Dicen que el río Merdancho nace en
Castilfrío de la
Sierra.
Castilfrío
de la Sierra
No resulta este castro frío mal sitio para nacer, aunque resultaría
más acertado decir que el río Merdancho es, como todos los ríos, muchos ríos y muchos
arroyos y muchas fuentecillas y todos juntos, todos ríos merdanchos, forman el Merdancho
a partir de Almajano.
Por La Rubia, según el mapa 1:50.000, discurre con
el nombre de "Viejo" y otro arroyito de agua que se le junta es conocido como
"arroyo del Valle", aunque todos le llamen también Merdancho.
En la dehesa de La Rubia, a la cual se debe acceder con precaución por servir de pasto a
numerosas vacas y caballos, este río forma pequeños meandros y cría, bajo el
puentecillo de piedra, exquisitos berros. Entre vueltas y revueltas forma diminutos
pradillos donde poder pensar, soñar o, sencillamente, dejarse mecer por el murmullo del
agua deslizándose. Puede suceder que, suspendidos en este estado, se escuche una voz
arcaica, unos sonidos a mitad de camino entre lo bucólico y lo humano, recorriendo varios
kilómetros, tropezando con los suaves relieves y restallando en los oídos de los que
escuchan. Se trata de Tacho, el ganadero de La Rubia, el propietario de esos animales
pobladores de la dehesa, llamando a su rebaño, tratando de juntarlo y consiguiéndolo,
para que trashumen apenas un kilómetro hacia el pasto de arriba.
Aparecen setas y hongos por esta dehesa, aunque no dan tiempo los rumiantes a que los
humanos las cocinen para ellos. Cuando se acude a ver si hay suerte, de los champiñones y
pie azul sólo queda el tronco. Sí es fácil ver los pedos de lobo, pero no son
comestibles. No es tonto el rebaño de Tacho.
De La Rubia a Ausejo por el río Viejo
Puede fácilmente seguirse el curso del Merdancho hasta un puentecillo bajo la carretera
que conduce a Pinilla de Caradueña, donde, frente a la humilde pero interesante iglesita
románica, todavía pervive una curiosa piedra tallada ¿tal vez un ara?.
Después, otro trecho de interés de este río se encuentra en Renieblas.
Renieblas
Uno de los lugares donde los romanos instalaron un campamento para tratar de reducir a los
numantinos.
Vía
romana Uxama-Augustóbriga (1)
En Renieblas, alrededor de la iglesia, afluyen unos potentes manantiales,
desde la tierra, y rápidos, acuden para alimentar al Merdancho. En ese paraje,
sobresaliendo apenas un palmo de la tierra, pueden verse una parte de lápidas de piedra.
En un
frescal, sentado sobre una de ellas encontramos una vez a un descendiente de
numantino a buen seguro, de los pocos que las huestes de aquel imperio dejaron vivir
libremente en su tierra. Pequeño, ágil, moreno por el sol, de pómulos salientes y ojos
castaños, Ruperto (no recuerdo bien si ese era su nombre), nos explicó que una de esas
lápidas fue robada y trasladada a un chalet de ricachón. Pero los habitantes de esta
tierra andan ya algo mosqueados con los expolios y denunciaron el caso a la Guardia Civil
consiguiendo que la estela funeraria volviera a su lugar.
- Ya ve usted que cosa sin que tenga mayormente importancia, pero como son nuestras, las
queremos nosotros. Que no somos de los que vamos a llevarnos las cosas de nadie, oiga
usted.
Pues tiene mucha razón el señor Ruperto. Le preguntamos si, como es habitual en la
leyenda soriana, también en esas pozas manaderas había caído alguna vez una yunta o
algún animal y no había vuelto a aparecer.
- Pues no, aquí de eso no tenemos oído nada. Mire si se mueven vacas por alrededor y
nunca, que se sepa, se han tragado los manantiales ninguna. ¿Y ustedes quiénes son?
Se lo explicamos, nos conoce, nos desea que vayamos con Dios y nos dirigimos hacia la
desembocadura del Merdancho en el Duero, bordeando la acrópolis numantina, ese lugar
donde las tormentas se dispersan, el nemeton, según categoría atribuida por algunos
estudiosos. Rodea la falda de la muela y el campamento romano de Peña Redonda y, cerca
del batán, deja, humilde, sus aguas en el padre Duero. Atrás han quedado los cangrejos
en sus pozas, los berros en su superficie y más atrás en el tiempo, los romanos
controlando su desembocadura para matar de hambre y sed a los numantinos, y aún antes,
los gritos de los pequeños celtíberos jugando a guerreros y templando sus espadas de
juguete, tal vez tristes palos, en las aguas de un río nacido en un castro hermano y
muerto en la ciudad sagrada de Numancia.
©
Isabel
Goig
Castilfrío
de la Sierra
Renieblas
De La Rubia a Ausejo por el río Viejo
Vía
romana Uxama-Augustóbriga (1)
El
Molino de Renieblas
por
Mateo Ayllón Martínez
Trabajo
finalista del
I Certamen Etnográfico "José Tudela"
Fuentes
de Renieblas, por José Ignacio Esteban
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