Una preciosa vista de Recuerda es la que se contempla, discurriendo
desde El Burgo de Osma, cuando se ha rebasado la fortaleza de Gormaz.
Destaca, como es habitual en los pueblos de Soria y de Castilla en
general, la torre de la Iglesia de San Bartolomé, del siglo XVI. Y eso
nos hace recordar un viaje, hace ya alrededor de treinta años, para
dejar el pueblo bien fotografiado, por las noticias que circulaban sobre
la construcción de un embalse que hubiera sepultado este pueblo, como el
de la Cuerda del Pozo hizo con La Muedra. Felizmente esto no llegó a
suceder.
El pueblo de Recuerda pertenece a las tierras del Duero, que discurre
majestuoso por ellas, y a las tierras del vino, que crían gentes
alegres, acogedoras y orgullosas de su Historia.
Un poco de Historia
Perteneció en su día Recuerda a la Comunidad de Villa y Tierra de
Gormaz, centrada en torno a la fortaleza del mismo nombre. Tierra, pues,
que pasaba de la bandera de la cruz a la de la media luna, durante la
Alta Edad Media. Don Gonzalo Martínez, en su publicación sobre las
Comunidades de Villa y Tierra, dice que en Nograles (localidad integrada
en su municipio) existió una judería que pechaba junto con la de
Caracena, en un barrio conocido como Sancho Diego del que, según el
padre Gonzalo, no queda ni recuerdo.
En las respuestas que dieron para la elaboración del Catastro de la
Ensenada, a mediados del siglo XVIII, dijeron que Recuerda era de
señorío del marqués de Rivadavia y Castro. Las alrededor de las trece
mil fanegas de tierra se repartían en hortalizas de regadío, sembradura
de secano, viñas (54 fanegas), y monte de carrasca y enebro. Producían
mucho queso de las 417 cabezas de cabrío, y miel abundante de las 25
colmenas y 23 hornos. Tenían dos palomares y dos cañaleros sitos
en el Duero para pescar. Las cabezas de ganado lanar churro ascendían a
4.535, ganadería a la que se añadían los de labor.
Eran sesenta los vecinos, entre ellos diez viudas, los habitantes de las
73 casas todas ellas en buen estado, y no había pobres de solemnidad,
caso raro, aunque no único, entre el vecindario de la época. El Concejo
poseía una casa para reuniones, además del mesón, la fragua, y los
montes. Tenían taberna, panadería, médico, boticario, cirujano, fiel de
hechos, sacristán, mesonero, terrero, diez pastores, guardas para ganado
vacuno domado, cerril, mular cerril, cerda y asnal. Maestro herrero,
tejedor de paños y, por supuesto, labradores.
Un siglo después, según el Diccionario de Pascual Madoz, la población se
mantenía: setenta casas, setenta y dos vecinos (lo que suponía
doscientas almas), y una escuela mixta a la que acudían cuarenta niños
de ambos sexos. Aún se conservaban los cañares en el Duero, donde se
pescaban anguilas, barbos y truchas. Decía Madoz de su clima templado y
sano, y de la existencia de una posada pública.
Además del río Duero, discurre por Recuerda un arroyo que Madoz llama de
la Perera, las mujeres de Recuerda lo nombran Arenaza (donde algunas
iban a lavar la ropa), y según el mapa Geográfico y Catastral, tiene el
nombre de Arroyo de Fuente Arenaza. Nace en Modamio, casi en el límite
con Retortillo, al pie del alto del Carpio, discurre por Modamio, La
Perera (donde se le une el arroyo de las Praderas después de recoger el
agua de los manantiales de Nograles), y sigue por Mosarejos hasta el
Duero, en Recuerda.
La Ermita de la Virgen de las Angustias, muy bien conservada, guarda la
imagen de la patrona del pueblo, a quien le guardan fiesta el 24 de
abril. Son las bodegas propias de la Ribera del Duero, excavadas, uno de
los bienes más preciados de este pueblo, lugar de reunión familiar y
amistosa, de meriendas interminables, donde se olvidan rencillas y penas
mientras se bebe el vino ese del que dijera Gaya Nuño que permite
trasegar importantes cantidades sin que se altere la crítica de la
razón.
Como no podía ser de otra manera, Recuerda ha ido perdiendo población al
igual que el resto de la provincia, aunque sigue manteniendo
Ayuntamiento propio que agrupa, además, las localidades de Galapagares,
La Perera, Mosarejos y Nograles, regido por una alcaldesa de IDES. Ahora
los habitantes censados son ciento cinco, lo que significa que en los
últimos años, si bien poco, ha crecido, lo cual en Soria es noticia.
La Asociación Cultural de Recuerda
Hace ya nueve años que fundaron la Asociación Cultural de Recuerda. El
propósito es contundente, según se puede leer en su web
Asociación Cultural de Recuerda.
Se trata de hacer “que cada vez te guste (más si cabe) venir al pueblo,
sea verano o invierno. Nos gusta retomar tradiciones, revivir con
nuestras abuelas como se hacían las morcillas en la matanza, enseñarles
a los más jóvenes lo que son los aperos de labranza, que aprendan a
jugar al aro y a lanzar el disco. De la misma manera nos gusta innovar,
traerles a los más mayores el cine al pueblo, celebrar con vosotros la
navidad, compartir la ilusión de jugar juntos un décimo de lotería,
hacer talleres de manualidades para los más pequeños, hacer salidas al
campo, a la piscina, a visitar el palacio del pueblo de al lado o la
gruta más cercana. Pero sobretodo, nos gusta Recuerda”.
Y llevan cumpliendo el propósito desde 2005. Disponen de locales ya sean
de la Asociación, del pueblo, del Ayuntamiento, o de quien los preste,
perfectamente adaptados a las necesidades de sus reuniones. Una gran
cocina, con aparataje industrial, lo que da idea del número de personas
que se reúnen varias veces al año: fiestas patronales, fiestas de
verano, cena de Navidad, el día de la matanza del cerdo, y cualquier
otra que se les ocurra proponer. Son gente de la Ribera, gente del
Duero, gente del vino, buena gente.
La matanza y más
Comenzaba el mes de marzo, fechas por las cuales en Soria es habitual
que todavía se sienta mucho el frío, pero ese día la lluvia pretendió,
sin conseguirlo, ser la protagonista.
Se celebró la matanza del cerdo y hasta Recuerda acudimos, invitados por
la Asociación Cultural, y en su nombre por Marisa Andrés, en compañía de
José Vicente Frías y el joven estadounidense de Minneápolis, Wesley
Brunson (el
cerdo y el antropólogo),
estudiante en la Catholic University Leuven, de Bélgica, residente un
tiempo en El Burgo de Osma para llevar a cabo su tesis sobre la matanza
del cerdo.
Los habitantes de Recuerda unieron, en una sola jornada, varias
costumbres que, a mediados del siglo XX, se hacían en días distintos.
Por la mañana la matanza del cucho, por la tarde las candelas y la
corrida del gallo. Por ello, mientras unos se ocupaban con el cerdo y
otros de la comida a la que acudirían alrededor de ciento cincuenta
comensales, los jóvenes iban al monte en busca de leña de enebro y
carrasca, la que estuviera más seca, para la hoguera.
Y mientras, otras señoras, picando cebolla en la gamella cibicada o
lañada, con la picadera, o pelando ajos, nos fueron contando costumbres
de una época que ellas vivieron intensamente, cuando eran jóvenes, o ya
madres, que daremos a conocer en una próxima publicación. Añorando
tiempos en los que en Recuerda había carnicerías, pescadería, farmacia,
modista, tiendas de tela, panaderías, escuela de niños y niñas y un
salón de baile donde se reunía la juventud, excepto en Cuaresma, aunque
algún día burlaban la celosa mirada del sacerdote y de la maestra.
Recordaron los presentes que se daban el día de la matanza del cerdo a
familiares, gentes importantes, a los pastores, o a los pobres: una
jarra de caldo de morcilla, un trozo de hígado, y un trozo de panceta.
De los productos que generaba la matanza del cerdo, recuerdan
especialmente la morcilla, quizá porque, dado lo trabajoso de la
elaboración, ya no se hace. En Recuerda la hacían salada, con cebolla,
arroz, pan, manteca de cerdo, cominos y canela. Enajaban los huesos y la
cabeza del cerdo, después los secaban y servían para guisar el cocido o
las patatas, o en aceite para llevar a las labores de la siega y otros
del campo. Hacían güeña, tortas de chicharrones y, con la vejiga y una
caña, la zambomba.
Siguiendo la tradición, las mujeres (siempre las mujeres, vestales de
todo lo doméstico), habían hecho rosquillos, madalenas y sobadillos de
manteca, exquisito todo, acompañado de moscatel y anís, para comenzar la
jornada. La comida pantagruélica, un cocido de matanza que hicieron las
mujeres, Pili, Charo y otras cuyos nombres no recordamos, y el hijo del
panadero de Morón de Almazán, panadero él mismo. Sopa, garbanzos con
grumo y todo tipo de carnes del cerdo: oreja, chorizo, morcilla,
costilla, careta…, todo ello regado con vino de Recuerda.
Todos los actos de día estuvieron acompañados por los gaiteros de Santa
Bárbara.
Volveremos porque quedaron cosas por ver, momentos por vivir, por
ejemplo en las bodegas familiares, pero también la antigua escuela, un
pequeño museo, la iglesia por dentro, la ermita y, sobre todo, pasar
unas horas con los habitantes de Recuerda, tan bien avenidos y tan
acogedores.
©
soria-goig.com
En Recuerda se vendimia, 2014