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MISTICA CIUDAD DE DIOS Y CARTAS
Edita: Convento de la Concepción, Ágreda |
Pocas veces aparecen a lo largo de la historia y de la literatura figuras de tan amplia proyección no sólo nacional, sino universal, como la de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Ágreda. Y pocas veces sorprende tanto como en ésta el contraste entre la quietud de una existencia reposada que, por no salir, no lohizo de su villa natal y ni siquiera de la casa paterna transformada en el convento por ella fundado, y esa misma irradiación de su nombre y de sus escritos - primero, en España, luego en Europa y América-, a través de los trescientos largos años ya transcurridos desde su muerte. Nace en la villa soriana de Ágreda, el dos de abril de 1602. De noble familia, fueron sus padres don Francisco Coronel y doña Catalina de Arana, quienes, en su propia casa solariega y con la ayuda del municipio, fundaron el convento de la Concepción, dentro de la Orden de San Francisco. En 1618, doña Catalina y sus hijas María y Francisca ingresan en su Casa-Convento, y don Francisco se retira de monje a Nalda. Pronto, Sor María es elegida priora, y en 1631, abadesa. Cuando, en 1643, Felipe IV - en viaje desde Zaragoza a la Corte- pasa por Ágreda, se le ocurre visitar el convento. Fue tal la impresión que recibió de esta primera conversación con la Venerable, que volvería otra vez a visitarla y mantendría una ininterrumpida y curiosa correspondencia con ella, hasta la muerte de Sor María, acaecida el 24 de mayo de 1665. La Mística Ciudad de Dios fue un libro popularísimo en su tiempo - del que se han hecho más de doscientas cincuenta ediciones en las más diversas lenguas- que mezcla, muy a la española, lo teológico y lo literario, lo devoto y aun lo novelesco, la historia bíblica y la fantasía misticista, dentro del barroquismo propio de la época, ya de plena decadencia política. Para el historiador y el crítico literario se plantean algunas interrogantes al analizar la sorprendente irradiación de la Mística Ciudad de Dios. Sin entrar ahora en sus propios valores intrínsecos, cabe pensar también en las especiales circunstancias en torno a su publicación, antes incluso y después de ver la luz. Fue redactada dos veces - pues su autora quemó la primera redacción- y publicada póstumamente. Esta obra - antes que un tratado de mística, una extrema biografía de la Virgen que acentúa los misterios de la Inmaculada- aparece precisamente cuando arde en España y en todo el orbe católico una enconada disputa sobre el dogma de la Concepción. Se delata - tildándose a su autora de "escotista"- a la Inquisición, la cual teme que el entusiasmo popular ante esta obra - que, según ciertos apologistas, influye y depura el concepto pictórico de las "Vírgenes" salidas del pincel de Murillo- llegue a ocasionar algún extravío, y recoge el libro para someterlo a un examen tan minucioso que durará doce años, hasta ser aprobado en 1686. Mientras se debatía todo esto, la obra es denunciada a la Suprema Inquisición de Roma, cuya lectura prohibe de momento, prohibición que levanta -1681- un Decreto de Inocencio IX. Clemente X declarará a Sor María "Venerable", ordenando siguiera adelante la Causa de su beatificación. Y he aquí como surge un hecho extraordinario: sus adversarios apelan a París desde la propia Roma. Los jansenistas y los profesores de la Sorbona impugnan la Mística Ciudad de Dios. La Universidad parisiense, antes que a la Madre Ágreda, combate - escudándose en ésta- a las altas autoridades de la Iglesia romana. La lucha religiosa entre "agredistas" y "antiagredistas" se pone al rojo vivo. Nuestras Universidades de Salamanca y Alcalá - más tarde, otras extranjeras como las de Lovaina y Coimbra- la aprueban, unánimes. Clemente XI ordena borrar la Mística Ciudad de Dios del Índice de libros prohibidos, en el cual estaba incluida. El interés - pasada ya la virulencia polémica de "agredistas" y "antiagredistas"- se irá centrando, desde fines del siglo pasado, en otro punto sobre el cual la Iglesia no ha pronunciado aún su palabra definitiva - el de la "bilocación" o milagrosa aparición de Sor María en tierras de América-, de indudable importancia, no sólo en lo teológico, sino en la historia de la evangelización de indios xumanas de Tejas y de otros pueblos de Nuevo Méjico. En cuanto a sus Cartas, cruzadas con el rey Felipe IV, el profesor Carlos Seco observa: "la correspondencia entre Felipe IV y la Madre Ágreda constituye una fuente de primer orden para conocer nuestro siglo XVII: fuente excepcional dentro de su género por las peculiares características del espíritu que la anima... Sor María viene a ser como una divisoria entre dos etapas fundamentales de nuestro pasado. En ella puede decirse que toma cuerpo la conciencia de nuestra decadencia política. Los años de "derrota" y "agotamiento" - 1643, caída de Olivares, y 1665, muerte de Sor María y el Rey- son, precisamente - según la calificación de Palacio Atard- los de la correspondencia entre el monarca y su consejera". © J. A. Pérez-Rioja |
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Mística ciudad de Dios Capítulo I De dos particulares visiones que el Señor mostró a mi alma y otras inteligencias y misterios que me compelían a dejarme de lo terreno, levantando mi espíritu y habitación sobre la tierra 1.- Confiésote y magnifícote, Rey altísimo, que por tu dignación y levantada majestad encubriste de los sabios y maestros estos altos misterios y los revelaste a mí, tu esclava, la más párvula e inútil de tu Iglesia, para que con admiración seas conocido por todopoderoso y autor de esta obra, tanto más cuanto el instrumento es más vil y flaco. 2.- Este Señor altísimo –después de largas resistencias que he referido y muy desordenados temores y de grandes suspensiones nacidas de mi cobardía, por conocer este mar inmenso de maravillas en que me embarco, recelosa de anegarme en él –me dio a sentir una virtud de lo alto, suave, fuerte, eficaz y dulce; una luz que alumbra al entendimiento, reduce a la voluntad rebelde, quietando, enderezando, gobernando y llamando a la república de los sentidos interiores y exteriores y rindiendo a toda criatura para el agrado y voluntad del Altísimo y buscar en todo sola su gloria y honra. Estando en esta disposición, oí una voz del Todopoderosos que me llamaba y llevaba tras de sí con grande fuerza, levantando mi habitación a lo alto y fortaleciéndome contra los leones que rugían hambrientos para alejar mi alma del bien que la ofrecían, en el conocimiento de los grandes sacramentos...". Cartas 4-XI-650 "... Señor mío carísimo: V.M., que ama a Dios, suplícole aborrezca el mal y el pecado, con que obligaría al Altísimo que guarde su alma, y si ésta está defendida, no tema V.M. la pérdida de hijos que ha tenido, de Reinos y ciudades, que el Todopoderoso se los volverá como a Job, y le librará de sus enemigos. Sea V.M. limpio de corazón; a los que consiguen esta felicidad llama el Evangelio bienaventurados. Consuélame mucho que las cosas de Flandes vayan bien y que continúen las empresas; dénoslas felices el Todopoderoso. Por no estar los franceses en un estado permanente, sino obrar según su inestabilidad, se puede temer que se acomoden y ajusten en sus discordias; el Señor nos defienda de ellos y continúe los buenos sucesos de Cataluña. La toma de Flix y rendimiento de Miravete ha sido gran misericordia divina, por lo que importan aquellas plazas, y convendría que ellas y las demás de aquella frontera se guarneciesen y fortaleciesen bien, por si el enemigo acude con más rigor y fuerzas el año que viene, que se puede temer si cesan las guerras domésticas de Francia. Hanme dicho que su Ejército en Cataluña, por no atreverse a oponerse al nuestro y para divertirle, hace algunos daños o estragos en el condado de Ribagorza; heme compadecido mucho de lo que padecerán en aquel país los naturales; deles Dios paciencia y me guarde y prospero a V.M.". (De Sor María, CCLXII) 15-XI-650 "Soledad me han hecho vuestras cartas los días que he estado en San Lorenzo, y así, me alegré mucho con la vuestra (...) Días ha que me faltan nuevas de Flandes e Italia; pero no oigo ninguna adversa de aquellas partes, con que juzgo no debe de haber novedad considerable en ellas. Los alborotos de Burdeos se ajustaron en lo aparente; pero creo que debajo de las cenizas han quedado centellas que con brevedad volverán a encender el fuego pasado y aun mayor, con que espero que se verán los franceses embarazados y que habrán de volver los ojos a la paz, que es mi único deseo. Las cosas de Cataluña van felizmente, de que he dado gracias a Nuestro Señor y a su Santísima Madre, y con su ayuda me prometo que antes de salir este mes habremos cobrado a Tortosa, cosa muy importante para la seguridad de Aragón y Valencia y para poder tratar de la recuperación de Cataluña (...) A Dios gracias vivimos todos buenos de San Lorenzo, y la Reina con algunas vislumbres de esperanzas de lo que tanto deseamos, aunque yo no acabo de creerlo; pedidle a nuestro Señor y a su Santísima Madre que, si es cierto, nos den en él el suceso que hemos menester, y si no, permitan que lo sea luego, aunque yo resignado estoy en todo y por todo con su santísima voluntad". (Del Rey, CCLXIII) Artículos sobre sor María de Ágreda
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IV
Centenario (1602-2002) Sor María de Ágreda Convento de Ágreda |
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