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Habitantes censados:
80. Altitud: 1.046.
Lugar.
Su ayuntamiento agrupa al de Sauquillo de Alcázar y Tordesalas.
Acceso:
N-234 dirección Calatayud. Kilómetros: 38.
Gentilicio:
torrubianos. Apodo: los del puñalejo.
Industria:
todo el cereal; girasol; lino. Ganadería lanar.
Flora y fauna:
carrasca y rebollo. Tomillo, manzanilla, saúco. Jabalí y liebre.
Fiestas principales:
18 y 19 de agosto, trasladada, en honor de la Virgen de Pilar, con
subasta de pollos. San Bernardino, el 20 de mayo.
Otras fiestas y tradiciones:
bendición de campos el 8 de mayo. El 4 de diciembre, Santa Bárbara,
encendían dos hogueras: una los mozos y otra las mozas. Mozas del
Santísimo, las cuales, además de pedir durante la Cuaresma, vestían el
ramo en mayo. Pagaban el piso y la entrada a mozo. Daban cencerradas.
Cantaban albadas, a cambio de ello, los novios o familiares les
regalaban tortas, nueces, higos y rosquillas.
Guiso típico:
tortas resobadas; orejones cocidos con cáscara de naranja y vino.
Generalidades:
Iglesia de San Miguel Arcángel con un notabilísimo retablo. En la
concatedral de San Pedro, de Soria, se conserva un palio bordado en oro,
propiedad de esta parroquia. Casa blasonada. Existe el título nobiliario
de Conde de Torrubia, concedido a la familia Medrano, hacendados
rústicos que fueron en su día por estas tierras. Lugar de nacimiento de
Casta, esposa del poeta Gustavo Adolfo Bécquer.
Mantienen un tele-club.
©
Isabel y Luisa Goig, Soria pueblo a pueblo
Torrubia de Soria en Agosto de 2014
Torrubia se
remoza
La
localidad de Torrubia está desconocida. Desde que hicimos la última
visita, allá por el año 1998, las cosas han cambiado en este pueblo
cercano a la raya con Aragón. Su máximo atractivo era el magnífico
retablo de su parroquial, dedicada a San Miguel Arcángel. A éste se ha
unido, en pocos años, la rehabilitación de la casa natal de Casta
Esteban Navarro, esposa de Gustavo Adolfo Bécquer, con el nombre de
“Casa Museo Mujer de Bécquer”; las antiguas escuelas, ahora convertidas
en Centro Social y Museo Etnográfico del Agricultor; y el horno de pan
que, unido a la fragua, ha sido restaurado. Todo un ejemplo, abanderado
por María Ángeles Delso, la alcaldesa, a quien no tuvimos ocasión de
saludar por hallarse en la Expo de Zaragoza. Nicolás, sus esposo, a
quien distrajimos de sus ocupaciones, fue el encargado de mostrarnos la
casa de Casta Esteban y el Museo, para más tarde, en compañía del
concejal Gregorio Pérez, visitar el horno y departir con algunos vecinos
que se ocuparon de recordar para nosotras qué se cocía en el horno y
cuál era el protocolo.
La casa donde
nació Casta Esteban cuando Torrubia todavía era nombrada Torrubia del
Campo, ha sido donada por la familia Muño, como indica una placa en el
interior. Está expuesta una copia de la partida de nacimiento, firmada
por don Teófilo Portillo, en la que dice que Casta Nicolasa Esteban
Navarro nació en Torrubia del Campo, el día 10 de septiembre de 1841,
hija de Francisco Esteban, natural de Pozalmuro, y de Antonia Navarro,
natural de Noviercas. La alcaldesa, ante las dudas que existían sobre el
lugar de nacimiento de Casta, solicitó una copia de esta partida de
nacimiento, donde no cabe ninguna duda.
Una vez la casa
en poder del pueblo de Torrubia, ha sido restaurada con ayudas de las
instituciones y de Proynerso, y con el sudor de los vecinos. El
resultado ha merecido la pena. La casa ha sido decorada con acierto y
mano femenina, con muebles, utensilios y decoración comprados aquí y
allá, buscados con paciencia, según nos explicaría Nicolás. En realidad,
en cuanto se traspasa la puerta, uno cree estar en una casa del siglo
XIX, de familia acomodada –como era el caso de Francisco Esteban,
médico-, donde todo está en el lugar correspondiente. Nada desentona en
la decoración: fotos de la época, cristal, el suelo de tierra, las vigas
vistas, cortinas, mobiliario.
Esta
restauración y puesta en valor histórico de la casa de la esposa de
Gustavo Adolfo Bécquer, viene en parte a suplir el vacío que se le ha
hecho a esta soriana, con quien el poeta romántico tuvo tres hijos, dos
de ellos nacidos en la vecina Noviercas.
Casta Esteban
Navarro
El 10 de
septiembre de 1841, nació en Torrubia del Campo Casta Esteban. Era hija
del médico Francisco Esteban y de su esposa Antonia Navarro. Casta y el
poeta se conocieron en la consulta del padre de ella y se casaron en
1861, unos meses antes de que Casta cumpliera veinte años. Un año
después, en Noviercas, nacería el primogénito de la pareja, Gregorio
Gustavo Adolfo Domínguez Esteban. En 1865 nacería el segundo, Jorge Luis
Isidoro, en Madrid. Y el tercero, Emilio Eusebio, en 1868, también en
Noviercas. El matrimonio permaneció un tiempo separado, él en Madrid,
con los dos hijos mayores y su hermano, el pintor Valeriano Bécquer, y
Casta en la casa familiar de Noviercas con el pequeño. Antes de morir el
poeta el matrimonio se reconciliaría. Bécquer falleció, de tuberculosis,
el 22 de diciembre de 1870, a los 34 años de edad.
Año y medio
después, Casta volvió a contraer matrimonio, en Noviercas, con el
recaudador de impuestos Manuel Rodríguez Bernardo, quien unos meses
después, el 26 de febrero de 1873, sería asesinado a la salida de una
fiesta, en esta localidad soriana. Nunca se supo, aunque se supuso,
quien fue el asesino. Casta Esteban Navarro fallecería, de una
encefalitis crónica, el 30 de marzo de 1885, a los 43 años de edad. Un
año antes había publicado “Mi primer ensayo. Colección de cuentos con
pretensiones de artículos”, recibido muy mal por la crítica. Hasta aquí
los datos fríos.
Heliodoro
Carpintero y “Bécquer de par en par”
Con el título
del ladillo, publico don Heliodoro Carpintero un estudio sobre el
poeta que merecería la pena reeditar. En él se ocupa de la triste vida
de Casta Esteban, una mujer que, tal vez, se adelantara a su época o,
sencillamente, no fuera una campesina del siglo XIX, vestida con
alpargatas, sayas y pañuelo a la cabeza, y eso suscitara envidias y
maledicencias. Sólo es necesario detenerse un instante a pensar en la
España rural de la época. El caso es que siempre que se escucha hablar
de la mujer de Bécquer -¡más de ciento veinte años después de su
muerte!- se cae en la tentación de decir que le fue infiel a su marido.
En Noviercas
vivía Hilarión Borobia, alias “el Rubio”, tal vez un engreído que se
jactaba ante los amigotes de poder conquistar a cualquier mujer. Veamos
cómo lo cuenta Heliodoro Carpintero:
“El Rubio
ha nacido para dominar. Pronto se convierte en el jefe de una pequeña
cuadrilla, cuyas fechorías alarman y mantienen en vilo a todo el pueblo:
robos, asaltos, amenazas (…) Un día de 1861, llega Casta a Noviercas en
la plenitud de su belleza y de su gracia femenina. Le acompaña su esposo
Gustavo Adolfo. Están en plena luna de miel. ¿Qué ocurre en el corazón
del Rubio? Sin duda, no ocurre nada. De otro modo, la tragedia se
hubiera anticipado. En nuestro sentir, la tragedia se larvó lenta y
oscuramente, al correr de unos años (…) ¿Ha nacido en la turbia
conciencia del Rubio, o se lo han propuesto sus aduladores amigos? El 15
de diciembre de 1868, nace en Noviercas, Emilio Eusebio Bécquer y
estalla la tragedia. ¿Realidad o calumnia? Todo el pueblo señala, por lo
bajo, al culpable. El Rubio es capaz de todo. Sobre Casta Esteban
cae la infamia”.
¿Creyó Gustavo
Adolfo las habladurías? ¿Quiso Casta, tal vez, darle celos? Ni se sabe
ni se podrá saber nunca. Todo lo que se diga sobre esto cae en la
especulación. El caso es que el poeta, con sus dos hijos mayores y su
hermano Valeriano, con quien Casta no se hablaba, marcharon de
Noviercas, mientras ella, con el pequeño quedó en el pueblo hasta que,
muerto Valeriano, se reunió toda la familia en Madrid, por poco tiempo,
hasta el fallecimiento de Gustavo Adolfo.
Casta
contrae segundas nupcias, en Noviercas, el 22 de mayo de 1872, con
Manuel Rodríguez Bernardo “asturiano enérgico, inteligente y ambicioso”,
según Carpintero. Era recaudador de impuestos. El Miércoles de Ceniza
del año 1873 murió su segundo marido. “En la tarde del martes [de
Carnaval] acudieron [Casta y su marido] a la casa de D. Luis García,
donde se celebraba un animado baile familiar (…) Casta se dispuso a
marchar a casa con su marido. Juntos salieron del brazo. No habían dado
más que unos pasos cuando sonó un tiro y Casta vio que su marido caía al
suelo con ayes de dolor que se mezclaron a los de Casta (…)
Cuando en 1873, se produce el asesinato del
segundo marido de Casta –don Manuel Rodríguez Bernardo- el pueblo señala
al Rubio como autor del crimen. Pero el crimen, fuera o no el su
autor, queda impune (…) Nadie sabe que el asesino tiene sus días
contados (…) Cuando el Chupina, y aquí entramos de lleno en la
estampa del bandolerismo, solicita la ayuda del Rubio para el
asalto y robo de Beratón, y éste se suma alegremente, no sabe que acude
a una vieja cita” (H. Carpintero).
El Rubio,
quien al parecer tenía fortuna y estaba casado, fue uno de los diez
asaltantes que cometieron el famoso, en Soria, robo de Beratón, que ha
quedado en romance para la posteridad. El testimonio oficial del hecho
dice: “el ocho de febrero de 1874, fue sorprendido el pueblo en la
Iglesia estando en Misa Mayor, por una partida compuesta por diez
malhechores que después de realizar el robo los capturó el pueblo,
murieron tres y herido el capitán en la persecución que hizo el pueblo,
hasta que se dieron todos prisioneros...”. Uno de los muertos que el
romance señala fue el Rubio.
El 19 de
marzo de 1876 Casta ve morir a quien había sido el puntal de su vida, su
padre, ciego en los últimos años. Al parecer, las relaciones con su
madre no eran muy buenas, y se complicaron cuando, en 1881 contrajo
segundo matrimonio, a los 67 años con un viudo de Gómara, Manuel Zoya.
Entonces, dice Carpintero, que Casta marcha a Madrid y comete todo tipo
de extravagancias. En 1884 publica “Mi primer ensayo. Colección de
cuentos con pretensiones de artículos”. “Este libro ha sido poco
conocido y peor juzgado. Carece, es verdad, de mérito literario; pero,
en cambio, posee un gran valor documental”. Para Carpintero, los motivos
de Casta fueron “un incontenible anhelo de justificación personal”.
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