CLICK!! SORIA PUEBLO A PUEBLO

Soria Pueblo a Pueblo

Ventosa de Fuentepinilla

 

 

Desde el siglo XI hasta el XIX conservó íntegro su territorio la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentepinilla o Andaluz, con esta última villa como aglutinadora de su territorio. Éste estaba compuesto por Centenera de Andaluz, Fuentepinilla, Osona, La Seca, Tajueco, Torreandaluz, Valderrodilla, Valderrueda, Ventosa de Fuentepinilla y Fuentelárbol. En la actualidad, parte de este territorio forma parte del Ayuntamiento de Quintana Redonda.

 

¡CLICK!Fotos de Ventosa de Fuentepinilla

(pulsar para ampliar)

Ventosa de Fuentepinilla Ventosa de Fuentepinilla Ventosa de Fuentepinilla Ventosa de Fuentepinilla

 

Inauguración de la Escuela-Museo de Ventosa de Fuentepinilla

El sábado 27 de agosto de 2016, tuvo lugar en Ventosa de Fuentepinilla la inaguración de una pequeña Escuela-Museo.

Durante los meses de julio y agosto unas antiguas alumnas y alumnos estuvimos restaurando algunos muebles de la Escuela, que estaban arrinconados desde que se cerro dicha escuela hace más de 40 años.

Una vez restaurados se colocaron en el mismo espacio, aunque un poco más reducido, que ocupó la Escuela, con el deseo de convertir estos bellos recuerdos en una Escuela-Museo que pueda ser visitada y recordada por todas las personas que por ella pasaron o por otras que simplemente quieran visualizar como era una escuela rural.

Así comenzaba el acto de inaguración:

UN SUEÑO

Tenía un sueño: Recuperar la Escuela o parte de ella, y este sueño se ha hecho realidad.

Gracias a todas las personas que han colaborado y en especial a Bienvenido y Teodoro, sin ellos no hubiera sido posible esta Escuela-Museo.

Después se leyeron algunos poemas y textos y se finalizó con una sabrosa merienda.

 

¡CLICK!
(pulsar para ampliar)

Ventosa de FuentepinillaVentosa de FuentepinillaVentosa de FuentepinillaVentosa de Fuentepinilla

Ventosa de FuentepinillaVentosa de FuentepinillaVentosa de FuentepinillaVentosa de FuentepinillaVentosa de Fuentepinilla

 

NUESTRA ESCUELA

Yo fui a esta escuela
¡grato es recordar!
con sus tres ventanas
y sus dos vitrinas,
una mesa grande
y un armario atrás. 

Su estufa en el medio
para calentar
cuando el frio invierno
hacia tiritar. 

Pupitres y mapas
cuadernos, un cabás
pizarras, tinteros
y una enciclopedia
plena a rebosar. 

Maestras vinieron
de aquí y de allá,
y algunos maestros
todos a enseñar. 

Pequeños y grandes
de cualquier edad,
Íbamos a escuela
escuela rural. 

Juntos aprendimos
a sumar y restar,
y también las tablas
de multiplicar. 

La lengua y la historia,
coser, dibujar,
montañas y ríos
y algunos países con su capital. 

El recreo era…
¡qué felicidad
aquellos momentos
para ir a jugar! 

Los largos paseos
camino  las Peñas,
anda que andarás,
y el jueves Lardero: 
tortilla y chorizo
para merendar. 

Los años pasaron,
de la escuela, el final,
y los niños fueron 
a la capital.

La nostalgia viene,
Los recuerdos van; 
Y esta escuela nuestra
Escuela-Museo por siempre será.

Lucía Gómez.

 

RECUERDO INFANTIL

 Una tarde parda y fría

de invierno. Los colegiales

estudian Monotonía

 de lluvia tras los cristales.

 

Es la clase. En un cartel

se representa a Caín 

fugitivo, y muerto Abel,

sobre una mancha carmín.

 

Con timbre sonoro y hueco 

truena el maestro, un anciano 

mal vestido, enjuto y seco, 

que lleva un libro en la mano.

 

Y todo un coro infantil 

va cantando la lección:

“mil veces ciento, cien mil; 

mil veces mil, un millón”

 

Una tarde parda y fría 

de invierno. Los colegiales 

estudian. Monotonía  

de la lluvia en los cristales

 

Antonio Machado

 

 

A Jesús de Miguel

El pinar, el monte, la dehesa, las eras, el pueblo, la iglesia... Sí éste era el final del trayecto de tu vuelta a casa para visitar a los tuyos. A visitar  también al pueblo que te vio nacer, al pequeño hogar de tu infancia donde los sueños y la vida son infinitos.

Y allí , sentado en el umbral de tu casa, vislumbrabas los amplios horizontes, las llanuras castellanas. En Semana Santa  mirabas los barbechos rojizos enfrentados a los verdes sembrados primaverales. Y después en el estío contemplabas la dorada mies ofreciéndose, con la cabeza inclinada, como alimento de tus convecinos.

El sudor de los labriegos detrás de las mulas arando los campos o acarreando los haces de cereal. Las caras curtidas de los hombres y mujeres. El pulular  y los gritos alegres de los niños. “Tres navíos en el mar...” Los corazones ahítos de sueños de los adolescentes y de los jóvenes.. El cantar de los “niños-pastores” y de los labriegos alegrando los campos.

La siega , el acarreo, la trilla... Las madres y hermanas subiendo el agua de la fuente con el burro y las aguaderas o los niños corriendo cuesta abajo por “ la carrera la fuente” con los botijos. Las mujeres y las mozas con el balde a la cabeza ...

Y en agosto , el rastrojo dispuesto para que lo invadieran los rebaños. Los tiros de los cazadores en “la Virgen” anunciando que toda la mies estaba ya en la era.

El campo había cambiado su color destacando ahora los blanquecinos rastrojos al lado de los cálidos barbechos .

Pero el  río , aunque pequeño y sombrío, y el verdor de los huertos y de la vega, ofrecían todavía  una estampa de frescor a las orillas del pueblo.

Los chopos con  la sombra y la música de sus hojas acompañaban esta refrescante imagen.

Todo esto y muchas cosas más es lo que tú, Jesús, parecías demostrar  que es lo que añorabas de tu pueblo.

Querías a tu aldea, pero era tan pequeña que no pudo ofrecerte algo con lo que ganar y llenar tu vida.

Tú  habías pasado parte de tu niñez y adolescencia en el seminario, (  uno más de tantos niños que el clero, aprovechando la pobreza de aquella época ,  casi  arrebataba a sus padres , al no tener estos  otros medios para dar cultura a sus hijos). Pero pronto te diste cuenta  que aquello no iba con tus deseos. Así pues en tu primera juventud te fuiste a la capital del país en busca de otros caminos y otras formas de vida.

Y allí, simultaneando el trabajo con los estudios y a base sacrificios y esfuerzos, conseguiste el título de periodista.

Pero no por eso dejaste de volver a tu pueblo , a la Ventosa de Fuentepinilla, a ver a tu familia y a  pasear por sus calles y sus caminos..

Y cuando tus padres te dijeron adios, seguiste visitándonos, mayormente en los veranos.

Recuerdo, como un soplo de fresca brisa , tus saludos fraternales y tus palabras cariñosas dirigidas a cada una de las personas que encontrabas, daba igual que fueran grandes o pequeñas, tus palabras sabían adaptarse a todos.

Te recuerdo como una persona campechana, cariñosa, afable, animosa con todos. Todos eran igual para ti en tu alma de hombre bueno, al estilo que cantaba Machado.

Congelaste con tus fotografías todas las estampas de tu pueblo en la época de los sesenta . Fotos que hablan de unas personas, de unos trabajos, de una época en un pequeño pueblo soriano.

Estos recuerdos jamás hubieran sido posibles sin tu ilusión y arte en la fotografía.

Y en estos últimos años, con tu descubrimiento de los pinceles y del color, gravaste estas escenas en tus cuadros.

¡Qué importante la Ventosa ese verano! Todos los que allí vivían y los que habíamos emigrado, fuimos visitando día a día tu exposición de pintura y de fotografías, en la que te acompañaron , Emiliano del Rincón con sus poesías y José con sus trabajos artesanales.

Tú , Jesús habías logrado aquello a pesar de que la enfermedad te había limitado las fuerzas. No solo tus fotos y tus pinturas, también nos has dejado pequeñas historias escritas que nos han permitido conocer detalles sobre costumbres y anécdotas del pueblo y de nuestras familias.

Pero como de tantos hombres y mujeres buenos, alguien estaba celoso de tenerte aquí abajo entre nosotros. Y ese ente, no quiso que envejecieras y te llamó por segunda vez: “El cartero siempre llama dos veces”...Y tú cuando sentiste la segunda llamada, la aceptaste con humildad , pero con valentía y dignidad luchando con todas tus fuerzas y manteniendo tu ilusión por la vida.

Y así conseguiste que tu despedida, aunque larga y dolorosa para ti, pasase más desapercibida. Tú y Pilar, tu compañera y esposa, conseguisteis que tu marcha fuera así de natural.

Cuando te vi la última vez, creí ver que la muerte y tú  ya estabais jugando la última partida de ajedrez y que ella te había preparado un jaque mate. Pero aún te resististe y le hiciste sudar un poco hasta conseguirlo.

La serenidad que tenías, quizá me equivoque, pero me hizo suponer que habías hecho tuyo el lema de que vivir  no es si no un caminar hacia la muerte como ya escribiera Jorge Manrique.

Tu camino se terminaba, tú lo sabías , y “ la dama del alba” era ya tu compañera inseparable, aunque intentaste mantenerla a una cierta distancia. Pero ella ya te había elegido, le gustan las almas nobles y no te quiso perder.

Y como colofón y coherencia con tu andar en la vida, quisiste que tu cuerpo regresara a descansar al mismo punto de donde había partido.

Que tu espíritu sobrevuele por tu pueblo y por sus paisajes y si puedes escuchar estas palabras, que sepas que algunas personas de las que te conocieron admiraron tu talante , tu sencillez y tu amor hacia la tierra que te vio nacer.

M. D. G.

 

Fuentes y Manantiales de J. I. Esteban JaureguiFuente Vieja de Ventosa de Fuentepinilla, por José Ignacio Esteban

Exposición de Diego Aldasoro

 Ventosa de Fuentepinilla, en el blog Tierra de Fuentepinilla

VIKENSROBBOTDonde comer y dormir

lola No te olvides de descubrir otros pueblos

descúbrelos

Y aún hay muchos más en la Red, inténtalo con el VikensRobbot, todos los pueblos de Soria