Calatañazor,
del árabe "qal`at an-nuhur": castillo de las águilas,
es el pueblo más medieval de esta medieval provincia.
¿Milagrosamente? No sabemos, pero el caso es que ha sido conservado. Puertas de cuarterón con
antiguos herrajes, tejados coronados por chimeneas cónicas cubiertas a teja partida,
pavimento de canto rodado
En este marco Orson Welles rodó "Campanadas a
medianoche".
Desde el
castillo de Calatañazor, al final de la calle principal,
empedrada, con soportales, puede contemplarse el "Valle de la Sangre". Es de
suponer que el nombre se deba al color de las aguas del río cuando el sol, ya
ocultándose, las refleja. Pero la imaginación popular sugiere otra cosa: la gran batalla
que cristianos y moros libraron, al princpio del siglo XI, al mando de Almanzor; la sangre
empaparía el valle, y ya, para siempre, quedaría ligado a la leyenda, como el adagio
"en Calatañazor perdió Almanzor el atambor". Frente al castillo, cerca de la
picota (o rollo) podemos ver el fósil marino más destacado, de todos los que pudieron
hallarse en las cuevas que hay en el roquedal, lo llaman Piedra del Abanico.
Al pie de un risco, excavado en la roca viva, se ven sepulturas rupestres antropoides,
datadas sobre el siglo X.
La vista, desde aquí, se pierde en los campos de cereal del valle, y en la masa 12
hectáreas- del más puro sabinar de la provincia de Soria.
El Sabinar de
Calatañazor
De la iglesia románica Nuestra Señora del Castillo, resaltaremos la bóveda gótica del
ábside y el retablo manierista y barroco con policromía del siglo XVIII. También
podéis visitar la capilla-museo.
En la ermita de La Soledad, conservan unos altorrelieves en los canecillos con rostros
negroides esculpidos.
La Asociación de Amigos de Calatañazor, es la encargada de las Jornadas de Música
Medieval.
Pero nosotros proponemos otro paseo. Pararos, antes de entrar al núcleo urbano, en el
puente sobre el río Milanos. Dejad el coche aparcado. Y contemplad el paisaje fuertemente
karstificado. Podéis encontrar todo tipo de fósiles del Jurásico en el entorno, y, de
paso, seguir el curso del río por la calzada romana cubierta de hierba, que os conducirá
hasta las ruinas de Voluce, la Calatañazor de los romanos.
Pasead tranquilamente, observad los colores, y, cuando necesitéis recomponer el cuerpo,
hacedlo en cualquiera de las cantinas que encontraréis en la milenaria villa.
La
Taberna de Almanzor
La Cantina de Ondategui es uno de estos lugares. Buen vino y mejor chorizo.
Víctor Ondategui es un joven interesante.
Decidió, ya pasada la treintena, quedarse en su pueblo, y así lo hizo. La cantina, de
tradición familiar, recuerda a su abuelo cuando, al enseñar las chimenas por dentro
repletas de chorizos secándose al amor de la lumbre, o al mostrar el entorno de
Calatañazor, respondía a quien quería enmendarle la plana histórica de lo que contaba:
"tú cállate, que yo de esto sé más, para eso soy más mayor".
Y
se ha quedado para ofrecer a los visitantes una muestra de los productos más sólidos y a
la vez variopintos de la tradición soriana. Hierbas que él mismo recolecta, miel que
envasa, chorizo que embute, costillares que adoba, postales que él mismo cámara en
ristre fotografía. (El
@ de Víctor)
© Isabel
Goig
Calatañazor
por José Tudela
Conocido casi
únicamente por la derrota que allí sufriera Almanzor de las tropas castellanas y
leonesas en 1002, es casi ignorado bajo otros aspectos a cual más interesante.
Se encuentra situado en la cima de una enorme roca aislada de sus alrededores por las
profundas hoces que forma el río al E. y S. de la villa, y del O. y N. por la misma
altura de la peña cortada.
Rodeado de murallas por completo, sólo dos subidas permiten la entrada de la ciudad. Las
murallas conservan casi intactas, con sus tambores de trecho en trecho, y al lado S., se
alza en ruinas un castillo, a cuyo pie se apiñan grandes peñascos que parecen empujados
allí por brazo de titán. Extiéndese al Poniente hermosa vega rodeada de cerros. En
primavera, los campos verdes dan las tonalidades suaves y tranquilas de la Castilla
pintada por Beruete. En la cumbre que cierra por el lado izquierdo esta vega, cuenta la
tradición que ocurrió la célebre batalla.
El interior del pueblo es de lo más pintoresco que pueda imaginarse. Al verlo rodeado de
murallas con su gran iglesia, cuyo ábside hace también de fortaleza, y su gallardo
castillo, parece se ha de entrar en una ciudad formada por palacios y caserones
nobiliarios. Mas no es así, las casas son míseras, de barro, y toscos maderos de enebro
que refuerzan lo débil del material, descubiertos al exterior, dándoles ese aspecto de
las construcciones en madera de los países nórdicos. suelen estar en voladizo, como las
casas medievales. Hay alguna casona señorial. en una se ve un balcón con artísticos
herrajes; en otras, signos simbólicos y leyendas religiosas.
Las calles pendientes, tortuosas, con estas casas tan pintorescas, todas del mismo
carácter, sin nada que desentone, forman un conjunto agradable y armónico. En la plaza, junto a un olmo viejo, a la vera del Castillo, se alza el rollo justiciero
sobre cinco redondos escalones donde el Señor o el Alcalde corregidos hiciera en tiempos
pasados justicia a los desafueros.
La iglesia es una mezcla de estilos; la portada románica; la nave alta y espaciosa; un
tramo que hace de ábside, gótico y otros dos menores del siglo XVII.
Esta iglesia guarda entre otros objetos artísticos, un retablo grande renacimiento, de
escaso mérito, con un tabernáculo de un barroco bastante elegante.
Conserva cuatro tablas del siglo XV, de gusto italiano, que debieron formar parte de un
retablo y que antes guardaban en la ermita de la Soledad, pequeña iglesia románica que
se encuentra en las afueras del pueblo. Un cuadrito con una cabeza de la Virgen, de gran
parentesco con las pinturas de Van der Weidem y de un altar churriagueresco el Cristo del
Amparo, al que tienen mucha devoción las gentes de aquella comarca; es un Cristo español
del siglo XIV o XV.
En la sacristía hay una tabla que representa el martirio de San Sebastián con un fondo
que recuerda los de Patinir. Además, conservan entre otras cosas una custodia - cáliz de
plata del siglo XVII, de delicado arte.
La iglesia guarda una rica colección de privilegios concedidos a la villa de Calatañazor
por diferentes reyes, con sus sellos de plomo, códices, ejecutorias con preciosas
miniaturas, pleitos sostenidos con diversos pueblos de su merindan, pues su jurisdición
llegó a extenderse desde Abejar y Cabrejas del Pinar hasta los campos de la Revilla.
El Ayuntamiento guarda un archivo donde se encuentran documentos de gran importancia para
la historia de Calatañazor.
De su antigua y afamada sedería sólo quedan los cimientos, pues ni una casulla siquiera
hay en la iglesia, únicamente se ven algunas en El Burgo de Osma, en Soria, en Santiago
de Compostela y otros puntos.
En uno de los cerros que cercan el pueblo, se han encontrado sepulcros y trozos de vasijas
celtíberas, donde sin duda tuvieron allí los celtíberos alguna ciudad, y a cosa de dos
kilómetros hacia el poniente se encuentran una porción de fósiles.
Tiene, por tanto, Calatañazor, gran importancia, pudiendo estudiar en sus murallas y
situación el estratega, en sus objetos artísticos y restos antiguos el
arqueólogo de
sus calles y sus tipos puede sacar el artista cuadros llenos de belleza y sentimiento y
hasta el geólogo tiene cerca de Calatañazor materia de estudio.
© José Tudela de la Orden
(1923)
(publicado en el número 5 de
Cuadernos de Etnología Soriana)
José Tudela en
Páginas de Etnología
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El año 2002 se celebró el I
Milenario de la Batalla de Almanzor en
Calatañazor (1002-2002)
Con
motivo del evento, se editó un precioso libro
de recorrido literario, escrito por Antonio Ruiz Vega e ilustrado por
Lorenzo Soler.
En la sección de
Biblioteca os dejamos la introducción:
Calatañazor. La huella de los pasos
En Calatañazor Almanzor perdió el Atambor
"La última campaña
de Almanzor contra la España cristiana tuvo lugar a comienzos del
verano de 1002, y estuvo dirigida contra el territorio de La Rioja,
dependencia del condado de Castilla.
Avanzó hasta Canales y alcanzó el Monasterio de San Millán de la
Cogolla, que fue saqueado. Al regreso de esta campaña la muerte vino a
poner término a su prodigiosa carrera de batallador.
Por entonces contaba ya más de sesenta años. El "Amiri", sabía que su
fin estaba próximo y multiplicaba su piedad. La leyenda nos dice que,
a petición suya, sus hijas cortaron en una pieza de tela, comprada con
el producto de sus fincas personales, la mortaja que había de envolver
sus restos mortales antes de la inhumación. Se dice que guardaba
celosamente, para que le cubriera la tumba, el polvo de los vestidos
que usaba cuando hacía la guerra santa.
A su regreso a Medinaceli con su ejército, tuvo que hacerse llevar en
litera a lo largo de un penoso viaje de dos semanas.
Llegado por fin a la plaza fronteriza, expiró, al cabo de algunos
días, la noche del 10 al 11 de agosto de 1002 (27 de ramadán 392).
(Los datos precedentes son tomados de Ibn al-Jatib).
Según Lucas de Tuy (Apend. Dozi Rech. I), el día de la derrota de
Almanzor en Calatañazor, "una especie de pescador gritaba con una voz
lamentable a orillas del Guadalquivir, ora en caldeo (es decir en
árabe), ora en Español: "En Canatanazor/perdió Almanzor/el atambor".
Lo que significa: en Calatañazor perdió Almanzor su timbal o su
sistro, es decir su alegría. Los bárbaros de Córdoba venían hacia él,
pero en cuanto se acercaban, se desvanecía, para reaparecer en seguida
en otro lugar repitiendo la misma lamentación"
M. Lévi-Provençal, Historia de España, dirigida por Ramón
Menéndez Pidal, 1950
Voluce
El origen de Calatañazor se halla al otro lado de ese estrecho barranco del río Milanos
por el que se encuentra la llamada Cuesta del Moro. En el cerro de los Castejones, llamado
también Pico del Buitre y Cerro de los Milanos se encuentran los restos de Voluce, que
Ptolomeo situaba entre los pelendones y que se cita igualmente en el Itinerario de
Antonino como mansión de la vía romana que unía Zaragoza con Astorga, cuyo tramo
soriano hasta Uxama describiera Eduardo Saavedra. Las ruinas corresponden a un poblado
celtibérico construido en los siglos III-II a.C. y que estuvo habitado hasta comienzos
del siglo V de nuestra era, según Blas Taracena. A poco más de un kilómetro al norte de
la calzada romana se encuentra lo que queda de la aldea fortificada que fue Voluce: una
gran muralla de 160 metros de longitud, 4,5 metros de altura y, que en algunos sitios
alcanza los 18 metros de espesor ¡casi nada!.
© Ángel Almazán de Gracia, Por tierras de Soria, La Rioja y
Guadalajara
Cueva Brujeril
En la plazoleta
anterior al castillo se encuentra el rollo-picota de los Padilla (al
parecer de 1460, aunque otros dicen que de 1751). Observarás que se
encuentra torcido y que parece a punto de caerse y te contaré su por
qué, según cuenta la leyenda fabulada por Rafael Lafuente y que vienen
a hablar de la existencia de una cueva de la Bruja (pregunta por ella
a los vecinos) en la que viviría una bruja (de ahí su nombre) durante
20 años amedrentando al pueblo hasta que un sanguijuelero la capturó y
fue ajusticiada en la picota.
"Cuentan que desde entonces la "abuela" de la picota permanece rota
sin que la mano del hombre se haya atrevido a restaurarla", nos dice
Lafuente".
© Ángel Almazán de Gracia, Por tierras de Soria, La Rioja y
Guadalajara |
El Sabinar de Calatañazor
La Taberna de Almanzor
Fuentes
y Manantiales
de Calatañazor, José Ignacio Esteban
Donde Calatañazor,
Javier I. Cimadevilla
Calatañazor. La huella de los pasos. Un recorrido literario de
Antonio Ruiz
Cuaderno de Calatañazor. Poemario de
Lorenzo Soler
Por tierras de Soria, La Rioja y Guadalajara.
Ángel Almazán
Leyendas
y
Tradiciones por Ángel Almazán
Calatañazor,
en el blog de Juan Carlos Menéndez
Calatañazor
- camino Soria.com
Castillos de Soria --> Calatañazor
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