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Las
estribaciones de Castilla León por el sur de Soria es una de las zonas más
secas de la Región. Por ello, llama la atención que se hayan mantenido en
secreto sus tres ríos que hoy están transformando esta zona en un atractivo
destino turístico de fin de semana y segunda vivienda.
Ennoblecida en
su valle se alza vigilante la maravillosa y elegante ciudad del cielo.
Conservada Medinaceli con su fuente romana de la que mas tarde bebió el
renombrado Almanzor tras subir desde el valle del Jalón. Valle por donde hoy
pasa la Autovía de Zaragoza a Madrid y donde siglos atrás podríamos imaginar
un maravilloso bosque de ribera. Mas tarde, con el paso continuo de
transeúntes se crearon caminos y rutas por sus márgenes. Indicadores de
diversa índole muestran la importancia histórica de esta vía de
comunicación. Fue ruta prehistórica y protohistórica, famosa ciudad romana,
quizás visigótica, árabe, y de ahí, en adelante. Desde esta población, entre
los Altos de Barahona y los montes que separan Guadalajara, encontramos la
entrada a un conjunto de anchos y someros valles abrazos por los montes de
Sierra Ministra. En estos valles de tres ríos encontramos nuestros cuatro
pueblos empezando por Miño de Medinaceli, al que pertenecen municipalmente
Conquezuela, La Ventosa y Ambrona. Fuera de grandes rutas, por sus collados
y quebradas se aventuraron en busca de alimento, descanso o un lugar para
vivir, numerosas tribus o familias en tiempos lejanos. Sin embargo, pese a
la presencia de indicadores de asentamientos, estos campos han tenido un
relativo aislamiento histórico que ha permitido la conservación inédita de
su importancia natural, geográfica y paleontológica.
Junto a un
enorme interés arqueológico, una curiosidad hace de este municipio soriano
un lugar especial. Pues entre estos pueblos se encuentra la separación de
tres de las cuencas hidrográficas más grandes de la Península Ibérica:
los ríos Duero, Tajo y Ebro. El punto clave bautizado como mojón de las
tres vertientes se encuentra al límite de Guadalajara con Soria, entre el
Alto del Rasero y la Loma de los Navajos, en tierras de Ambrona, La Ventosa
y Olmedillas, este último ya en la vecina provincia. Es aquí donde los ríos
nos descubren pueblos olvidados por sus aguas, colmándolos de jovialidad en
rescate a su desolado destino.
Su suerte la
trajo el tren, cuando con motivo de las obras para la vía férrea se
descubrieron importantes elementos paleontológicos. Hoy, recuerdo del tren
queda la vía y en Miño una estación visitada hace más de 20 años solo por
trenes de mercancías. En el pueblo, cerca de su iglesia dedicada a San
Miguel, una necrópolis celtibera en la Cuesta de la Uña coronada por una
torre de vigilancia musulmana testifica la antigüedad del poblamiento con
tumbas rupestres antropoides. Miño perdió su titulo nobiliario del Ducado,
como la cercana Ventosa del Ducado, o Torrecilla, cercano y abandonado
pueblo de Guadalajara de histórica pertenencia al Ducado de Medinaceli.
Curioso es sin embargo que Conquezuela, situada entre Torrecilla y Miño, no
se conociera como del Ducado, pese a la presencia en este de una casa
señorial. Por otra parte, si bien todos próximos a Guadalajara, son La
Ventosa y Conquezuela quienes hacen de población limítrofe, lo cual es
apreciable por el pésimo estado de la carretera desde Conquezuela al pueblo
de Sienes, famoso un día por sus caracoles. Es este, borde provincial
actual, antes, aproximadamente hace 200 años, las divisiones provinciales de
Soria entraban hacía el Sur, incluyendo Sigüenza, a cuya diócesis
pertenecieron muchos pueblos de Soria.
Desde el mojón
de las tres vertientes podemos alzar la vista hacia el Ebro, a las
fuentecillas del Jalón, donde descansa Ambrona, hacia el Norte a la cabeza y
extremo del Duero, y hacia el Sur con Cervantes por el Henares, hasta el
Tajo. En este triangulo místico de cuna paleontológica esta el
internacionalmente conocido yacimiento de Ambrona. En los últimos años son
múltiples los estudios arqueológicos que con interesantes hallazgos se han
extendido por todo el valle de Ambrona. Como cerveza de hace miles de años,
indicio de desarrollo y alimentación noble. Valle de Ambrona como nombre de
conveniencia, pues en realidad se divide entre dos de las cuencas
anteriormente mencionadas. Sea para bien el desliz geográfico pues acompañan
al concepto un sinfín de atracciones culturales: grabados, túmulos y modelos
de poblados neolíticos. Mas cercanos en el tiempo y mas difícil de localizar
quedan restos de vías romanas y algún que otro secreto.
Visualicemos a
nuestros ancestrales antepasados y viajemos hasta un paisaje de especies hoy
impensables en este entorno. Igual, hasta leones! De todo ello podemos
hacernos una idea visitando el yacimiento de Ambrona del cual existe una
maqueta en el Museo de Historia de Madrid, con la teoría probable pero no
segura de este lugar donde mueren los elefantes.
En la vertiente
del Duero, la Laguna de la Sima nos acerca a otro de sus secretos: su medio
natural. Afortunadamente y pese a que todo humedal debe quedar protegido por
ley, la Sima esta registrada en el Catalogo Nacional de Humedales**. Esperemos
sea tenido en cuenta en el bien intencionado proyecto para un parque
cultural con un poblado palafitico en su proximidad. No olvidemos que es la
única laguna natural que queda, imprescindible si como parece, se pretende
recuperar la Vega o Laguna de Conquezuela, que junto con la Sima y la
desecada Laguna del Campazo en Ambrona formaban el complejo palustre. Las
tres recogían las primeras aguas de la cuenca del Duero por su borde más
septentrional para drenar hacia el Torete, camino del Escalote o Bordecorex.
La restauración parece tener presupuesto y su redacción de proyecto estar en
marcha. Esperemos que se considere todo el conjunto lagunar y posibles
afectaciones.
Pasando por la
Laguna de la Sima subiremos a la Ventosa, otero testigo del Henares. Será
también este pueblo testigo de los avances de la recuperación pues sus
habitantes tenían que colocar piedras para poder vadear las aguas y cruzar
hacia los riscos que ya habremos divisado hacia el Norte, al otro lado del
humedal, donde se alza la Ermita de la Santa Cruz. Por otra parte, en la
Ventosa se observa un rasgo arquitectónico ausente en poblamientos cercanos
y de clara alusión a su topónimo: de puertas y ventanas sobresale un
tejadillo y pared para protege de los fríos aires.
Desde la Ermita
se domina el paisaje, incluido el Polje de Conquezuela, topónimo probable de
Conque Concha y zuela pequeño, pequeña cuenca. Una curiosa
coincidencia que en francés simbolice exactamente la caracola que se usaba
durante el Via Crucis en la Semana Santa.
En el pueblo de
Conquezuela, llama la atención los dibujos en las paredes de sus casas, como
el mensaje de paz entre hermanos tras la guerra civil. Cerca del pueblo, en
los riscos que jalonan el humedal, el Cerro de la Santa Cruz por la ermita
que le da nombre es en el mes de Julio lugar de una Romería actualmente no
muy festejada, pero que constituyo durante muchos años motivo de júbilo. Se
contempla, como la fiesta del pueblo de Conquezuela, aunque en realidad esta
seria el día de Santa Águeda, nombre de su iglesia de la que se dice que
tiene trazos árabes. Sorprendentemente, si bien el poder de atracción de la
romería ha decrecido, el destino no ha querido olvidar este lugar mágico y
el tiempo ha redescubierto a la mismísima edad del bronce y su legado en
forma de grabados. Herencia de continuo en el tiempo con tumbas rupestres en
los riscos, arco románico, y con la moderna ermita, tradición espiritual
hasta nuestro interés cultural.
Tiempo después
de que pueblos neolíticos, celtiberos, romanos, visigodos, árabes y quien
sabe que mas, nos dieran origen, la población tuvo que emigrar por las
continuas guerras entre reinos predecesores. Muchos pueblos fueron
abandonados y luego repoblados, en ocasiones, en diferente lugar, como en el
pueblo de Yelo, a veces también, por familias de otros lugares, empujadas o
ayudadas por reyes, condes y duques.
©
Javier
González Soria
** Hay otro humedal importante en Ambrona, "La Mentirosa",
manantial cubierto en parte por ser el encargado de abastecer a la
escasa población, que se incrementa en verano pero no tanto como en
otros lugares más favorecidos por la vegetación, mana en forma de cuatro
grandes chorros: dos del sobradero del abastecimiento y, otros dos,
canalizados hasta la fuente y lavadero, formando un copiosísimo conjunto
de agua. Discurre ésta por un importante arroyo, con un caudal tan
regular como la misma alimentación, hasta buscar el Jalón en Arcos; en
Ambrona le dan a la fuente de "la Mentirosa" la categoría de ser uno de
los nacederos del Jalón; nace debajo de "la hoya de los Palomares",
riega sólo unos pequeños huertos a su paso por "los Tovares", algunos
baldíos, y otros que sirven para cubrir las necesidades de una familia
corta. (Soria pueblo a pueblo, Isabel y Luisa Goig
Soler).
La
Laguna de Conquezuela
Miño
de Medinaceli
Medinaceli
El
Valle
de Ambrona
Mendikat
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