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1.- Soria -
Almazán. Las
estaciones-
Por algo más de tres
euros, ida y vuelta, hemos tomado el pequeño de tren de dos vagones que
sale de la estación del Cañuelo de la capital soriana a las 17,40 horas. A
la estación podemos llegar en el propio vehículo y dejarlo aparcado o
mejor tomando un microbús que sale, un cuarto de hora antes, de la plaza
de Herradores, muy cerca de donde se ubicaba antes la estación de RENFE,
que se llamaba de San Francisco, por que ocupaba los solares de las
tierras y huertas del antiguo monasterio franciscano. Ahí embarcaban las
merinas, que bajaban de la Sierra por la cañada, para en tren dirigirse a
las dehesas del Sur. Después embarcaron también en El Cañuelo por poco
tiempo, pues los parvos rebaños que todavía perviven son transportados en
camiones.
El tren discurre por
encima del río Golmayo, siempre con poca agua, donde pueden verse cuatro
puentes en paralelo, que sirven, sucesivamente, para que pase el tren, una
carretera, otra vía posterior de más rumbo y un puente pequeñito de
piedra, de origen muy antiguo, por donde discurrían las caballerías
cargadas de cisco de Las Cuevas de Soria y las carretas que acudían al
mercado, parando en un ventorrillo ubicado cerca del puente. Siempre que
pasamos por encima nos acordamos de Clemente Sáenz, que llevaba (no
sabemos si todavía lo hace) a sus alumnos hasta ese lugar para indicarles
lo que no se debe hacer, un puente junto a otro. Don Clemente es ingeniero
de Caminos.
Desde el tren vemos la
finca de San Marcos, de propiedad particular, con su oratorio; un camping,
y campo de cereal y monte con algunos pinos, hasta llegar a Quintana
Redonda, con parada opcional.
Quintana Redonda
Discurre el río Izana
por una hermosa dehesa. Si tuviésemos la tentación de bajar en Quintana,
tendríamos que esperar a que el tren, sobre las diez de la noche, nos
recogiera. Merece la pena, pero no es el objeto de esta excursión. A
Quintana se puede ir en otra ocasión, pues tiene buenas piscinas
municipales, una panadería donde, además de buen pan, se pueden comprar
sobadillos, madalenas y tortas, y el alfar de Evelio Arnanz, de donde
salen hermosos cántaros y otras piezas, primorosas unas y recias otras,
modeladas a base de arcilla, agua y manos delicadas.
Otra parada opcional
tiene el tren en Tardelcuende y otro tanto podríamos decir sobre descender
en ella o seguir. Podemos volver en otra ocasión para darnos un buen baño
en las piscinas municipales, de las primeras que se construyeron en la
provincia, y asar unas chuletas en las cocinas habilitadas. Sigamos por el
bosque de pinos. Veremos zonas desoladas por el gran incendio que se
produjo hace pocos años, pero a la tristeza podemos oponerle la esperanza,
pues la vegetación lucha por aparecer y lo consigue según nos indican los
verdes claros y brillantes.
Tardelcuende
Entre Tardelcuende y
Matamala (donde la vía no alcanza este último núcleo y se desvía dejando
ver a lo lejos Tejerizas), podemos ver, a la derecha de la marcha, los
edificios de la antigua fábrica de resina de la Concepción rodeada de
secuoyas. Allí se transformó, por unos años, en la década de los cincuenta
y algo de los sesenta, la resina. De aquella actividad puede verse en
Matamala, en el museo de la resina, los instrumentos utilizados, los
productos que salían de la sangre de los árboles y las explicaciones de
cómo se hacía y porqué desapareció.
Matamala de Almazán
“El Torralbilla”
Locomotora asmática
del tren anciano,
chimenea simpática
del tren soriano.
Humo que alteras
en las salidas
las despedidas,
y en las esperas
nos emocionas
a unas pocas personas,
después del alba,
a esa hora temprana
que canta el gallo,
cuando vienes despacio desde Torralba
y, a toque de campana,
da tu salida Navalcaballo.
Tren curtido a la
escarcha,
al regañón, al cierzo
y a la nevisca,
tren querido,
que, en tu tranquila marcha,
cantas de Enero
canciones de cellisca
y de ventisquero.
Tren soriano,
familiar, único,
modesto, llano,
tren sin empaque
que, en todo viaje,
-cual viejas cantinelas-
cantan tus bielas
la canción del rodaje;
“Tran... tran...,
tran..., tran,
voy a Torralba,
y nada más,
y nada más;
y vuelvo a Soria
por Coscurita,
por Almazán,
por Almazán,
trán, trán,
trán..., trán...”
Aurelio Pérez Rioja
(Soria, 1888-1949)
© soria-goig.com
2--> Estación Almazán-Villa
->Machado
3--> Estación Almazán-Villa
->La Acacia
4--> Estación Almazán-Villa
->La Cantina
5--> El tren sigue hacia Medinaceli
6--> El río Duero ->1
7--> El río Duero ->2
8--> Estación Almazán-Dehesa
9--> Poema 55
10--> Los huertos socialistas
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