Las leyendas populares han sido, y en parte siguen siendo, uno de los pilares de la intrahistoria de cada comunidad. La rica tradición oral de los pueblos sirve para empezar a investigar qué subyace de realidad en esas leyendas, en esos romances. Si es posible llegar al final de la investigación, casi nada aparece de verdad en esas tradiciones, pero en ese 'casi' está el quid de lo estudiado. El agua, indispensable para la vida, puede convertirse en muerte. El abandono de algunos pueblos se encuentra en ocasiones vinculado al envenenamiento de las aguas que sirven para el consumo humano.

En la provincia de Soria se encuentran varias de estas leyendas: Mortero, Masegoso, Torderón, Vadorrey... En ellas una anciana pastora, o pastora a secas, se ve apartada de alguna celebración (boda en general) y en venganza, envenena el agua de la fuente haciendo que mueran el resto de vecinos. El envenenamiento del agua no está alejado de la condición humana, aunque en general se trata de grandes empresas sin ética ni empatía alguna y en gobiernos que lo permiten. Pero, dada la condición humana, ¿no sería posible que una sola persona decidiera por venganza envenenar el agua potable, aunque a la vez se le fuera un poco la mano?

En estas leyendas se fija la poeta Carmen Ruth Boíllos para la reciente publicación “Y no comieron perdices”. Carmen es bien conocida en el mundo cultural soriano por sus poemarios y colaboraciones. La ilustración, un alarde de color, se debe a Isabel Tovar, pintora y diseñadora gráfica. De la unión de Carmen e Isabel, ha surgido un relato infantil muy interesante, a la vez que unido a nuestras tradiciones más ancestrales.

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