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Vamos
a aunar naturaleza, arte e historia en una ruta por pequeños pueblecitos
casi abandonados, antaño dedicados a la ganadería. Recorreremos la cara
sur de la
Sierra de Almuerzo –llamada también de los Siete Infantes de
Lara, con leyenda incluida- desde Canos a Nieva de Calderuela pasando por
Aldehuela de Periáñez, Cortos, Arancón y Calderuela.
Se
trata de una muy interesante ruta, apenas descrita, donde se une la
naturaleza por la propia sierra y el arroyo Chavalindo, subsidiario del
Merdancho y del Moñigón o, dicho de otra forma, el propio Moñigón con
distinto nombre; la historia, ya que discurre por toda la zona parte de la
calzada romana que unía Uxama y Augustóbriga; y arte, gracias a unas
pequeñas e interesantes iglesias y ermitas.
Lamentamos
no poder ofrecer imágenes y descripción de la torre gótica de Torretartajo, muy interesante, ya que toda la finca es propiedad privada
y, al parecer, no sólo han adquirido las tierras y el dominio sobre
ellas, sino la iglesia, la torre gótica y el tramo de calzada que
discurre por la finca. Lástima que la ley no contemple derecho de paso,
como lo hace con los ríos. En otros casos similares la amabilidad de los
propietarios o encargados (como es el caso de la ermita del Santo Cristo
de los Olmedillos, propiedad del señor Borque, en Velilla de la Sierra o
de la ermita de San Antonio en Garray, propiedad de la familia Marichalar)
permite el poder acceder a nuestro patrimonio cultural, pero en el caso de
Torretartajo, se despide con malos modos al que lo pretende.
La
ruta puede comenzar en Canos, pequeñísimo lugar con apenas seis
habitantes censados y con una iglesia dedicada a la Visitación de Nuestra
Señora. Lo más interesante de este lugar es el despoblado de Canos
Caídos, cuyas ruinas de la iglesia pueden verse, sobresaliendo sobre las
carrascas, desde la carretera. El paseo desde Canos al despoblado es corto
y muy agradable. Por el suelo aparece escoria de fundición y trocitos de
cerámica que nos indican otros asentamientos. Vivió en tiempos un
curandero que dejó entre los habitantes parte de sus conocimientos. Tanto
Pérez-Rioja en su diccionario biográfico, como Pedro Iglesia en su libro
sobre los curanderos sorianos, se hacen eco de este hombre, de nombre
Nicolás, al que llamaban el "adivinador" o "El Dios de
Canos"; había nacido en Ventosilla de San Juan y fue maestro de
escuela en Canos, mereció respeto y admiración en toda la provincia,
permaneció soltero y apadrinó a tres "cunetes"
(expósitos) que
alegraron su vejez y le cuidaron hasta su muerte. Sus habitantes acudían
a Narros en romería. El bosque ofrece escarambrujos para expulsar las
lombrices, saúco para aliviar las inflamaciones, lechetrezna para
enmendar los empanadizos, y buen té y manzanilla que, sabido es, remedia
todos los males.
Despoblado de Canos
El
siguiente destino será Aldehuela de Periáñez; un trozo de calzada
romana, bien conservada, pasa muy cerca del caserío y ha aparecido un
miliario y una columna anepígrafe, según recoge en su Carta
Arqueológica Blas Taracena. El río Chavalindo riega su término; nace
muy cerca de la cumbre de la sierra del Almuerzo y pasa por Cortos,
Arancón, Aldehuela de Periáñez y Torretartajo; desemboca en el
Merdancho, en Renieblas. El bosque es de encinas y merece la pena una
visita a su iglesia dedicada a San Juan Bautista, de estilo gótico. Como
toda la comarca de la sierra del Almuerzo, acuden a la romería de la
Virgen del Almuerzo en Narros, a una de las dos mejores ermitas de la
provincia (la otra es la de Serón). Allí se reúnen el domingo siguiente
al de Calderas en Soria. También aquí recuerdan al "dios de
Canos" y hasta hace pocos años curaban las pulmonías colocando
sanguijuelas sobre la piel o con ventosas. Para ahuyentar las tormentas y
evitar los rayos colocan un hacha con el filo hacia arriba y le celebraban
fiestas a San Antón, encendiendo grandes hogueras.
Poema de Juan Luis Pastor "Aldehuela
de Periáñez"
La
siguiente parada será Arancón, un lugar cuyo ayuntamiento agrupa a los
de Calderuela, Cortos, Nieva, Omeñaca y Tozalmoro, a pesar de contar con
apenas 20 vecinos. Su vieja y ya inútil estación de tren, que se divisa
en la lejanía, envuelve el lugar en un halo de romanticismo, que sin que
se sepa bien porqué, se percibe en todos los lugares por donde el tren
discurría. Por los alrededores de la estación aparecieron dos puñales y
una punta de flecha de cobre, además de una estela funeraria, conservado
todo ello en el Museo Numantino de la capital.
Es
en Arancón donde pueden verse expuestos y conservados los más
interesantes restos de la calzada romana que unía Uxama y Augustóbriga.
Dos enormes miliarios se exponen al visitante, muy cerca de la iglesia, en
lugar habilitado para ellos, con la leyenda delante de su ubicación e
historia; hasta ese espacio van a ser traslados otros tres enormes bloques
de piedra, que pueden verse a escasos metros, detrás de la iglesia, junto
a una taina en ruinas. A la entrada del pueblo conservan una buena fuente
de piedra sillería de la que se afirma su origen romano.
La iglesia
parroquial está dedicada a la Asunción, su robusta torre enseña una
ventanita con pequeñas columnas y capiteles románicos; por fuera es una
mezcla de este estilo con el gótico. Tuvieron una imagen que llamaban con
el hermoso nombre de la Virgen de las Aguas Cálidas, pero que fue robada
en 1994; también los amigos de lo ajeno se hicieron con unos cuadros de
valor que se conservaban en la sacristía. Ya apenas conservan
tradiciones, pues poca gente reside en Arancón para poder llevarlas a
cabo; recordaremos que, como en casi todos los pueblos de la provincia,
encendian hogueras, pagaban el piso, la entrada a mozo y vecino, cantaban
albadas, colocaban en las puertas de las casas de las mozas aleluyas y, en
fín, todas esas costumbres que definen una cultura rural y en contacto
siempre con la tierra.
Seguimos
caminando, adentrándonos más en la sierrra del Almuerzo. Nos vamos a Cortos, lugar donde antaño hubo una buena cabrada, elaboraban cisco y
carbón y donde nace el arroyo o río Chavalindo del que ya hemos
comentado líneas arriba. Cortos tiene un monte de encina y carrasca que,
olvidada ya la costumbre de la elaboración del cisco, se va cerrando y
dando albergue a venados y jabalíes, no siendo raro escuchar trotar una
manada a las espaldas mientras se rastrea el suelo para ver si aparece
algún hongo.
Algo apartada del pueblo encontramos, abierta y acogedora,
una pequeña ermita dedicada a la Soledad donde el caminante encuentra
reposo por un rato, la posibilidad de ver numerosos exvotos en una pared y
los amigos de lo ajeno no encuentran nada de valor para llevarse. Es
difícil encontrar ermitas abiertas, precisamente a causa de estos
desaprensivos; junto con esta de Cortos sólo recordamos la de Carazuelo,
también abierta para los fieles y naturalmente sin nada que admirar en su
interior, y la de la Virgen del Mencal, en Mazaterón. La iglesia
parroquial está dedicada a San Esteban. Se conserva en bastante buen
estado una casa de piedra, posiblemente de antiguos ganaderos, con sus
armas en la fachada; según nos comentaron, en la actualidad pertenece a
la familia Bachiller.
Fuente
de La Soledad de Cortos
Encinas
y retamas se apoderan poco a poco de las laderas que protegen el caserío de
Cortos del viento norte. La Iglesia de San Esteban y la ermita de La Soledad
nos indican los límites de una importante industria soriana, oculta hoy bajo
el manto vegetal, que hace años abasteció molinos hidráulicos y trujales
castellanos, navarros y riojanos.
Sobre
estos edificios religiosos se conserva una peculiar fuente, obra popular
acondicionada con dintel, y a pocos metros el depósito cilíndrico, que
cumple las funciones de pilón para el ganado, tallado en una pieza por los
moleros de Cortos.
©
Pilar Pascual Mayoral y
Pedro García Ruiz
Y
ya desde ahí, algo alejados de la calzada romana, que discurre casi en
línea recta desde Arancón a Aldealpozo, nos encontramos con Calderuela y
Nieva de Calderuela. Pero, con todo y habernos alejado de la antigua vía,
todavía discurre por el término de ambos, por lo que nos encontramos con
restos de ella. Eduardo Saavedra al hacer la descripción de este camino
que venimos comentando dice textualmente: "En el inmediato pueblo de
Calderuela, a cuya entrada hay una fuentecita, sirve de asiento en el
atrio de la iglesia un tronco de columna de 61 cm. de diámetro y 53 de
altura, que contiene la inscripción número VIII. Para suplir lo poco,
aunque no falto de importancia que se ha destruido, es menester admitir
que esta piedra fue arrancada de las inmediaciones, y atendiendo a que en
el pasado siglo aún se conservaba noticia de haberse llevado del costado
del camino de Cortos, se puede proponer la siguiente restitución: "El
Emperador César Nerva Trajano Augusto, Germánico, Pontífice máximo,
con la potestad tribunicia, Padre de la patria, Cónsul tercera vez, lo
hizo. Desde Augustóbriga, XVII millas". En el mismo atrio hay
otros dos hitos o columnas monolitas, tendidas a lo largo de la pared y
sin inscripción. Otros asientos se ven que son sepulcros de piedra
labrados de una sola pieza, de dos metros de largo y rectangulares, cuya
tapa formaba albardilla según manifiestan los trozon esparcidos
alrededor: estos y los que sirven de abrevadero fuera del pueblo y en
algunos inmediatos, se encontraron enterrados delante de la iglesia y a
profundidad considerable cuando reformaron el cementerio continuo".
Hemos
de confesar que no llevábamos los ojos tan despiertos como para fijarnos
en todo esto y, no habiendo consultado antes a Saavedra no nos fijamos.
Pero nos encantó el pueblecito y a medio camino entre éste y Nieva
aparece una ermita dedicada según hemos sabido a Santa María Magdalena y
perteneciente a Calderuela. No encontramos a nadie, tampoco en Nieva, y
mirando datos estadísticos vemos que en el año 1996 en Calderuela
habían censados cinco habitantes y en Nieva cuatro.
Recurrimos
al Madoz y nos encontramos que a mediados del siglo XIX, Calderuela tenía
20 vecinos y 85 almas. Su iglesia parroquial estaba dedicada a la
Asunción y era aneja a la de Cortos. Habla de manantiales que nosotras no
vimos, tal vez porque ya no hay pastores para limpiarlos ni ganado que
precise de agua. Decía que el terreno era áspero y poco productivo y el
clima frío pero sano. De Nieva dice que había 18 vecinos y 73 almas, el
clima sano, escuela de instrucción primaria y una iglesia parroquial de
la que no da el nombre. Dice también que el terreno está fertilizado por
el río Moñigón, en realidad no discurre ningún río por Nieva y tal
vez se refiera al Chavalindo que dividía su término del de Cortos.
©
Isabel y Luisa Goig
Nieva de Calderuela
Despoblado de Canos,
Félix Ángel Barrera
Fuentes
y Manantiales de Soria, José Ignacio Esteban
Jauregui
Canteras
de Molino en Calderuela, Cortos y Canos
Castillos de Soria--> Torretartajo
Mendikat
:: Soria
::
Sierra de Almuerzo
Aldehuela
de Periáñez
- caminosoria.com
Arancón
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