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ALTAIR

Carmen Ruth Boillos

Editorial Lastura/Altair,

2016

 

Carmen Ruth Boillos, Trabajadora Social, quiere, con este precioso poemario Altair (Antología poética 2008-2014), darnos a conocer lo mejor de su producción, y lo hace en catalán y castellano, las dos lenguas que conocerá su hija a lo largo de su vida. Y a ella está dedicado: “Para Alba, con el deseo de poder descubrir contigo que las lenguas no son un castigo del Dios de Babel para separarnos, sino el vehículo más veraz para entendernos y compartir el anhelo más profundo de cada ser humano, que es poder comunicarse y revelarse a los otros”.

Este poemario de algo más de ochenta páginas cuenta con el añadido de los dibujos de su padre, Ismael Boillos.

Lastura, 2016

 

PRÓLOGO

Cuando Carmen Ruth me convocó a prologar Altair, antología bilingüe castellano – catalán donde recoge poemas de sus obras anteriores, les confieso que me sentí muy halagada. Una mujer joven y con un interesante bagaje de publicaciones otorgaba autoridad a otra mujer, mayor, para introducirles en el paisaje de su nueva creación.

Una demostración de confianza, experiencia, apertura y humildad, atributos de persona antes que de poeta, que veremos brotar también desde sus versos.

Esa necesidad de tejer un hilo de armonía entre sus trabajos del año 2008 al 2014 nos habla, sin duda, de su evolución como poeta y como mujer.

Aquella joven que ganaba premios con los primeros poemas que aparecen en esta antología, ha crecido, y sus pasos se advierten en la voz y en la mirada de los versos más recientes. Ahora la que escribe es una mujer que no ha perdido, y lo agradecemos, la terneza ni el asombro pero ha ganado en aplomo y sabiduría.

Altair no es un recorrido por siete años cronológicos de su vida y de su obra sino que es un compartir su crecimiento, y no lo oculta, lo dicen sus versos que transmiten esa nostalgia por lo que indefectiblemente se deja.

 “Y a la orilla de este arroyo / siento escaparse entre mis dedos / los sueños de juventud / las primitivas utopías/ (…) Tiempos en que pintaba / en lienzos de aire / y vendía en el desierto / rayos de sol y guantes.” 

Y es el abismo ante lo nuevo, lo que vendrá y es aún desconocido y por ello tan ansiado, lo que remite al inicio.

“Quiero volver al principio! / Ser tu tinaja, tu portadora / ser tu corazón y tú mi escudo /ser tu amada y tú mi dueño / que tú seas mi Dios y yo tu pueblo.”

Carmen Ruth nos plantea Altair como una búsqueda y nos lo advierte desde la cita inicial de Hermann Hesse: “He sido un hombre que busca y aún lo sigo siendo, pero ya no busco en las estrellas y en los libros sino en las enseñanzas de mi sangre.” 

Es además queja y es ternura que se alternan como el yin y el yang, como Eros y Thanatos, dos caras de una misma moneda. Y si Eros, el Dios griego del amor sexual trae equilibrio al caos y permite que la vida se desarrolle, le corresponde a Thanatos, su opuesto, el Dios de la muerte, arrancar de cuajo toda esperanza.

“Ya no reconozco tu voz, / tus huellas borró el camino, / se apagó la luz de tu mirada, / sólo me acaricia el olvido.”

La poesía nos provoca y nos evoca, es encuentro y es reencuentro, entonces ¿cómo inmunizarnos ante la metáfora, ante la voz poética que nos traspasa?

Altair alude a las tres heridas de las que hablaba Miguel Hernández, porque las atrapa y las condensa, la del amor, la de la muerte y la de la vida, tan presentes en esta antología como la denuncia de las injusticias sociales, la indignación, el temor al rechazo, a la humillación, al abandono, el valor de las palabras, la vergüenza y el desacato ante una realidad anunciada “Se busca líder con ideas y conocimientos básicos de primeros auxilios sociales.”

De todos los temas y recursos que utiliza Carmen Ruth para desnudarse en verso, rescato y destaco la palabra que una y otra vez regresa, obsesionada, como herramienta, como arma, como refugio, como juego.

Y aunque subyace en la obra, como un péndulo, el temor a la vida, a la verdad, a la realidad, es su enorme valentía de enfrentarse al dolor de amar y transitar el vacío, ese conjuro ante la soledad,  lo que nos transporta a la totalidad, a la integración, a la madurez, a la congoja de ser y de crecer en la necesidad de aferrarse a las utopías.

La autora me contó que Altair es el nombre que querían ponerle sus padres al nacer pero finalmente se decidieron por uno más tradicional. Fue también el pseudónimo que Carmen Ruth utilizaba en sus inicios como escritora.

Les invito a seguir el rumbo de Altair, la estrella más brillante de la constelación de Aquila y a descubrir sus luces y sus sombras hasta alcanzar el alba. 

Luz Cassino

Y no comieron perdices

Vulnerables

Quejido y ternura

La herencia de los chopos

Amor se escribe sin sangre

 

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