hallan presas las brujas, mientras una campana empieza a doblar y
grandes masas de humo blanco, procedentes de las bóvedas del templo, van
ocultando a éstas. La carreta se pone en marcha, muy despacio oyéndose
el canto coral, sobre el que clama la voz de Quiteria en el momento que
se pone en marcha la carreta que las transporta, diciendo:
“¡Yo no he
hecho nada, yo no soy bruja! ¡Mi madre si lo era, pero yo no! ¡Díganme
lo que declaró en el tormento! ¡Yo no se si me acusó, no lo sé! ¡Si me
acusó mentía! ¡Mintió por el dolor y por hacerme mal! ¡No me quería, no
me quería, por eso me acusó! ¡Por Dios díganme si me acusó! ¡Yo no soy
bruja! ¡Yo no soy como mi madre!. El carro ha ido entrando sobre el humo
y las voces que arrecian los lloros de las compañeras de ésta, dobla la
campana, y en ningún momento ha dejado de sentirse el sombrío himno de
Tomás de Celano, que resuena por las bóvedas y avanza como un torrente”.
Con
este trágico final damos por concluso este comentario de las Brujas de
Barahona, reafirmando, por mi parte, lo que al principio manifesté: el
que es cierto sucedieron esos hechos, de ello hay testimonio escrito,
pero en mi mente no entra el que aquellas mujeres fueran brujas,
representantes del diablo o tuvieran poderes sobrenaturales. Hay que
tener en cuenta la cultura de aquella época en la que tanto los milagros
divinos y, así se observa que no existía poblado por pequeño que fuera
que no tuviera un santuario o una ermita en la que se decía la
existencia de una rara aparición o un milagro que hasta nuestros días ha
llegado, como los inversos o diabólicos eran fáciles de calar en sus
gentes y hasta tener un convencimiento de la realidad. Hoy en día, con
la reciente cultura que recibe la población, es muy difícil caer en esos
hechos y son los psiquiatras, psicólogos y demás especialistas los que
estudian estas causas, de ahí, a diferencia de antaño, que apenas surgen
fenómenos de
uno u otro tipo y, cuando surgen, a ellos acude un reducido
número de personas en proporción con el pasado, pues nadie puede dudar
de que siempre habrá unas mentes, diferenciadas de la generalidad, por
suerte cada día más escasas.
Como
final ensalzar la figura de Miras que ha hecho una labor de bolillos con
la historia escrita y testimonial de las Brujas de Barahona, en una
escenificación que condensa unos siglos de historias, en los que siempre
eran sufridoras las personas esclavas de los dirigentes y poderosos
sociales y pone con cierta claridad y al descubierto la grandeza, la
vileza y el ciego fanatismo que compone al ser humano.
©
Gumersindo García Berlanga
De
Barahona y de sus brujas, Gumersindo García Berlanga
Barahona
y Alpanseque
Barahona,
más acá de las brujas
La
Varona de Castilla
www.barahona.org
web de Jaime Mas
Castillos de Soria-Barahona
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