En
Trébago
nace el río Manzano.
Hacia allí me dirigí, mediado ya septiembre, todavía largas las
tardes, pero ya frescas, invitadoras al paseo sin agobios ni excesivos calores.
Sentado
delante de la iglesia gótica de nuestra señora de la Asunción, respalda por la torre
árabe, se encontraba sentado un anciano; junto a él, una pequeña perra, de esas sin
pedigree, dormitaba; levantó perezosamente los párpados un instante al oir el motor del
coche, y siguió durmiendo. Respondió el hombre a mi saludo. Me senté a su lado, le dí
mi nombre; él me dijo que el suyo era Cayo. Nombre romano, le dije. Hubo muchos por
aquí, pero a mi me lo pusieron por ser el santo del día. No conocía ningún san Cayo,
pero si él lo decía, sería cierto.
Le pregunté el lugar de nacimiento del río Manzano.
~
Nace de los arroyos de Malmayor y de las Pozas, en el paraje de San Sebastián. Hubo
allí una ermita, sabe usted, pero este río tiene miga. Verá, además de Manzano le
llaman también Añamaza; luego, en Añavieja, se convierte en el canal de San Salvador.
Al pasar por Débanos le nombran río Fuentestrún, y hasta Cajo también, para salir de
la provincia de Soria, hacia la de Logroño, de nuevo con el nombre de Añamaza. Ya ve.
Eso sin contarle los avatares de este río. Mire, recibe mucho agua de los ojos de
Añavieja, pero apenas podemos regar en la provincia, pues la venden a La Rioja y Navarra.
Ya ve, han tenido por ahí abajo muchos problemas con el dichoso canal de San
Salvador.
~
Me podría usted acompañar un rato por el río
.
~ Yo, si quiere, le llevo a la ermita que lleva su nombre
.
Y hasta
allí nos fuimos. Por el camino me hablaba de la fuerte emigración, hacia países de
Sudamérica, sufrida por Trébago a lo largo de su historia. Y también a Zaragoza, y a
los molinos de aceite de Andalucía. Delante de la ermita me fue explicando Cayo la fiesta
que le celebran a la virgen del río Manzano, en agosto. Bailan los nacidos en Trébago,
sólo hombres, de tres en tres, hacia delante, haciendo resbalar los pies. Se subastan,
con beneficios para la virgen, las agujas, broches de adorno para las mujeres, adquiridos
por sus parejas. Ellas los regalan a la virgen, y ellos se ven obligados a subastarlos,
pagándolos dos veces.
~
Usted desde aquí no lo ve, pero allí a lo lejos, en la sierra del Madero, casi
pegando a Valdegeña, en el paraje conocido como "Peña del Mirón", hay un
menhir; lo colocó un forzudo, decían que descendiente de dioses. Ya ve, cosas de
pueblos
Y también hay una leyenda, de amores, entre la hija de un caudillo moro y
un cristiano. Cosas de viejos.
~ Yo me creo todas las historias, Cayo. Si se ha mantenido esa historia a lo largo
de los siglos
.
~
ya lo creo. A mí me la contó mi abuelo.
~ Pues seguro que es cierto.
Bajamos
de nuevo, después de hacer unas fotos, le regalé una revista, y me despedí de él. Me
encaminaba hacia Añavieja. Lo pensé mejor, y paré de nuevo.
~
¿Se vendría conmigo a Añavieja?, le pregunté.
~ ¿Por qué no. Pero luego ha de traerme.
~ Hombre, claro. Avisará usted a alguien.
~ No hace falta. Estoy solo toda la semana; mi chica trabaja en Soria y no llega
hasta el viernes.
~ Mi mujer era de Añavieja, pero ya murió la pobre, hace diez años. Ya ve usted,
cuando más se necesitan las personas
.
Paramos
el coche a la entrada de Añavieja.
Añavieja
Cayo decidió enseñarme los manantiales, donde su
mujer, de moza, lavaba la ropa, las tripas de los cerdos en la matanza, y el lugar donde
estuvo ubicada la Laguna, luego desecada para convertirla en tierra de cereal y patatas.
La
laguna de Añavieja
"El Ojillo" y el "ojo de la Cueva", para abastecimiento; el del
"tío Nazario", para lavar los menudos de la matanza; "Chicharrín",
"Nicolás"
Hasta catorce. Me documenté sobre ellos, y leí que manan 500
litros por segundo de agua; se trata de uno de los más importantes acuíferos de la
provincia.
~
También aquí hay una leyenda, la llaman de "la
Colodra". Es una historia de amor entre un zagal que cuidaba vacas y una pastora de
ovejas. Es que dicen que la laguna de Añavieja se comunicaba, a través del Moncayo, con
Tarazona, y se les perdió una colodra en un pueblo, y apareció en el otro.
Por aquí
había muchos toros. Yo, cuando venía a las fiestas, en las que conocí a mi mujer, los
veía; ahora pasaremos por lo que queda de la caseta del que los cuidaba. Ah! Y otra
leyenda más. Verá, si hoy no tiene tiempo, cuando venga en otra ocasión, vaya a la
ermita de la virgen de la Sopeña, y verá una escopeta. La prometió un cazador si
lograba salvarse de la persecución de un toro; hubo de tirarse por el castillo, pero se
salvó, y le regaló a la virgen el arma. Mire cómo pasa por aquí el río. Este año va
bien de agua. Ha llovido mucho, pues ya verá en Débanos. Aquello parece un paraíso. El
cañón del Cajo, lo llaman
.
~ Podría animarse. Si nos damos prisa, vuelve usted a buena hora para la
cena.
~ Bien, la cena, que más dará
Iré con usted y saludaré al Humberto. Es el
alcalde. Buen chico.
Llegamos
a Débanos.
Débanos
Pasamos por un canal bien abastecido de agua del río Añamaza. Sigue hasta
Valverde de Agrega, donde se almacena el agua en una gran balsa para el riego y los animales. La restante discurre por el cañón. Paramos delante
del bar. Yo también conocía a Humberto, un "chico" de alrededor de sesenta
años, afable. Nos invitó a unos vinos; Cayo prefirió una cerveza, y los tres nos
fuímos, en un vehículo todoterreno, hasta el cañón. Eran ya las seis de la tarde.
Da idea del paraje que tratamos de describir, y de la cantidad de agua que por él
discurre, el saber que en su día existieron en Débanos siete batanes, dos molinos, dos
saltos de agua, y una tejera. Cobijado por enormes farallones calizos, especialmente toba,
se produce un microclima donde abundan las verduras, hortalizas y árboles frutales, sobre
todo almendros. Unos religiosos, hijos del pueblo, de nombres José y Valentín
Hernández, quisieron ver, en las formas caprichosas con que la erosión va modelando las
rocas, un moro de frente, el mismo de perfil, una capilla gótica, otra románica.
Cayo y Humberto me iban mostrando las hierbas, abundantes: romero, espliego, aliaga, té,
madreselva
Y me ilustraba el alcalde sobre la existencia de una fuente de aguas
sulfurosas, conocida como "Agua podrida", donde acudían los debaneses para
curarse las afecciones de la piel, durante nueve días seguidos. Un lugar para el
ensueño, pero también para pasearlo con detenimiento, bien provistos con una bota del
buen vino de cualquiera de las tres comunidades que rodean a esa zona: Aragón, Navarra y
La Rioja, y una vuelta de chorizo de Soria.
Se hacía tarde, y yo sufría por Cayo, el cual, por cierto, disfrutaba más que ninguno.
Otro vino, invitados por Humberto, siempre pendiente de atender nuestros deseos.
Ya de vuelta a Trébago, Cayo miraba hacia delante con ojos soñadores.
~
Lo he pasado muy bien Cayo.
~ Yo también, mire usted. Hacia años que no recorría yo esos sitios. Me parece
que fue ayer cuando llevaba el ganado a pastar por ahí. Cuando venga la chica y se lo
cuente no se lo va a creer.
Me
despedí de él con un apretón de manos. Le prometí una visita de nuevo para que hiciera
de Cicerón en la sierra del Madero, y me enseñara el menhir que colocara allí aquel
descendiente de dioses.
©
Isabel
Goig
Mapa de
la zona (14 KB)
Añavieja
Débanos
Trébago
La
laguna de Añavieja
Leyenda
de la Colodra, en Añavieja
Fuentes
de Añavieja, José Ignacio Esteban
Fuentes
de Dévanos. José Ignacio Esteban
Fuentes
de Trébago, José Ignacio Esteban
Asociación
de Amigos de Trébago
Castillos
de Soria-->
Añavieja
-
Trébago
Donde comer y dormir
Casa
Rural "Casa del Secretario"
(Trébago)
Casa
Rural "Casa del Maestro"
(Trébago)
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