I Premio Fray Tomás de Berlanga
concedido a
Estrella Figueras Vallés

 

VAMOS A HACER JUSTICIA:
FRAY TOMÁS DE BERLANGA Y EL CANAL DE PANAMÁ

Estrella Figueras Vallés

 

Vamos en verdad a hacer justicia, pues ahora es un buen momento, aunque lo tenía que haber sido incluso antes, rememorar y dar el justo reconocimiento a un hombre que tuvo la visión de un paso, el mejor, tal como se ha demostrado, para comunicar los dos océanos, y que este año celebramos con gran satisfacción materializado en el Canal de Panamá en el centenario de su inauguración.

Pero, lo que se pretende con estas líneas no es solamente potenciar el reconocimiento a la idea de fray Tomás, sino además y en primer lugar, darle a conocer a él mismo, porque es triste pensar que ignoramos prácticamente todo acerca de este fraile, obispo y hombre erudito que fue en los albores del siglo XVI.

Antes que nada, hablemos un poco sobre su vida, y en particular, dónde nació. Pues bien, como su nombre indica "de Berlanga", fray Tomás nació en esta hermosa villa Soriana, un rincón cargado de historia, de leyendas, de viejas culturas entrelazadas por la convivencia y que han conformado un lugar que pervive entre el recuerdo, los testimonios de su larga historia, y la modernidad que se ve materializada en su rica gastronomía y en sus eventos culturales, porque la villa de Berlanga no se ha quedado dormida en la historia, como ha ocurrido a tantas otras, está viva y mira al futuro, ya que el tener un rico pasado no es obstáculo para ir creando un presente y un futuro cargado de proyectos.

O sea, que fray Tomás, nacido y bautizado como Tomás Martínez Gómez, fue a nacer a finales del siglo XV en un lugar singular, y cercano a los condestables, condes y círculos privilegiados de la clerecía y la nobleza que señoreaban la villa. Conserva Berlanga ese señorío y abolengo que el paso del tiempo ha dejado en sus calles, en sus casas, en el monumental castillo de los Tovar llamado de Berlanga y el marco del que fue un suntuoso palacio de los Frías, y la colegiata de Nuestra Señora del Mercado que se levanta en el centro de la villa, y que en su interior, en la capilla de los Cristos, guarda reposo eterno este obispo de Panamá, al que tanto se recuerda allá: fray Tomás de Berlanga.

No vamos ahora a hacer todo el repaso histórico de esta villa castellana, pues es conocido por sus paisanos y dentro del ámbito de los historiadores. Nos vamos a centrar en fray Tomás como berlangués, hombre religioso y erudito que dejó legado e

impronta allí donde transcurrió su vida, por supuesto en su villa natal, en Salamanca, Santo Domingo (allá en las Américas), Islas Galápagos (de las que fue su descubridor), Perú, y sobre todo Panamá, de donde fue Obispo por diez años.

Abrió los ojos por primera vez fray Tomás en Berlanga de Duero allá por el año 1490 y seguro que estuvo ya predestinado para pasar a la historia, pues después de transcurrir sus primeros años entre los suyos, estudiando en el Burgo de Osma y entrando en el convento de San Esteban de la universitaria ciudad de Salamanca, allí encontraría el ambiente que su curiosidad y sed de conocimientos su espíritu le requería. Conoció a grandes maestros que le dieron las pautas para desarrollar lo que más tarde serían sus apreciaciones, reflexiones y teorías que le llevaron a escribir al rey una carta transcendental, como casi todas las que nos han llegado, en la que en ésta le aconsejaba lo que se podría resumir como la idea de abrir un camino, el mejor, más cómodo y rápido para ir y atravesar el istmo panameño de un océano a otro.

Se ha de hacer hincapié en la gran curiosidad intelectual que poseía nuestro obispo, pues llegando poco más o menos en noviembre o diciembre de 1534 a Panamá, para ocupar su Sede como obispo, y tras enfermar de inmediato y recuperarse, antes de partir hacia Perú, donde se le había comisionado para entrevistarse con los conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro, aun tuvo ánimo de ascender, por una intrincada sierra, para comprobar desde el llamado cerro Jefe, si efectivamente se podían ver los dos mares, y además inspeccionar el río Chagres, para dar su opinión y ofrecer sus comentarios al rey Carlos I en 1535. Insiste su escrito en la dificultad del camino existente y plantea uno mejor, trasladando la población de Nombre de Dios, entonces puerta de entrada al istmo panameño, a la desembocadura del Chagres, así como aprovechando este río citado, y evitando una serie de cruces que como torrentes dificultaban enormemente el tránsito por esta vía.

No vamos a entrar ahora en los detalles de su carta y propuestas, pues sus hechos y vivencias están ya descritos en su biografía, tan sólo insistir en que su propuesta, aunque olvidada, ha quedado como un rescoldo en el tiempo y, tal vez, en el recuerdo de los responsables que más tarde llevaron a cabo tan magna obra del Canal de Panamá.

Daba además, fray Tomás un gran protagonismo al río Chagres que era y es el motor y fuente de alimentación del Canal, pero que de haber estudiado convenientemente la sugerencia del obispo Berlanga por parte de la Corte española se hubiera conseguido un trayecto mucho mejor de vía de comunicación, que se ha visto reflejado con el actual trazado del Canal. Los intereses económicos de los mercaderes de la época, que cargaban en exceso los fletes, apoyándose precisamente en la peligrosidad y dificultad del camino, influyeron en la Corte y quedó en el olvido su sugerencia.

Fue, muy posiblemente, porque se interfería en los intereses económicos de unos pocos, y por la farragosa burocracia que envolvía a una administración de estado cargada de problemas en el vasto imperio español, por lo que se obvió lo que apuntaba el fraile-obispo. Y llegamos a nuestros días, el siglo XXI, cumpliendo 100 años de la inauguración del Canal de Panamá y aun sin haberse reconocido de forma explícita las interesantes sugerencias de Berlanga. Por lo cual, pensamos que ya es hora de poner su nombre por lo menos junto a aquellos personajes que, con mayores recursos, hicieron posible la genial obra del Canal transístmico. Fueron muchos los proyectos que, en torno a la comunicación transoceánica se invirtieron en tiempo, dinero, exploraciones y proyectos de ingenieros europeos y americanos, pero siempre siguiendo un hilo conductor a sus investigaciones, el paso ideal que al final se tuvo en cuenta, el del istmo centroamericano de Panamá.

Este paso transístmico entre los océanos Pacífico y Atlántico como podemos ver en la imagen siguiente, se confirmó primero en 1855 con el trazado del ferrocarril y después con el del propio Canal de Panamá. Lo que demuestra que los ingenieros franceses y después los estadounidenses llegaron a la misma conclusión que nuestro fray Tomás, sólo que con 375 años de diferencia.

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Podemos apreciar en este mapa, y de un solo golpe de vista, la vía de comunicación completa propuesta por fray Tomás. Se aprecia mejor la gran maraña de ríos y torrenteras que había que cruzar para llegar desde Panamá al más próximo curso del Chagres, a unos 20 km. de la entonces Panamá (hoy "la Vieja" que se trasladó en 1673 a su sitio actual). Evitaba a las embarcaciones once peligrosos rápidos que había en ese tramo, lo cual demuestra que se había informado de la estacionalidad y peligrosidad de las avenidas del mencionado río. Aconsejaba además hacer un camino paralelo al Chagres, que uniera su desembocadura con una nueva ciudad embarcadero, y de allí abrir otro mejor que el existente (llamado de Venta de Cruces) hasta Panamá, con lo que se abandonaría aquel más antiguo. De esta forma, aquella parte del Istmo quedaría unida entre ambos mares por un mejor camino carretero. Esta nueva ruta propuesta ha pasado a la historia como la precursora del recorrido del actual Canal de Panamá, y con las técnicas actuales de remodelación y canalización por el lago Gatún (creado a partir de la construcción del Canal de Panamá).

Han llegado los 100 años en que el Canal de Panamá cumple con éxito y rigor su cometido. Se han beneficiado las naciones en el paso entre los dos grandes mares, pero no se ha reconocido al hombre que propuso la idea de este paso. Vamos pues ahora a hacer justicia y otorgarle este mérito por tanto tiempo olvidado.

© Estrella Figueras Vallés

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