Enfermedades comunes y
remedios (1)
Dolor de muelas
Si algo ha martirizado al hombre han sido los dolores que producen las
muelas y dientes afectadas de caries. Dolor que sólo remite,
definitivamente, con la extracción de la pieza picada. Para
aliviar este malestar, los hombres han probado todo tipo de hierbas u
otros métodos.
El doctor Salvador Andreu recomienda cataplasmas de vinagre fuerte
batido con almidón hasta conseguir una pasta bien espesa.
En la provincia de Soria, para anestesiar este dolor se usaba árnica y,
sobre todo, vahos de flor de saúco. Afirman algunas de las personas
consultadas, que si se pone un trapo blanco debajo de la boca, se verán
caer en él, muertos, los cucos que martirizan la pieza dental.
En el Alto Aragón se utiliza la hierba loca o beleño, en vahos, igual
que el saúco. También el siguerro, planta que florece como palomillas. Y
las hojas de menta masticadas.
En el
País Vasco aplican directamente sobre la muela o diente afectados el
jugo de la hierba de las golondrinas, llamada también celidonia. También
vapores de saúco.
En cuanto
a otras formas de aliviar estos dolores en las que no intervienen las
plantas, encontramos:
En Tierras Altas (Soria/La Rioja) calman el dolor de muelas colocando un
hierro fresco en el lado de la cara afectada.
Por los
alrededores del Moncayo, concretamente en Trébago (Soria), nos han
apabullado con la cantidad de fórmulas que emplean contra el dolor de
muelas: poner un grano de sal gorda en la carie de la muela, hasta que
se derrita. Aplicar en la cara una cataplasma de pan tostado, vinagre y
pimienta molida. Aplicar cataplasma de leche y miga de pan en el
carrillo. Darle al paciente un sinapismo de cernada consistente
en agua hervida y ceniza; se aplicaba desde la rodilla hacia abajo.
Quemar el nervio de la muela con una aguja de hacer media, previamente
calentada. Hacer buches de aguardiente. Calentar al rojo vivo un callo
de herradura, enfriarlo en un recipiente con vinagre y enjuagarse la
boca con este líquido. Aplicar en las piezas enfermas miera (la miera es
un aceite medicinal obtenido de las bayas y ramas del enebro o del
líquido resinoso que fluye de los pinos). Emplasto sobre las muelas de
salvado y ajos cocidos. Llevar una nuez de tres costuras en el bolsillo.
Llevar en el bolsillo las cajillas (quijadas) de un conejo. Al lavarse
la persona la cara, secarse las manos antes que la cara. Llevar en el
bolsillo un gusano especial que se halla bajo las piedras “y que no he
podido encontrar”, nos diría José Lázaro Carrascosa, ya fallecido.
Como
puede apreciarse la imaginación popular se pone en marcha ante un dolor
tan profundo, casi el más molesto, que un ser humano puede padecer, como
es el de muelas. Algunos de ellos resultan razonables, como el de quemar
el nervio. Otros son mágicos a fin de que produzcan la sugestión
suficiente como para distraer la atención del afectado, algo muy difícil
en un dolor como ese, como es el ejemplo de la nuez de tres costuras, o
secarse las manos antes que la cara. Y otros ya vienen definidos por el
mismo informante como sinapismo.
En otra
zona de Soria, concretamente el Campo de Gómara, han sugerido remedios
similares, y han añadido otros, como colocar algodón en rama con alcohol
o con anís o con zotal. Un ajo en las muelas previamente asado o sólo
machacado. Meter la raíz de la muela en agua bendita (esto no sabemos si
una vez extraída con lo cual ya estaría solucionado el problema).
Cataplasma de caracoles machacados con miel, aplicada en la zona.
Veremos a lo largo de este trabajo como aparecen los caracoles y sus
facultades terapéuticas con frecuencia. Estos moluscos tienen un
principio mucilaginoso, con una materia llamada helicina, aceitosa y
transparente, de color ligeramente amarillo y con una pequeña cantidad
de azufre libre, todos estos elementos hacen que tenga propiedades
curativas o, al menos, paliativas.
En el
Alto Aragón rompen una botella, calientan el culo y se echa en vino,
bebiéndolo a continuación.
En
algunos lugares de Galicia utilizan métodos relacionados con la magia,
pues no puede analizarse de otra forma el que dice que todo aquel que
haya conseguido asfixiar a un topo tiene facultades especiales para
curar cólicos y dolores de muelas sólo con colocar las manos sobre la
parte afectada. En cuanto a las úlceras bucales se sanan pasando dentro
de la boca siete trapos rojos.
En el
País Vasco, concretamente en Nuarbe, usan un método bastante repugnante,
como es el empapar un pequeño trozo de guata en orín de buey y aplicar
directamente en el orificio. En otros lugares de esta zona geográfica
sustituyen ese líquido por otro mucho más agradable como es el ron.
En casi
todo el País Vasco utilizan el ajo para aliviar los dolores de muelas y
diente. En Ochagabía se introduce dentro de la carie ajo machacado y
sal. En muchos de los lugares consultados tienen una rara costumbre y es
colocar el ajo machacado en el pulso contrario de la pieza dental
afectada. También hemos sabido que para mantener la boca en buen estado
y evitar los dolores, en Murelaga (Bizkaia), se lavan la boca con una
mezcla a base de hojas de hiedra, saúco, simiente de pimiento y un poco
de sal.
Dolor de oídos
El dolor de oídos afecta, sobre todo, a los niños pequeños. En Tierras
Altas, entre Soria y La Rioja, para mitigar este dolor usaban zumo de
hojas de ruda calentado en una cáscara de granada, aplicado en forma de
gotas. En Ibiza se usaba, asimismo, la ruda, por contacto directo o
bien introduciendo en los oídos gotas en infusión.
En Elizondo colocan sobre una brasa algunas plantas del ramo bendecido
de San Juan (helecho, hoja de nogal, malvas y rosas) y sobre ese humo se
aplica el oído enfermo.
El resto de sanaciones recogidas no están relacionadas con las hierbas.
Por ejemplo, en la zona soriana-riojana aludida arriba, aconsejan meter
un trocito de tocino en el oído con el fin de que se alimente el gusano
hambriento causante del dolor. O bien tratan de sacar el gusano, y así
evitar el dolor para siempre. O bien, aplican leche de mujer que está
criando, y tapan con un algodón, siendo este el remedio más utilizado en
todos los lugares consultados: Andalucía, Cáceres, Soria, Burgos, etc.
En las Hurdes (Cáceres), se usa un mechón de lana mojado en aceite de
oliva tibio del candil, mezclando con unas gotas de leche del pecho de
una mujer.
En el
Alto Aragón para el dolor de oídos, y también para el de cabeza, colocan
en la frente, con una cataplasma, salvado caliente y vinagre. También
hojas de col colocadas sobre el rescoldo del hogar y luego sobre la
cabeza cuando estaban calientes. A veces se usa sólo la col, pero fría.
Anginas, catarros, gripes, enfriamientos, etc.
Anginas y dolor de garganta
La inflamación de las amígdalas, conocida como “anginas” se cura, según
los lugares, de forma muy diversa, pero basada en la necesidad de
mantener la zona caliente. Por ejemplo, en la provincia de Burgos,
simplemente con paños de agua muy caliente, o bien calentando mantecas
de gallina y colocándolas por fuera, rodeándolas con una bufanda. Toques
con yodo aplicados directamente en la zona afectada. Y haciendo gárgaras
de llantén cocido con cebada tardía cuatro o cinco veces al día.
En cuanto a hierbas curativas, la cola de caballo cocida con la que se
hacen gárgaras, se usa en Segura (País Vasco).
En la misma zona el dolor de garganta se mitiga a base de ponches de
yema batida con agua templada y azúcar. Vino con miel. Gargarismos con
agua oxigenada rebajada o con agua sulimada –sublimada-.
En Ibiza
hacen gárgaras con agua de vincapervinca, aunque también, para el “mal
de cuello” utilizan papel de estraza untado con aceite de oliva bien
caliente puesto alrededor del cuello, luego se añade una almohadilla
llena de ceniza caliente. También cataplasmas de enjundia de gallina
caliente enrollada al cuello con un trapo.
En el
Alto Aragón solucionan el calor en el cuello haciendo una masa con
salvado y sal, frito y colocado en una media o calcetín que se enrollará
alrededor de la garganta.
En Alcubilla del Marqués (Soria), se cogía agua bendita en el Sábado
Santo para rociar la casa y algunos hasta bebían de ella pues según se
decía evitaba tener anginas.
Para las faringitis o dolores de garganta, en el País Vasco usaban, como
en otros lugares consultados, el calor para aliviarlo. Por ejemplo,
ceniza introducida en una media de mujer, lana de oveja grasienta y sin
limpiar y salvado caliente introducido en un calcetín.
Curiosa (como casi todas) es la fórmula empleada en Matximenta, que
consiste en cocer un trozo de hollín de los que se adhieren a la pared
de la chimenea, colar el agua, y tomar en ayunas un vaso durante tres
días.
Catarros, enfriamientos y bronquitis
En la provincia de Soria utilizan varias plantas para los catarros y
enfriamientos, según las posibilidades de cada zona, es decir, los tipos
que crezcan en ese lugar concreto. Así nos encontramos con malvas
cocidas, pericón, manzanilla, sanguinaria, tomillo y malvavisco en
infusión. También con vapores de eucalipto, o con escaramujos cocidos
hasta formar un jarabe, esto último dicen que es mano de santo para las
bronquitis. Con la flor de saúco se elabora un jarabe de la siguiente
forma: acaramelar azúcar, añadir agua, y cuando hierve todo echar la
flor de saúco; tomar como jarabe para los catarros. Los vahos de flor de
malva seca y de raíz de malvavisco son tomados, asimismo, para el
catarro. Flores de San Juan o sanjuaneras, en infusión, mezcladas con
otras hierbas y endulzado con miel para las “gripes de invierno”. El
jarabe hecho a base de remolacha cocida es bueno para aliviar los
síntomas de los catarros.
En el País Vasco alivian los catarros con infusión de verbena, o de
ramas de carrasquilla. O bien introduciendo los pies en un recipiente de
agua caliente donde se habrá añadido ceniza. También es bueno este
remedio para cuando aparece la congestión nasal, aunque en lugar de
ceniza se pone en el agua sal gorda y romero verde. Para lo que
denominan “catarro de cabeza”, o sea, esa congestión tan molesta que
precede al “trancazo”, es conveniente añadir a la leche bien caliente
una piedra caliza calentada en la brasa.
En el
Alto Aragón, para la bronquitis, toman infusión de malva y para el asma
infusión de romero. Para los catarros infusión de tomillo y de flor de
cuñera. Los constipados se alivian con cocciones de flor de sauqué
(saúco) e infusiones de orégano. También utilizan un bálsamo, que se
lograba cociendo durante largo rato, y en un litro de agua, cinco
caracoles, cinco trozos del blanco de los juncos y tres cucharadas de
miel. Se cuela y se toma como jarabe.
En Andalucía oriental se usa la flor de malva, mezclada con flores secas
de borraja en infusión, para aliviar las bronquitis y el asma alérgica
producida por la flor del olivo.
En Ibiza
se hervían tallos de romaní y corteza de pino, se dejaba reposar y se
tomaba por las noches antes de ir a dormir. Mano de santo, dicen, para
los catarros. También se cogen piñas, cuando ya las han roído las
ardillas y queda solo el corazón, se tuestan y luego se hierven con
azúcar, se toma la decocción por la noche, bien caliente.
Pero usan
más remedios en Ibiza para sanar los enfriamientos, por ejemplo las
algarrobas y la salvia cocidas juntas hasta que el agua se vuelve verde.
Con flor de malva y flores de grosella se hace una decocción prolongada
que ablanda el pecho. Tallos de romaní y barrumbí cocidos, se toma en
infusión para el mismo fin. Por último, infusión de hojas de menta y
hierbaluisa.
En
Galicia actúan como anticatarrales el eucalipto macho, la grama, la
menta, la alvela, malva, orégano y romero en infusión. La flor de
carqueixa (llamada garroucha, “hierba de Lobos” y genistella tridentada,
una especie de brezo) combate la tos (también es diurética y se usa
contra mordeduras de serpiente).
En el
País Vasco, para aliviar las bronquitis, utilizan astillas de
carrasquilla cocidas. O la hierba llamada lengua de buey (tóxica para
uso interno). La malva cocida bien azucarada. Otro remedio es el vino
cocido con romero, empapar en él un lienzo y aplicarlo en el pecho y la
espalda. Asimismo aplicado en paños calientes, usan la siguiente poción:
dos piñas hervidas en dos litros de agua, dejándolo reducir a la mitad.
En Jaén
era mano de santo dar friegas de aguarrás en pecho y espalda y tapar
para provocar el sudor.
Las
cataplasmas fueron un remedio muy común en toda España. Eran colocadas
en el pecho, y generalmente se hacían con linaza de mostaza, como esta
recogida en Jaén: se cocía la linaza y se añadía mostaza en polvo; este
emplasto se extendía en un trapo y se dejaba en el pecho hasta que se
enfriaba. Otras cataplasmas eran elaboradas con llantén y flores de
saúco, para ablandar el pecho. Muy utilizada era la de malva,
recolectada el día de San Juan, y cocida. En Ibiza se hacían de harina
de linaza o de segó de blat para el constipado de pecho y hay que
colocarlas tan calientes como se pueda soportar.
Cataplasmas usan todavía, según nos informó Lucina, de Duáñez (Soria)
para catarros y dolores derivados de ellos. Ella las prepara de mostaza.
Esta es la receta: cuchara y media sopera de mostaza diluida en medio
litro de agua; se coloca en una toalla y sobre la piel; “si está bueno,
pica, debe picar y poner la carne colorada”. Otro método muy usado en
toda España son las ventosas. Lucina dice que se debe poner alcohol en
un algodón, colocar el vaso boca abajo sobre él y procurar que quede
agarrado; sirve para curar los catarros; se queda marcado y sube todo el
“rodoncho” del vaso, o sea, se forma un vacío que hace subir la carne.
Otra variante para la ventosa es la recogida en Jaén: se envolvía en
algodón en rama una moneda (para evitar que se quemara la piel), al
algodón se le formaba arriba un rabito, se encendía y, al colocar el
vaso se apagaba. Si subía la carne es que “hay dolor”.
En Burgos, para las pulmonías había que colocar tres sanguijuelas en el
pecho del enfermo; cuando se ponían gordas de haber chupado la sangre
mala, se quitaban.
Veamos
ahora una manera harto curiosa, pero muy útil, para curar enfriamientos.
En algunos pueblos del antiguo Alfoz de Ubierna y del Valle de Zamanzas
(Burgos) se recurría al horno todavía caliente para curar resfriados y
pulmonías. Se trataba de colocar al enfermo, desnudo, en el interior del
horno, con la cabeza fuera a fin de poder suministrarle agua. Se
mantenía allí al enfermo dos o tres horas, y al salir era creencia que
con el sudor había desaparecido la enfermedad. Referente a esta forma de
sanar, se recuerda un caso referido en Diario de Burgos, en el año 1933,
en el cual se daba cuenta de una muerte por quemaduras.
Otro
remedio infalible era utilizar el estiércol de vaca. Se trataba de meter
al enfermo dentro de un montón de estiércol con la cabeza fuera. Este
sistema era utilizado en la zona de Las Machorras (Burgos) para curar
pulmonías y también dolores del nervio ciático, “la ciática”. En algunos
pueblos del alto Urbel, Zamazas y Alfoz de Ubierna (Burgos) se utilizaba
este sistema para los que habían ingerido gran cantidad de anís y
sufrían fuertes tiritonas por baja temperatura. En otros pueblos que con
frecuencia quedaban incomunicados por la nieve y cuyos habitantes
sufrían en sus miembros la casi congelación, se les introducía asimismo
en un montón de estiércol.
Terapia dermatológica
Un indeleble recuerdo de la infancia de uno de los autores del presente
volumen, es ver a la abuela Rafaela mimar las macetas de plantas
sanalotodo y escoger las más carnosas hojas para colocar como apósito
sobre cualquier callo, grano o rozadura, y tapar después con un trapo
blanco muy limpio. Esta planta, sanalotodo, con varios nombres,
aparecerá frecuentemente en las siguientes líneas.
Sabañones
Los sabañones los curaban en las zonas frías de Castilla la Vieja
friccionando ajo y calor aplicados localmente, o bien con ajo
previamente machacado. También corriendo con los pies descalzos por la
escarcha o por la nieve, algo que nos resulta raro, toda vez que los
sabañones son producidos, precisamente, por el exceso de frío. Colocando
lodo en la zona. Y, curiosamente, lavándose los pies o la zona que
sufriera de sabañones con el agua de pelar los cerdos en la matanza, es
de suponer que se recomienda por el calor del agua. En el País Vasco,
concretamente en Arriba, también utilizaban el ajo.
En los bosques de la península abundan unos hongos con el nombre de
cuescos o pedos de lobo. Pues en muchos lugares utilizan el polvo de
esos hongos para curar, o al menos aliviar, los molestos picores que
producen los sabañones, casi siempre a causa del frío. Estos polvos
grisáceos son usados también como antisudorífico.
En Arriba
(País Vasco), cuecen erizos de castaño y en ese agua se hacen baños de
pies o de la zona afectada por los sabañones, cada día.
En el
Alto Aragón, se utilizaba orina del propio interesado, haciendo hervir
en ella cabezas de “sardinas de cubo” y con el caldo se bañaban los
sabañones. Escocía mucho, pero curaban.
En
Usurbil (País Vasco), utilizan un sistema contundente, se trata de
impregnar el sabañón con alcohol y acto seguido prender fuego.
Grietas
Las grietas sanaban aplicando distintas pomadas y ungüentos, como el
llamado cerato en Soria, preparado a base de corteza de saúco, trigo y
aceite; debía cocerse media hora antes de aplicarlo. O simplemente cera
de vela. O bien aplicando orina reciente en la zona. Otra forma de curar
las molestas grietas es a base de una mezcla de glicerina, vaselina y
espermio de ballena (no tenemos ni idea cómo conseguirían el espermio de
ballena en el centro de la Península y alrededores). O cociendo cera y
sebo y aplicándolo en la grieta. O, sencillamente, frotar con manteca
limpia. Como se comprobará todos los remedios para las grietas tienen
una base científica, ya que se trata de evitar la sequedad a base de
untos que rehabiliten y nutran la piel.
Heridas
Para curar todo tipo de heridas disponemos de un gran número de plantas
medicinales. En la provincia de Soria utilizaban la flor de malva en
emplasto, para que “viniera la supuración” en las heridas infectadas.
También en esa provincia sirve la infusión de saúco para desinfectar las
heridas, mojando en ella un trapo y limpiando con ello la parte
afectada. El tomillo salsero en infusión es utilizado asimismo para
desinfectar las heridas, haciendo uso de él como en el caso del saúco.
Vara de oro en infusión para desinfectar, tanto las heridas de la piel
como de la boca.
En otros lugares de Soria usan la rosa tabaquera, el polvo del pedo de
lobo, el azuzón, la hoja chupamateria o la gurupesa (sanalotodo), y un
bálsamo a base de aceite, tomillo y siempreviva.
En La Rubia (pequeño pueblo de la Antesierra soriana) era el cardo
triguero el encargado de cicatrizar las heridas, siempre y cuando fuera
cortado con la hoz, machacado y colocado sobre las heridas.
En Ibiza,
para los granos colocaban sobre ellos un emplasto de agua vincapervinca.
También agua de hojas de malva y de llevamà.
En el
Alto Aragón, para cicatrizar los cortes, usaban la culiola. Para los
golpes, árnica y la hierba troca. También la árnica se usaba en Jaén
para las contusiones, para lo que debía hacerse una cocción, mojar en
ella un trapo y aplicar directamente sobre el golpe. Para heridas,
malvas, hojas de nogal, hierba de cop. Para cicatrizar, flor de azucena
mezclada con aguardiente. También la camomila cocida, que alivia las
heridas. Para las hinchazones, cataplasma de malvavisco.
En Galicia dicen que ayuda a cicatrizar heridas y llagas el ajo, la
consolda (consuelda, Simphytum officinale, también se llama
“planta de la materia”) y el sabugueiro (o bieiteiro, saúco).
En el País Vasco usan las malvas recogidas antes de la salida del sol en
la madrugada de San Juan, secadas y después hervidas. Para las heridas
donde se ha producido una infección usan azucenas hervidas en aceite de
oliva en Arrizala (Barrio de Salvatierra), cola de caballo, celidona o
hierba de golondrina en Aduna.
De especiales podríamos calificar los remedios para curar las heridas,
del tipo que fueran, en donde no intervienen las plantas. En la
provincia de Ávila hemos recogido una muestra: echar un chorro de vino
de la bota y envolver con un trapo. Cuando se infectan colocar hoja
callera. Vinagre con sal; este remedio también sirve cuando hay edema.
Si se inflama, se pone una peseta, o perra gorda con un pañuelo, que
habrá de ser oscuro, a poder ser negro, apretado. Cuando no para de
salir sangre, poner telarañas. Hiel de cerdo con aceite y vinagre.
Referente a la hiel de cerdo, hemos sabido que en zonas de Castilla la
guardaban para este cometido.
En Ibiza,
para cortar las hemorragias se usaban ralladuras de cal de las paredes,
y telarañas. El uso de las telarañas, general en casi toda la península,
lo dio a conocer Plinio en el siglo I. Nosotros lo hemos recogido en
casi todos los lugares consultados.
En
Tierras de Ubierna (Burgos) se nos informó de otra insólita pomada para
el tratamiento de heridas, que era obtenida mediante la fritura de un
perro recién nacido. La grasa despedida era introducida en una vejiga de
cerdo o similar estando lista para su uso una vez hubiera solidificado.
Para su aplicación en la herida se extendía sobre un apósito, siendo su
función la misma que la de un tul graso actual, de venta en farmacias.
Variadas
fórmulas de ungüentos encontramos en el País Vasco para aliviar y sanar
las heridas. Una de ellas se compone, simplemente, de aceite y cera
mezclados, vertidos en una sartén y haciéndolos hervir juntos; después
colar y reservar para cuando sea preciso su uso. En otro de estos
remedios intervienen solamente el aceite y el ajo. Se trata de freír los
ajos en aceite sin que lleguen a quemarse. Con una pluma de gallina
untar sobre la herida el aceite y frotar después con los ajos, envueltos
en un trapo blanco.
Otro
ungüento del País Vasco se consigue mezclando cera y aceite de oliva
calientes con ramas de romero, otra forma de preparar este cerato es,
igual que el anterior, pero sustituyendo el romero por raspadura de palo
de saúco.
Más
elaborado es el cerato cuya fórmula está recogida en Zizurkil (País
Vasco) y en cuya composición entra el aceite de oliva, los ajos,
verbena, llantén, murajes e hierbas de San Roberto; una vez que todo lo
anterior ha cocido y se ha reblandecido, se le añade cera virgen y todo
se cuela y tamiza.
En
Markina (País Vasco) usan agua hervida mezclada con arcilla y aplicada
con un lienzo sobre las heridas, manteniéndola atada con una venda hasta
que se enfría.
Hinchazones, furúnculos...
En la provincia de Soria las hinchazones se curaban con ortigas, rabo de
gato, malva, hoja de lampazo, gurupesa, flor de saúco (desahumada y
aplicada en vapores) y flor de árnica. Siempre teniendo en cuenta que
las plantas debían ser recolectadas la noche de San Juan.
En Trébago (comarca del Moncayo), para curar los furúnculos y depurar la
sangre se debía cocer la raíz de la zarza de escaramujo previamente
lavada y troceada y tomar este caldo en ayunas durante 8 ó 10 días.
Concretamente en la comarca de la Sierra del Almuerzo, se hacían
emplastos de malvas cocidas, hoja callera o chupadera –derivados de la
lechetrezna- para los empanadizos, y se colocaba directamente sobre la
zona afectada.
Además de estas plantas y raíces, los remedios eran variopintos, aunque
fundamentados en la necesidad de ablandar la zona y hacer que saliera el
pus, la materia, como se llama en el mundo rural. Los abscesos, diviesos
y similares -granos infectados- eran tratados en la provincia de Soria a
base de aplicar tocino de pernil y azúcar sobre la zona afectada. Con
cebolla y azúcar para ablandar la zona. Hoja gurupesa y tocino
mezclados. Cuando se revienta y sale pus, lavar con agua hervida. Cuando
hay que pinchar por haber materia, hacerlo con aguja quemada en una vela
o a la lumbre.
En Fuentetecha (Soria) nos aseguró María que la única forma de curarse
unas inyecciones infectadas fue colocándose sobre los empanadizos
cebolla rajada, untada con azúcar; sólo de esa forma se abrió la herida
y salió la pus. También en la comarca soriana de la Antesierra los
granos diviesos se curaban con la siguiente cataplasma: cáscara de
cebolla asada con unas gotas de aceite; sobre ella, cuando estaba medio
tierna, se raspaba jabón casero y cuando todo estaba blando, se colocaba
sobre el grano en forma de emplasto, a las dos o tres cataplasmas se
reventaba el grano.
En
Burgos, y más concretamente en el valle de Zamancas, usaban un ungüento
hecho con limacos machacados. Los gasterópodos, también llamadas
babosas, bien triturados, se ponían en un paño o compresa y se aplicaban
en el forúnculo hasta hacerlo desaparecer. Este mismo procedimiento,
pero con heces blandas de gallina, estaba difundido en algún pueblo del
alfoz de Ubierna. En Las Machorras, para “madurar” el divieso, se
aplicaba unto de cerdo sin sal en una hoja de berza.
En las
Hurdes, para los diviesos, granos o tumores en la piel se aplicaba
manteca o bien cataplasmas hechas con malvas, o migas de pan mojadas en
leche de cabra.
Picaduras
Para las picaduras de abejas y avispas hemos encontrado buen número de
remedios. El doctor Salvador Andreu recomienda, en primer lugar, apretar
fuerte para sacar el aguijón, siendo conveniente que salga también algo
de sangre, posteriormente aplicar trapitos mojados en agua mezclada con
amoniaco a partes iguales, en caso de no tener a mano el amoniaco, se
usará vinagre o alcohol. Si la picadura se ha producido en lugar
delicado, como ojos, labios o mucosas, es conveniente acudir al médico.
En la comarca de las Vicarías (Soria) colocan sobre la picadura un
apósito con amoniaco, también sanguijuelas, pero en casi todos los
lugares aplican barro. En Iruecha, en el límite con la provincia de
Zaragoza, utilizan el cardo corredor contra las picaduras de víbora.
Curiosa resulta la costumbre de colocar sobre las picaduras moñigas de
vaca, como hacen en algunas localidades del Campo de Gómara.
En La Rioja usan la ruda, aunque no directamente aplicada en la
picadura, sino introduciendo la hoja con media nuez en un higo. Coger
tres hierbas, una de cada clase, nada más producirse la picadura, así no
se inflama.
En el Valle de Zamanzas (Burgos) aplican sanguijuelas a las picaduras de
víbora. En la zona de Las Machorras, también en Burgos, tomaban tres
cucharadas soperas de aceite. Los pobladores de las cabañas de los
montes de Lunada, Estacas y La Sía (Burgos) aplicaban a la picadura el
esfínter de un pollo de corral vivo. “El pollo, espantado y soltando
plumas por doquier, aspirará con prontitud la ponzoña que amenaza tu
continuidad en el mundo”.
En
Galicia las salamandras son unos reptiles que dejan una ponzoña
indeseable, como el sapo, la babosa, la culebra, el ciervo volante, la
lagartija, etc. Todos ellos dejan rastros que producen sarpullidos,
herpes, o marcas para toda la vida. Contra ellos se reza un conjuro
nueve días seguidos, que dice así:
“Por
el puente de pinzón
Unos pasan y otros no
Dicen unos a los otros
Será mal de culebrón
Con qué ha de cortarse
Con cuerdas de esparto y gotas de aceite
Para que no crezca ni alteza
Ni junte rabo con cabeza
Si es de sapo, sapón
Si es de pinta, pitón
Si es de salamántica, salamanticón
Si es de lagarto, lagartón
Si es de araña, arañón
O es bicho de mala nación…
Al décimo
día, antes de desayunar, en una taza de barro se pone aceite de oliva y
se meten dentro cuerdas de esparto. Así mojadas, se acerca dentro de
donde esté la “pezoña”. Se van haciendo círculos y cruces mientras se
recita lo antedicho.
También
en Galicia, y para aliviar la “pezoña” de las mordeduras de reptiles,
hay que meter el miembro afectado en agua con vinagre, cebolla, ajos,
romero, eucalipto, malvas y “magarza”.
En Las
Hurdes, para las mordeduras de víbora, tanto de animales como de
personas, se pinchaba la parte afectada con púas de jara seca y se
apretaba para sacar el veneno.
En
Usurbil (Barrio de Aginaga), cuando una culebra había mordido,
trituraban el fondo de una botella de cristal, lo pasaban por un cedazo
y lo colocaban en una sartén mezclándolo con un poco de aceite y una
clara de huevo, hasta hacer una tortilla que se recogía en un lienzo y
se dejaba actuar sobre la mordedura durante dos o tres horas.
En
Zeanuri (Bizkaia), tanto las mordeduras de culebra como de perro rabioso
se curan bebiendo agua de malvas y, para apoyar esta terapia, se coloca
sobre la mordedura una hoja de tabaco macerada en aguardiente fuerte y
como complemento tomar una cucharadita del líquido extraído del llantén
machacado en un mortero.
En Ibiza
las picaduras de abeja se curaban de varias formas: con vinagre o un
trozo de limón sobre la picadura, con ajo picado aplicado sobre la parte
dañada, orinándose sobre ella, o bien aplicando una mezcla de arcilla y
vinagre.
En Alto
Aragón usan, para cualquier picadura, el paniclás (es una ramita que
tiene una especie de bolo), se prepara con vinagre y sal. Para picaduras
de abeja, aplicar barro. Para la picadura de alacrán, se machaca el
animal y se aplica a la picadura. Lo mismo para la picadura de avispa y
de tarántula. Para la de víbora, espliego machacado, hierro rusiente o
un tizón en ascuas.
Orzuelos
Para aliviar los dolores y molestias producidas por los orzuelos existen
en toda la provincia de Soria, gran número de remedios caseros, casi
tantos como para las verrugas.
Colocar un mojón con siete piedras en la calle o en un camino; la
persona que pase y lo tire se le pegará el orzuelo, y al que lo ha
puesto le desaparece.
En
Agreda, comarca del Moncayo, en La Rubia, comarca de la Antesierra, en
Tierras Altas, en Torrearévalo y en Arévalo de la Sierra, se dejaba al
fresco una llave de hierro y por la mañana el afectado se colocaba el
hueco de la llave en el ojo. Este remedio lo hemos recogido también en
la provincia de Tarragona, concretamente en Roda de Bará. La rija la
curaban cogiendo una lagartija viva y metiéndola en un canuto de caña,
tapando luego los dos extremos. El enfermo tenía que llevarla dentro del
bolsillo hasta que se curase.
Verrugas
Casi
todos los remedios recopilados para curar las verrugas son de índole
mágica. Sólo dos hierbas son utilizadas para ello. En Burgos conocen una
hierba que llaman “de las gallinas”, la cual despide una especie de yodo
que cicatriza las heridas y cura las verrugas.
La otra
es la lechetrezna, que en el caso de las verrugas se usa el látex,
aplicándolo directamente –un toque- sobre ella. Para los callos y
durezas mezclándola a partes iguales con vinagre.
Los remedios mágicos valen los que a continuación se relacionan, casi
idénticos, para Burgos, Soria, la parte de Zaragoza que limita con
Soria, Tarragona, Ibiza y hasta la lejana Ceuta.
Arrojar granos de sal a un tejado. Colocar una babosa encima de las
verrugas, enterrando después la babosa. Poner hilos debajo de una
piedra, tantos trocitos como verrugas se tengan. Echar tantas alubias a
un pozo como verrugas se tenga. Coger bolitas de sabina y metérselas en
el bolsillo. Han de ser contadas perfectamente, ya que en caso contrario
saldrían más, y enterrar tantos “cuquillos” de enebro como verrugas se
tengan.
Contar
las verrugas que llevase el afectado y alguien recogía el mismo número
de semillas de sabina y las escondía en algún lugar por el que el
susodicho tenía que pasar todos los días. A medida que se iban secando
las semillas debían ir haciendo lo mismo las verrugas.
Echar tantas chinas como verrugas se tenga a un pozo, y apartarse
corriendo para no oír el ruido. Otros, en vez de chinas, echan
garbanzos, alubias... Tirar cinco cantos en una gatera y salir corriendo
para que no se oigan. Meter al horno tantos garbanzos como verrugas se
tengan. Aplicar encima de las verrugas la leche de higos verdes recién
cortados.
En
Galicia opinan que las verrugas nacen por ponerse a contar las
estrellas. Como en otros lugares se usa el atar un cordel alrededor de
la verruga, lo que acelera su desaparición. Ya en el terreno de la
magia, hay una práctica que no sabemos si todavía tendrá vigencia, ahora
que apenas hay caballos ni monturas. Se espera que pasen dos paisanos
montados en el mismo jumento (no vale acordarlo previamente) y se musita
a su paso: “Ahí van dous a caballo dunas miñas verruguiñas salten no cu
dun”.
En el concejo de Santa Isabel de Escuadro esta la Peneda (piedra)
d´auga, cubierta de rugosidades que remedan verrugas. Nada tiene de
extraño que la gente se frotara las propias contra las de la Peneda,
esperando, pura magia simpática, que así desaparecieran.
Pero para curar las verrugas es mano de santo (nunca mejor dicho) el
solicitar el favor a los tres santos más venerados de Galicia, los tres
Benitos: San Benito de Lores, San Benito de Lerez y San Benito de
Cambados. Una vez hecha la petición, se seleccionan tres juncos, se
cortan a igual altura, y se les dedica uno a cada santo. El que más
crezca es el que ha hecho el milagro, y al que debe llevársele limosna.
Porque, casi con seguridad, que las verrugas van a desaparecer.
En Ibiza,
para las verrugas, se pinchan para hacer salir sangre, se untan tres
piedrecitas con la sangre, se enrollan en un papelito y se dejan cerca
de un camino. El primero que pasa por allí se queda con las verrugas.
Cuando se encuentra un hueso, se rasca la primera verruga que nos salió
hasta que sale sangre. Ese hueso, untado de sangre, se tira por encima.
Las verrugas salen tras él.
En el
Alto Aragón, recogemos por zonas los remedios más utilizados. En casi
todos los lugares se pone una babosa en el lugar de la verruga, una o
varias veces, y las verrugas se caen. En Senés de Alcubierre se frota
con una babosa negra y se clava el animal en un alto de lulo rojo
(crataegus monogyna), al secarse la babosa se curan las verrugas.
Osia,
frotarlas con un limaco, esconderlo encerrado para que muera con la
verruga. Panticosa, un limaco se unta en la verruga y lo tiene que
esconder otra persona diferente. Al secarse el limaco se secan las
verrugas, Tramacastilla de Tena. Se van untándolas con tripas de
tallamuco, en Urdués. Coger un caracol y untarse con su baba durante
nueve días, después se cierra el caracol entre dos piedras, y cuando
muere se van las verrugas en Vilas del Turbón, Panticosa y Nocito. La
mañana de San Juan, antes de que salga el sol, hay que coger tres
caracoles, chafarlos con cáscara y todo y aplicarlos donde se tiene la
verruga, en Sariñena.
Se pincha
la verruga con un alfiler y se calienta el alfiler con una vela de cera,
mientras está pinchado. Cuando el calor llega a la verruga se cae la
aguja y la verruga se va secando con el tiempo, en Panticosa. Con carne
de vaca podrida en tierra de macetas, tierra que tiene fiemo y debe ser
refrotada en la parte de las verrugas, en Robres. Se tira hacia atrás el
hueso de una paletilla de oveja sin mirar y se recita echando a correr:
“verrugas vendo / verrugas me vendo / Aquí las tiro / Y me voy
corriendo”, en Chisagues. Frotarlas una sola vez con sangre catamenial,
en La Naja. En algunos sitios, como Ejea de los Caballeros, se piensa
que sólo sirve la sangre propia o la de su madre.
En
Salamanca, coger el mismo número de hojas de encina que verrugas tiene
el paciente, colocarlas bajo una piedra en un lugar que no diera el sol.
Otra. El curandero pedía al paciente que le entregara nueve hojas de
torvisca, en ambos casos el paciente debía olvidarse de las verrugas y a
los pocos días desaparecían. Otra forma. Emplear el siguiente conjuro:
“verrugas traigo, verrugas tengo / Verrugas vendo, verrugas son, / Aquí
las dejo, quédate con Dios, / Que yo me marcho corriendo”.
Veamos
ahora en el País Vasco las fórmulas utilizadas para deshacerse de esas
molestias excrecencias. En Unanua-Ergoiena ponen en maceración en
vinagre, durante cuatro días, corteza de naranja; un trocito se coloca
sobre la verruga sujeta con un esparadrapo durante ocho noches; después
se raspa hata hacerla sangrar.
Otras
fórmulas, en la misma zona geográfica, consisten en frotar con una
moneda y después hacerla desaparecer en una encrucijada de caminos
evitando que el afectado por las verrugas escuche el ruido de la moneda,
o bien regalándola después de haber frotado la zona afectada a un
mendigo, también echándola al suelo de la ermita de San Prudencia, en
Lazkao. O bien frotar con corteza de tocino por otra persona y luego
enterrarla. En Tolosa plantan un junco en cada una de las cuatro
esquinas de una encrucijada y conforme se secan los juncos desaparecen
las verrugas. En Amezketa se echa vinagre hasta la mitad de un frasco y
el resto con sangre de gallo y gallina y se frota con este mejunje.
Otros
remedios son tan fáciles como aplicar manteca de cerdo (Elgorriaga).
Echar un puñado de sal al fuego y alejarse rápidamente (Zaldibia). O
procurar que la verruga se moje con el rocía de la mañana de San Juan en
Unanua-Ergoiena.
Quemaduras
Cantidad de remedios son aplicados sobre una quemadura. Por ejemplo,
untar en la zona aceite crudo. Aplicar en la zona “tinta de la de antes”
en polvo. Poner patata rallada y partida por la mitad y frotar con ella,
en el País Vasco. Cera de abejas. Hiel de cerdo. Cal colada. Barro.
Nieve batida y aceite (se guardaba en una botella para todo el año), se
sigue usando en Soria y en otros lugares del País Vasco donde se dan
nevadas, por ejemplo en Arrizala (Barrio de Salvatierra) se mezcla con
aceite, y sola se usa en Aia, siempre y cuando sea la primera nevada del
año, la cual se guarda en una botella encorchada para usar cuando sea
necesaria.
También son numerosos los ungüentos, de los que daremos algunos
ejemplos. De la provincia de Soria hemos conocido uno que se prepara
friendo en una sartén, en aceite de romero (en otros lugares se indicó
otros tipos de aceite), unas hojas de saúco, al que se le añadirá cera
virgen, dejándole reposar y batiéndolo hasta conseguir una pomada que
debe aplicarse sobre la piel.
En Beizama utilizan una hoja de bardana a la que le quitan la membrana
superior, untan en aceite y la colocan directamente sobre la quemadura
sujetándola hasta que se cure.
Otro nos lo dijeron en Tierras Altas (Soria), consiste en calentar a
fuego bajo o bañomaría cera virgen de abeja y manteca a partes iguales,
añadir unas gotas de alcohol y unas gotas de zotal y formar una pomada
que se aplica directamente sobre la zona afectada.
En Espejón, zona de Soria limítrofe con Burgos, usan para las
quemaduras, y también como desinfectante, un ungüento mezclando a partes
iguales aceite de oliva, aguardiente seco, manteca, sebo, resina de pino
y cera virgen de las abejas; mientras se va mezclando al baño María (el
sebo debe derretirse antes) se reza un padrenuestro y una avemaría.
En otra zona de Soria, alrededor del Moncayo, conocida como La
Rinconada, nos dieron la siguiente receta, mezclar cal viva, aceite de
oliva y clara de huevo; todo batido y colocado, en paños, sobre la piel.
De la misma zona es la pomada que se consigue a base de freír en aceite
hojas de hiedra y cera virgen; dejar enfriar, y colocar sobre la zona
dañada.
En Ibiza
usan para las molestas y dolorosas quemaduras aceite batido con nieve,
un huevo fresco roto y colocado sobre la zona y también miel aplicada
directamente.
En el
Alto Aragón, usan hiel de cerdo, nieve, manteca y el curioso lagarto
frito en manteca de cerdo.
En
Hondarribia para curar, o al menos aliviar las quemaduras que producen
el agua hirviendo, aplican estiércol de vaca dentro de un lienzo y
aplicado sobre la parte afectada.
Sarna
Los
remedios encontrados para curar la sarna en el País Vasco son: machacar
la raíz de cólquico y echarla en un montón de sal y de orina, con la
masa resultante frotar la parte sarnosa. Otra fórmula es lavarse dos
veces al día con agua de azufre y ortigas, aseguran que al tercer día ha
desaparecido la afección.
Entre los
que no aparecen hierbas destacamos: tomar al día dos tazas de agua donde
se haya cocido una culebra, aseguran que antes de llegar a la sexta se
habrá curado completamente.
Otra
forma de sanar esta enfermedad cutánea es haciendo una mezcla de azufre,
pólvora y manteca sin sal. Aunque no lo indica, se supone que la pomada
resultante debe ser untada.
En el
Alto Aragón se deja (aquí habría que hablar en pasado ya que esta
enfermedad apenas existe) por la noche medio cuarterón de tabaco con
medio orinal de orines del enfermo, al día siguiente se frota muy fuerte
con las manos untadas en ese potingue, al siguiente día lo mismo, pero
en los orines se habrá puesto azufre. Y así varios días. Produce un
escozor muy fuerte.
Otros dermatología
Para el
herpes, en el Alto Aragón, se untan la resina de un tronco de boj verde
tronzado. Con el nombre de erisipela se conoce vulgarmente a una serie
de males de la piel, como eczemas, soriasis, esclerodermia y explosiones
herpéticas y hasta la gangrena. Las hierbas utilizadas para todos estos
males, en Galicia, son la ortiga, el saúco, rosas del mes de junio,
pochadas de conchelo hervidas en leche hasta que formen una masa para
aplicar sobre la piel.
En
Levante activa la circulación de la piel y la regenera, la xarxa
(salvia). En la misma zona, la erisipela se cura haciendo que una
tortuga lama nueve madrugadas sobre una hierba que se llama mexacans.
En Las
Hurdes (Cáceres), la cabeza afectada por sarna se curaba frotando con
una mezcla de azufre y aceite de oliva. Al sarpullido que a veces
aparecía en los cuerpos, le llaman “encontrao” y lo achacan al contacto
con sapos, para curarlo vestían al afectado con la ropa del revés,
mientras se pronunciaba el siguiente conjuro: “Fuera, encontrao: si es
de lagartija vete a la rendija; si de culebrón, vete al bucarón; si de
gallina al gallinero”. Y terminaban haciendo la señal de la cruz
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