Un paraje
peculiar en las entrañas de un monte de encinas:
Las Chorreras de Quintanilla de Tres Barrios
Pasa por ser uno de
los relieves paisajísticos más llamativos de Quintanilla de Tres
Barrios, en cuya cuna permanece camuflado por la mantilla de masa de
encinas que le arropan por doquier. Aquí yace acurrucado entre la
lontananza de los años, a galope de los siglos, desde que en un
tremuloso día de la Historia surgiera de la placenta de una secuencia
torrencial.
Lo de chorreras le
viene de casta, denominación que debe al efecto del chorreo del agua por
la pendiente del terreno arenisco y arcilloso socavado desde la cumbre,
cuyo artífice natural ha moldeado el recinto formando un cúmulo de
crestas surcadas por infinidad de capilares de agua, confiriéndole un
atractivo singular. Se trata de un saliente montañoso en cuyo morro la
erosión por escorrentía de la lluvia ha ido cincelando, tallando, a su
antojo la obra para ser admirada. Una obra original creada en el marco
de un mar de salientes agudos que brotan de las entrañas terrosas y que
el contraste de luz y sombra le confiere un impacto visual de bella
factura. Sin duda un regalo de la naturaleza para ser contemplado. Hay
localizados dos salientes muy próximos, si bien uno de ellos es de
bastante menor talle y consideración. Para preservarlas de su
configuración no está permitido caminar por entre los recovecos de las
crestas. Es posible que de no llevarse a cabo una intervención para
protegerlas mediante algún artilugio que no rompa el paisaje, el efecto
climatológico acabe deteriorándolas en un corto espacio de tiempo. Una
pérdida porque espacios abiertos de semejante factura no resulta fácil
de encontrar.
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Tampoco es fácil
llegar hasta ellas aunque su ubicación se haga bastante visible. Una
ruta pedestre o en bicicleta es la única manera de encontrarlas y con
bastante tiento. En ambos casos la contemplación da para mucho más que
recrear los sentidos y rememorar la historia. El enclave de las
Chorreras se halla en el epicentro de mayor altitud del término del
pueblo, Valdecastilla, 1.024 metros. Desde el entorno se pueden divisar
los castillos de Gormaz y de San Esteban de Gormaz, o las atalayas de
Quintanilla de Tres Barrios y la de Osma. Junto al paraje pasa un ramal
de la Cañada Occidental Soriana y muy cerca la que fuera calzada romana
número XXVII del itinerario Antonino, que unía Clunia con Uxama, y que
traspasa el término de este pueblo de oeste a este. La panorámica que se
divisa en derredor desde estas latitudes es encomiable.
Y también la
historia. Cuentan las crónicas que en el año 1325 Valdecastilla fue
escenario de un ajuste de cuentas entre partidarios de diferentes
nobles. Todo se debió a un error. Sucedió que estando oyendo misa en el
convento de San Francisco de Soria el noble Garci Laso de la Vega (que
no se corresponde con el gran poeta y soldado militar) le mataron los de
la ciudad, junto a alguno más de sus allegados, porque pensaron que iba
a tomar Soria. Fueron veintidós infanzones de la casa del Rey Alfonso XI,
los cuales al darse cuenta del gran error cometido corrieron a Medina
del Campo para contarle al rey lo sucedido. Éste les perdonó y les
tranquilizó diciéndoles que regresaran a Soria que nada les iba a
ocurrir. Y para mayor seguridad mandó a dos de su guardia personal, dos
hijos de Garci Laso, uno de ellos Gregorio Ruiz, que les acompañasen.
Gregorio Ruiz no quiso hacerlo pero el rey les aseguró que podían ir
tranquilos que sus cabezas estaban a salvo. Partieron de Medina del
Campo hacia Soria y estando comiendo en Valdecastilla llegó Gregorio
Ruiz, que venía persiguiéndoles, y mató a catorce de los más
importantes, entre ellos a uno de Morcuera (pueblo no muy lejano del
lugar), principal causante de la muerte de su padre. (Extraído de la
“Suma de Crónicas de los Reyes de Castilla é León desde el Rey D. Pelayo
hasta el Rey D. Juan el II”. pág. 22).
Itinerario.
Desde Quintanilla de
Tres Barrios hay que tomar el camino que va a El Burgo de Osma.
Aproximadamente a 2 kilómetros, en el paraje conocido como La Ladera, en
lo más alto del camino del trayecto, hay una bifurcación de caminos y
una señalización que indica los lugares destacados. Hay que desplazarse
hacia la izquierda introduciéndose entre el monte bajo e intentar
localizar las Chorreras, que distan unos trescientos metros del camino.
Otra ruta, más
atractiva y completa, es seguir las indicaciones del rótulo a la entrada
del pueblo para ir a la Atalaya islámica. Una vez en ella y contemplar
su extensa panorámica hay que desplazarse hacia el este por la Cañada
Real hasta desembocar en el camino de El Burgo (hay indicadores). No es
fácil llegar hasta ellas y sólo es posible a pie. Si no se perciben es
preferible no arriesgarse.
Texto: @Leopoldo
Torre García. Septiembre, 2018
Fotografías: @Luis
García Carro. / Y otros autores.
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