Introducción

El contenido de estas páginas
gira en torno a un tema esencial: la aventura de fray Tomás de Berlanga
en su encuentro con las islas Galápagos.
Este fraile dominico, injusta
y prácticamente desconocido - a excepción de la tierra que le vio nacer
y en las islas que él descubrió -, merece ser reconocido a nivel
historiográfico y también de forma generalizada, formando parte su
nombre de los que han dejado su impronta científica en la historia
colonial americana y en aquellas materias, hechos y lugares en las que
él participó con su presencia y conocimientos.
Uno de estos hechos sería su
llegada y descubrimiento de las islas Galápagos, y por tanto se antepone
a todos los referentes históricos que se han estado haciendo sobre las
islas, existencia de las que él dejó constancia en su carta al rey
Carlos I de España, en 1535.
Aunque la historia de las
islas es relativamente reciente y de esporádica y
depredadora –
la mayor parte de las veces – actividad humana, el primer
descubrimiento (documentado) de las mismas
ha quedado oculto, sin darle más importancia que el de un fortuito
encuentro por parte de este obispo llamado fray Tomás de Berlanga, en su
camino a entrevistarse con los conquistadores
Francisco Pizarro y Diego de Almagro hacia
el recién conquistado Perú.
Pero antes de proseguir con
la relación de su accidentado y sensacional descubrimiento en su viaje a
las tierras del imperio incaico, sería interesante mencionar algunos
detalles de su vida. Nació Tomás Martínez Gómez en Berlanga de Duero –
Provincia de Soria en España - posiblemente hacia 1490. Estudió en el
Convento de San Esteban de Salamanca, donde tomó los hábitos de la Orden
de Santo Domingo en 1508, adoptando el nombre de su villa natal
Berlanga, y en 1511 partió para las Indias en la segunda expedición de
dominicos hacia el Nuevo Mundo que organizó fray Domingo de Mendoza. Fue
ascendiendo en los diversos cargos, tanto en el convento como en la
Orden de Predicadores, siendo Prior de su convento, Vice-Provincial y
llegando a Prior-Provincial en 1530. Su carrera eclesiástica culminaría
en 1532 cuando
fue propuesto para Obispo de Panamá, en Tierra
Firme, llamada también entonces Castilla del Oro, ocupando esta sede
apostólica en 1534, siendo fray Tomás el tercer obispo en ocupar la
Silla de esta diócesis. Después de diez años de residir en ese destino
episcopal, viajar a España en varias ocasiones y ejercer una labor
apostólica, de administración, de organización e incluso diplomática,
pidió se le admitiese la renuncia a su cargo y el regreso a su tierra
natal, lo cual le fue concedido en 1544, regresando a Berlanga de Duero
y organizando su legado, testamento y capellanías, en particular en lo
referente a la erección de un monasterio bajo la advocación de Santo
Domingo en su villa natal.
Acabó sus días en un 7 de
julio de 1551 a las 11 ó 12 de la noche, según certificó de su
fallecimiento el día 8 de julio el licenciado Roxas, corregidor de
Berlanga, y está enterrado en la Capilla de los Cristos de la Colegiata
de esa localidad. .../...