Nadie
podría pensar, recorriendo en la actualidad las calles de Gormaz, que en
tiempos pasados encabezó una importante Comunidad de Villa y Tierra,
siendo Gormaz la villa. Y, sin embargo, el lugar no puede ser más
estratégico.
Amparado lo que hoy es pequeño y poco
habitado caserío por la escarpada mole del castillo, corre a los pies,
entre Gormaz y Recuerda, el río Duero, que recibe por las proximidades
el aporte de abundantes manantiales.
La
fortaleza califal, dicen que la más extensa de Europa, posiblemente
construida sobre otra de origen cristiano, en ambos casos con el fin de
defender la línea del Duero, es una edificación imponente, capaz de
dejarse ver, inexpugnable, desde muchos kilómetros de distancia. Apenas
se han hechos labores de consolidación, por lo que sus murallas,
rodeando todo el perímetro del cerro alargado sobre el que se asienta,
aparecen desdentadas, mostrando orgullosas su puerta califal. El
magnífico castillo está asociado a nombres históricos como Galib,
Almanzor y Rodrigo Díez de Vivar, el Cid, quien fue su alcalde durante
un tiempo.
Dice
el padre Gonzalo Martínez, en su “Las Comunidades de Villa y Tierra de
la Extremadura Castellana”: “El 1060 marca, pues, el año de la
incorporación definitiva de Gormaz al reino leonés, del que castilla
formaba parte; desde ese momento, Gormaz desaparece de la documentación
y no volvemos a tener noticias suyas hasta pasado casi un siglo (…) Pero
este silencio documental no significa que entre tanto no se haya erigido
en torno al viejo castillo y a la villa que se ha extendido por la
ladera sur del mismo una Comunidad de Villa y Tierra…”.
Desde la ermita de San Miguel,
equidistante entre la fortaleza y el Duero, hacíamos cábalas con José
Vicente Frías, sobre la forma de conquistarla y, salvo que hubieran
huido los ejércitos, parece imposible.
La
vida de los habitantes de Gormaz ha estado protegida, a lo largo de
muchos siglos, por esta mole impresionante y la vista de la llanura a
sus pies, fertilizada por el río Duero. Eso, cuando se calmaron los
ánimos entre la cruz y la media luna, ya que antes, sería un auténtico
infierno de razzias y batallas.
La ermita de San Miguel es una de las dos
subsedes de la exposición sacra “Paisaje interior”, perteneciente a las
Edades del Hombre. Es de nave única con ábside cuadrado de finales del
siglo XI, principio del XII. La portada principal fue llevada de una
ermita desaparecida, cuyos restos se ven alrededor del cementerio, al
igual que una arcada gótica. Lo más interesante de este templo son sus
pinturas murales, datadas en el primer tercio del siglo XII y que
muestran gran similitud con las de San Baudelio y Maderuelo (Segovia).
Se
alza en Gormaz una picota del siglo XVIII, muy tardía, aunque no sabemos
si antes hubo otra, cuando pasó a ser señorío. Aquí y ahora, Gormaz
muestra casas restauradas de aquellos que, por los años sesenta y
setenta del pasado siglo, marcharon en busca de arcadias imposibles. Un
bar, regentado por Evi, alivia al visitante y sella la ruta del
caminante del camino del Cid.
Recuerda
Recuerda
Aldea
de la Comunidad de Villa y Tierra de Gormaz, en la actualidad apenas
pasa de los cien habitantes, teniendo en cuenta que administra los
lugares de Galapagares, Mosarejos, Nograles y La Perera. Su figura se
recorta en la llanura de cereal que se divisa desde Gormaz.
Se grabó hace años en nuestra memoria el
peligro que llegó a correr este pueblo por la amenaza de un embalse, y
otro recuerdo más, la panadería donde se vendían las tortas de
chicharrones más exquisitas. La amenaza no se cumplió y la panadería
desapareció por jubilación de su dueño. Gracias a lo primero, podemos
contemplar el magnífico templo dedicado a San Bernabé, cuya torre,
airosa y barroca, domina la llanura, y la ermita de la Virgen de las
Angustias.
Muy
cerca del pueblo, aparecen las bodegas, esos recintos de los que no nos
cansaremos de decir que merecerían estar protegidos, porque no existe un
placer más intenso que penetrar en su frescura en verano y calidez en
invierno, para beber un buen vaso de vino “hecho en casa”, de la ribera
del Duero, acompañado de unas rodajas de chorizo y la conversación de
sus propietarios.
Pero poco más vamos a decir de Recuerda
hasta que podamos ir acompañadas de Luisa quien, según José Vicente
Frías, es la dinamizadora del pueblo y conocedora de todos sus secretos.
Antes una recomendación, tómese una cerveza en su bar o centro social,
pues se la acompañarán de una tapa de jamón exquisito.
©
soria-goig.com
Recuerda 2014
Asociación Cultural de Recuerda
Ana en Recuerda
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