Encuentros en Martialay
Este año la reunión de encajeras en Martialay ha contado con un nuevo invitado no deseado, la lluvia, que durante días ha caído en la provincia y obligó a habilitar una nave para que pudieran crear esos preciosos encajes. Llegaron bolilleras de distintos puntos de la provincia, algunos tan lejanos como Arcos de Jalón. También en el interior se instalaron algunos puestos de repostería, miel, quesos, embutidos, bisutería y regalos. La lluvia no pudo con las ganas de continuar una muestra que se está convirtiendo en habitual, por lo que no faltó el almuerzo, la rifa y la paella comunitaria.
|
Un año más, en la plaza Mayor, la Asociación Cultural de Amigos de Martialay ha organizado un encuentro de encajeras, evento que comenzó en el año 2011 por lo que éste de 2016 es el VI Encuentro. Setenta y cuatro mujeres y un hombre, provistos de sus correspondientes mundillos, bolillos, hilos y alfileres, han demostrado ante el numeroso público como, con esas herramientas y distintos patrones agujereados, son capaces de conseguir preciosos encajes. Como la cerámica, la forja, el mimbre, y otros, el encaje de bolillos es una de las tradiciones que se conservan en la provincia de Soria tal y como se practicaba hace siglos, excepción hecha de los hilos utilizados, que en la actualidad, y según el trabajo que se desea hacer, se utilizan vegetales y metálicos, además del tradicional.
Un día soleado ha acompañado a las encajeras y a los artesanos de productos agroalimentarios, ropa infantil y bisutería. Como todos los años, en uno de los salones del pueblo, han expuesto trabajos de encaje de bolillos. Ha habido obsequio de almuerzo para los asistentes y rifa.
© texto: soria-goig.com
|
Un año más, y van cinco, la localidad soriana de Martialay recibió a los visitantes que acudieron para ver trabajar a las encajeras, unas ochenta bolilleras (y un bolillero) que se habían dado cita y mostraban sus primores. Provistas de sus mundillos, salen de sus manos, en combinación con alfileres, hilos solos o mezclados con metales preciosos, y alambres, piezas de delicada artesanía, como pendientes, colgantes, o sencillamente interminables metros de encaje para adornar sábanas, vestidos, manteles...
Junto a estas artesanas, los puestos, habituales en este tipo de eventos, ofrecían pan y productos de bollería; miel y derivados; bisutería y otras gollerías, y labores. La jornada estuvo animada por un joven grupo de gaiteros, por vídeos y música de M-Audiovisuales y, finalmente, por el grupo de sevillanas de la Academia de Ólvega.
Como cada año, en la planta primera del edificio multiusos, podía visitarse una exposición de labores donde predominaban, fundamentalmente, las realizadas con bolillos.
Podía controlarse el gusanillo del hambre, tras haber dado un buen paseo por cualquiera de las verdes y floridas veredas que salen del pueblo, con los platillos colocados estratégicamente, unos con chorizo a la brasa y torreznos, y otros con dulces. Un trabajo, este de organizar la jornada festiva año tras año, que requiere del esfuerzo de todos los vecinos y, por supuesto, de su generosidad. Sólo así es posible seguir adelante en esta provincia y, al menos, frenar una sangría que parece irreversible. Pero mientras pueblos como esos que nos gusta visitar, Martialay entre ellos, sigan unidos y trabajen juntos, nos gusta pensar que todavía queda esperanza.
|
Un año más, el pueblo de Martialay convocó a las encajeras, o bolilleras, para que hicieran sus labores, pequeñas obras de arte, que salen de sus manos con la sola ayuda del mundillo, los alfileres y una guía de cartulina agujereada.
Organizado por la activa asociación que tiene su sede en Martialay, se instalaron en la plaza, además de las bolilleras, puestos de artesanía, la panadería del pueblo, y un stand de prendas para niños. Hubo sorteo, premios, almuerzo y comida en comunidad: la caldereta. Este año, Enrique Borobio, experto en vestimenta popular, se encargó de dar a conocer varios trajes, tanto de labor como de fiesta.
Concha Goig
|
Las encajeras en Martialay Asistimos de unos años a esta parte a las ilusionantes actividades de los colectivos de vecinos de los pueblos de Soria. Parecen haber decidido dar la batalla a los planes de futuro que, a buen seguro, ya diseñaron en su día las autoridades competentes para la generalidad del mundo rural. Sibilinos diseños en los que, subliminalmente, hicieron participar a los habitantes.
Si en Esteras de Lubia recrean pinturas famosas para hacer más agradable la visión de las naves agrícolas, en Sarnago convocan a hacendera para lucir más y mejor la casa desde donde antaño se educaba a los niños, en Los Campos y Oncala reviven la Trashumancia, en Almarail colocan una escultura para atraer a visitantes, y en otros pueblos remozan los hornos comunitarios, o los lavaderos, en Martialay, por tercer año consecutivo, se han reunido las encajeras de bolillos para mostrar a todo aquel que haya querido acercarse, muchos dada la proximidad con la capital, su destreza y maestría en esa actividad artesana.
Junto a las bolilleras se dieron cita también algunas panaderías, meleros y artesanos, que añadieron color y sabor a la cita. Una convocatoria en la que participan los habitantes de Martialay, todos a una, para preparar la infraestructura y los condumios –almuerzo y comida-. Y, como otros años, con la periodista Cruz Vergara ejerciendo de maestra de ceremonias. No es la única actividad que tiene lugar en este pueblo cercano a la capital, sus habitantes y la Asociación se muestran muy activos en el empeño de que siga vivo –de hecho no ha perdido habitantes en los últimos años-. Derivado de la actividad bolillera, han instalado una exposición que muestra objetos preciosos y delicados. Su lavadero está perfectamente restaurado desde el año 2006. Y una fructífera huerta entre las aguas de los arroyos “la Roldana” y “la Rituerta” que, a buen seguro, allí recibirán otro nombre sin tener en cuenta a los mapas, hace crecer verduras y hortalizas.
Discurrió por Martialay la línea del ferrocarril Santander-Mediterráneo y, mientras duró, el campo de ese pueblecito se llenaba de sorianos que acudían allí a pasar los domingos, como bien narra Joaquín Alcalde en uno de sus libros costumbristas. © soria-goig.com
|
(pulsar sobre las fotos para ampliar) Por segundo año consecutivo tuvo lugar, en Martialay, el Encuentro de Encajeras de Bolillos y Productos Tradicionales, centrados en la panadería y repostería soriana.
Fueron alrededor de cien las mujeres llegadas de todos los puntos de las tierras de Soria, para mostrar los delicados trabajos capaces de salir de sus manos, con la ayuda de alfileres, hilo y bolillos.
Por otro lado, bajo una carpa, las panaderías daban a probar sus exquisiteces acompañadas de moscatel, y pocos visitantes dejaban de sucumbir a esos productos que salen de manos sabias y se cuecen en hornos artesanales.
Para acompañar tantas excelencias, podía visitarse una exposición de labores de bolillos y bordados en una sala sita en la misma plaza donde tenía lugar la muestra. Ejerció, como el año anterior, de maestra de ceremonias, la periodista Cruz Vergara, acompañada por Enrique Borobio, quien se vio obligado a ausentarse durante parte de la mañana para ir a ejercer otra de sus queridas actividades, los bailes tradicionales sorianos. Y lo grabó para la posteridad Juan Fernando Martínez.
Hubo pastas, almuerzo y caldereta. Todos los actos del día fueron organizados por la Asociación de Amigos de Martialay o lo que es igual, por todo el pueblo que se volcó en esta actividad como lo hace con todas las que se programan. La lluvia fue la visita sorpresa, pero a la vez la que favorece la fronda que rodeaba el caserío de Martialay.
© soria-goig.com
|
(pulsar sobre las fotos para ampliar) En la plaza Mayor de Martialay Organizado por la Asociación Cultural Amigos de Martialay, asistimos el domingo, día 5 de junio, a una jornada verdaderamente deslumbrante. Tiene razón la periodista Cruz Vergara cuando dice que es más difícil escribir alabando que criticando. En nuestro web estamos acostumbradas a lo primero, por el interés y el cariño que despierta en nosotras el mundo rural, y que ahora Cruz comparte y se siente como pez en el agua recorriendo los pueblos y empapándose de esa vida auténtica que se vive en ellos, vida con sentido. Fue ella, Cruz, la encargada de hacer visible y audible esa jornada en el pueblo de Martialay.
La reunión era alrededor de encajeras-bolilleras y panaderos. Actividades dispares y sin embargo, como dice Juan Fernando Martínez, miembro de la Asociación, “ambas precisan manos hábiles y delicadas”. En largas mesas amparadas por un toldo, ya que el día amenazaba lluvia, se encargaban de sacar primores de los hilos, bolilleras de Soria (“Leonor de Soria”, y familia Sanz), El Burgo de Osma, Covaleda, Arcos de Jalón, Abión, Molinos de Duero, Aguilera, Chavaler y Martialay. Pero no sólo de los hilos de algodón que todos conocemos, las bolilleras hacen verdaderas maravillas con lino, seda, hebras plateadas y doradas, y de todo material susceptible de ser manipulado en los mundillos.
Muchas caras conocidas acudieron ese domingo para ver a las mujeres hacer labores: el matrimonio de Aguilera, Vitoriano y Benita (ella con su mundillo y sus labores de encaje), Gloria García Mazalvete, Miguel Hidalgo…
Guantes, abanicos, corbatas, pañuelos, colchas, mantones, broches, pulseras... de todo hacen estas artesanas. Trabajan sobre mundillos variados, redondos, plegables, muy antiguos o muy modernos; algunos parecen auténticos talleres artesanales, y en muchos no falta una imagen de la patrona de las encajeras, santa Úrsula, revestida, como no podía ser de otra manera, con primores de bolillos. Todo un arte que requiere paciencia y cariño.
En un salón podían contemplarse una exposición de labores realizadas con encaje de bolillos. La autora de todos ellos es la vecina de Martialay, Ludivina Soto.
Muy próximas a ellas, algunas panaderías de la provincia exhibían y vendían sus productos. Estuvieron presentes la Panadería Sanz, de Almarza; la de Martialay; y la Panadería Epona, de Ontalvilla de Valcorba. Enviaron sus productos las Panaderías Pinares, de Soria; Miranda, de Arcos de Jalón; pastelería Ramiro, de Arcos de Jalón; Panadería Calvo-Imbriani, de San Pedro Manrique; y Pinares, de Soria.
Si esta provincia tiene productos dignos de destacar, y los tiene, estos son los elaborados de las panaderías, casi todos hechos con recetas heredadas de generaciones anteriores. Allí se veían todos ellos: tortas de manteca y tortas de chicharrones que las mujeres cocían en los hornos de poya del Común, cuando lo hacían por adra o turno, ambas en ocasiones especiales, como la matanza del cerdo para las de chicharrones. Sobadillos de aceite y de manteca, y perronillas. El “cuerno”, de Deza, de cuya receta es heredera la panadería más moderna de Soria, Epona, empanada que recuerda a los langartos de Ágreda, rellena de arenques bien macerados en aceite y chorizo de la olla. También había sobadillos de San Leonardo, que comparten receta con los de Casarejos, esos que regalan en los bares el día de San Ildefonso, cuando danzan con palos. No faltaba el guirlache de la Pastelería Ramiro, que hace también unos exquisitos turrones y todo tipo de confitería. Los famosos panes de Soria, muy reputados los de Martialay, y de los que Pedro Asensio, alcalde de Alconaba, recordaba su transporte en carros de un pueblo a otro. La panadería de Almarza hizo un pan especial para la ocasión, y presidiendo el atrio de los parlamentos, una gran hogaza de San Pedro Manrique, con la cruz en el centro, marca, a modo de las de cantero, que hacían para los panes de los trashumantes. En fin, una sinfonía de trigo y manos hábiles, que hicieron la delicia de todos los que se acercaron ese día. Por cierto, hubo un momento que serían quinientas las personas que llenaban la plaza Mayor y alrededores.
La organización y la Asociación ¿Y qué decir de la organización? Impecable. Ésta corrió a cargo de la Asociación, y entre ellos, sudando y sin decaer ni un instante, estaba Juan Fernando Martínez. La Asociación Cultural "Amigos de Martialay", se fundó el 9 de Enero de 1996 por Nicasio Martinez Gracia, Rufina Lablanca Almazán y Juan Fernando Martinez Brieva, con la intención de dinamizar la vida rural de este pequeño pueblo. Nicasio, “Nica” para los amigos, no sólo está involucrado en ella, sino también en el grupo de teatro La Bo-eme. Desde la fundación, estas tres personas lograron involucrar en ella a residentes en Martialay, veraneantes e hijos del pueblo, y dieron comienzo una andadura sin pausa, organizando actividades culturales de todo tipo, siendo lo más conocido su “Martialay Rock”, que a partir de 2010 se convirtió, de momento, en “Martialay Folk”. Pues los miembros de la Asociación fueron los encargados de la organización donde no se podía, ni mirando con lupa, hallar fallo alguno. Bollería y licores por todas las mesas para el comienzo del día. Almuerzo muy soriano a base de torreznillos y chorizo hecho por ellos mismos. Como se comprenderá no faltó el pan contundente y el vino, del que también en Soria nos podemos sentir orgullosos. Hubo sorteos, se entregaron premios a las bolilleras y se comió una suculenta caldereta para doscientas veinte personas, cocinada por ellos mismos, y entre las cocineras una andaluza de Almería que reside desde hace más de cuarenta años en Martialay. El grupo de teatro La Bo-eme Colofón del día fue la actuación del grupo de teatro la Bo-eme, que representó la fábula de la cigarra y la hormiga, con el título de “Hormigas”. Este reputado grupo de teatro soriano lleva muchos años representando en toda la provincia y fuera de ella. Según Nicasio Martínez, a quien acudimos, “nació, en el año 1993, de la unión de ocho jóvenes de Soria de los que actualmente se mantienen cinco, ya no tan jóvenes. Acogidos por el pueblo de Renieblas, en su salón municipal dio sus primeros pasos hasta que alquiló un local en la calle Albar Salvadores, número 1”. La Bo-eme se creó con el fin de “fomentar el espectáculo y la afición al teatro aficionado. Las bases de la asociación son la formación y el intercambio; abierto y asambleario, funciona como grupo autónomo e independiente, según reza en el web.
“Desde entonces, 1993, hasta hoy –sigue Nica- montajes teatrales de sala, de calle, itinerantes, gastronómicos…se han realizado por cientos de aficionados a la farándula. Talleres de interpretación, voz, expresión corporal, danza, baile, percusión, esgrima, títeres, mimo…, se han impartido por profesionales en casi todos los salones y estancias de la provincia de Soria. Colaboraciones con movimientos, agrupaciones, entidades, asambleas, asociaciones…, le han otorgado un pequeño reconocimiento solidario. Todo ello siempre con el carácter altruista de sus miembros y participantes”. Fernando, uno de los componentes de La Bo-eme, joven nacido en Zaragoza y afincado en Soria, dice del grupo “somos una pequeña familia comprendida en muchas edades, entre los diecisiete y los cuarenta años. Cada persona somos un mundo, pero globalmente nos llevamos muy bien”. Sus más recientes puestas en escena son “Hormigas”, teatro de calle; “Mujeres, así somos”, teatro de sala; y “el agujerito” (proyecto itinerante de Caravana’11). Caravana’11 “nace con la finalidad de llevar teatro a los pequeños pueblos de la provincia de Soria durante la tercera semana de agosto, con la intención de representar “el agujerito” a cambio de la cena y la disposición de un espacio para dormir al día siguiente. Participan en el proyecto los veteranos del grupo y sus familias”.
© texto: soria-goig.com (pulsar sobre las fotos para ampliar) El apellido vasco-soriano Martialay
|