Mapa
de un tramo del Duero (50 KB)
El hecho de que a nosotras, nuestros ocasionales guías nos acompañen a
ver determinados lugares, y junto a ellos demos a conocer unas rutas, no quiere decir que
esos cicerones, tan entrañables, estén disponibles para todo aquel que hasta ellos
llegue. No por falta de ganas, ni por carecer de tiempo libre, más bien es por la edad
avanzada de todos ellos.
Estos itinerarios que damos a conocer habrán
de hacerse guiados por un mapa a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico y Catastral, o
bien siguiendo las instrucciones ofrecidas en un lugar, hasta el próximo, donde, a buen
seguro, otro informante facilitará las cosas.
Pero para esta pequeña ruta que hoy proponemos no podemos dejar de mencionar al señor
Gregorio Hidalgo, de Andaluz. Con él conocimos la dehesa de este lugar y
el paraje del "Molino", en término de Tajueco.
Andará ya el
señor Gregorio por los 85 años y todo lo más podrá acompañarles a la dehesa.
En Mayo de 2003 se nos murió don Gregorio, desde aquí nuestro
recuerdo.
El paseo que proponemos hoy discurre por un tramo del río Duero y se podrá aprovechar
para visitar Andaluz y Tajueco. Dos deliciosos lugares
envueltos en pinos se trata de la zona de Pinares medios- y llenos de historia. No
podrá seguirse el curso del río, pues pasa encajado, misterioso, temible en algunos
tramos, pero podrá verse, de vez en cuando.
Cuando, hace unos diez años, hicimos la excursión por el señor Gregorio, transcurrió
así.
Nosotras ya le conocíamos, a él y a su hijo Miguel, y a su esposa, Aurea, la cual sabe
hacer una mermelada de ciruelas exquisita. Porque en Andaluz disfrutan de
una huerta excelente gracias al microclima del lugar. La visita comienza en Andaluz.
Andaluz
Se trata de un lugar hoy muy despoblado, dependiente administrativamente del ayuntamiento
de Berlanga de Duero. Pero fue muy importante, tanto que, en tiempos de
Alfonso VI, cuando era necesaria la repoblación por esta zona fronteriza entre la
cristiandad y la morisma, le fue concedido un fuero muy beneficioso para ellos. No hay que
olvidarse de visitar la iglesia románica, porticada, primer ejemplar datado de toda la
provincia (1114). Pero, con todo y ser interesante históricamente el lugar, lo más
llamativo es el entorno.
El señor Gregorio les puede explicar que desde lo alto del
portillo natural, riscoso, elevadísimo, por donde discurre el río Andaluz o
Fuentepinilla, se ve buena parte de la provincia de Soria y de las de Guadalajara, Avila,
Logroño, Zaragoza, Burgos y Segovia. En ese lugar, desde donde se ven todas esas tierras,
a buen seguro hubo en tiempos un castro. Después quedó en ermita Santa Lucía-
hasta donde hace unos años acudían en romería.
Sobre todo no se olviden de pasear por la dehesa y contemplar, en el paraje de "la
Boquilla", la desembocadura del río Andaluz en el Duero. "Son fresnos
milenarios". "Serán centenarios, señor Gregorio". "Son milenarios,
maja, milenarios". Si él lo dice, seguro que son milenarios. Tienen aspecto de ello,
desde luego. Además hay álamos, robles, espinos que dan majuelas para elaborar el
pacharán casero. ¿Cuántos cuentos de celtas, hadas, druidas, guerreros y noches de luna
llena podrían ubicarse en esta dehesa donde no falta ningún elemento para hacer del
cuento realidad?
Caminando acudan hasta el puente romano sobre el Duero, muy bien conservado, utilizado
hasta hace unos treinta años como único acceso. Desde ahí, en coche, hay que tomar la
pista forestal que conduce a Tajueco. A unos dos kilómetros, a la
izquierda, en las ruinas de un molino hay que parar. Si les acompaña el señor Gregorio,
él mismo les explicará la historia del médico y la mujer caprichosa.
"Hace muchos años, yo no vivía aquí pero lo he oido contar casi seguro que
sí vivía pero tal vez quiera alejarse de la historia- este paraje era propiedad de un
médico muy rico casado con una señora muy guapa, pero muy caprichosa. En este estanque,
hoy vacío, vivían aves acuáticas de muchos colores, y la señora, en verano, las
cuidaba desde la orilla vestida con unos camisones muy finos y vaporosos. También tenían
árboles exóticos, pero cuando llegaba el invierno nada de eso se mantenía. En cuanto
llegaban los fríos la señora se metía en casa y le entraba la depresión. El marido ya
no sabía qué hacer, qué comprarle, qué caballo regalarle, qué animal raro traerle
para hacerla salir de la postración. Un buen día, la señora se marchó y de ella nunca
más se supo. El marido tampoco quiso saber nada de este estanque, ni de la casita, y
siguió vistando, a caballo, a sus pacientes, hasta que él también, cansado del frío y
de la soledad, se marchó hacia Barcelona".
Por ese paraje, a unos veinte pasos, apartando los espinos, discurre el Duero.
Desde la orilla, unos potentes manantiales van a aumentar un caudal enorme, pues, a decir
del señor Gregorio, son siete metros de profundidad los que el Duero tiene por ese lugar.
El agua, lenta y de color achocolatado, discurre misteriosa, encajonada, silenciosa. Desde
la orilla no puede dejar de pensarse en las leyendas de yuntas enteras perdidas por los
manantiales en forma de ojo de toda la provincia, las cuales, según los lugareños, van a
parar al río enorme. Y uno se imagina esas yuntas durmiendo para siempre en el fondo
fangoso del río Duero. Si nos ha acompañado el señor Gregorio, nos despediremos de él
para seguir nuestro camino, aunque antes, desde luego, querrá él enseñarnos unos
manantiales ya casi secos.
"Aquí lavaban antes las mujeres. El agua salía casi caliente, y era medicinal, pero
ahora se ha secado. Cuántas historias no se habrán contado mientras se restregaba la
ropa en las tablas onduladas de madera, y mientras se extendían al sol para blanquearlas.
Y es que las mujeres, en cuanto os juntais más de tres, no hay oidos que lo
resistan". "Adiós, señor Gregorio". "Hasta siempre, mujer, ya sabes
donde estoy". Estoy pensando que no le hemos regalado el último libro, cuando
volvamos a Andaluz hay que traerlo.
Dejamos el río y paramos un rato en Tajueco.
Tajueco
El enclave alfarero por
excelencia de la provincia. Se aprovecha para comprar una vasija, una palmatoria, un juego
de café, según cada cual, en el alfar; nada de tiendas refinadas, ni escaparates, ni
publicidad al uso. El alfar, unas estanterías de madera y los trabajos expuestos en un a
modo de chamizo, donde Máximo y su familia ha trabajado siempre. La misma casa, el mismo
taller de toda la vida. Si el visitante discurriera por Tajueco en
noviembre, cosa harto difícil por el frío, viviría, el día uno, el de Todos los
Santos, una antiquísima tradición: los cantos a las ánimas, en la plaza del pueblo,
hombres y mujeres cantando decimonónicos ruegos a las almas del Purgatorio acompañados
de las "animillas", farolillos de cera encendidos.
Y mientras, el río Duero discurre por entre pinos resineros. Hasta no hace muchos años,
treinta más o menos, la resina era la base de la economía de toda la zona. Luego llegó
la portuguesa, creo, y se acabó. Adiós a los resineros, a las macetas colocadas debajo
de un tajo por donde sangra la sustancia del árbol. Todavía recuerdo la primera vez que
llegué a esta provincia, y se me ocurrió llevarme algo típico de ella la
ignorancia no tiene límites- y allá que cargué con una macetilla para escándalo de mi
familia política, la cual no sabía donde meterla para esconder el cuerpo del delito.
Bien, el destino final será el paso del Duero por el puente Ullán, en su ruta hacia
Berlanga de Duero. A lo largo del siglo XVII, en el Archivo Histórico de Berlanga pueden
encontrarse gran cantidad de documentos relativos a las reparaciones de este puente. Hay
que asomarse para contemplar los impresionantes tajamares que dividen el agua. Junto al
puente, una cadena cierra un bosque de propiedad particular, en cuyo centro una
emblemática edificación lo que queda de ella- de nombre "La Choza", dio
techo a monarcas y principales de la historia de Castilla que acudían al paraje para
cazar. El lugar fue del duque de Frías, señor de Berlanga y de casi todos los pueblos de
alrededor, condestable de Castilla, del Consejo del Reino, y muchos más títulos que se
funden y confunden con la historia de lo que hoy llamamos España.
Berlanga, muy cerca, merece una ruta aparte, y sus ríos, el Escalote y Talegones, otras
que ofreceremos más adelante.
©
Isabel
Goig
Mapa
de un tramo del Duero (50 KB)
Andaluz
Tajueco
Fuentes
de Andaluz, José Ignacio Esteban
Fuentes
de Tajueco, José Ignacio Esteban
Tajueco,
entre pinares y alfares, Ángel Almazán
Web
de Andaluz, Enrique Álvarez
Tajueco
- Ángel Almazán
Castillos de Soria
-->
Andaluz
Andaluz- caminosoria.com
Tajueco
- caminoSoria.com
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