 A Pie por Soria
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Si de algún espacio natural se sienten orgullosos los sorianos, es el Acebal de Garagüeta uno de los preferidos. Si bien no tan conocido por quienes visitan estas tierras, como pueda ser el Cañón del Río Lobos, o La Fuentona, es este espacio, humanizado y humilde, como los acebos que lo habitan, rico en historia y tradiciones, situado en una zona pobre en cuanto a producción del suelo, escondida de las grandes rutas, un poco olvidada por quienes ya hace años se hicieron llamar tour operadores, o sea, operadores turísticos. Es tierra de pelendones, el castro del Alto de la Cruz puede contemplarse desde la entrada al acebal. Al Sur de la Sierra del Alba, por caminos asfaltados difíciles de transitar cuando nieva, dos pueblecitos, Torrearévalo y Arévalo de la Sierra, comparten la propiedad de más de cuatrocientas hectáreas de la, en otro tiempo, dehesa de Garagüeta, ahora espacio Acebal de Garagüeta, declarado por la Junta de Castilla y León Reserva Natural. Es tierra de ganaderos. La portillera de Garagüeta y la cuesta de Cerveriza son nombres que evocan el discurrir por sus términos de la Cañada Real Soriana Oriental. Aunque los habitantes de estos dos pueblos no eran grandes propietarios de merinas (los vecinos de Arévalo, a mediados del siglo XVIII, sólo tenían unas setecientas cabezas), sí se empleaban en esa actividad como zagales, ayudadores y, especialmente, en los molinos de aceite de Andalucía, donde los sorianos estaban muy bien considerados. Sus vecinos de la cara Norte de la Sierra del Alba sí eran grandes merineros y discurrían por la cañada recogiendo, tal vez, a pastores de Arévalo y Torrearévalo para conducir los rebaños al Sur. Esta actividad, y el alquiler de quintos como agostadero a los trashumantes, era la principal actividad de estos pueblos.
Se puede visitar la Casa del Parque los sábados y domingos, en horario de mañana y tarde.
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Se disputaban Garagüeta, Gallinero y Arévalo, según cuenta la historia (se trendrían que consultar la sentencia cuyo legajo, con todo el proceso, está en el Archivo Histórico de Simancas -según creo, además de los documentos que existen en el propio Ayuntamiento de Arévalo en un arca): Garagüeta pertenecía y era explotada como dehesa de pasto por Mortero, un pueblo que había en el lugar del mismo nombre a unos 2 Km. de Arévalo en la carretera a Almarza. Parece ser, y digo parece ser porque aquí podría entrar lo legendario en esta historia, que todo el pueblo estaba de boda, alguna pareja del pueblo se había casado y todo el pueblo estaba invitado. Solamente no estaban en el convite tres pastoras-vaqueras que cuidaban el ganado en Garagüeta. Cuando vuelven a casa por la noche se encuentran con que todo el pueblo había muerto envenenado por una salamanquesa que previamente había envenenado el agua de la fuente del mismo nombre y que aun existe. Una de las pastoras marchó a Gallinero y las otras dos a Arévalo. El interés de ambos pueblos por Garagüeta surge, sospechosamente, de inmediato y el litigio está servido. Los dos pueblos quieren Garagüeta y los dos creen tener derecho, más que el otro, a poseer la dehesa. La pugna es tan fuerte que se declara una verdadera guerra entre los dos pueblos. Gallinero era más grande, tenía más vecinos que Arévalo y éste lo debió de ver mal porque pidió ayuda a su vecino Torrearévalo. Parece ser que la rivalidad llegó al límite de salir al encuentro los pueblos para entablar lucha, a tal punto que la Santa Hermándad (policía rural de la época) tuvo que intervenir y dar conocimiento del estado de la cuestión, y los Reyes Catolicos hubieron de mandar un emisario para que hiciera de intermediario y arbitrara una solución. Ni aun así y el contencioso pasó a la Audiencia que fue, en definitiva, la que años más tarde, dictó sentencia en el sentido que conocemos. © Jesús Hernández
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