Nieva y Calderuela
“En el Lugar
de Nieva y Calderuela, jurisdicción de la Ciudad de Soria, del Sexmo de
Frentes, uno de los cinco de que se compone la Universidad de la Tierra
de ella, a 16 de julio de 1752”.
Eran
alcaldes de Nieva y Calderuela Diego Martínez y Felipe Hernández,
quienes asisten a la recopilación de datos para elaborar el catastro.
También lo hace don Bernardo Calonge, cura de la parroquial de San
Esteban del lugar de Cortos, de la de Santiago del Barrio de Nieva, y de
la de Nuestra Señora de la Asunción, del Barrio de Calderuela, sus
anejos. Al sacerdote se le convoca mediante un “recado cortesano por don
Ignacio Bermúdez, intendente general de la Ciudad de Soria y su
provincia y corregidor de ella y su jurisdicción por Su Majestad” [en la
fecha Fernando VI].
Los dos
barrios, junto a Cortos de cuyo Lugar dependían, eran de realengo, y al
rey pagaban todos los impuestos habituales: alcabalas, cientos, millones
y servicio real. Pero era la Iglesia, a través de sus distintos
estamentos, la que percibía la parte más sustancial de los ingresos de
los habitantes de los dos barrios. Sobre las tierras de Nieva y
Calderuela se establecían el derecho de primicias: una media de cada
especie de grano por cosechero.
Esto suponía
a la Iglesia, cada cinco años: veinte medias de trigo puro, trece de
trigo común, veintiuna de cebada, diecisiete de avena, seis de yeros y
tres de guijas.
También el
derecho de diezmo: de cada diez, uno de todos los frutos y de los
corderos “en pasando de cinco, uno, aunque no lleguen a diez, y de cinco
y medio y lo mismo de la lana”. Del diezmo total se incautaba la
Iglesia, cada cinco años: 170 medias y 2 celemines de trigo puro, 252
medias de trigo común, 8 medias y 2 celemines de centeno, 81 medias y
medio celemín de cebada, 27 medias y 1 celemín de avena, 3 medias y
medio celemín de yeros, 3 celemines de guijas, 59 corderos, y 442 libras
y 14 onzas de lana. Los diezmos los percibían directamente, a excepción
de la parte que le correspondía al rey, quien la tenía arrendada a la
Universidad de la Tierra.
Se pagaban
también los diezmos menores: lechoncillos, pollos y hierba para el cura
del lugar.
La primicia
pertenecía al beneficio curado de las parroquiales, y el diezmo a la
dignidad episcopal del obispado de Osma, a la del arcediano de Soria, a
los curas, a los curatos de Soria, al Colegio de la Compañía de Jesús, y
al cabildo de Osma.
La mayor
parte del término era de secano y se cultivaba trigo puro, trigo común,
centeno, cebada, avena, yeros y guijas. Eran también de secano los
prados de siego, cerradas de pasto y dehesa. En el poco regadío se
cultivaban algunas hortalizas, fundamentalmente la berza, y prados de
siego. Producía también el término leña y bellota.
Eran
propietarios los vecinos de 95 colmenas. En cuanto al ganado, se
contabilizan: diez cabezas de vacuno, veinticinco de mular, seis de
yeguar, 22 de asnal, 51 de cerda, 1975 de lanar, y 17 de cabrío.
Las
propiedades del Común de cada Barrio aparecen catastradas por separado.
Así, el Barrio de Nieva y su Común poseían: una dehesa boyal de secano,
murada de piedra seca, sita en los Royales, de 30 yugadas de capacidad.
Un monte carrascal en el Matizal, de 318 yugadas. Una fragua para
componer las rejas de labor. Percibía 240 reales de vellón [se supone
que anualmente] que pagaba Teresa las Heras, de Cortos, por el
aprovechamiento del pago y espiga que goza con sus ganados finos. Una
casa para sus juntas.
En cuanto al
Barrio de Calderuela y su Común, eran propietarios de: un monte
carrascal en el corral del Oyuelo, de 590 yugadas. Dos pedazos de tierra
de pasto de tres yugadas de segunda calidad. Una casa para componer las
rejas de labor. Una casa para sus juntas. Percibían 270 reales que
pagaban los vecinos propietarios de ganado churro por el aprovechamiento
de pago y espiga.
Los gastos
aparecen también por separado, y se ve cómo, también en este caso, la
Iglesia, de una u otra forma, era la principal beneficiaria. Nieva
desembolsaba cada año: doce reales en la festividad del Señor. Treinta
reales en la de San Ginés. Nueve reales a la Casa Santa de Jerusalén.
Veinte reales para la redención de cautivos. Cuarenta reales para el
gasto que hacían los religiosos que iban a predicar. Veinticinco para la
limosna que se daba a los pobres y demandantes. Cuarenta y dos reales
para la composición de caminos. Cincuenta para la limpia del monte.
Sesenta y seis reales y medio para pasajes de soldados. Treinta y ocho
reales y medio para la fiesta de San Pedro. Ocho reales de dos misas
votivas. Total 341 reales.
Vivían en
los dos barrios cuarenta vecinos, en cuarenta y cuatro casas habitables.
Se contabilizaban cuatro casas arruinadas. Se dedicaban estos vecinos:
seis pastores, veintiséis labradores, un albañil, dos jornaleros, dos
pobres de solemnidad. Los tres restantes podrían ser las viudas (que
siempre se contabilizaban como medio vecino) y el cura.
Los nombres,
que aparecen sólo con el primer apellido, son:
Diego
Martínez, casado, labrador, padre de dos hijos varones mayores, tres
varones menores, y dos hijas.
José García, casado, labrador, padre de una hija, vivía en la casa un
criado.
Juan de Arribas, casado, albañil, padre de un varón y una mujer.
Fabián Martínez, casado, labrador, padre de dos varones menores, y dos
mujeres.
Manuel Hernández, viudo, pobre de solemnidad.
José Moreno, casado, labrador, padre de dos varones y una mujer.
Manuel Hernández, casado, labrador, padre de un varón menor de edad.
Matías Bachiller, casado, pastor, sin familia.
Ignacio Andrés, casado, labrador, padre de una mujer.
Mateo Sanz, casado, labrador, padre de un varón menor y dos mujeres.
Juan Francisco Sanz, casado, jornalero, padre de tres varones menores.
Juan Hernández, casado, labrador, padre de cuatro varones menores, dos
mujeres, y dos andrados.
Juan García, casado, labrador, padre de un hijo mayor, un hijo menor, y
dos mujeres.
Bernardo Hernández, casado, padre de un hijo menor.
José García, menor, casado, pastor, padre de una hija.
Antonio Hernández, casado, labrador, padre de un varón menor y dos
hijas.
Manuel de Arribas, casado, pastor, padre de dos hijas.
Francisco García, mayor, casado, pastor, sin familia.
Francisco Sanz, casado, labrador, padre de tres hijas.
Ana Lázaro, viuda, pobre de solemnidad.
Ramón Sanz, casado, labrador, padre de dos varones menores y tres hijas.
Francisco García, menor, casado, labrador, padre de un varón menor.
Ramón García, casado, labrador, padre de un varón menor.
Ramón Hernández, casado, labrador, padre de un varón menor.
Antonio Hernández, viudo, padre de un varón mayor.
Ramón Sanz, menor, casado, labrador, padrastro de una andrada.
Manuel Moreno, casado, jornalero, padre de un varón menor.
Juan Jiménez, casado, pastor, padre de un varón menor y dos hijas.
Felipe Hernández, casado, labrador, padre de dos varones menores.
Bernardo Martínez, casado, ausente, padre de una hija.
Manuel Sanz, casado, labrador, padre de una hija.
Francisco Sanz, viudo, sin familia.
Pedro Sanz, casado, pobre de solemnidad, padre de un varón y dos
andrados.
Manuel Martínez, casado, labrador, padre de un varón menor, una mujer y
una menora.
José Tello, casado, labrador, padre de un varón menor, dos hijas. Vive
en la casa su pastor.
Juan Jiménez, casado, labrador, padre de un hijo menor y una hija.
José Redondo, casado, pastor, padre de dos varones menores y una Andrada.
Domingo Hernández, casado, labrador, padre de un varón menor y una hija.
José Hernández, casado, labrador, padre de dos varones menores.
Lucas García, casado, labrador, padre de un varón menor y dos hijas.
Juan Sanz, casado, labrador, padre de dos varones.
En total
vivirían 168 personas. Como referencia, un siglo más tarde, Pascual
Madoz, en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico, contabiliza
159 almas, 73 en Nieva y 86 el Calderuela.
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