Desde el
siglo XI hasta el XIX conservó íntegro su territorio la Comunidad de
Villa y Tierra de Fuentepinilla o
Andaluz, con esta última villa como
aglutinadora de su territorio. Éste estaba compuesto por Centenera de
Andaluz,
Fuentepinilla, Osona, La Seca,
Tajueco, Torreandaluz,
Valderrodilla, Valderrueda,
Ventosa de Fuentepinilla y
Fuentelárbol. En
la actualidad, parte de este territorio forma parte del Ayuntamiento de
Quintana Redonda.
El
pueblo de Tajueco está enclavado en la comarca de Tierras de Berlanga y bañado por el
río Duero. Actualmente (2007) cuenta con 96 habitantes.
Del pasado resinero de toda la zona aparecen todavía los pinos tajados por donde sangra
la savia impregnando de fuerte olor todo el entorno y las fuentes habilitadas para recreo
de propios y visitantes.
El Duero roza el término. Pasa por Tajueco encajado, a más de siete metros de
profundidad por el paraje del "Molinillo".
Con
Gregorio por el río Duero
Enebros, sabinas y fauna variada,
entre la que destaca el jabalí, conviven con la gayuba. Estamos en la zona de Pinares
Medios, muy rica antaño, hasta que la resina sintética hizo su aparición desde la
vecina Portugal.
La iglesia de San Pedro Apóstol, con elementos góticos, una pequeña ermita llamada del
Santo Cristo y una hermosa plaza porticada, donde los tajuecanos, castellanos al fin y al
cabo, llevan a cabo la vida social, completan el atractivo del lugar.
Se halla recogido que los Reyes Católicos, en uno de sus innumerables viajes, pernoctaron
en Tajueco.
Cuenta este pueblo con tres
tradiciones importantes: el "Día de las Ánimas", la "Bendición de los
niños" y su "Cacharrería". En Soria, siempre, a los que se han
dedicado a la alfarería se les ha llamado "los cacharreros", por lo que gracias
a la familia de Máximo Almazán aquí el gentilicio burlesco o apodo es ese.
En el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752), en relación al pueblo de Tajueco
podemos constatar que esta tradición artesanal se remonta en el tiempo: "trece
alfareros que se empleaban en hacer botijas, jarras, cuencos y otras piezas
correspondientes a su oficio en el que se ocupaban doscientos días y en cada uno
trabajando en él podían ganar hasta cinco reales".
El 1 de noviembre a partir de las siete de
la tarde, viajero, si te encuentras en Soria, no dudes en acercarte a este pueblo, podrás
vivir un rito muy antiguo: los tajuecanos (a los que siempre acompañan numerosos
visitantes) tras una procesión, se instalan en las cuatro esquinas de la plaza llevando
en las manos las "animillas", que son unos farolillos con una vela encendida
dentro, iluminando con ellas el lugar y las almas. Comienzan entonces los "Cánticos
para el Días de Todos los Santos" . Será porque es fecha tan señalada o porque es
otoño en Soria, el caso es que, la armonía de unas voces ensayadas para este día y el
respeto sobrecogedor del propio ritual (estos cantos son una invocación que las ánimas
de los difuntos hacen, a través de las voces tajuecanas, a sus familiares vivos, para que
intercedan por ellos), hacen de esta experiencia, algo inolvidable.
De Tajueco es nuestro amigo y colaborador Ángel Almazán y suyas son
estas palabras recogidas en su libro
Por tierras de Soria, La Rioja y Guadalajara:
"Podría estarte hablando durante un buen rato sobre Tajueco porque
nací en esta pequeña localidad, pero no lo haré. Te citaré, eso sí, que tiene un
merendero, "Huerto Moreno", por el camino forestal que va hacia Andaluz, en cuya
mojonera se encuentra el manadero del Molinillo, antaño repleto de cangrejos. Y te
contaré que hay una fragua que confío se rehabilite algún día como museo etnográfico
(pide las llaves, sin temor, para poder verla) y donde podrás accionar su inmenso fuelle,
golpear con el martillo el yunque y afilar cuchillos.
Te diré igualmente que hay dos pozas donde antaño las mujeres acudían a lavar la ropa y
a charlar de todo lo habido y por haber (la Poza de Arriba está techada y es más
bonita).
Asimismo te indicaré que hay dos ritos ancestrales, con sabor medieval y hasta pagano,
que perduran todavía: el Cántico de las Animas al anochecer del Día de Todos los Santos
en el 1 de noviembre, antigua fiesta celta de Samain, y la bendición de los niños
últimos bautizados en el domingo del Corpus Christi, momento en el que son depositados en
el suelo (Tierra Madre) para ser tocados por los estandartes y pendones que portan los
mozos, bajo una enramada y flores en esa magnífica y moderna Plaza Mayor porticada y Casa
Consistorial que muchos pueblos sorianos envidian.
Pero Tajueco es conocido en
España por otra cosa: su alfarería de basto vidriada. Es la mejor de la provincia y
sólo dos alfares han subsistido, y los alfareros son familiares míos, así que todos los
elogios que diga de su alfarería son pocos, por lo que mejor será callar. Mas seguro que
tú mismo me darás la razón y que te llevarás algún botijo, cazuela, orza, plato,
juego de café, jarra, puchero, jarrón, etc... Y diles a mis parientes que te enseñen
los hornos árabes en los que cocían hasta hace una década los cacharros."
Ángel Almazán acaba de publicar un libro sobre su pueblo,
Tajueco,
entre pinares y alfares,
muy recomendable
Y no os olvidéis de llevaros la excelente miel de las colmenas de
Tajueco.
©
Luisa Goig
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