Diego Aldasoro

 

 

 

Definitio est negatio

 


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“En un mapa siempre hay más de lo que su autor creyó poner. Sueños y pesadillas. Líneas de felicidad y de desdicha, de miedo y de feliz desesperanza. En cada mapa está el mundo. El vicio del cartógrafo es querer ponerlo todo. Si quieres ponerlo todo, nadie verá nada. Definitio est negatio. Lo más importante es decidir qué se deja fuera. ¿Qué quiero hacer visible? Si tengo claro eso, sabré qué excluir. Sacrificar: eso es lo más importante al hacer un mapa”.

Diego Aldasoro Gómez cuenta con algo más de cuarenta años. Nació en La Ventosa de Fuentepinilla pero se ha sentido siempre muy unido a La Seca, lugar de su abuela Isidra, a la que ha estado siempre muy unido. Isidra fue y en parte sigue siendo, el motor de su creación, de una forma muy particular de crear, profunda y fresca a la vez. Hace años reside en el País Vasco.

“Crear no es comunicar, es resistir”, es un pensamiento de Diego que lleva a la práctica con encomiable tesón. Y ese esfuerzo que para él no es tal, si no que forma parte de su caminar, y mientras resiste crea, le lleva a exponer aquí y allá sus fotografías con mensaje, o con toque filosófico mejor, no creo que a él, respetuoso con todo el mundo, le guste otorgarse el poder del mensaje y mucho menos del consejo, que casi siempre va unido.

Definitio est negatio es un mapa que Diego denomina “cartografía de los recuerdos”. Y define la negación, aquello que no aparece, porque, como dice, el vicio del cartógrafo es querer ponerlo todo y es más importante decidir qué se deja fuera. ¿Cuánto dura un recuerdo? Un instante. La pared adornada con cencerros, una muñeca medio rota, mas manos de la abuela tejiendo, una lata vacía en el suelo, un montón de maderas viejas...Y ese pensamiento de Diego “el ademán más propio del pensamiento es volverse, mirar atrás”, mientras, en una gran mesa, o en el suelo, va tratando de encajar fotos y textos que darán forma a la cartografía de los recuerdos.

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Diego Aldasoro


NOVEDADES"Las manos de la abuela Isidra"
Por Isabel Goig

 

 

Exposiciones realizadas

 

IN MEDIA RES

Rescatar, Re-crear, resistir

Diego Aldasoro Gómez

Palacio de la Audiencia, Sala B


NOVEDADESMás info

 

Palacio de la Audiencia, Sala B

En esta exposición se presentan dos proyectos complementarios. Por un lado, "hablo" de mi abuela y de sus actividades cotidianas. Y por otro, de su vida, de lo esencial, de lo simbólico y el mar. Es un diálogo entre lo humilde y lo poético. Lo insignificante y lo trascendental van de la mano. Como el vaivén de las mareas, la conciencia y la razón oscilan. Entre la imaginación y la ensoñación ... sus recuerdos se mezclan con los míos.

El mar es vida y metáfora de la muerte, de lo sin fin, de la aventura y de muchas más cosas. También es paisaje y experiencia. En los fósiles ha dejado su huella. Mi abuela Isidra es mar y su mirada es la memoria de esa inmensidad. Entre mares de trigales y agua, nació, vivió y murió. En una merienda ha quedado inmortalizada. En una tarde puede caber toda una vida, en una secuencia de gestos se destila lo esencial del caracter. Y en una pequeña serie de objetos se pueden reflejar muchas emociones. Esta es una invitación a sumergirse y bucear en la intimidad. En los detalles se concentra la contemplación ...

Cuando el instante es vivido intensamente el tiempo se eclipsa ante la eternidad, dejaron escrito hace mucho. y poco más se puede añadir.

Diego Aldasoro

 

Palacio de la Audiencia (Soria)

"Una tarda eterna d'estiu"

"Nostalgia y desarraigo"

"El paisaje de la memoria"

"Cartografía de los recuerdos"

"Ruralidad eternizada"

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ruralidad eternizada

 

 

Una aproximación a la nostalgia desde el desarraigo
(El tiempo en ruinas frente a las ruinas del tiempo)

Diego AldasoroCon este título tan evocador titula la exposición de fotos en Ventosa de Fuentepinilla, Diego Aldasoro Gómez.

“… hace alusión a una vivencia o una impresión, a un momento de mi vida, a una parte de mi historia y en lo que ha supuesto para mí conocer y pasar tantos ratos en este pueblo”, de esta forma explica Diego el título.

En las antiguas escuelas de Ventosa de Fuentepinilla (Barrio de Quintana Redonda), es donde este licenciado en Filosofía, de 32 años, soriano y residente en Bilbao, ha expuesto su trabajo, una selección de fotos que ha ido captando con el objetivo de la cámara a lo largo de diez años. Fotos de aquello que la abuela guarda en el desván, de antiguas máquinas para las labores agrícolas, hoy venerables trastos que van oxidándose entre las hierbas, y de las que sólo quedarán, a la vuelta de otros treinta o cuarenta años, un montón de tierra del que sobresaldrá un trozo de metal. Fotos de casas medio en ruinas, o en ruinas directamente. De ventanas que se asoman a la nostalgia de un universo infantil perdido irremediablemente. Fotos de esas que nos ponen un regusto amargo en la boca y un ligero escozor en los ojos.

“A la vez, además de cuestionar el concepto de arte, aquí apuesto por reivindicar la casualidad como dato central para capturar esos instantes y nada ha sido, sino la naturaleza la que lo ha puesto todo”, dice Diego en la presentación de la exposición.

El trasfondo de esta muestra es explicado así por el autor. “Antropología de cercanía: recoger historias de pueblos y de personas sobre todo a título individual y en relación con su medio, donde se mezcle de manera indisoluble el carácter documental y la voluntad testimonial (sobre el pasado reciente). Arqueología de los sentimientos: rebuscar, excavar y remover en lo más profundo nuestro para contemplarnos, conocernos y recogernos en el tiempo. Y en concreto sobre lo que transmiten o cómo nos conmovemos o nos quedamos impasibles ante los pueblos medio abandonados y los campos en barbecho que son como una metáfora de nuestras almas (sobre el presente en relación al pasado y al futuro). Arquitectura moral: proyectar –dejando un poco de lado el romanticismo y desde el existencialismo- desde la austeridad y la humildad, una crítica de este modo de vida actual para construir unos fundamentos éticos y políticos, o por lo menos para replantearnos a dónde vamos (sobre el futuro próximo)”.

Las antiguas escuelas de los pueblos sorianos, restauradas, están siendo utilizadas, desde que la sangrante despoblación propició el cierre de la mayoría de ellas, para actividades artísticas y culturales. En el caso de Ventosa de Fuentepinilla, el edificio destinado a ella –donde ahora Diego expone sus fotos- se encuentra en la parte alta de una calle, abiertas las ventanas al campo de cereal, al cielo azul y limpio de Soria, campo y cielo adornado por el verde de un grupo de árboles.

Algunas de las fotos, las más antiguas, pertenecieron a Jesús de Miguel, periodista, fotógrafo y pintor, interesado en Soria, a quien Diego dedica la exposición de manera especial, pues también lo hace –y agradece- a su madre y abuela. Las fotos se hallan remarcadas, o diríamos más bien ilustradas, por mensajes de escritores y poetas por los que Diego siente especial querencia: Pessoa, Berger…, frases y poemas que van intercalándose con las imágenes.

La exposición se mantendrá hasta el 25 de agosto. Mientras, está previsto que ésta se complemente con pases de películas. Es una buena ocasión para acercarse a Ventosa de Fuentepinilla. Además de ver esta colección de fotos, la vista, desde lo alto del pueblo, se pierde por pequeños cerros verdes y largas planicies de cereal amarillo. De paso se puede visitar la humilde iglesia románica.


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Exposición de Diego Aldasoro      Exposición de Diego Aldasoro

©soria-goig.com

A Jesús de Miguel de M. D. G.

Fotos de Ventosa de Fuentepinilla

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